jueves, 23 de noviembre de 2017

El jinete del Lago de Constanza

Escribo este artículo en ocasión de estar cumpliendo yo 40 años de ejercicio docente en varios niveles educativos venezolanos. El título de él ocasionará alguna confusión, la que de inmediato paso a aclarar. Sucede que cuando camino por las calles de la ciudad de Carora, muchos antiguos alumnos me saludan diciendo: ¡El jinete del Lago de Constanza!. Ello sucede porque siendo graduado en historia en la Universidad de Los Andes, Mérida, me desempeñé en el Liceo Egidio Montesinos como docente del área de psicología, de la mano del profesor germano-venezolano Ignacio Burk y su memorable y paquidérmico libro-texto Psicología, un enfoque actual.
En tal asignatura enseñaba la psicología de la Gestalt también psicología de la forma o psicología de la configuración, una corriente de la psicología moderna, surgida en Alemania a principios del siglo XX, cuyos exponentes más reconocidos fueron los teóricos Max Wertheimer, Wolfgang Köhler, Kurt Koffka y Kurt Lewin. Gestalt es una palabra alemana que se puede traducir como “la forma de la forma”.
Allí debía contar a los muchachos una interesante y encantadora canción alemana que cuenta la historia de un jinete que cabalga por sobre una llanura en la que un manto de nieve borró todos los senderos y mojones; al atardecer, y después de mucho cabalgar, el jinete avizora una posada. El posadero que lo ve venir sale a su encuentro y le pregunta que de dónde viene, a lo que el jinete responde señalando con el dedo la llanura. Entonces, en tono de admiración y respeto el posadero le dice: “¿sabéis que habéis atravesado el Lago de Constanza?” Termina la canción folklórica germana diciendo que el jinete, al oír aquello, cayó fulminado, muerto por el terror.
Sucede que el jinete no sabía el enorme peligro que corría al cabalgar el lago suizo-alemán-austriaco que pocas veces se congela, cubriéndose de una delgada y frágil capa de hielo, insólito hecho climático que sucede cada 70 años aproximadamente. La psicología de la Gestalt nos enseña que la realidad se percibe básicamente como es, pero la subjetividad de la persona es parte de la experiencia psicológica del percibir. De tal manera que aquel desgraciado jinete creyó cabalgar una sólida llanura cuando en realidad lo hacía por sobre una quebradiza capa de hielo. Ello le costó la vida.
Bueno, esta simpática anécdota nos recuerda el enorme efecto de la narración oral y el hondo y permanente recuerdo que ocasiona en las mentes juveniles. En otras oportunidades algunos de mis ex alumnos, que son unos diez mil, me saludan llamándome Segismund Freud, que es el padre de esa mitología del siglo XX llamado psicoanálisis. Siento mucha satisfacción cuando este gesto de cordialidad y agradecimiento acontece.
El haberme transformado en docente de psicología de cuarto año, y también de filosofía en quinto año de humanidades, me acercó felizmente a la llamada historia de las mentalidades, cultivada por Marc Bloch y Lucien Fevbre, historiadores franceses fundadores de la Escuela de los Anales en 1929. Gracias a esta formación que adquirí en educación media fui capaz de realizar ensayos en mis estudios de posgrado en la Upel Barquisimeto para los doctores Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas sobre la psiquiatría del Dr. Francisco Herrera Luque, la fenomenología de Dilthey y Husserl, escribí mi tesis doctoral sobre la mentalidad religiosa en Carora desde el siglo XVI hasta el presente, la relación de psiquiatría y creación literaria modernista en el escritor larense nativo de Curarigua, Rafael Domingo Silva Uzcátegui, entre otros.
Con este último ensayo he ganado para mi gran satisfacción en 2014 el Premio Nacional de Literatura Antonio Crespo Meléndez, auspiciado por el Ministerio de la Cultura y la Alcaldía del Municipio Torres. Casualmente y mientras escribo esta nota, mi libro de crítica literaria está siendo presentado en la Feria Internacional del Libro 2017, en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, Caracas. Todo comenzó, pues, cuando el profesor Simón Villegas Lozada, director del Liceo caroreño me ofreció en el año 1981 unas 40 horas de psicología y filosofía. Gracias Simón.

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