El papa León XIV
y la Encíclica Rerum Novarum (1891)
Luis
Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com
Ahora que tenemos un nuevo Papa con el nombre de León
XIV, revisemos de qué manera el nombre escogido para su pontificiado influirá
en su actuación. En
1891 la Iglesia Católica produjo uno de los documentos más importantes y
trascendentales en su larga y accidentada historia: la Encíclica Rerum Novarum. Sobre
la cuestión obrera, gran
acontecimiento ocurrido en tiempos del dilatado y progresista pontificado del
papa León XIII. Su largo y
eminente pontificado de veinticinco años de duración, se desarrolló entre los
años 1878 y 1903. Le toca vivir a este excepcional pontífice en el “siglo largo
XIX”, una centuria que se extiende desde la Revolución Francesa de 1789 y
culmina con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, un siglo de 125
años, según sostiene Eric Hobswawm.
Avanzado
en la cuestión social, este papa italiano cuyo verdadero nombre era Vincenzo
Pecci (1810-1903), sin embargo experimentaba visiones con los demonios, “sus
crujidos, burlas y blasfemias”, censuraba y prohibía libros, fue el primer papa
sin poder temporal sino solamente con autoridad espiritual, publicó 86
encíclicas en un largo pontificado que se extendió por 25 años desde 1878 hasta
su muerte en 1903, la más conocida de todas a no dudar la Rerum Novarum de 1891.
Esta Encíclica se hará muy famosa y polémica
por ser la primera que aborda la candente cuestión social de su época, se
enfrenta al capitalismo de la libre concurrencia y al materialismo socialista
de Marx y Engels y el anarquismo de Bakunin y Proudhon, es decir se pone a tono
con la modernidad capitalista e industrial. Tal documento se elabora durante el
relevante periodo que vive la Iglesia después de que se realiza el Concilio
Vaticano I en 1869, conclave que tendrá ecos en el Concilio Vaticano II de 1962
y, consecuencialmente, en la Teología de la Liberación latinoamericana.
Rerum Novarum es más bien una Encíclica de pequeñas dimensiones, unas 60 y apretadas
páginas. Comienza con una introducción en la que aborda la cuestión obrera.
Luego, en el siguiente aparte, ataca las doctrinas socialistas, “un remedio
perjudicial para el obrero”. Le sigue Una solución propuesta por la Iglesia,
que condena la lucha de clases marxista. Inculca a los ricos sus deberes de
justicia y caridad, y aboga por la creación de obras de caridad. En la Parte
II, aconseja la Iglesia al Estado promover y defender el bien del obrero,
propone la creación de organizaciones obreras católicas. El Epílogo de la Rerum Novarum dice enfáticamente: “Aplíquese cada uno a la parte
que le toca, y prontísimamente; no sea que con el retraso de la medicina se
haga incurable el mal, que es ya tan grande. Den leyes y ordenanzas previsoras
los que gobiernan los Estados; tengan presentes sus deberes los ricos y los
amos; esfuércense, como es razón, los proletarios: suya es la causa; y puesto
que la Religión, como al principio dijimos, es la única que puede arrancar de
raíz el mal, pongan todos la mira principalmente en restaurar las costumbres
cristianas, sin las cuales esas mismas armas de la prudencia, que se piensa son
muy idóneas, valdrán muy poco para alcanzar el bien deseado.”
En 1891 León XIII publicó la Encíclica Rerum Novarum (Cosa Nueva).
En ella se trazaron las líneas fundamentales de la doctrina social de la
Iglesia con cierto retraso y algunos anacronismos, condenando con acritud los
excesos del capitalismo y la burguesía, pero también la lucha de clases
marxista y el anarquismo de Bakunin. Se defendía la existencia, en una defensa
a ultranza, de la propiedad privada y se rechazaba el socialismo de Marx y
Engels porque era considerado erróneo y materialista. León
XIII calificó al socialismo de “un cáncer que pretendía destruir los fundamentos
mismos de la sociedad moderna”. Recordemos
que en el siglo XIX triunfa la filosofía cientista, anti metafísica y
materialista del positivismo de Comte, Haeckel y Spencer, Darwin publica El origen de las especies en 1859, el famoso Manifiesto Comunista estremeció al mundo en 1848 con sus palabras
iniciales: Un fantasma
recorre Europa: el fantasma del comunismo, a lo que se agrega que El Capital
ve la luz en 1867, Renan publicará su controvertida Vida de Jesús en 1863, y que el sangriento 1° de Mayo ocurre en
Chicago en 1886.
La Encíclica pretendía que se alcanzase la
convivencia social a través de la justicia y la caridad como medios para
solucionar los conflictos. En feliz intuición prevé que el Estado debía
garantizar los derechos de los más desfavorecidos, proteger el trabajo y
promover una legislación social. Pero, además, la Iglesia promovió la creación
de asociaciones y sindicatos católicos. Rerum
Novarum cambió la Iglesia Católica para siempre, abriendo una Tercera Vía
distinta al capitalismo y el socialismo, como cuando dice: “Efectivamente,
los aumentos recientes de la industria y los nuevos caminos por los que van las
artes, el cambio obrado en las relaciones mutuas de amos y jornaleros, el
haberse acumulado las riquezas en unos pocos y empobrecido la multitud, y en
los obreros la mayor opinión que de su propio valor y poder han concedido, y la
unión más estrecha con que unos a otros se han juntado y, finalmente, la
corrupción de las costumbres, han hecho estallar la guerra.” (Página 8)
El
teórico marxista italiano Antonio Gramsci decía en 1930 que la acción social de
la Iglesia Católica, la argumentación central de la Rerum Novarum, se basa en
cuatro principios: Primero: La propiedad privada como derecho natural, aunque
subordinada al bien común; Segundo: las diferencias sociales de clase como
disposiciones de Dios; Tercero: la limosna y la caridad como deber cristiano;
Cuarto: la cuestión social como problema eminentemente moral y religioso a ser
resuelto a través y consecuencialmente de la caridad cristiana.
En
una acerba crítica de la Encíclica, José Antonio Ullate Fabo sostiene que el
concepto de propiedad privada de la Rerum
Novarum no se desprende, como León XIII pretende, ni del Evangelio ni de la
razón natural o filosofía del sentido común de Santo Tomás de Aquino, sino que
existe una conexión del pensamiento del papa Pecci en lo relativo a la
propiedad con la filosofía empirista de John Locke (1632-1704). En su esencia
la propiedad de León XIII es la propiedad santa e inviolable del liberalismo y
de la burguesa Revolución Francesa.
El
famoso sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020) dice que si Marx
hubiera leído los escritos de los cristianos, y si León XIII hubiera leído a
Marx, no existiría hoy este conflicto entre marxismo y cristianismo. Pero ni a
Marx le interesaba la Iglesia, ni a León XIII le interesaba Marx. A pesar de
ser él tan culto, escribió la Rerum Novarum
sin haber leído El Capital que por
aquel entonces ya tenía 30 años de publicado.
En
1891 la Iglesia Católica produjo uno de los documentos más importantes y
trascendentales en su larga y accidentada historia: la Encíclica Rerum Novarum. Sobre
la cuestión obrera, gran
acontecimiento ocurrido en tiempos del dilatado y progresista pontificado del
papa León XIII. Su largo y
eminente pontificado de veinticinco años de duración, se desarrolló entre los
años 1878 y 1903. Le toca vivir a este excepcional pontífice en el “siglo largo
XIX”, una centuria que se extiende desde la Revolución Francesa de 1789 y
culmina con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, un siglo de 125
años, según sostiene Eric Hobsbawm.
Avanzado
en la cuestión social, este papa italiano cuyo verdadero nombre era Vincenzo
Pecci (1810-1903), experimentaba visiones con los demonios, “sus crujidos,
burlas y blasfemias”, censuraba y prohibía libros, fue el primer papa sin poder
temporal sino solamente con autoridad espiritual, publicó 86 encíclicas en un
largo pontificado que se extendió por 25 años desde 1878 hasta su muerte en
1903, la más conocida de todas a no dudar la Rerum Novarum de 1891.
Esta Encíclica se hará muy famosa y polémica
por ser la primera que aborda la candente cuestión social de su época, se
enfrenta al capitalismo de la libre concurrencia y al materialismo socialista
de Marx y Engels y el anarquismo de Bakunin, es decir se pone a tono con la
modernidad. Tal documento se elabora durante el relevante periodo que vive la
Iglesia después de que se realiza el Concilio Vaticano I en 1869, conclave que
tendrá ecos en el Concilio Vaticano II de 1962 y, consecuencialmente, en la
Teología de la Liberación latinoamericana.
Rerum Novarum es más bien una Encíclica de pequeñas dimensiones, unas 60 y apretadas
páginas. Comienza con una introducción en la que aborda la cuestión obrera.
Luego, en el siguiente aparte, ataca las doctrinas socialistas, “un remedio
perjudicial para el obrero”. Le sigue Una solución propuesta por la Iglesia,
que condena la lucha de clases marxista. Inculca a los ricos sus deberes de
justicia y caridad, y aboga por la creación de obras de caridad. En la Parte
II, aconseja la Iglesia al Estado promover y defender el bien del obrero,
propone la creación de organizaciones obreras católicas. El Epílogo de la Rerum Novarum dice enfáticamente: “Aplíquese cada uno a la parte
que le toca, y prontísimamente; no sea que con el retraso de la medicina se
haga incurable el mal, que es ya tan grande. Den leyes y ordenanzas previsoras
los que gobiernan los Estados; tengan presentes sus deberes los ricos y los
amos; esfuércense, como es razón, los proletarios: suya es la causa; y puesto
que la Religión, como al principio dijimos, es la única que puede arrancar de
raíz el mal, pongan todos la mira principalmente en restaurar las costumbres
cristianas, sin las cuales esas mismas armas de la prudencia, que se piensa son
muy idóneas, valdrán muy poco para alcanzar el bien deseado.”
En 1891 León XIII publicó la Encíclica Rerum Novarum (Cosa Nueva).
En ella se trazaron las líneas fundamentales de la doctrina social de la
Iglesia con cierto retraso y algunos anacronismos, condenando con acritud los
excesos del capitalismo y la burguesía, pero también la lucha de clases marxista
y el anarquismo de Bakunin. Se defendía la existencia, en una defensa a
ultranza, de la propiedad privada y se rechazaba el socialismo de Marx y Engels
porque era considerado erróneo y materialista. León
XIII calificó al socialismo de “un cáncer que pretendía destruir los
fundamentos mismos de la sociedad moderna”. Recordemos
que en el siglo XIX triunfa la filosofía cientista, anti metafísica y
materialista del positivismo de Comte, Haeckel y Spencer, Darwin publica El origen de las especies en 1859, el famoso Manifiesto Comunista estremeció al mundo en 1848 con sus palabras
iniciales: Un fantasma
recorre Europa: el fantasma del comunismo, a lo que se agrega que El Capital
ve la luz en 1867, Renan publicará su controvertida Vida de Jesús en 1863, y que el sangriento 1° de Mayo ocurre en
Chicago, Estados Unidos, en 1886.
La Encíclica pretendía que se alcanzase la
convivencia social a través de la justicia y la caridad como medios para
solucionar los conflictos. En feliz intuición prevé que el Estado debía
garantizar los derechos de los más desfavorecidos, proteger el trabajo y
promover una legislación social. Pero, además, la Iglesia promovió la creación
de asociaciones y sindicatos católicos. Rerum
Novarum cambió la Iglesia Católica para siempre, abriendo una Tercera Vía
distinta al capitalismo y el socialismo, como cuando dice: “Efectivamente,
los aumentos recientes de la industria y los nuevos caminos por los que van las
artes, el cambio obrado en las relaciones mutuas de amos y jornaleros, el
haberse acumulado las riquezas en unos pocos y empobrecido la multitud, y en los
obreros la mayor opinión que de su propio valor y poder han concedido, y la
unión más estrecha con que unos a otros se han juntado y, finalmente, la
corrupción de las costumbres, han hecho estallar la guerra.” (Página 8)
El
eminente teórico marxista italiano Antonio Gramsci decía en 1930 que la acción
social de la Iglesia Católica, la argumentación central de la Rerum Novarum, se basa en cuatro principios: Primero: La
propiedad privada como derecho natural, aunque subordinada al bien común;
Segundo: las diferencias sociales de clase como disposiciones de Dios; Tercero:
la limosna y la caridad como deber cristiano; Cuarto: la cuestión social como
problema eminentemente moral y religioso a ser resuelto a través y
consecuencialmente de la caridad cristiana.
En
una acerba crítica de la Encíclica, José Antonio Ullate Fabo sostiene que el
concepto de propiedad privada de la Rerum
Novarum no se desprende, como León XIII pretende, ni del Evangelio ni de la
razón natural o filosofía del sentido común de Santo Tomás de Aquino, sino que
existe una conexión del pensamiento del papa Pecci en lo relativo a la
propiedad con la filosofía empirista de John Locke (1632-1704). En su esencia
la propiedad de León XIII es la propiedad santa e inviolable del liberalismo y de
la burguesa Revolución Francesa de 1789.
El
famoso sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020) dice que si Karl
Marx hubiera leído los escritos de los cristianos, y si León XIII hubiera leído
a Marx, no existiría hoy este conflicto entre marxismo y cristianismo. Pero ni
a Marx le interesaba la Iglesia, ni a León XIII le interesaba Marx. A pesar de
ser él tan culto, escribió la Rerum
Novarum sin haber leído El Capital, obra
señera que por aquel entonces ya
tenía 30 años de publicado.
Hogaño
es Rerum Novarum un documento capital
de la Iglesia de Roma y del cual hablaremos en próximas entregas.
Carora,
Estado Lara,
República
Bolivariana de Venezuela,
lunes
3 de abril de 2023.