martes, 26 de diciembre de 2023

Universidad de Harvard: Rectora Claudina Gay acusada de plagio

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

No se trata de cualquier persona la que es acusada de grave delito académico de plagio en una de las universidades más importantes del orbe, la muy ilustre Universidad de Harvard, fundada en tiempos de las Trece Colonias Americanas en 1636 y cuyo lema es “Veritas”, a la cual le han sido concedidos 161 Premios Nobel entre sus egresados. Es la rectora Claudina Gay, neoyorkina nacida en 1970 e hija de inmigrantes haitianos que estudió en Arabia Saudita, Economía en la Universidad de Stanford, y obtuvo su doctorado en 1998 en Harvard, donde ganó el Premio Toppan a la mejor tesis y disertación en Ciencias Políticas, primera presidenta de color de Harvard en 368 años de fundada la institución, la que se encuentra en el ojo del huracán académico y político en los Estados Unidos en días recientes, después de haber sido aclamada favorablemente por tirios y troyanos tras su designación rectoral en 1° de julio de 2023. La luna de miel fue muy breve.

Se le acusa de dos delitos: la de haber usado material ajeno para redactar su tesis de grado doctoral en 1997, y la de haber expresado una posición ambigua ante los ataques de Hamás a Israel del pasado 7 de octubre de 2023. Parece ser que la poderosa comunidad judía de los Estados Unidos presiona por su defenestración, pues los estudiantes hebreos sufren en esa eminente casa de estudios de acosos y discriminaciones alentados por el discurso rectoral “antisemita”.

La cosa no se queda en Harvard, pues ha contaminado a la Universidad de Pensilvania donde la rectora Liz Magill ha tenido que dimitir el 9 de diciembre de 2023 por presiones de donantes ricachones. Y otro tanto acontece en el célebre Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, donde enseña desde hace más de medio siglo el célebre lingüista Noam Chomsky.

La Universidad de Harvard absolvió de plagio a su rectora de tez morena, gruesas gafas, pelo al rape, visiblemente afroamericana. Las acusaciones, afirma la Universidad eran "demostrablemente falsas" y asegurando que todos los trabajos de la presidenta estaban "citados y acreditados adecuadamente". Esta sentencia favorable a Claudina Gay ha tenido serios detractores como el del conservador New York Post. Escándalo mayúsculo pues Harvard tiene el récord impresionante e inigualado de que 161de sus ilustres egresados que han obtenido el ambicionado Premio Nobel en sus distintas áreas, un crecido e impresionante 19 % de premios Nobel embolsillados por los exestudiantes de la universidad situada en Massachusetts. Es que hogaño el plagio de tesis universitarias es un verdadero tema tabú. No es la primera vez que él toca a las elegantes puertas de Harvard.

El pasado 21 de diciembre de 2023 la universidad que da empleo a la politóloga Claudina Gay volvió sobre el tema del plagio. La definición de plagio de Harvard parece clara y exigente. “El plagio se define como el acto de presentar, intencionadamente o no, un trabajo escrito por otra persona”, dice un manual para estudiantes. Toda fuente, incluidos sitios web y documentos aparentemente sin autor, “debe citarse adecuadamente”. La Universidad de Harvard, dice el diario La Nación, encontró dos casos adicionales de citas insuficientes, complicando la situación de la dirigente, bajo fuego por distintas acusaciones.

 Continua La Nación diciendo que “La presidenta Gay actualizará su tesis corrigiendo estos casos de citas inadecuadas”, dijo la universidad este miércoles sobre los hallazgos adicionales.” Harvard Corporation, afirma la cadena CNN, emitió una declaración conjunta el 12 de diciembre en la que apoyó plenamente a la Dra. Claudina Gay de 53 años de edad. “El plagio

generalmente, dice CNN Business, se divide en dos grandes categorías: copiar sin atribución y la acusación mucho más grave de robar las ideas de alguien. El plagio descubierto en el trabajo de Claudina Gay se ha centrado únicamente en citas descuidadas, no en el robo de ideas”.

Por mi parte hago mías estas palabras de un eminente abogado estadounidense: “Es parte de este ataque de extrema derecha contra las instituciones de élite”, que involucra a los extremistas partidarios del expresidente Donald Trump, quienes sostienen que los estudiantes extranjeros deben abandonar el país.

Todo parece indicar que el ataque de Hamás a Israel del pasado 7 de octubre de 2023 y las implacables y desproporcionadas respuestas del estado hebreo, han tenido hondas repercusiones en los ámbitos académicos de la potencia del norte. Harvard ha experimentado una caída en picado de sus aspirantes, se le acusa de racismo discriminatorio, así como ha visto cuestionada su integridad académica y espiritual en un país que, según el filósofo estadounidense Morris Berman, no tiene “centro moral”.

Es mi deseo que el panorama confuso de la academia estadounidense se aclare a la brevedad. Recordemos que deben ser evitados a toda costa sucesos extremos como los del 4 de mayo de 1970, cuando fueron asesinados por la Guardia Nacional en el campus de la Universidad de Kent, Ohio, cuatro jóvenes estudiantes que protestaban contra la muy impopular guerra del lejano Vietnam que entonces se vislumbraba perdida para los Estados Unidos. Cuatro jóvenes promesas que se apagaron para siempre desde entonces debido a la intolerancia y la inflexibilidad de posiciones, que se revela crudamente de nuevo en el alevoso asalto al Capitolio, Washington DC, el pasado 6 de enero de 2021. El diálogo sincero, los valores democráticos y pluralistas, sobre todas las cosas, deben prevalecer a toda costa.


Por qué no olvidamos a Cecilio “Chío” Zubillaga Perera

Al escritor Juan Páez Ávila dedicado.

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com



Cecilio Zubillaga Perera exhaló su postrer aliento en su casa de habitación de la calle Bolívar poco antes del artero golpe de estado contra el novelista y presidente Rómulo Gallegos, ocurrido el 24 de noviembre de 1948, y cuando el pie sionista se posó con violencia implacable en las antiguas tierras de los palestinos. Sus lúcidos ojos se apagaron el 25 de junio de 1948, por lo que estuvo ausente de esta terrible felonía que daría inicio a una década de terror e ignominia. Había nacido Chío Zubillaga en Carora en 1° de febrero de 1887, es decir en el último y agónico gobierno del general Antonio Guzmán Blanco llamado El Bienio.

Pudo Chío vivir más y murió relativamente joven a la edad de 61 años. Imaginemos, en un ejercicio de historia contrafactual, qué habría sucedido de haber vivido unos 20 años adicionales, una prórroga existencial, es decir hasta el emblemático año 1968. La caída de la tiranía perejimenista lo habría hecho salir a la calle a darle apoyo al movimiento cívico militar que logra tal proeza histórica, se habría despedido de la vida terrena en el año de la gran rebelión juvenil mundial, el Mayo Francés, que de seguro hubiese aplaudido furibundamente al lado del filósofo Bertrand Russell.

Pero, ¿qué tiene este magnífico hombre de la más remota provincia del semiárido que en un país ayuno de memoria como Venezuela, aún recordamos con enorme respeto hasta la adoración? ¿Por qué su memoria permanece en el imaginario colectivo de los venezolanos y de los caroreños después de 76 años de su partida terrena? ¿Qué fue lo que siembra para la posteridad este ingenioso renegado godo de Carora? ¿Cuáles fueron sus experiencias decisivas en su zigzagueante periplo vital?



Para empezar, digamos que Chío fue un auténtico “intermediario cultural”, a la manera como lo entiende el historiador francés de la Escuela de Anales Michel Vovelle (1933-2018), un guardián de ideologías dominantes, como de vocero de revueltas populares, un hombre a medio camino entre la cultura de élites y la cultura popular. Tal es la categoría de comprensión que ha utilizado mi tutorada Dra. Isabel Hernández Lameda en su excelente Tesis Doctoral sobre Chío Zubillaga (UPEL, 2019).

Chío amaba la cultura clásica y leyó a sus prominencias: Platón, Rousseau, Hugo, Cervantes, Renan, Tolstoi, Unamuno, José Martí o Dostoievski, pero entendió con enorme agudeza poco usual que la despreciada y malentendida cultura popular existía y tenía derecho a ser tomada en cuenta, que tenía y tiene mucho que enseñarnos a pesar de encontrarse como arrinconada, preterida. En este sentido se adelanta a las propuestas del soviético Mijail Bajtin, los venezolanos Mariano Picón Salas y Miguel Acosta Saignes. Es la cultura popular la cultura que inexplicablemente no habita las aulas de clase y las cátedras de las altivas y arrogantes universidades y academias, pero existe, tiene frondosa vida, está ahí como esperándonos para revelarnos sus maravillas ignoradas. La cultura popular venezolana es un invento prodigioso de Chío Zubillaga.



Es por ello que como “intermediario cultural” vemos a Chío como flamante presidente del selecto Club Torres de Carora, el club de una minoría ilustrada y goda, apoya inicialmente al gobierno del general Juan Vicente Gómez y que empero será también implacable e inclemente contra el mal del latifundismo, las injusticias sociales del analfabetismo, la enfermedad y la explotación. El pueblo irredento será su enseña vital hasta el final de su vida en aquella Venezuela semifeudal y palúdica.

Dos acontecimientos nos dan una explicación de la controvertida y apasionante personalidad de Chío Zubillaga. El primero acontece en 1899 cuando debe abandonar las aulas del Colegio Federal Carora por miedo a la recluta. No volverá jamás a los estudios formales y se convierte de tal manera en uno de los más completos y originales autodidactas de Venezuela en el siglo pasado, destacadísima condición que comparte con su paisano, el bachiller Rafael Domingo Silva Uzcátegui. La terrible decisión del presidente Cipriano Castro y su ministro de instrucción Dr. Félix Quintero de clausurar el plantel de secundaria lo motivará convertirse en su propio maestro. Y lo logra de manera magistral. Cuando es reabierto el Colegio que dirige el Dr. Ramón Pompilio Oropeza en 1911, ya Chío es un autodidacta completo o en vías de serlo. Apenas tiene 25 años de edad y ya escribe de buena manera en el diario El Impulso de Federico Carmona y en el quincenario Labor, del Br. José Herrera Oropeza y el poeta tocuyano Hedilio Lozada.

El segundo acontecimiento que marca de manera indeleble la vida de Chío será tan terrible y traumático como la clausura de planteles de educación en toda Venezuela, se producirá en 1911 cuando muere de manera trágica su hermano mayor, el Pbro. Dr. Carlos Zubillaga, víctima del acoso y del extrañamiento que sufre este prelado, quien junto al Pbro. Br. Lisímaco Gutiérrez adelanta una iglesia social, una iglesia para los pobres y más humildes de la mano e inspirado en la Encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, que los sectores conservadores de la Iglesia Católica de Carora anatemizaron con saña.

Sacado Carlos Zubillaga de su ciudad es confinado a la población de Duaca, en donde se cree perseguido por un felino imaginario cae de gran altura y fallece tras horribles cinco días de agonía. Había Carlos fundado en breve y agitado lapso con Lisímaco Gutiérrez el Hospital San Antonio, escuelas nocturnas para obreros, el periódico El Amigo de los Pobres, una orden de religiosas para la atención de los enfermos, una banda de música, un asilo para infantes, implementa ollas comunitarias. Una iglesia popular, lejos de la pompa y el boato eclesial de misas y liturgias que no agrada a ciertos sectores eclesiásticos conservadores de Carora. Este hecho dolorosísimo será sin embargo lo que introduce en Chío una sensibilidad hacia los asuntos sociales sólida y perdurable, lo que será en lo sucesivo el nervio y motor de su existencia.



El humanista Dr. Luis Beltrán Guerrero ha escrito que esta experiencia de los reverendos Carlos y Lisímaco puede ser calificada como un antecedente de la Teología de la Liberación Latinoamericana en estas tierras del semiárido occidental venezolano. Viéndolo en perspectiva desde el mirador del siglo XXI, la afirmación de Guerrero tiene cierto sentido, pero le falta un elemento esencial a esa Teología de la Liberación de principios de siglo XX: la teoría marxista que Carlos y Lisímaco casi que desconocieron y que hizo su aparición sorpresiva en 1917 con la Revolución Bolchevique en la lejana Rusia y cuando estos dos levitas estaban ya fuera del escenario vital.

De tal modo es que nosotros nos atrevemos a considerar que el verdadero antecedente de la Teología de la Liberación en Carora y quizás en Venezuela, ha sido Cecilio Chío Zubillaga pues en su alma convivían dos creencias antitéticas, dos discursos: la fe en Cristo redentor de la humanidad, por un lado, y en Lenin, constructor del primer estado socialista de la Tierra, por el otro. Dogma e incredulidad conformando el “monstruo bifronte” del que nos habla el antropólogo francés Jacques Lafaye al referirse a la Teología Latinoamericana de la Liberación.

Quien escribe trató con relativo éxito introducir a Chío Zubillaga en la Facultad de Humanidades y su Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes, allá en la década de 1970. El Dr. José Manuel Briceño Guerrero dijo en ese entonces del caroreño que era “un pensador de hamaca y zaguán”. Y que su éxito consistía en que los muchachos, siempre ingobernables y díscolos, le hacían caso, le obedecían. Esos muchachos asistían a su cuarto de habitación, que se convirtió en una verdadera universidad popular. Allí se asomaron, tímidos al comienzo, varios e inteligentes y entusiastas jóvenes en búsqueda de consejo y de guía.

Citaré de primero a uno de esos muchachos, el mago de la oratoria conocido como El Catire Timaure, vendedor de tiques en el cine Salamanca. Disfrutar de unas espumosas bien frías en el Centro Lara con El Catire era una experiencia como surrealista. Muy cerca de mis afectos estará el Maestro Alirio Díaz, con quien compartí bellas e instructivas conversaciones bajo la pérgola de los afables y cordiales esposos Haydee Álvarez y Alejandro Barrios Piña. “He leído su magnífico libro de El Colegio La Esperanza y Colegio Federal Carora, 1890-1937.”, me dijo en tono de admiración a mi trabajo un 31 de diciembre de 2004.

La persistencia de Chío en la memoria colectiva venezolana se debe a que fue el magnífico y clarividente creador de la cultura popular, lo cual logra gracias a que se comportó como un auténtico “intermediario cultural”, que puso la alta cultura al servicio de los intereses legítimos de las clases irredentas. Su otro gran aporte será que fue su pensamiento y acción un antecedente de la llamada Teología Latinoamericana de la Liberación, portento que logra Chío Zubillaga mucho antes del Concilio Vaticano II de 1962 convocado por el papa Juan XXIII, y mucho antes de que se le ocurriera al sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez Merino.



Santa Rita, Carora.

República Bolivariana de Venezuela.

Lunes 4 de diciembre de 2023.










Homenaje al Doctor Pedro Cunill Grau: Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela.

Cuando los escritores mueren

se convierten en libros,

lo que, al fin y al cabo,

no es una encarnación tan mala.

Jorge Luis Borges.


Introducción

El presente trabajo tiene como propósito fundamental exaltar la figura prodigiosa del geohistoriador chileno venezolano Pedro Cunilll Grau (Santiago de Chile, 1935-Caracas, Venezuela, 2023), una poderosa personalidad, autor de una obra tan extensa como magistral. Un hombre que supo vencer con valor y audacia la ya insostenible y dañina separación entre ciencias naturales y ciencias humanas, un empeño que hubiera agradado al profesor C. P. Snow (Las dos culturas, 1959), George Steiner (¿Hacia dónde van las humanidades?), y también al historiador alemán estadounidense de la ciencia Gerald Holton (Thematas. Orígenes del pensamiento científico), quien nos llama a atravesar el pensamiento las ciencias humanas y las ciencias naturales, y recientemente Morris Berman quien llama a devolver el sentido erótico de la realidad (El reencantamiento del mundo). En tal sentido, nos ha interesado una obra de la variadísima y amplia producción de Pedro Cunill Grau que ve la luz en 2007: Geohistoria de la sensibilidad de Venezuela. Un portento de obra historiográfica que ha ganado premios en Alemania: El Libro más Bello del Mundo, y que ha significado una ruptura epistémica, como la entiende Gastón Bachelard, en la manera tradicional de hacer y construir ciencias sociales o humanas en América Latina.

Pedro Cunill Grau ha recibido varias y ricas influencias a la hora de edificar una geohistoria de la sensibilidad, una de las cuales será en primer lugar la del geógrafo y filósofo chino estadounidense Yi Fu Tuan (1935-2022) quien se nutre de la fenomenología de Husserl y el existencialismo de Nietzsche, Heidegger, Sartre, y otras como las de Anne Buttimer, David Ley, Marwyn Samuels y Horacio Capel. Ha merecido especial atención Fernand Braudel, autor de la monumental obra El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II.

Nuestro propósito ha sido rastrear tales influencias y la manera como se expresan en el discurso de Pedro Cunill Grau. Otra impronta visible es la de Alain Corbin (1936), historiador francés del olfato y el silencio. Después de haber realizado estas conexiones, buscamos los antecedentes nacionales venezolanos de esta geohistoria de la sensibilidad, traza que hallamos de manera lúcida y hermosa en el trujillano Mario Briceño (Alegría de la tierra), el merideño Mariano Picón Salas (Comprensión de Venezuela), el larense Francisco Tamayo (La concurrencia larense).

Pedro Cunill Grau reconstruye de manera grandiosa la manera en que la visión de los cristianos impacta ante la majestuosidad y magnificencia de los paisajes de las regiones equinocciales, un asombro premoderno que en un principio creía con los antiguos que eran zonas no aptas para la vida. Y lo hace valiéndose de la “herencia geohistórica, legada por geógrafos e historiadores clásicos, cronistas acuciosos, viajeros avizores y por otros múltiples testimonios documentales, que había sido soterrada por la indiferencia de los cultores de la geografía cuantitativa positivista.”

Cuando amanecía el siglo XVI, tiempos del Renacimiento, los cristianos se dieron cuenta, asombrados y sorprendidos, que el mundo era mucho más grande que lo que supusieron durante centurias y milenios. Se rompe de tal modo el sistema triuno, que dominaba hasta entonces, con el aparecimiento de una nueva realidad al occidente de los Pilares de Hércules. A los tres continentes conocidos, el llamado ecúmene: Asia, Europa y África, se agregaba un cuarto continente desconocido: América.

Tierra fabulosa donde supusieron con mirada bíblica se hallaba el Paraíso Terrenal, con habitantes que no sentían vergüenza de sus desnudeces, una fauna y flora desconocidas que condujeron a la creación de una nueva sensibilidad y a una profunda crisis de la conciencia europea, como dijo Paúl Hazard: una nueva geografía de la percepción animada y confrontada a los criterios de los antiguos griegos, romanos y medievales. Es un mundo primordial y genésico donde se avizora la utopía, quizás uno de los rasgos más indelebles y profundos del pensamiento occidental de la modernidad. Una cosmovisión a la que Cunill Grau nos ayuda comprender de manera maravillosa al interpretar este prodigio paisajístico y humano que se llama Venezuela.

  1. Antecedentes de la Geografía Humanista y la Geohistoria de la Sensibilidad

La geografía humanística no es tan reciente, como podrá creerse, pues tiene antecedentes muy remotos en los relatos bíblicos del diluvio terrenal y del patriarca Noé, padre de la humanidad, donde se vislumbra una división tripartita y geográfica de la humanidad. De acuerdo al imaginario cristiano de pureza de sangre, los hijos Noé, el llamado Sem, poblaron la región asiática, los hijos de Cam se establecieron en África, mientras que los hijos de Jafet poblaron Europa.1 Mucho más tarde, en el siglo XVIII, con el filósofo Jean Jacques Rousseau, quien en una reacción romántica ante la fría racionalidad de la Ilustración exalta la vida rural y campesina, un pasado comunitario de hombres buenos:

El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurrió decir esto es mío y halló gentes bastante simples para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso hubiese gritado a sus semejantes: “¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!”.2

En el siglo XIX encontramos la figura hoy casi olvidada de Georg Simmel (1858-1918), filósofo y sociólogo germano, quien escribe Filosofía del paisaje (1913). Simmel construye un universo sobre la idea de paisaje lo suficientemente abstracto como para tener continuidad en el presente, ideas germinales que, sin embargo, contienen el potencial evolutivo para seguir teniendo vigencia. Constructos mentales, naturaleza del soporte, dialéctica entre el fragmento y el todo, la autonomía del proceso creativo, la relación entre lo dinámico y lo estático, la integración de opuestos entre lo construido por el hombre y las fuerzas de la naturaleza, la relación entre percepción y forma son temas que aborda este pequeño libro, cargado de intensidad, lirismo e instrumentos para hacernos comprender el paisaje.3

  1. El Paradigma Positivista

El paradigma positivista que introdujeron Ernst y Villavicencio en Venezuela en el siglo XIX se mantuvo vigente durante muchas décadas y llega casi incólume al siglo XX. Fue un discurso duro que se mantuvo con gran autoridad en las ciencias naturales, sobre todo en Europa y los Estados Unidos durante el siglo XIX. Pero la reacción antipositiva comenzó a escalar en el pensamiento que cree que el método de las ciencias experimentales no puede ni debe aplicarse a las ciencias sociales o humanas. Los paladines de estas nuevas ciencias del espíritu, tal como las llamaron, fueron dos germanos: Wilhelm Dilthey (1847-1911) y Edmund Husserl (1850-1938). Fue un modelo separado de las ciencias naturales que comenzó a aplicarse a la filosofía, psicología, historia, filología, sociología. Y también llega a la geografía.

Se trata de la fenomenología, una filosofía acusada de intuicionista y de pasar al irracionalismo, como dice el epistemólogo argentino Mario Bunge 4. Rechaza radicalmente el positivismo, dice Antonio Caso, que mutila la existencia de sus dimensiones más altas, pretendiendo dogmáticamente reducir todo al cientificismo y al tecnicismo…ignorando la cultura que juega un gran rol por encima de la simple naturaleza.5

Entra en escena la fenomenología y su método, que consiste según Husserl, “ir a las cosas mismas”, la toma de conciencia de la gran influencia que tienen en nuestra percepción las disposiciones y actitudes personales, las posiciones teóricas y la tradición aceptada, así como el deseo de limitar convenientemente ese factor interno para dejar “hablar más” y “revelarse más” la realidad de las cosas con sus características y componentes estructurales propios.6 Es la radical oposición entre el “explicar” de las ciencias naturales y el “comprender” de las ciencias humanas.7

La geografía humanística se compromete con las filosofías fenomenológicas y también con el existencialismo para rescatar la dimensión personal, emocional y subjetiva de la realidad. Liliana París dice que la fenomenología propone una metodología inductiva que permita interpretar las relaciones entre el ser humano y el medio. Encaminada a estudiar el “espacio geográfico vivido” En vez de tener como objetivo la búsqueda de leyes generales, ahora se pretende una comprensión de los hechos que se logra a través de un contacto de los mismos desde dentro. El geógrafo participa y se compromete con lo que estudia.

Acá hace su entrada el chino estadounidense Yi Fu Tuan (China,1935-Estados Unidos,2022), padre de la geografía humanística que ha dejado impronta profunda en Pedro Cunill Grau, eminente geógrafo humanista chileno venezolano centro de nuestro interés. Veamos los que sigue diciendo Liliana París:

Yi-Fu Tuan da mayor énfasis a la imaginación del entorno. Analiza el nexo afectivo entre la gente y el lugar, subrayando las formas de percibir el entorno. Los lugares tienen capacidad para crear imágenes. Ciertos lugares tienen gran capacidad para excitar sentimientos de topofilia o lugares con los que el hombre establece lazos afectivos ya que evocan experiencias agradables.8

  1. ¿Quién es Yi Fu Tuan?

Yi Fu Tuan es una personalidad difícil de encasillar en algún sector del variadísimo conocimiento humano. Filósofo, humanista, lingüista, antropólogo, historiador, artista, Yi-Fu Tuan es mucho más que un geógrafo; es un gran humanista, una mente lúcida, un librepensador y un ensayista brillante que tiene el privilegio de aunar en una misma persona lo mejor de las tradiciones oriental y occidental, lo que nos recuerda al escritor chino-británico Lin Yutan. En tanto que máximo representante de la denominada geografía humanística, Tuan persigue comprender (y no explicar al modo de las ciencias naturales) cómo los seres humanos se relacionan con su entorno, cómo crean lugares e imbuyen de significado al espacio geográfico y cómo se genera el sentido de lugar. Su trabajo de los más conocidos es Topofilia, un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno,1974, que comienza de la siguiente manera: ¿Cuáles son nuestras visiones del entorno material, sea éste natural o artificio humano? ¿Cómo lo percibimos, cómo lo estructuramos, cómo lo valoramos? ¿Cuáles han sido y cuáles son nuestros ideales con respecto al medio? ¿De qué modo la economía, los estilos de vida e incluso el marco físico afectan nuestras actitudes y valores hacia él?

Introduce este sabio chino-estadounidense recién fallecido en 2022 una dimensión emocional y estética a la geografía, veamos lo que escribe de entrada en su libro más conocido, Topofilia, un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno,1974:

Estaba ansioso por introducir en la geografía una dimensión estética, que tomara en cuenta que los seres humanos sienten y muchas veces experimentan fuertes emociones con respecto a los lugares que han visitado o vivido”, dice este chino-estadounidense de 82 años, que se ha convertido en una leyenda mundial, pues es el padre de la geografía humanística, aquella que no se limita a estudiar la altura delas montañas y la longitud de los ríos, sino que busca entender la relación de los accidentes geográficos y las ciudades con el hombre y su vida diaria. Todo un humanista, famoso por frases como: “América Latina trata el espacio público como la sala de su casa, su lugar para el entretenimiento. No es de extrañar que sea una región tan viva”. 

En este libro cimero de su pensamiento, emplea Yi Fu Tuan en repetidas ocasiones la palabra comprensión, entendida a la manera que le dan los fenomenólogos germanos. ¿Qué relación existe entre entorno y cosmovisión? Estos son algunos de los temas que nos proponemos examinar. A pesar de su amplitud, estas preguntas no lo abarcan todo. La contaminación del medio ambiente y la ecología, dos asuntos de gran importancia e interés para el mundo, quedan fuera del ámbito de este libro. Las materias que trataremos aquí percepciones, actitudes y valores— nos ayudan, en primer lugar, a entendernos a nosotros mismos. Sin esa comprensión, no podríamos abrigar esperanzas de encontrar soluciones perdurables a los problemas del medio ambiente, que son fundamentalmente problemas humanos. Y los problemas humanos—económicos, políticos o sociales— se articulan en el polo psicológico de la motivación, los valores y las actitudes que dirigen la energía hacia determinados objetivos.

Sigue diciendo el sabio recién fallecido Yi Fu Tuan unas ideas que resultarían incomprensibles para nuestras escuelas de geografías venezolanas, firmemente atadas a los modelos cuantitativos de la ciencia natural:

Mucho de lo que percibimos tiene valor para nosotros, tanto para nuestra supervivencia biológica como para brindarnos ciertas satisfacciones que están enraizadas en la cultura. Actitud: es fundamentalmente una perspectiva cultural, una postura que se toma con respecto al mundo. Es más estable que la percepción y se forma a través de una larga sucesión de percepciones, esto es, por la experiencia. Los bebés perciben, pero no tienen actitudes bien formadas, excepto aquellas que les proporciona la biología. Las actitudes suponen experiencia y una cierta solidez de intereses y valores.9

  1. Marc Auge: el antropólogo del no-lugar

Pareciera que Marc Auge, antropólogo francés, quisiera decir todo lo contrario, oponerse al amable y cordial concepto de topofilia de Yi Fu Tuan. Un no-lugar son espacios transitorios y anónimos, estaciones del metro, centros comerciales y turísticos, cajeros automáticos, campos de refugiados, una experiencia de mediación no humana en la contemporaneidad. El sujeto (las personas) no viven allí y no se apropian de esos espacios, con los cuales hay más bien una relación de consumo. La posibilidad del no lugar no está nunca ausente de cualquier lugar que sea, afirma Auge. Veamos lo que al respecto dice Noelia Zussa:

El “no lugar”, se identifica con el espacio de tránsito, de flujo, dominante en las sociedades “sobremodernas”, que desplaza la hegemonía del “lugar antropológico”, fijo y estable, sede de la identidad y la subjetividad tradicional moderna. Marc Augé identifica una “inquietud antropológica” de base en el sujeto de la sobremodernidad, quien está obligado a resituarse ante un mundo siempre extraño y siempre en exceso.10

Y más adelante dice esta misma autora que:

Lo significativo en la experiencia del no lugar es su fuerza de atracción, inversamente proporcional a la atracción territorial, a la gravitación del lugar y de la tradición. Si los inmigrantes inquietan tanto a los residentes en un país, es en primer lugar porque les demuestran a estos últimos la relatividad de las certidumbres vinculadas con el suelo.

La obra donde Marc Auge (1935-2023) expone sus polémicas y muy discutidas afirmaciones, fue publicado en 1998: Los no lugares, espacios del anonimato: una antropología de la sobremodernidad (Gedisa). Recientemente estas ideas han sido muy cuestionadas pues, por vía del ejemplo, los centros comerciales son asiento de una nueva convivencialidad: la generación de los nativos digitales, no es la soledad extrema de la que habla Marc Auge. El aristotélico zoom politikón no ha muerto, se resiste morir.

  1. Otros Geógrafos Humanistas.

No se circunscriben a un solo país o a una determinada época los llamados geógrafos humanistas, pues han existido desde tiempo atrás en diversos países y continentes. Los cuatro primeros, Buttimer , Ley, Samuels, Capel, son los que menciona Cunill Grau al inicio de su Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela. Es posible que él haya pensado referirse brevemente a tales geógrafos humanistas, pero eso sería alargar aún más el tamaño monumental de tal obra presentada en dos volúmenes. Veamos de forma concisa quiénes son estos eminentes geógrafos humanistas que apenas el chileno venezolano cita.

  • Anne Buttimer, geógrafa irlandesa (1938-2017), quien también como Tuan, recibe una influencia notable de la fenomenología que emplea para elaborar su afamada Historia de la geografía. sus publicaciones abordan temas como el del espacio social, asuntos ambientales, planeación urbana e historia de las ideas, que han sido traducidas a distintas lenguas. Ha propiciado en su larga carrera un efectivo diálogo entre ciencias naturales y las humanidades. Ha ganado en 2014 el Premio Internacional de Geografía Vautrin Lud, el Nobel de geografía.

  • David Ley. sintetiza con gran claridad la oposición del humanismo al positivismo, al denunciar la pérdida del sujeto geográfico por parte de la Geografía cuantitativa: “la práctica más significativa en Geografía humana ha pasado de un estudio de las relaciones contextualizadas entre la sociedad y el medio al estudio de las relaciones lógicas entre objetos en un espacio abstracto o estructura” 11  Es el creador de la teoría de la gentrificación, que es el proceso de cambiar el carácter de un vecindario a través de la afluencia de residentes y negocios más ricos. Es el caso de la urbanización capitalina Las Mercedes, que actualmente se le conoce como “el pequeño Manhattan de Caracas.

  • Marwyn Samuels, New York, 1942. Geógrafo estadounidense de origen hebreo. Una de sus famosas declaraciones es la de los paisajes de autor: Ningún paisaje, lugar y lugar carece de alma o sin sentido, según Samuels. Dice que podemos escribir una biografía de lugares y paisajes. Samuels quiere enfatizar con el concepto de paisajes de autor que los paisajes nunca son simplemente expresiones pasivas de procesos anónimos. Y que los hombres son esenciales para entender (el significado de) la historia del paisaje. La siguiente afirmación también explica la opinión de Samuel sobre la identidad de los paisajes: 

 Los paisajes no pueden conceptualizarse sin tener en cuenta las historias de vida de individuos y grupos que los han moldeado a lo largo del tiempo. Mientras tanto, está claro que hay varias formas de interpretar el concepto de biografía del paisaje. A veces la biografía trata sobre la historia cultural de las regiones, otras veces la biografía trata sobre el desarrollo o la planificación de las regiones. A veces la biografía trata sobre la historia cultural de las regiones, otras veces la biografía trata sobre el desarrollo y planificación de las regiones.

Algunas obras de Samuels:

  • Samuels, Marwyn S. (1979) La biografía del paisaje. Causa y culpabilidad en D.W. Meinig editor, La interpretación de paisajes ordinarios. Ensayos geográficos. Nueva York, Oxford: University Press.

  • Samuels, Marwyn S (1982) Concurso para el Mar del Sur de China. Chicago: Methuen.

  • Ley, D., Samuels, M.S. (1978) Geografía humanística. Perspectivas y problemas. Chicago: Methuen, Londres: Croom Helm.

  • Horacio Capel Sáenz. Geógrafo catalán español, nacido en Málaga, 1941. En 2008 gana el prestigioso premio Vautrin Lud, considerado el Nobel de la geografía. Afirma que el fenómeno urbano es el mejor invento humano, saliéndole al paso de quienes despotrican de las urbes. Dice que fue una verdadera revolución superar la geografía cuantitativista por la geografía crítica, humanista y posmoderna. Es muy conocida su obra en dos volúmenes Morfología de las ciudades. De sumo interés son sus reflexiones geográficas apoyadas en textos literarios, entre los cuales los de Jorge Luis Borges no son los menores e ilustrado con grabados de Piranesi, nos entrega este magnífico geógrafo que escribe en castellano su espléndida obra: Dibujar el mundo: Borges, la ciudad y la geografía del siglo XXI 12. Otro de los muy interesantes trabajos de Capel Sáenz lo constituyen: La física sagrada. Creencias religiosas y teorías científicas en los orígenes de la geomorfología española, (1985). Sin duda, estos y otros trabajos empezaron a crear un mito del nuevo geógrafo que después impulsaría la revista más renovadora del panorama español (Geocrítica). 13

  1. David Harvey y la Geografía Radical

El geógrafo británico David Harvey es su mayor exponente en la actualidad de la Geografía Radical. Presenta una fuerte influencia del marxismo, pues se basa en las ideas de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, de Habermas, Adorno, Horkheimer. Como la geografía humanística de Yi Fu Tuan, es de manera parecida una reacción a las tendencias neopositivistas. La injusticia, el racismo y la explotación eran realidades visibles en sus trabajos, argumentando que la geografía no podía seguir siendo “objetiva” frente a la pobreza urbana y los males asociados.  Hace una contribución significativa a la teoría marxista al argumentar que el capitalismo aniquila el espacio para asegurar su propia reproducción. Estas ideas están expresadas en su libro Límites del capital (1982) donde amplió e innovó la teoría marxista con respecto al funcionamiento del dinero y las finanzas, y el “momento espacial” en el desarrollo de la formación de la crisis capitalista. Su estudio del París del Segundo Imperio y los acontecimientos que rodearon a la Comuna de París en su obra París, Capital de la Modernidad, es sin duda su obra histórico-geográfica más elaborada.

En la Geografía Radical encontramos al francés Yves Lacoste (La geografía, un arma de guerra, 1976), el marxista brasileño Milton Santos (1926-2001), autor de las reconocidas Geografía y economía urbanas en los países subdesarrollados (1973), así como su contribución sobre “La urbanización dependiente en Venezuela”. Su obra capital es A natureza do espaço. Técnica e tempo. Razâo e emoçâo, 1996, traducido al castellano en 2000, ​y al mencionado geógrafo español Horacio Capel Sáenz.

  1. Fernand Braudel y el Mar Mediterráneo

Amo apasionadamente al Mediterráneo,

tal vez porque, como tantos otros,

y después de tantos otros,

he llegado a él desde las tierras del norte.

Fernand Braudel, 1949.



Merece especial atención este inmenso geohistoriador francés que dirige la Escuela de Anales tras la muerte de Lucien Febvre en 1956. Su obra capital, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, fue editada en francés en 1949. Una ciclópea y descomunal obra densamente ilustrada, en dos gruesos volúmenes, en donde el gran protagonista del relato será la geografía del Mar Mediterráneo, que ocupa 365 páginas del primer volumen de su colosal obra. Es un esfuerzo muy original que casi no tiene antecedentes.

Realiza un homenaje a Karl Marx; quien, a su juicio, fue el primero en crear un modelo científico unificador de una larga duración histórica (longue durée), uno de sus conceptos más felices y de mayor uso en las ciencias sociales hasta el presente, como veremos de seguido.

En el prólogo a la primera edición francesa nos dice Braudel: El Mediterráneo no es siquiera un mar; es…un complejo de mares; y de mares salpicados de islas, cortados por penínsulas, rodeado de costas ramificadas. Su vida se halla mezclada a la tierra, su poesía tiene mucho de rustica, sus marinos son, cuando llega la hora, campesinos como hombres de mar.14

La gigantesca obra tiene una estructura tripartita, “cada una de las partes es un intento de explicación de conjunto”: La primera parte es una historia casi inmóvil, la historia del hombre en sus relaciones con el medio que le rodea; historia lenta en fluir y transformarse, una historia casi situada fuera del tiempo. No es una de las tradicionales introducciones geográficas de los estudios de historia. Por encima de esta historia inmóvil se alza una historia de ritmo lento, parte segunda: la historia estructural, una historia social, la historia de los grupos y las agrupaciones humanas, un estudio de las economías, los Estados, las sociedades y civilizaciones, fuerzas profundas que entran en acción en los complejos dominios de la guerra. Finalmente, una tercera parte, la de la historia tradicional, cortada a la medida del individuo, la historia de los acontecimientos, la agitación de la superficie, una historia de las oscilaciones breves, rápidas y nerviosas, la más apasionante y rica en humanidad, y también la más peligrosa. Desconfiemos de esta historia todavía en ascuas, dice Braudel, historia que tiene la dimensión tanto de sus cóleras como de sus sueños y de sus ilusiones. El monarca español, poderosísimo entonces, Felipe II y la Batalla de Lepanto, apenas aparecen al final de las casi 1700 gruesas páginas de la obra. Una inversión audaz y valiente de la tradicional historia política centrada en los personajes relevantes que entonces dominaban en Francia y en Europa.

Es una obra estructurada en la dialéctica espacio-tiempo (historia-geografía), una historia a cámara lenta que permite descubrir rasgos permanentes, que es la justificación original del libro, toda una novedad, con escasísimos antecedentes dignos de hacer mención. Es una labor de síntesis que provoca una nueva ola de investigaciones especializadas, tales como Jean Delumeau, Pierre Vilar, Emmanuel Le Roy Ladurie, Vicens Vives, Alphonse Dupront, Pierre Chaunu, Julio Caro Baroja, Jacques Heers, Ruggiero Romano, Iorjo Tadic, Carlo Cipolla, Frank Spooner, entre otros.

Sufriendo largo presidio en un campo de concentración nazi durante tres años, crea Braudel el concepto clave de la Larga Duración (longue durée), es decir una historia subyacente, esencialmente silenciosa, indudablemente discreta, casi ignorada por quienes la presencian y la viven y que soporta casi inmutable la erosión del tiempo. Sus críticos sostienen que esos tres niveles en que se articula la obra no gozan precisamente de una articulación adecuada, y que sus pasajes son meras y largas descripciones que desanimarían a cualquier lector lego o profano.

Fernand Braudel, como director de la revista Annales, fundada por Marc Bloch y Lucien Febvre en Estrasburgo, Francia, en 1929consiguió que su modo de entender la práctica de la historia se generalizara en las universidades francesas; y se exportara a un buen número de países europeos y latinoamericanos. Los ingleses sin embargo le reprochan su uso de palabra incomprensibles, tales como coyuntura, historia acontecimal, longue durée. Problemas de traducción, quizás.

Quien escribe cree, como sabemos, que el Mar Mediterráneo ha sido una apasionante inspiración, profunda y duradera para Fernand Braudel, lo que el cálido y amable trópico y su Mar Caribe representa para el chileno y venezolano Pedro Cunill Grau, como veremos.

  1. Alain Corbin: Historia de olores y silencios

En sus estudios en Francia conoce Pedro Cunill Grau la significativa obra de Alain Corbin (1936) sobre la historia de las sensibilidades odoríferas y del oído que desarrolla a partir de la historia de las mentalidades de Lucien Febvre en su señera obra El problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religión de Rabelais. Se le llama también historia de los sentidos, que plasma magistralmente en El perfume y el miasma. El olor en el imaginario social, siglos XVIII al XIX. Allí nos coloca ante una perspectiva curiosa: el olfato es capaz de modificar profundamente la conducta humana. Es un sentido que durante mucho tiempo soterraron la vista y el oído. Recientemente se ha descubierto que la conocida novela El perfume, la historia de un asesino (1985) del alemán Peter Suskind es un plagio de la obra de Alain Corbin El perfume y el miasma.

En su obra reciente El árbol, fuente de emociones, Corbin nos invita “ir al encuentro del árbol campestre, de la arboleda, del árbol aislado y salvaje y del árbol doméstico. Esta es la historia de las emociones experimentadas por personas que, a lo largo de los siglos, poseyeron las palabras para expresarlas”. El árbol es punto de encuentro de todas las religiones.

  1. Críticas a la Geografía Humanística.

La geografía humanística ha sido objeto de críticas por parte de la arraigada geografía tradicional positivista y el marxismo: no hay explicación de la constitución del objeto, ausencia de método e interpretación subjetiva y voluntarista de la idea fenomenológica de la intencionalidad. Confunde el mundo de las ideas con la realidad objetiva, la producción científica es meramente descriptiva y no hay una metodología especificada. Se le considera de acientífica por ser incapaz de producir generalizaciones más allá de la opinión personal. El lugar para los geógrafos humanistas no tiene escala. La casa, la plaza, el pueblo o el paisaje de una comarca o región pueden ser lugares, puesto que todos ellos –después de una relación íntima y cotidiana– pueden convertirse en símbolos de nuestras aspiraciones, frustraciones, emociones y experiencias pasadas y presentes.15

Esta geografía humanística supone una colisión con las geografías cuantitativistas que se cultivan en nuestras tradicionales escuelas de geografía, ancladas firmemente al positivismo aun en el tercer milenio. Estos geógrafos enraizados sólidamente en el modelo de la ciencia natural les resultaría una intromisión de las ciencias sociales o humanas en su quehacer.16 Tendrían que aprender psicología de la percepción y de la emoción, hermenéutica del discurso, semiología, para colocar al hombre en el centro de su accionar, una recuperación del humanismo. Sería un reto muy interesante que ciencias en apariencia tan distantes unas de otras, se encuentren en un diálogo que aplaudiría el epistemólogo de la ciencia Mario Bunge (1919-2019).

  1. Antecedentes de la Geohistoria Humanista. y de la Sensibilidad en Venezuela.

En el pasado siglo XX en Venezuela tuvimos dos grandes y excepcionales cultores de lo que más tarde se llamaría geografía humanística o geohistoria de la sensibilidad: Don Mario Briceño Iragorry (Trujillo, 1897-Caracas, 1958) y Mariano Picón Salas (Mérida, 1901-Caracas,1965). Dos eminentes obras de estos extraordinarios escritores andinos hemos examinado para rastrear esta geografía humanística o de la sensibilidad, tal como se le conoce ahora y cuyo cultor más destacado planetariamente hablando será el chino estadounidense Yi Fu Tuan (1935-2020). Del trujillano don Mario Briceño Iragorry examinamos su hermosísimo trabajo Alegría de la tierra (1952); en tanto que del merideño Picón Salas volvimos, otra vez, sobre su deslumbrante Comprensión de Venezuela (1949). Dos escritores que componen esa corriente historiográfica venezolana llamada “Revisionismo histórico” que ha tratado de darle a los largos tres siglos de coloniaje una nueva dimensión pues en esos tres siglos se echaron las bases de la lo que más tarde se llamará República de Venezuela.

  • Mario Briceño Iragorry

En el escritor trujillano advertimos ya un profundo sentido de identidad con lo geográfico y, lo que es digno destacar, lo emocional, aspecto que ya se vislumbra en su título tan sugerente: Alegría de la tierra. Pequeña antología de nuestra agricultura antigua. Un impulso algo así como roussoniano anima tan excelente obra en la que nos avisa el escritor trujillano de un imperdonable olvido venezolano: olvidar la tierra, nos hemos desconectado emocionalmente de la tierra. “No había razón para olvidar la tierra, como aconteció al hombre venezolano, cuando vio sus arcas hinchadas de moneda petrolera”. Este memorable ensayo de don Mario tiene una dedicatoria que es deber destacar: “A la grata memoria de Juan Francisco de León, primera víctima por la defensa de la tierra contra la explotación de intereses foráneos.”

Ese ánimo por defender nuestro suelo patrio lo expresa también don Mario Briceño en su ensayo de 1942 El caballo de Ledezma. Un anciano, hidalgo hombre, Alonso Andrea, que como prefiguración del Quijote sale en defensa de su amado lar caraqueño del ataque corsario. Dos hombres de nuestro poco conocido y despreciado pasado colonial, Juan Francisco de León y Alonso Andrea de Ledezma, arropados por un sentimiento patrio, una identidad niña, que en el presente llamará Topofilia el padre de la geografía humanística Yi Fu Tuan en 1990. Estamos con Briceño Iragorry en presencia de una auténtica pasión venezolanista, de la cual carecemos los hombres y mujeres de nuestro atribulado siglo XXI. Pensamos que en el lenguaje de los venezolanos del presente debemos colocar de nuevo las palabras que usa frecuentemente Briceño Iragorri en su bellísima prosa: amor, alegría, corazón, espíritu, dulce y pródiga tierra patria, conciencia agrícola. Recordar que nuestro Padre Bolívar fue agricultor.17

  • Mariano Picón Salas

En Mariano Picón Salas una trama espiritual y subjetiva es de igual modo una constante de su obra. Apenas sí es necesario decir que en su biografía del precursor Francisco de Miranda aborda temas como el rencor, el desprecio, la discriminación, mutaciones psicológicas que experimenta este hijo de comerciante canario que devendrá universal.18 Pero es en Comprensión de Venezuela 19 donde el merideño desarrolla con amplitud lo que puede calificarse como deslumbrante geografía humanística. El merideño, al emplear una magnífica prosa literaria que rescata para el presente la geohistoria de la sensibilidad, como veremos luego, escribe al principio:

A un cuero de los Llanos, bastante bien secado al Sol de la zona tórrida, se asemeja en los mapas el territorio de Venezuela. El matarife divino (porque en todo inicio está la Teología o la Geología que conduce al mismo), al realizar aquella operación de corte, empleó, sin duda, un gastado cuchillo rural ya que lo que se puede llamar nuestra piel topográfica dista mucho de la simetría y de aquellas exigencias en que las grandes curtiembres se fijan al producto.” 20

Don Mariano descubre el radiante trópico nuestro desde lejanas y brumosas latitudes chilenas, una como semejanza vital a la protagonizada por Pedro Cunill Grau, un chileno que descubre la magnificencia equinoccial venezolana en la década de 1960, tal como veremos después. Emplea el merideño hermosísimas metáforas, que son el fundamento de todo discurso (Paul Ricoeur). Una de ellas nos atrae: “aquel instinto de dominación que hizo de Venezuela durante las guerras emancipadoras del siglo XIX un caliente almácigo de jefes.” 21

Pero es en el aparte Signo del calor donde el mayor ensayista del siglo XX se acerca a la geografía de la sensibilidad de hogaño. Acá, como los geógrafos del siglo XXI que reaccionan contra el positivismo, escribe el merideño: “Cierta sociología naturalista muy de moda a finales del siglo XIX, nos desacreditó el trópico como tierra del más langoroso calor de donde se anula y amortigua el impulso del batallar humano.”

En este ensayo distingue los matices y variedades del calor, calor seco y calor húmedo. Y va más allá cuando dice enfáticamente que nuestra civilización de entonces (la Colonia) pudo llamarse aun con propiedad que la de hoy-una civilización del calor.22

Fue Mariano Picón Salas quien habló de la civilización del calor, de la emoción roussoniana que ofrece la zona tórrida. La Colonia venezolana en el siglo XVIII —afirma el merideño– puede llamarse una civilización del calor:

Calor seco y calor húmedo son dos connotaciones fundamentales de nuestra geografía biológica. Las tierras de calor seco —desde las islas perleras de Margarita y Cubagua hasta Coro, Carora, El Tocuyo en el Occidente, fueron tempranos centros de colonización española. Caroreños y corianos, hijos de un paisaje semidesértico, tienen fama de ser los soldados venezolanos de más aguante físico y los borricos y yeguas que llevaron allí los conquistadores proliferaban y se reproducían con mayor talla y resistencia que en sus nativas dehesas andaluzas.

Y más adelante escribe Mariano Picón Salas que:

Al fuerte asno coriano y la mula caroreña les debe mucho nuestra vieja economía rural. Casualmente en una de esas mulas de seca tierra caliente iba montado Bolívar el día en que salió a encontrar a Morillo para el armisticio de Santa Ana, en 1820. Y durante la Colonia altos prelados y oidores del Virreinato de Nueva Granada se disputaban esas mulas caroreñas, pagadas en peluconas de oro.

Al referirse al semiárido de Carora y a otras zonas de calor seco, dice Picón Salas:

Esas familias vascas de una ciudad de firme estirpe española como Carora-Rieras, Zubillagas, Pereras, Oropesas, Aguinagaldes—pueden decir si el calor hace mal a la salud y si no se daban en aquellos caserones de tres patios, familias prolíficas, gentes a quienes sólo vencía la más añosa longevidad. Otras regiones de calor seco, como la isla de Margarita, tienen la más alta densidad demográfica de Venezuela, y el margariteño—buzo, marinero, hombre de muy cambiantes profesiones—ha cumplido por todo el país (…) una ingente obra colonizadora. Ese mundo de calor seco reivindica las calumnias que se esgrimieron contra el Trópico y es, por lo menos, tan habitable como el de nuestras altiplanicies andinas.23

Con tales ideas arremete Picón Salas contra el determinismo de clima y raza del positivismo decimonónico impregnado de una fuerte impronta darwiniana, quien argüía que el calor tropical era un factor de atraso y de barbarie. Fatalismo de los hechos físicos y de los fenómenos de la naturaleza a la que se adhirió firmemente Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936) en su polémica tesis de El Gendarme necesario, aparecida en 1919. Y si hay una parte de la geografía patria que desmiente tales afirmaciones, ella es el semiárido occidental larense venezolano.

  • Francisco Tamayo y la concurrencia larense.

En ocasión del Cuatricentenario de la ciudad de Barquisimeto, Estado Lara, en 1952, el profesor de biología Francisco Tamayo (1905-1984), egresado como tal del Instituto Pedagógico Nacional, nos dice que “en Lara nace lo venezolano. Ese suelo privilegiado fue en la Colonia, es hoy en la República y será siempre la inmanente matriz de Venezuela”. Influido por el positivismo nos habla de que diversos factores geológicos, flora, fauna y etnos copulan para engendrar una nueva forma, un nuevo tipo humano, un ecotipo que es síntesis y exponente desintegración social. Subraya lo que llama la concurrencia larense como un hecho que no admite dudas, largo proceso que se ha manifestado desde las más remotas edades. Y la interpreta como una convergencia de las especies botánicas y zoológicas, a lo que agrega la etnología, la antropología, sociología, lingüística, toponimia, todas contribuyeron a poner de manifiesto la concurrencia larense. Este fenómeno es producto de una confluencia de medios físicos y tipos ecológicos diversos, y, por ende, de formas de vida, de sensibilidades (destacado nuestro), de idiosincrasias, de expresiones.

En (el Estado) Lara nacen o finiquitan todos los sistemas geológicos, a excepción, aclara Tamayo, a los del Delta de Orinoco, a lo Atlántico, a lo guayanés. “Allí mueren los Andes, y el Sistema Coriano, allí nacen la cordillera costanera, allí arrancan las hoyas del Llano y del lago marabino. Así también, la flora, la fauna y el etnos, vinculados ecológicamente a esos distintos medios, concurren con sus elementos característicos a la coyuntura común, y el bagaje espiritual (resaltado nuestro) de cada una de esas zonas confluentes, aporta sus diferentes valores.

Como hemos visto, se trata de un fatalismo de los hechos físicos y de los fenómenos de la naturaleza, determinismo de raza cuando habla Tamayo de tres pivotes raciales (blancos, indios y negros) que hacen aparecer un “mendeliano carácter morfológico”, clara herencia del positivismo.

Por ello afirma que “Lo que pudiéramos llamar el tipo venezolano...no podría generarse en zonas como en el Llano, los Andes, Margarita, el Zulia y Caracas...porque todas estas son regiones excluyentes, las unas de las otras, y dotadas de ambiente y de colorido local tan fuerte que en ellas priva lo regional sobre lo nacional. El llanero es producto de la planicie pecuaria. El andino venezolano se parece al andino colombiano que a un barloventeño.”24

Pero en Lara se reúnen y confunden casi todos los medios físicos y biológicos del país (y) se está engendrando un tipo humano de características medias, equilibradas.” esta síntesis humana, mestizaje, otro elemento que resalta el positivismo, de todo o de casi todo lo nacionales el tipo humano venezolano por antonomasia, por ser la expresión total de los cuerpos y de las almas de aquellas regiones parciales.

Afirma el Sabio Francisco Tamayo que: “Barquisimeto es el crisol donde se polariza el mestizaje.” Estos determinismos le permiten concluir que “En Lara, nace, pues, lo nacional, lo venezolano”. Más adelante y basado en el concepto positivo de tradición se refiere al tamunangue como manifestación folclórica de reminiscencias bárbaras...danza nigralba de cañamelar, el baile de la zafra, el ballet pagano de San Antonio, donde la líbido negra se hace rito, bajo el impulso mágico del tambor; donde el cocuy dinamiza el ritmo y el chimó es acicate mental de los devotos.” 25

En su madurez el sabio Francisco Tamayo abandonará el positivismo de sus años mozos. Nuevas maneras y sistemas de pensamiento llegarán al país: marxismo, psicoanálisis, fenomenología, existencialismo, estructuralismo, los cuales dejan en la obsolescencia a la filosofía que iluminó a Lisandro Alvarado, José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz.24 Lamentablemente el sabio larense que es Tamayo poco se le conoce en los ambientes académicos venezolanos. Ya llegará su momento.

Queremos significar que Briceño Iragorry, Picón Salas y Francisco Tamayo serán precursores y adelantados de la geografía humanística en la patria de Bolívar y que también, como lo hace la geografía humanística y de la sensibilidad de hogaño, se enfrentaron al positivismo decimonónico que no terminaba de ser enterrado en Hispanoamérica. Estos magníficos venezolanos han sido para quien escribe estas líneas un importantísimo estimulo en la tarea de construir una categoría de análisis que se podría llamar tentativamente El genio de los pueblos del semiárido larense venezolano.

El semiárido occidental larense venezolano representa una proporción minúscula del territorio de Venezuela, pero ha tenido un enorme significado histórico, social y cultural para el país desde tiempos muy remotos. Digamos que desde esa partícula de nuestra geografía nacional, un 4,5 % del territorio venezolano, se han creado particulares formas de vida para enfrentar la escasez de los recursos naturales desde tiempos precolombinos hasta la actualidad, se generó desde el siglo XVI una política expansiva de conquista y coloniaje para el occidente de Venezuela que llegó incluso a Bogotá, fue el asiento de tres ciudades de enorme irradiación de la cultura de habla castellana y de un catolicismo más de naturaleza canaria que peninsular: el triángulo colonial barroco constituido por la Ciudad Madre de El Tocuyo, Barquisimeto y Carora, en donde se conformó un tipo humano de sensibilidades y expresiones particulares. Esta realidad geo-histórica se proyecta al presente, dándole a esta parte del país unas características idiosincráticas que la definen.

Empleando una expresión de Mariano Picón Salas, es una zona o área cultural de acento específico y tono particular, sobre lo cual es el propósito aportar ideas y sugerencias en este ensayo.25

  1. Pedro Cunill Grau: Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela

He nacido para los trópicos,

jamás he estado tan constantemente

saludable como en estos dos años.

Alejandro de Humboldt, 1801


El pueblo, el actor histórico,

parece marchar por el aire

como en esas pinturas chinas

en las que falta el suelo.”

Jules Michelet,

Historia de la Revolución Francesa,1869

Elegí la geografía

porque siempre me he preguntado,

acaso hasta la obsesión,

sobre el significado de la existencia:

quiero saber qué es lo que hacemos aquí,

qué queremos de la vida.

Yi Fu Tuan, 2012.


Se ha despedido de la terrenal existencia el Dr. Pedro Cunill Grau el pasado 23 del mes de marzo de 2023 en el cálido, amable y colorido trópico, muy lejos de su austral y brumosa patria chilena, magnífico hombre que hizo de Venezuela su seguro terruño de adopción. Fue el artero golpe de estado contra el presidente Salvador Allende en 1973 quien lo aventó a esta Tierra de Gracia que es Venezuela, y que él nos ayuda a redescubrir con sus muy inteligentes, inusuales y hermosos libros, salidos tras rigurosos y pacientes estudios en lo más avanzado de la ciencia de la geografía humanística y cultural.

Lo conocimos en 1989, ocasión cuando quedamos maravillados al leer boquiabierto sus tres tomos de su ciclópea obra El poblamiento del territorio venezolano durante el siglo XIX. Ediciones Presidencia de la República. Caracas, 1987. Es la obra cumbre de la geohistoria venezolana. La cité con mucho agrado en varias ocasiones al redactar mi ensayo “Municipio Autónomo Torres: Frontera interior de transición Zulia, Trujillo, Falcón”, trabajo que me asigna en la Maestría en Enseñanza de la Historia del Pedagógico barquisimetano, dirigida por el Dr. Reinaldo Rojas, otro grande de los estudios de la geografía, de las fronteras y límites: el Dr. Kaldone Nweheid.

Esta magnífica y monumental –obra que no se la había ocurrido a ningún historiador venezolano– nos puso a pensar que estaba en presencia de una personalidad con una inmensa capacidad de trabajo, un hombre infatigable. En pocos años desde su abrupta salida de Chile en 1975, se apropia del discurso venezolano del siglo XIX, sus manifestaciones culturales, los viajeros que nos visitaron, los libros editados, la prensa y las revistas que vieron luz en este agitada y desordenada centuria patria.

Viajero impenitente y dotado de prodigiosa pupila, una mirada lúcida, se desplaza por las tres fachadas de nuestra geografía: Andes, Caribe, Guayana. Y nos ofrece, cual Alejandro Humboldt y Agustín Codazzi del siglo XXI, una mirada inédita de la forma en que se repobló el país luego de la descomunal hazaña independentista que dejó un deplorable saldo demográfico y de cultura durante el azaroso siglo XIX.

El Dr. Pedro Cunill Grau, quien había nacido en Santiago de Chile en 1935, nos hizo recordar muchas agradables vivencias en relación con la ciencia geográfica: nuestros estudios secundarios en Carora, Venezuela, de la mano del cubano Levi Marrero y sus admirables La Tierra y sus recursos y también la monumental Venezuela y sus recursos, los dos tomos de Historia Universal del paisano sanareño Áureo Yépez Castillo, plagados de innumerables y atractivos mapas, así como la estimulante cátedra Geografía Histórica del Dr. José Manuel Briceño Monsillo en la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes. Fue muy grato descubrir que Pedro Cunill Grau fue igualmente autor de textos de secundaria para la enseñanza de la geografía en Chile.

Lo invita al semiárido larense venezolano, este vasto erial (la expresión es de Chío Zubillaga), mi mentor Dr. Reinaldo Rojas, quien nos lo presenta en las memorables conferencias que dictó el amable sureño sobre la ciencia de Eratóstenes en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, en la Maestría en Enseñanza de la Historia y en los Congresos Internacionales de Historia en Barquisimeto. Allí coincidió con otros memorables cultivadores de la “ciencia síntesis” que es a no dudar la geografía, y con quienes tuve el privilegio de conversar: el académico profesor Ramón Tovar, y el palestino-venezolano Dr. Kaldone Nweheid.

La geografía en un dato de primer orden en el análisis histórico y así lo ha asumido plenamente el Dr. Reinaldo Rojas, cuando en 1995 nos presenta su monumental investigación, editada por la Academia Nacional de la Historia de Venezuela: Historia social de la Región Barquisimeto en el tiempo histórico colonial, 1520-1810. Acá están presentes las improntas de geohistoriadores como Pierre Vilar, Fernand Braudel, Ramón Tovar, Oliver Dollfus, Pierre Georges, S. J. Hermann González Oropeza, José Manuel Guevara Díaz, a los que debemos agregar Alejandro de Humboldt, Agustín Codazzi, Yves Lacoste, Francisco Morales Padrón, Pablo Perales Frigols, y por supuesto el Dr. Pedro Cunill Grau. La Región Barquisimeto de Reinaldo Rojas es una magnifica categoría de análisis eminentemente histórica y geográfica.

  1. La Geografía Humanística

Cuando leíamos al sociólogo germano Max Weber y sus afirmaciones de que la cultura pianística era patrimonio de los gélidos y brumosos países europeos noratlánticos y no de los países cálidos mediterráneos, los que han cultivado preferentemente instrumentos de cuerda: guitarra, arpa y mandolina, nos pusimos a pensar en la geografía humanística en la cual nos introdujo bellamente Don Pedro Cunill Grau: la manera en que el entorno geográfico determina en buena manera las manifestaciones artísticas y culturales. Entendí la afirmación del escritor larense Héctor Mujica cuando dice que el semiárido larense está muy presente en nuestra poesía y novela, en nuestra literatura, que la sensibilidad humana, sus emociones están vinculadas a la geografía y a la historia. No se debe despreciar el medio físico en toda aventura humana.

Se trata de la geografía, del segundo aspecto que señala el filósofo George Steiner sobre la identidad europea, la segunda seña de identidad europea que es compartida por todos los países europeos sin la más mínima rebaja ni excepción: el paisaje caminable, la geografía hecha a la medida de los pies. Ese paisaje civilizado lo es porque, aquí, la naturaleza nunca aplastó al ser humano, siempre se plegó a sus necesidades y aptitudes, nunca dificultó ni paralizó el progreso. En vez de candentes desiertos como el Sáhara, o selvas jeroglíficas como la Amazonia, o heladas llanuras estériles como las de Alaska, en Europa el medio ambiente fue el amigo del hombre: facilitó su sustento, la comunicación entre pueblos y culturas diferentes, y aguzó su sensibilidad y su imaginación. Los europeos se entremataban por razones religiosas o políticas, pero el paisaje no tendía a aislarlos sino a acercarlos.26

  1. La Pequeña Edad de Hielo de Philippe Blom

Pensando siempre en el afable Pedro Cunill Grau pudimos escribir sobre un polémico libro de Philippe Blom, joven historiador alemán nacido en Hamburgo en 1970, quien nos asombra con su interesante y muy polémica interpretación de la historia moderna europea con su libro El motín de la naturaleza. Historia de la Pequeña Edad de Hielo (1570-1700), publicado por Anagrama.

Sostiene que una pequeña edad de hielo entre los siglos XVII y XVIII es cierto modo responsable de la edificación de la Edad Moderna europea. Se le ha acusado de determinista por hacer derivar los grandes y decisivos cambios sociales y culturales de la modernidad a un cambio brusco de temperatura a fines del siglo XVI y que se extendió hasta mediados del XVIII. De este modo, Blom establece una relación de las bajas temperaturas con el Renacimiento, la Revolución Científica del siglo XVII y el formidable movimiento de la Ilustración dieciochesca. La caída de dos grados de temperatura determina la ruina de la agricultura medieval, lo que propicia el aparecimiento del capitalismo y se activa de gran modo el comercio. Se fortalecen las ciudades y aparece una nueva forma de pensar con la burguesía. Esta clase social ya no ve el cambio de clima como un castigo divino, sino que comienza a darle una explicación racional. Galileo, Kepler, Descartes y Newton representan este nuevo enfoque del mundo natural despojado de milagrerías y castigos de Dios

Estas ideas de Blom han sido criticadas por deterministas y por ello se acercan a las del geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), de tal modo el atractivo ensayo se resiente de un cierto oportunismo en las prospecciones más ambiciosas. Pues cabe una pregunta: ¿No se hubieran producido las revoluciones sin la adversidad meteorológica? En lo personal me siento más cercano al posibilismo geográfico del francés Paul Vidal de La Blache (1845-1918). Su interés se centra más en las transformaciones que el hombre hace sobre el medio, es decir el hombre como agente geográfico, que en las influencias del medio geográfico sobre el hombre y la sociedad.

No estamos seguros de si don Pedro Cunill Grau revisa o critica este trabajo de Philippe Blom, pero “el motín de la naturaleza” me ha permitido entender que existe en el chileno venezolano Pedro Cunill Grau un equilibrio saludable entre geografía e historia. El clima tropical venezolano de ninguna manera aplasta la iniciativa humana, más bien reconoce la variedad de sus pisos climáticos como los de los Andes, el Caribe o la Guayana, que han permitido variedad de ajustes civilizatorios humanos. Nuestro autor se inclina más bien por el probabilismo geográfico del francés Vidal de la Blache, donde el gran protagonista es el ser humano, quien tiene facultad para reformar el paisaje natural y crear un paisaje cultural.

14 El Posibilismo Geográfico de Vidal de la Blache.

Es esta perspectiva del geógrafo francés es la que se encuentra más cerca de nosotros, la comunidad de discurso histórico de Barquisimeto” nucleado alrededor de la Escuela Analista de Marc Bloch y Lucien Febvre, animada por los doctores Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas en la ciudad de Barquisimeto, Venezuela y su cordial Instituto Pedagógico Barquisimeto Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa.

Vidal de la Blache también fue un pionero en el estudio de la relación entre el ser humano y el medio ambiente. Él creía que la geografía debía estudiar cómo la sociedad y la naturaleza interactúan y cómo esto afecta a la vida cotidiana de las personas. Esta idea es conocida como la «geografía humana» y ha llegado a ser una de las ramas más importantes de la geografía moderna, creó, en oposición al Determinismo Geográfico, el Posibilismo Geográfico. Para esta teoría, a pesar del hombre sufrir influencias del medio, él es capaz de transformarlo según sus necesidades y los conocimientos de las técnicas para modificar la naturaleza en beneficio propio.


  1. Pedro Cunill Grau en Francia.

En Francia fue discípulo adelantado Cunill Grau en la Universidad de París y el Colegio de Francia de los eminentes geógrafos e historiadores, unos clásicos sin duda alguna: Ernst Labrousse (Historia económica y social de Francia), el director de la Escuela de Anales Fernand Braudel (El Mediterráneo y el mundo mediterráneo), Ruggiero Romano (Coyunturas opuestas. La crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica),el geógrafo e hispanista Piere Vilar (Cataluña en la España moderna, Historia de España), Pierre George (Geografía económica), Yves Lacoste (La geografía: un arma para la guerra), Pierre Gourou (La tierra y los hombres en el Extremo Oriente) y Robert Dion, (Histoire de la vigne et du vin en France: des origines au XIXesiècle, 1959), algunos de ellos seguidores de la magnífica tradición de la Escuela de Anales que nos ha animado en la comunidad discursiva de Barquisimeto, Venezuela.

  1. Pedro Cunill Grau llega a Venezuela por segunda vez.

Perseguido por la cruel dictadura del general Augusto Pinochet en su natal y lejano Chile regresará a Venezuela en 1976, cuando ya había estado acá en 1965 de la mano de la profesora y diputada Mercedes Fermín, nos dice Tomás Straka.27 Se incorpora gustoso a la Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela. En 1980 es jurado de la primera Tesis de pregrado defendida públicamente. Obtiene su Doctorado en la Universidad de Laval, Québec, Canadá, con su inmenso trabajo, un clásico sin duda, Geohistoria del poblamiento de Venezuela en el siglo XIX, que será publicada por Ediciones de la Presidencia de la República, 1987. Se incorpora a la Academia Nacional de la Historia y a la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, Premio Nacional de Humanidades, entre otros lauros.

Nos ha sorprendido que Cunill Grau haya sido capaz de escribir una magnífica biografía sobre nuestro polígrafo Andrés Bello (Caracas,1781- Santiago de Chile,1865), el mayor intelectual hispanoamericano del siglo XIX, un adelantado de Ferdinand de Saussure, una como retribución a lo que este ilustre caraqueño hizo por su patria chilena. Recibe su jubilación en 1996, pero lo cual no significa el alejamiento del oficio que es leiv motiv de su vida. Se incorpora a un gigantesco proyecto de investigación GeoVenezuela, patrocinado por la Fundación Polar, donde participan unos 90 especialistas y que se presentará en 10 volúmenes. “La mayor geografía del país que se haya escrito en muchas décadas.” Un gigantesco aporte en la formación de la “comunidad imaginada” de Venezuela a través de los mapas y el capitalismo de la imprenta, según escribe Benedict Anderson.28

  1. Nace la Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela

Es en esos años que prepara una obra que representa un giro decisivo en su carrera de geohistoriador, su fabuloso y extraordinario trabajo Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela, una obra originalísima para los estándares de Latinoamérica que se inspira-ya dijimos- en el geógrafo y filósofo chino-estadounidense Yi Fu Tuan, Anne Buttimer, David Ley, el judío neoyorkino Marwyn Samuels, el español Horacio Capel.

Es una obra colosal e increíblemente hermosa, premiada en Alemania como El Libro más Bello del Mundo en 2007. Allí define la llamada “Geografía de la Percepción”, entendida como: “incursionar en la recuperación de la herencia geohistórica, legada por geógrafos e historiadores clásicos, cronistas acuciosos, viajeros avizores y por otros múltiples testimonios documentales, que habían sido soterrada por los cultores de la geografía cuantitativa neopositivista.” para sumergirse, dice Alberto Márquez, de lleno en aspectos tan apasionantes como la conformación del imaginario social, la manera como se fue estructurando la sensibilidad del habitante natural de estas tierras ante el paisaje, la flora, la fauna. Y más aún, el mestizaje como verdadero intercambio de diferentes imaginarios y no como producto únicamente de la mezcla genética.29

La geografía de la sensibilidad o de la percepción es una rama frondosa y muy estimulante de la geografía humanística, que ha tenido, era previsible, enorme éxito en Europa y Estados Unidos. Tiene como basamento primero el reconocimiento de que existe un fondo emocional común a todos los seres humanos, una realidad que ignoraron en su momento el racionalismo dieciochesco, el positivismo y el marxismo soviético. Investigaciones recientes como las del neurólogo y filósofo portugués Antonio Damasio han establecido que pensamiento racional y emoción conviven n los seres humanos en la toma de decisiones. Las emociones son una parte fundamental de nuestras relaciones sociales y nos ayudan a conectarnos con los demás y a formar lazos sociales. Damasio sostiene que el cerebro social es una red compleja de regiones cerebrales que trabajan juntas para procesar la información social y emocional.30

Nuestras percepciones son simplemente una interpretación de la realidad. El ser humano no actúa directamente sobre una realidad percibida homogéneamente por todos. La percepción de la realidad es selectiva, sesgada, y posee un significado plenamente comprensible sólo en el campo experiencial del sujeto. Cada ser humano es un interpretativo de los mundos que habita, en cierto sentido, la realidad es para cada persona su propio campo perceptual.31 Ello nos conduce a pensar que el libro de Cunill Grau tiene tantas interpretaciones como lectores, que siendo la mirada del autor una interpretación que conduce a múltiples y variadas interpretaciones en nosotros los lectores. Una construcción que propicia otras construcciones en un singular y maravilloso juego de espejos infinitos.

Las percepciones humanas son tratadas por el Dr. Pedro Cunill Grau a la manera de Yi Fu Tuan, sabio filósofo y geógrafo quien abreva en la Poética del espacio de Gastón Bachelard (1884-1962), filósofo francés, y del poeta Wystan Hugh Auden (1907-1963), de quienes toma la palabra topofilia, concepto clave de esta geografía de la sensibilidad que le permite incorporar todos los sentidos, vista, oído, tacto, olfato y gusto al acto de percibir emocionalmente toda realidad. Una dimensión estética y emocional que se expresa bellamente en las 247 imágenes de Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela, las que guardan una armónica y estrecha relación con los textos escriturales, una prosa agradable y bien construida, muy afín a las imágenes.

Desde un principio la respuesta del hombre ante las imágenes ha sido múltiple y ha estado relacionada en la mayoría de las ocasiones con el sentimiento: amor, censura, adoración, rechazo, excitación, etc. Es que las imágenes son los fantasmas que habitan nuestra mente. Las emociones ligadas a la contemplación de las imágenes a veces son tan intensas que pasan a formar parte de nuestra historia personal. El arte es capaz de igualar a la literatura. Las imágenes proporcionan el mismo gusto por la fantasía y por la aventura que produce la lectura. La iconografía tiene un gran atractivo en que se sitúa a medio camino entre el gusto por leer y por ver. 32

El texto del libro de Cunill Grau abunda en hermosas metáforas, bien y bellamente construidas, deslumbrantes descripciones, y sobresale la manera como se coloca en la mirada de los descubridores y conquistadores del siglo XVI: Cristóbal Colón, Alonso de Ojeda, Pedro Martín de Anglería, por solo citar unos cuantos.

  1. Las Percepciones Sinestésicas.

Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela nos coloca frente a un fenómeno propio de las percepciones que se llama en la ciencia de la psicología Sinestesia. Es palabra derivada del griego antiguo y que significa sentir conjuntamente. La neurofisiología reconoce el fenómeno como una asimilación conjunta o interferencia de varios tipos de sensaciones de diferentes sentidos en un mismo acto perceptivo. El escritor nos trasmite sensaciones a través de las palabras, como es el caso cuando Cunill Grau nos habla del emblemático “Amargo de Angostura” venezolano: mientras leemos el relato sentimos en nuestra boca, paladar y lengua.33

Y veamos lo que dice Cunill Grau de nuestro emblemático cocuy larense falconiano extraído de las ágaves, que se popularizó en los Llanos venezolanos y que frecuentemente él solicitó sin éxito a los larenses residenciados en Caracas:

En la geohistoria de la sensibilidad prehispánica del occidente venezolano el cocuy fue una bebida de iniciación chamánica, de hondo contenido ceremonial, que siguió consumiéndose ulteriormente, durante los siglos coloniales, modificada su práctica ancestral de elaboración con la introducción de los alambiques de origen hispánico, en los modos de vida rurales falconianos y larenses, expresados desde el siglo xviii hasta hoy en los consumos populares y sofisticados de los cocuy puros de origen de Pecaya, Siquisique y Baragua.34

No todas las personas gozan del privilegio enorme de ser sinestésicas, una muy especial sensibilidad y no patología, como a veces se valora, por ello hemos pensado que Pedro Cunill Grau la haya experimentado de manera regular, y dándose cuenta de ello comienza a prefigurar su proyecto de escribir Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela. El resultado de esa privilegiada condición de las percepciones en un ser humano no pudo haber sido mejor.

Apenas si es necesario decir que estos fenómenos perceptivos fueron estudiados inicialmente por la Escuela de la Gestalt alemana a principios del siglo pasado. Sostienen los gestalistas que la mente humana incide en la manera como interpretamos la realidad. Los afectos y las emociones inciden en la forma en que percibimos el mundo. La geografía de la sensibilidad debe mucho a esta psicología alemana que rompe con el conductismo.

  1. Álvaro Sotillo, diseñador de Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela

Esta preciosa joya de la literatura no hubiese sido posible sin un soberbio diseñador venezolano que es Álvaro Sotillo (Caracas, 1946), un Maestro del diseño en América Latina, quien ha recibido el Premio Gutenberg, en Leipzig, Alemania a Los libros más hermosos del mundo. Hizo estudios en Artes Plásticas Aplicadas, en la Escuela Cristóbal Rojas, y prosiguió su formación en el Instituto de Diseño Neumann, una iniciativa de Hans y Lotar Neumann. El inmigrante lituano Gerd Leufert, su maestro, hizo estudios en Munich.

Los Libreros Alemanes observaron maravillados este libro venezolano encuadernado al estilo japonés, en papel cremoso, todo lo cual fue una feliz audacia emprendida por Álvaro Sotillo con el seguimiento constante del autor, Pedro Cunill Grau, en largas sesiones de trabajo. De las manos de Álvaro Sotillo sale el sin igual diseño del famoso Diccionario de Historia de Venezuela, de la Fundación Polar, en sus dos ediciones, 1989 y 1992. Por su impecable factura gráfica recibió en 1999 la Letra de Oro en la exposición Los Libros más Bellos del Mundo, Leipzig, Alemania.

La gigantesca y prodigiosa obra colectiva en 9 volúmenes GeoVenezuela, dirigida por Cunill Grau, es de igual manera un fabuloso diseño de Álvaro Sotillo, con la colaboración de Luis Giraldo y Gabriela Fontanillas. Será impresa y encuadernada por la prestigiosa Editorial ExLibris, Caracas. Esta extraordinaria obra será sin duda un referente básico y de primer orden en la construcción del imaginario colectivo que es toda nación, según sostiene Benedict Anderson.

  1. Algunos contenidos de Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela.

La sola lectura del índice de Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela nos provoca una sensación alucinante de las cuantiosas maravillas de cosas y situaciones que vieron y sintieron los sorprendidos viajeros de Indias, y que más tarde descubrirían los literatos del realismo mágico latinoamericano: el Paraíso Terrenal pariano, la voluptuosidad del algodón y el recato al vestir, la obcecación perlífera, la codicia del oro doradista, mascotas y animales sorprendentes, las cetrerías, plumerías, materias primas odorantes, materias tintóreas, curtientes y cueros venezolanos, plantas medicinales, la sal de Araya, y otros portentos que sería largo enumerar, todo lo cual nos recuerda la cultura floral y de la alta cocina estudiada en buena parte del orbe por el antropólogo británico Jack Goody.

No nos cabe duda que Pedro Cunill Grau es el Alejandro Humboldt del presente. Como el germano, nos enseña a percibir el “Esplendor de Venezuela”, “una especificidad que como nación no ha sido debidamente percibida en su grandeza por generaciones pasadas y actuales”, una grandeza de espacios geográficos primigenios que se han ido contrayendo tempranamente, se lamenta. La llama con gran pesar Cunill Grau la Venezuela irredenta, una muestra de patriotismo por lo nacional venezolano ausente entre nosotros los hombres del tercer milenio.35 La Venezuela hispánica llegó a tener una extensión territorial que se acercó a los dos millones de kilómetros cuadrados: 1.824.000 kilómetros cuadrados.

Quizás sea la cotidianidad lo que no nos permite captar en su magnificencia el paisaje tropical que Cunill Grau nos muestra desde su mirada lúcida y atenta. La quimera colombina y vespuciana de signo edénico que se maravilla ante tan prodigiosa biodiversidad: “351 mamíferos, 1.360 aves, 341 reptiles, 284 anfibios, 1000 peces de agua dulce, 791 peces marinos, 14.292 plantas superiores. “De estos millares de especies de la biodiversidad venezolana se han aprovechado cientos para satisfacer la sensibilidad humana: perlas, oro, piedras preciosas, maderas de tinte, telas de algodón, fibras vegetales, aves y mascotas, plumería, cueros, remedios, cacao, Café, tabaco, flores, maderas preciosas, caucho, balatá, abonos, sebos, que han irrumpido sostenido en el comercio con España y otros países europeos.” 36

Los hombres del siglo XVI, un siglo que quiere creer, según dijo Lucien Febvre, se abruman ante la magnificencia tropical que los hace ver al Paraíso Terrenal bíblico colocado en la península de Paria, una como geografía mítica, trasmutación de la tropicalidad a lo edénico que Colón y Vespucio compartieron. Hasta el mismo Humboldt se hizo eco de tan espectacular creencia.37

El algodón americano fue verdadero deleite para los descubridores europeos. Colón lo avizora en la isla de Trinidad y Paria. Las artesanías elaboradas en algodón por los caquetíos de Chichiriviche fueron de admiración de los cristianos.38 Fue la ciudad de El Tocuyo, situada en el semiárido occidental, donde se gesta la primera protoindustria textil en Tierra Firme. 39 Con el algodón se impone el “recato cristiano” del obispo Rodrigo de Bastidas y la necesidad de cubrir la desnudez de los naturales.40

  1. El Lienzo Tocuyo

En la “Ciudad Madre de Venezuela”, El Tocuyo, se elaboraba ya desde el siglo XVI, año 1550, en talleres u obrajes textiles, el muy famoso Lienzo Tocuyo, tela burda, producto de alta calidad hecho de algodón, y a veces con lana de ovejas, que se exportaba muy lejos, pues iba a dar hasta el norte de la Argentina, Chile central y Perú, Riohacha, Tunja, en Nueva Grabada, Colombia, y las islas del Caribe, así como también a España y otros países europeos, nos refiere Ermila Troconis de Veracoechea. Con él se elaboraba ropa, camisas, mantas, paños, toallas, sábanas, forros de colchones, delanteras de cama, costales o sacos donde se empaquetaba el papelón. Fue una apreciable protoindustria algodonera situada en el estado Lara, Venezuela en tiempos coloniales, iniciada durante el mandato del Capitán General y Gobernador de la Provincia de Venezuela Juan Pérez de Tolosa, 1545-1547.

Estos obrajes tocuyanos, dice Cunill Grau, los más importantes del país durante los siglos XVI y XVII, resultaron de la confluencia de la habilidad de los aborígenes para con el algodón, planta americana, y los telares artesanales traídos por los españoles. Obrajes hubo en Quíbor, los Humocaros Alto y Bajo, Yacambú, Chabasquén. Los cristianos enseñaron a los indios a hilar algodón, una técnica hasta entonces desconocida en tierras americanas. Hubo obrajes muy grandes. La encomendera tocuyana Felipa de Mora, refiere el investigador chileno-venezolano Pedro Cunill Grau, tenía en 1653 en sus haciendas uno de ellos que ocupaba 250 aborígenes, en Humocaro más de 100 indios coyones, y en Quíbor más de 150 indígenas ayaguas, camagos y gayones.

El lienzo tocuyo ganó prestigio con gran rapidez. Llegó incluso a ser utilizado como moneda en época de escasez de efectivo en monedas de cobre con un valor de un peso por cada cinco varas, y animó las ferias dominicales en la plaza mayor de El Tocuyo colonial. Se empleó, agrega Cunill Grau, en las duras tareas mineras en los Andes americanos y jornaleros agrícolas y urbanos. Jugó de esta manera el famoso lienzo, creemos nosotros, un papel análogo al de la mezclilla con la que se elaboraron los jeans en Estados Unidos en su incontenible avance hacia el Oeste. Incluso, su nombre indígena, Tocuyo, aparece en el Diccionario de la Lengua Española, 2010, página 1.272.

Este lienzo fue a dar a las ferias andinas y centros mineros de Suramérica a lomos de las muy fuertes mulas y burros tocuyanos, barquisimetanos y caroreños, los que tanto exaltó nuestro Mariano Picón Salas. Eran esas mismas mulas que se disputaban los jerarcas de la Iglesia Católica durante la Colonia, y que al despuntar el siglo XIX iban a ser el medio de transporte de los ejércitos libertadores que salieron de Venezuela bajo la conducción de Bolívar y Sucre.

Hay en esta bella historia de nuestra artesanía colonial un elemento clave a destacar: la religión. Recordemos que los cristianos pensaron en el siglo XV y XVI haber llegado al Paraíso Terrenal y que sus habitantes, los indios americanos, vivían en estado de naturaleza, casi desnudos, mostrando sus hermosos cuerpos cobrizos. Pero esa admiración inicial dio lugar al recato en el vestir luego de que en España se realiza el Concilio de Trento en el siglo XVI. Se obligaba desde entonces a los indios “cubrir sus desnudeces” para asistir a los actos religiosos y misas dominicales. De tal manera se forja una representación teatral absoluta entre los aborígenes americanos, dice el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría, al verse obligados a los aborígenes vestir ropas europeas. Nuestra cultura es en ese sentido una teatralidad, pues se vieron obligados los aborígenes a asumir vestidos y conductas que no les pertenecían. Y allí tuvo el Lienzo Tocuyo un papel muy importante en este cambio psicológico en buena parte de Suramérica y las islas del Caribe.

  1. Los placeres perlíferos

La obcecación europea por las perlas venezolanas. Las perlas eran conocidas desde la Edad Media en Europa y eran muy costosas las que procedían del lejano Ceilán y Bahrein, las que se empleaban, escribe Cunill Grau, como ornamento de cortesanos y jerarquías eclesiásticas. Hasta la austera corte de los Reyes Católicos sentía una fascinación por ellas, lo mismo que Carlos V. Los cristianos las trocaban por cascabeles, espejos, trozos de cerámica multicolor valenciana o andaluza. Un desigual trueque que luego se hizo violento, y que motiva los viajes menores de Ojeda, Vicente Yáñez, Guerra, Bastidas y que metió en serios aprietos al Almirante genovés al ocultar los placeres perlíferos de Paria.” 41 La isla de Cubagua llama la atención del soberano borgoñón que era Carlos V y allí se funda la Nueva Cádiz de Cubagua, centro de nuestra primera y efímera gran riqueza. “Esta enorme riqueza de la biodiversidad marina cubaguense atraería a la ciudad-puerto de Nueva Cádiz un número creciente de comerciantes y mercaderes, las perlas llegaban a todos los lugares prósperos del universo euroamericano. Desde el mercado sevillano se revendían a mercaderes y plateros andaluces, y a comerciantes, joyeros y horadadores de Madrid, Venecia, Génova, Núremberg, Augsburgo, Amberes, Lisboa y otras importantes ciudades.” 42 Nos estábamos conectando al circuito comercial capitalista temprano y proporcionándole a la vieja y cansada Europa de entonces un nuevo aliento renacentista y mundano.

  1. Pedro Cunill Grau en el semiárido occidental larense venezolano

Fue gracias a nuestro mentor y amigo Dr. Reinaldo Rojas nos encontramos con la figura de hombre bueno y bonachón de Pedro Cunill Grau en la ciudad crepuscular de Barquisimeto, en ocasión de los Congresos Internacionales de Historia. Cuando le hablé de mi procedencia caroreña atisbé en sus ojos un deseo como de niño de visitar el vasto erial caroreño y sus increíbles viñedos emergidos como de magia en la reseca y calcinante Otra Banda, un feliz esfuerzo franco-venezolano; las dehesas de Quebrada Arriba donde el genio humano cruza las razas bovinas del siglo XVI (bos Taurus) con las razas Pardo Suizas europeas para dar origen a la Raza Carora con gran adaptación al trópico.

Como hemos dicho antes, es este hombre austral, trabajador y metódico, quien nos anima a construir una categoría de análisis que tentativamente hemos llamado El genio de los pueblos del semiárido larense venezolano. El semiárido larense venezolano representa una proporción minúscula del territorio de Venezuela, pero ha tenido un enorme significado histórico, social y cultural para el país desde tiempos muy remotos. Digamos que desde esa partícula del nuestra geografía nacional, un 4,5 % del territorio venezolano, se han creado particulares formas de vida para enfrentar la escasez de los recursos naturales desde tiempos precolombinos hasta la actualidad, se generó desde el siglo XVI una política expansiva de conquista y coloniaje para el occidente de Venezuela que llegó incluso a Bogotá, fue el asiento de tres ciudades de enorme irradiación de la cultura de habla castellana y de un catolicismo más de naturaleza canaria que peninsular: el triángulo colonial barroco constituido por la Ciudad Madre de El Tocuyo, Barquisimeto y Carora, en donde se conformó un tipo humano de sensibilidades y expresiones particulares. Esta realidad geo-histórica se proyecta al presente, dándole a esta parte del país unas características idiosincráticas que la definen. Empleando una expresión de Mariano Picón Salas, es una zona o área cultural de acento específico y tono particular. Es que, como dice Reinaldo Rojas de manera muy estimulante, la historia social del semiárido está por realizarse. 43

  1. Pedro Cunill Grau invita a reconstruir los paisajes soterrados de Barquisimeto, Estado Lara, Venezuela

Varios son los interesantes retos que nos propone este sabio ser humano a estas tierras semiáridas del Estado Lara, al occidente de Venezuela, y que plantea en animada y cordial conversación.

El primero, hacer exposiciones volantes de la cartografía de los siglos XVI al XIX. “Por ser Barquisimeto una encrucijada de pueblos y caminos ha sido muy cartografiado desde la época colonial; sin embargo, las versiones de esos mapas no están al alcance de mucha gente”. Pocos saben, agregamos nosotros, que Carora tenía un puerto en el Lago de Maracaibo y que aparece en los mapas del siglo XVIII: Puerto Carora.

El segundo reto: lograr la difusión y comercialización del legado aurífero pre hispánico de los caquetíos. A la usanza de los colombianos, que producen réplicas de las piezas del Museo del Oro de Bogotá, hacer lo propio con lo que describen los documentos del viejo Barquisimeto como los del capitán alemán Nicolás Federmann (Historia Indiana).

El tercer desafío de Cunill Grau, es rescatar por medio de granjas experimentales los focos ancestrales de formaciones vegetales xerófitas. Que la gente conozca y deguste “la herencia de la recogida de raíces como el guaco, el cardón del denominado dato, el cardón de la lefaria, la pitahaya y otras frutas y varias plantas cactáceas.” ¿Quién conoce en Venezuela la pitahaya, el guanajo y la nueza de los Andes larenses?, se pregunta el chileno-venezolano. 

El cuarto reto es rescatar los paisajes del cocuy, la bebida. Acá invita a la iniciativa privada para establecer una ruta de producción y consumo, y retomar la idea de Alberto Pérez de erigir un Museo del Cocuy en Siquisique, Municipio Urdaneta. El agave cocuy está casi diezmado, advierten los ecologistas.

El quinto reto del que habla Cunill Grau es el de establecer micro paisajes de diversidad artesanal. “¿Por qué no ser audaces y reconstruir los lugares de los arrieros y comerciantes de mulas del antiguo Barquisimeto? ¡Encantador! …y que se vendiera los productos allí, como se hacía antes. Ustedes podrían instalar sitios de recuas, exhibición de obras, zapaterías, talabarterías, chinchorros, hamacas.44

En los días que lo conocimos en Barquisimeto, comenté al Dr. Cunill Grau el “conato de magnicidio” al Libertador Simón Bolívar ocurrido en Carora en agosto de 1821, poco después de la decisiva Batalla de Carabobo. Después de mucho bailar tomó Su Excelencia una bebida muy caroreña llamada resbaladera, preparada con arroz, papelón y agua de azahares, a lo que de seguido sintió fuertes dolores estomacales e indisposición. Sus edecanes pensaron que Bolívar había sido envenenado, lo que no fue así. “Profesor, me dijo emocionado, iré con usted a la ciudad del Portillo a conocer más sobre sobre ese magnicidio frustrado que muy poco se conoce”.

Pero no todo quedó allí, pues igual sorpresa y admiración le provoca cuando le digo que hubo enorme sequía a principios del siglo XX, años 1912 y 1913, que se le denominó “La Paño Blanco”, responsable de una migración desde la Península de Paraguaná, Siquisique y Baragua hasta el Estado Lara y Carora; que en el poblado de Curarigua, Municipio Torres, aun se cultiva un cacao blanco que viene del siglo XVIII; que en los Andes torrenses existe una manifestación folclórica llamada La Bamba, de claras reminiscencias mexicanas y veracruzanas, que se escenifica en El Jabón, Parroquia Torres; que en el elevado Cerro Saroche, Parque Nacional del Semiárido del Estado Lara, florece una orquídea endémica de esos lugares a más de 800 metros de altura. Profesor, lléveme a su tierra, me decían sus ojos. La partida física del Maestro en 2023 ha sido fuerte acicate para investigar tales prodigios naturales e históricos. Es una deuda contraída a su memoria y magisterio.

  1. El genio de los pueblos del semiárido occidental larense venezolano

Apenas es necesario decir que el semiárido larense es el escenario de inigualables manifestaciones sociales y culturales. Hace algunos años comenzamos a pensar, con alguna comprensible y justificable timidez, que los pueblos del estío y el verano casi permanente del occidente de Venezuela están dotados de una antigua y reconocida genialidad y talento. Un espíritu creativo excepcional, sin duda, que tiene fundamentalmente dos grandes vías de acabada y firme expresión: música y literatura. Decimos timidez porque – hasta donde sabemos- aún no se ha logrado una explicación razonada del por qué este pequeño cinco o seis por ciento minúsculo de la geografía del país haya sido solar, linaje de tanto talento y de tan grande espíritu creador que no presentan, lo decimos con cierto pesar, otras zonas de Venezuela.

La sensibilidad venezolana estaría de tal modo incompleta si se omite esta porción larense de la geografía patria que es el espinazo de la Región Barquisimeto colonial, categoría de análisis creada por Reinaldo Rojas, que debería ser trasladada a la Venezuela republicana por otros investigadores.

Ha sido escenario, lo que hogaño se conoce como Estado Lara, de manifestaciones culturales que le dan a la entidad un ethos o personalidad muy específica y distinguible en el cuadro de la cultura nacional. Un ethos al que hemos calificado de colonial, barroco y católico, que se ha venido conformando al socaire de una geografía difícil y huraña, en donde se ha producido, afirma Francisco Tamayo, el más radiante y completo proceso de mestizaje étnico-cultural del país desde tiempos coloniales. Las ideas y métodos que nos aporta Cunill Grau, junto a los no menos importantes de Reinaldo Rojas, nos han iluminado y empujan continuar con este empeño. Es una deuda contraída con el más venezolano de los chilenos.

Tenemos Topofilia.

Prodigioso concepto omniabarcante e inmenso, sin duda alguna, el de topofilia, creado por los geógrafos de la sensibilidad el pasado siglo XX en sus postrimerías, pues nos hace comprender toda aventura humana en cualquier lugar, tiempo y cultura. Tiene una profunda carga ontológica primordial. Sus resonancias bíblicas las podemos encontrar ya en el Génesis bíblico: Dios se compromete en un pacto con Noé y sus descendientes, diciendo que nunca va a destruir la tierra con un diluvio. (Gn.9:8-17). Es el pecto más universal entre los pactos bíblicos, es con toda la humanidad e incluye a los animales y también la naturaleza. La cultura occidental arranca con un mosaico ofrecimiento: la tierra prometida: Yavé dijo a Moisés:

«Márchate de ese lugar tú y tu pueblo que saqué de Egipto; sube a la tierra que yo prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob cuando les dije: Se la daré a tu descendencia. Enviaré delante de ti un ángel para que eche del país al cananeo, al amorreo, al heteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo.». Éxodo 33:1-3.

Hogaño, en el contexto de la globalización, el tema de lugar cobra mayor importancia, una teoría del lugar encaminada a ahondar nuestra relación con el mundo dándole significado y sentido simbólico al espacio de nuestro hábitat. Una pregunta que interroga por la naturaleza del lugar. La especie humana es espacial y espaciante (cargada de sentido y significación). ¿No es, acaso, la globalización una estrategia de ocupación del espacio?

Sobre una primera definición de topofilia como espacio vivido, espacio vivenciado, el geógrafo Yi Fu-Tuan elabora su propia definición del concepto, remitiéndolo a una especie de sentimiento de “apego” (relación emotivo-afectiva, la denomina Tuan) que liga a los seres humanos a aquellos lugares con los cuales, por una u otra razón, se sienten identificados. En tal medida, dicho sentimiento exaltaría algo así como la “dimensión simbólica” del habitar humano y, por lo mismo, expresaría lo que el geógrafo chino-norteamericano denomina: un poderoso “instinto” de pertenencia al mundo o, si se prefiere, de apropiación de él.45

Esta estética del entorno de Yi Fu Tuan y de su más aventajado seguidor en Latinoamérica, el Dr. Pedro Cunill Grau, nos ha motivado comprender, dijimos, esa idiosincrática y particular comarca que es el semiárido larense venezolano y en sus más sentidas y prodigiosas expresiones en la religiosidad católica, música y literatura. Un seco y árido entorno generador de cosmovisiones, economías, estilos de vida y generador de valores, como diría Yi Fu Tuan.46

¿No es, acaso, expresión de topofilia la gigantesca procesión de la virgen Divina Pastora que congrega en 14 de enero de cada año una muchedumbre de 3 o 4 millones de personas en 8 kilómetros de longitud, desde el pueblecito de Santa Rosa a la metrópolis de Barquisimeto, Venezuela? Un espacio amado y ensalzado es el occidental semiárido larense, que cohesionado por un discurso de valores imaginados se da cita allí desde 164 años atrás.

Pedro Cunill Grau, fue entusiasta admirador y amigo del Estado Lara, dice nuestro mentor Reinaldo Rojas, su entusiasta anfitrión y a quien acompañamos en su recibimiento. Dictó varias y animadas conferencias. Recibió la Placa Marc Bloch otorgada por la Fundación Buría, Universidad Lisandro Alvarado y Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Le encantaba nuestra gastronomía y cada vez que venía a Barquisimeto disfrutaba de los sitios más populares y auténticos de la comida larense. Somos una provincia gastronómica marcada indeleblemente por el semiárido. Tierra del Tamunangue, el sisal, el chimó y el cocuy.

Que el gigantesco y apasionado amor de Cunill Grau por Latinoamérica, la comarca más bella del universo, como dijo Darcy Ribeiro, continúe con nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio. Un extraordinario discurso a mitad de camino entre ciencia natural y literatura. Un hombre que se inventó un país en el trópico tras perder el suyo en la austral lejanía. Es nuestro deber seguir la hermosísima y frondosa senda abierta por este gran ser humano que recién volvió a confundirse con la Tierra. Queremos despedir a Don Pedro Cunill Grau con el inspirado primer verso del poemario Mi padre el inmigrante, del poeta Vicente Gerbasi:

Venimos de la noche y hacia la noche vamos.

Atrás queda la tierra envuelta en sus vapores,

Donde vive el almendro, el niño y el leopardo.

Atrás quedan los días, con lagos, nieves, renos,

Con volcanes adustos, con selvas hechizadas.



Fuentes consultadas.

Bibliográficas.

  • Anderson, Benedict (1984) Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo. Fondo de Cultura Económica. México.

  • Blom, Philippe. (2008) El motín de la naturaleza. Historia de la Pequeña Edad de Hielo (1570-1700), Anagrama. España.

  • Bloch, Marc. (1986). Apología de la historia o el oficio de historiador. Fondo Editorial Lola de Fuenmayor y Fondo Editorial Buría. Caracas-Barquisimeto.

  • Braudel, Fernand. (1992) El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Fondo de Cultura Económica, México. 2 vols.

  • Briceño Iragorri, Mario. (2021) El caballo de Ledezma. Colección Bicentenario Carabobo. Caracas, República Bolivariana de Venezuela.

  • -----------------(2007). Mensaje sin destino. Alegría de la tierra. Fundación Editorial El Perro y la Rana. Caracas, República Bolivariana de Venezuela.

  • Cámara de Comercio. Guía Económica y Social del Estado Lara. (1952) Editorial Continente S. A. Barquisimeto. Venezuela.


  • Castro Gómez, Santiago. (2008). La hybris del punto cero. Ciencia, Raza e Ilustración en la Nueva Granada (1750-1816). Fundación Editorial El Perro y la Rana. Caracas, República Bolivariana de Venezuela.

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1 Castro Gómez, Santiago. La hybris del punto cero. Ciencia, Raza e Ilustración en la Nueva Granada (1750-1816). p. 226.

2  Rousseau, Discurso sobre el origen y fundamentos de la desigualdad entre los hombres.

3 Esther Mayoral Campa (https://orcid.org/0000-0003-2085-7020) Dra. arquitecto, profesora contratada doctora del Departamento de Proyectos Arquitectónicos. Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad de Sevilla, España Persona de contacto: esthermc@us.e

4 Guy, Alan. Panorama de la filosofía Iberoamericana. Pág. 196-197

5 Ibid. Pág. 125.

6 Martínez Miguélez, Miguel (2005) El paradigma emergente. Hacia una nueva teoría de la racionalidad científica. pag. 48.

7 Esta diferencia entre el explicar y el comprender la hemos encontrado en Francisco Herrera Luque en su controversial Los viajeros de Indias (1961) donde aplica este médico psiquiatra la fenomenología de Dilthey y Husserl para desde el testimonio de la literatura comprender la carga psicopática y criminal que trajo el conquistador español del siglo XVI. Cortés Riera, Luis Eduardo. La hermenéutica y la fenomenología en Venezuela: Francisco Herrera Luque y Los viajeros de Indias. Viernes, 11 de enero de 2013.

8 París, Liliana. (2023) NARRATIVAS ESPACIALES. Geografía humanística. https://visiones.uniandes.edu.co/lparis/2021/03/12/geografia-humanistica

9 Yi-Fu Tuan. Topofilia, un estudio de las percepciones, actitudes y valore sobre el entorno.

10 Suzza, Noelia. Curso de Extensión Facultad de Bellas Artes Universidad Nacional La Plata, Argentina, 201

11 LEY, 1980, recopilado en Agnew, Livingstone y Rogers 1996, p. 194). 2 LAS CONTINUIDADES   individuos y grupos que los han moldeado a lo largo del tiempo. Mientras tanto, está claro que hay varias formas de interpretar el concepto de biografía del paisaje.

12Horacio Capel, Ediciones del Serbal,2001, 160 págs.

13 Lois González, Rubén C. Una lectura crítica de los escritos de Horacio Capel sobre la geografía y las posibilidades de internet. Revista bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales Universidad de Barcelona.

14 Braudel, Fernand. El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, (1992) Fondo de Cultura Económica, México. 2 vols.

15 Nogué – The interpretation of ordinary landscapes

16 LA GEOGRAFÍA HUMANÍSTICA: EL ESTUDIO DEL MUNDO VIVIDO Y EL HOMBRE “CENTRO DE TODAS LAS COSAS”. “Fundamentos teóricos y metodológicos” Seminario, Problemas Geográficos Contemporáneos Programa de Doctorado en Geografía UPTC - IGAC Panel: La Geografía Humanística y el Posmodernismo. Fundamentos teóricos y metodológicos Flor Ángela Cerquera Escoba.

17 Mensaje sin destino. Alegría de la tierra (2007). págs. 123-125.

18 Miranda. (2016). Monte Ávila Editora Latinoamericana.

19 Suma de Venezuela (2007). Fundación Editorial El Perro y la Rana. Comprensión de Venezuela, Geografía con algunas gentes. Págs. 47-71.

20 Ibid. pág. 47.

21 Pág. 49.

22 pág. 55.

23 Pág. 53-57.

24 Cortés Riera, Luis Eduardo. En Lara nace lo nacional, lo venezolano. El Impulso, Barquisimeto, 18 de enero de 2013.

25 Cortés Riera, Luis Eduardo. Escaneo al semiárido larense venezolano. “La historia social del semiárido está por hacerse.”

26 Mario Vargas Llosa (2005). Prólogo a La idea de Europa de Georges Steiner. Ediciones Siruela. Madrid, España. Pág. 10.

27 La pasión venezolana de Pedro Cunill Grau, por Tomás Straka 30-03-2023 Emisora Costa del Sol 93.1 FM

28 Anderson, Benedict (1984) Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo. P.228 y siguientes.

29 Márquez Alberto. Prólogo a la obra de Pedro Cunill Grau Biodiversidad y recursos naturales venezolanos para el mundo (siglos XV-XIX). Se trata de un resumen sin las imágenes y al que se le omitieron varios capítulos de la obra original de 2007 Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela. Esta segunda versión fue editada por Fundación Editorial El Perro y la Rana, Biblioteca Popular para los Consejos Comunales. Serie Visión de América, Caracas, Venezuela, 2007. 219 págs. Ignoramos de qué manera se decidió empobrecer el grandioso texto original de Pedro Cunill Grau.

30 Damasio, Antonio. El error de Descartes, 1997.

31 Romero García, Oswaldo. Crecimiento psicológico y motivaciones sociales. Pag. 189 y sgts. En: Montero, Maritza (Coord.) Construcción y critica de la psicología social. Anthropos, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central deVenezuela,1994.

32 Praz, Mario. Mnemosyne. El paralelismo entre la literatura y las artes visuales. Taurus, Madrid, 2007, citado por Castiñeiras González, Manuel Antonio. Introducción al método iconográfico, (1998) Ariel. Págs. 9-12.

33 El amargo de Angostura es un ingrediente muy apreciado en la elaboración como bíter (amargo) en cócteles, y también como condimento de sopas y salsas. De sabor amargo con contenido alcohólico del 44,7 % en volumen, se usa en pequeñas cantidades para dar un toque a diferentes mezclas. Fue creado en Venezuela con propósitos medicinales por el médico alemán Johann Gottlieb Benjamin Siegert, dándole el nombre de la ciudad de origen. (Sitio Google Académico). En la fórmula del remozado licor misional incluyó además de la corteza de cuspa, genciana, color y otras especies vegetales, maceradas en aguardiente.

34pag. 69

35 pag. 15.

36 pag. 18.

37 pag. 23

38 Pag. 35

39 Pag. 41

40 Pag. 41-48

41 pag. 51 y siguientes.

42 pag. 51

43 El Impulso. Barquisimeto, 30 de enero de 2023.

44 Diario El Impulso. Barquisimeto, Venezuela, 20 de julio de 2015.

45 Yori, Carlos Mario (1999) El concepto de topofilia entendido como teoría del lugar. Pág. 23.

46 Yi-Fu Tuan. (2007) Topofilia un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno. Introducción. Melusina. España. (Edición original de1974)


El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...