domingo, 1 de noviembre de 2020

Edilberto Ferrer Veliz: Municipio Torres, una tierra prometida


Edilberto Ferrer Veliz es un amigo que recibí como precioso legado de mi padre Expedito Cortés. Ellos protagonizaron a fines del siglo XX uno de los movimientos ecologistas más sólidos y entusiastas de Venezuela, que tuvo como brillante y afortunado epítome la creación de los parques nacionales de Dinira y de Saroche en el Estado Lara. Fue una época de esplendor y gloria que espera ser recapitulada.

       Cuando Edilberto me pide prologar el presente trabajo salido de su fértil intelecto, me pregunto qué lo ha motivado a hacer tal elección. De lo primero ya me referí: la combativa alianza en la defensa de la Naturaleza que mantuvo con mi padre Expedito; lo segundo tiene que ver con mi residencia en estas tierras del semiárido larense desde 1960;  tercero, a mi condición de Cronista del Municipio Torres desde el año 2008. Es una invitación que me halaga y hace sentir útil a mi tierra.

Una vez que culmino de leer el presente trabajo de investigación, que es también un excelente  programa para la acción, no me queda menos que pensar que la ciencia que cultiva con gran imaginación y capacidad Edilberto, la Ecología, es una disciplina que no admite límites ni demarcaciones: toda la realidad, la humana y la natural es objeto de su interés investigativo. Es la quintaesencia del holismo, de lo que ahora se ha dado en llamar Teoría de la Complejidad: todo está relacionado.  El conocimiento humano no tiene líneas divisorias ni cercos.

Cuando el biólogo alemán Ernest Haeckel creó el término  Ecología a fines del siglo XIX, no tenía tal ciencia las ramificaciones prodigiosas que hogaño exhibe. Ese es el espíritu que anima la redacción de tan interesante propuesta que nos entrega ahora mi amigo Edilberto, un espíritu maduro y reflexivo que ha tenido como magníficas escuelas de formación la Universidad de Los Andes, su Facultad de Ingeniería Forestal, y la Fundación para el Desarrollo de Centroccidente (FUDECO) de Barquisimeto.

Es estos días de pandemias, de reclusiones aprovechables para crear ideas y revisar otras, me he puesto a pensar que este luminoso trabajo de Edilberto me da la clave para darle culminación  a  la idea mía cual es la de concebir una categoría de análisis que he llamado tentativamente  “genio de los pueblos del semiárido larense”. Tal planteamiento adolecía, o mejor dicho, le daba un trato superficial a nuestra realidad geográfica y natural. El estado Lara es un portento de la cultura y del humanismo innegable. Ahora, la gran pregunta que me hago es cómo y de qué manera ha llegado a serlo en el contexto de la cultura de habla castellana.  Es el semiárido quien aporta un elemento esencial para comprender tan original formación social e histórica venezolana: es una colectividad en permanente lucha contra un medio natural adverso, una fatalidad que ha moldeado a estos pueblos desde hace milenios en la búsqueda, almacenamiento y provecho de un recurso natural indispensable para la existencia: el agua. Caquetíos, ayamanes, españoles de Sevilla y canarios de ayer, hasta los larenses del tercer milenio han tenido que terciar con semejante desafío. Este combate secular ha creado hombres recios, dispuestos a los trabajos cooperativos, imaginativos, audaces.

Edilberto se deja conducir por las enseñanzas del geógrafo posibilista francés Paul Vidal de la Blanche  y de la no menos importante geografía humanista del chileno- venezolano Pedro Cunill Grau. De tal manera nos muestra al Municipio Torres como una región bifronte, que nos presenta dos climas antagónicos y dos realidades humanas diferentes: el dominante semiárido al Este del Municipio, y el húmedo y templado al Este. Digo dominante porque el semiárido xerófilo es el asiento de la colonización hispánica y del eje nucleador de la entidad que es la ciudad de Carora, fundada en 1569. En tanto que en dirección al Lago de Maracaibo  y al Sur, en dirección al Estado Trujillo, se halla una zona húmeda de reciente  ocupación humana.

 Esta realidad tan extensa y diversa en su territorialidad y en lo humano, hace que estemos frente a un inmenso y complejo problema de gobernabilidad  al que Edilberto propone con audacia la  creación de seis alcaldías sufragáneas dirigidas por un Alcalde Metropolitano. A mi entender es ésta la proposición más interesante y más viable que nos presenta mi amigo Edilberto para resolver los más urgentes problemas del gigantesco Municipio Torres. Unos de ellos son el avance incontenible de la desertificación y el agotamiento de los recursos hídricos, así como la horrible contaminación que irresponsablemente hemos causado al río Morere.

A mi entender,  otro desafío del Municipio Torres es de carácter político y tiene que ver con los tres litigios fronterizos que mantiene  nuestra entidad  con tres Estados limítrofes: Zulia, Falcón, y, el más grave, con Trujillo, pues en la Parroquia Heriberto Arroyo ha sido instalada una Alcaldía del Estado vecino. De perder Torres esas zonas quedaría muestro Municipio mutilado territorialmente, y perdería consecuencialmente  tres zonas de producción hídrica vitales para nuestro nuestra entidad. Poco o casi nada se ha hecho al respecto.  Existe otra reivindicación histórica, que de ponerse en movimiento activaría nuestra fibra  e ímpetu espiritual, sería la de recuperar  Puerto Carora, terminal lacustre nuestro en el Lago de Maracaibo   que aparece en los mapas coloniales en la desembocadura del río Paraute.

Como bien sostiene Edilberto, nuestro Municipio debe volver a convertirse en una comunidad autosuficiente, productora de sus propios recursos,  como lo fuimos secularmente hasta que apareció de las entrañas de la tierra un recurso inmenso e inesperado que torció bruscamente el rumbo de nuestro país: el oro negro del petróleo. Antes de este accidente histórico Torres producía sus propios alimentos, tenía una vigorosa artesanía del cuero para la exportación, una red de solidaridades creadas por la Iglesia Católica que eran las cofradías o hermandades, un liderazgo social con el cual fue fundado el Colegio La Esperanza en 1890, el diario El Impulso en 1904, se activó un interesante antecedente de la Teología de la Liberación, una Iglesia Social liderada por los presbíteros Lisímaco Gutiérrez y Carlos Zubillaga a principios de siglo XX,  se funda la Planta Eléctrica en 1925, la Universidad Popular de Chío Zubillaga Perera, se crea el Ganado Raza Carora, todo lo cual fue producto de una tierra que, gracias a Dios, no encontró hidrocarburos en sus entrañas, además un parto de la tenaz y extraordinaria voluntad creadora de sus hombres.

Hogaño ese liderazgo esta como ausente o  espera otro momento para rebrotar. A este vacío humano de conducción habrá que agregar nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo en una meta común, un rasgo de nuestra incompleta y bárbara modernidad, como escribe Octavio Paz. Estamos necesitados de un liderazgo endógeno como con el cual fue fundado el Colegio Federal en 1890, el Hospital San Antonio de Padua en 1904, se construyó con aliento popular el Acueducto de Carora en 1916, se echaron las bases del barrio Torrellas al año siguiente. Son éstas las evidentes e indudables lecciones de nuestro espíritu cooperativo  y de iniciativas populares de tiempos pasados que el espejismo petrolero sepultó.

Esa nueva conducción de la sociedad debe de estar al corriente y gozar de conocimientos actualizados en ciencias naturales, en Ecología, y no afincarse solamente en la  mirada  política. Estamos necesitados de una conducción colectiva que supere los mezquinos fraccionamientos políticos, pues el tamaño inmenso de los retos y desafíos a los que estamos al frente, rebasan la estrechez de los partidos políticos.

 Tiene el Municipio Torres una complejidad enorme y poco comprendida, que el autor de esta magnífica proposición que es la presente obra, nos invita a la acción transformadora, dotados de ese sano regionalismo y de creatividad que han mostrado secularmente  los habitantes de lo que se ha dado en llamar “la Rusia del Estado Lara” desde hace bastantes décadas. Hogaño la economía rentística y monoproductora de Venezuela que dominó por más de un siglo parece por fortuna estar llegando a su fin: viene la Venezuela pospetrolera. Este es, en consecuencia, el momento más propicio para echar adelante las brillantes ideas y proyectos que Edilberto nos plantea en este oportuno y certero libro. A ello estamos invitados.

 

Dr. Luis Eduardo Cortés Riera.

Cronista Oficial del Municipio

G.D. Pedro León Torres.

 

 

 

 República Bolivariana de Venezuela.

Carora, Estado Lara, Julio de 2020.

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