martes, 13 de diciembre de 2022

La Orden Benedictina y los relojes mecánicos fundan el capitalismo moderno


Fue el sociólogo, historiador y economista germano Werner Sombart (1863-1941) quien considera a la orden de monjes trabajadores de la Edad Media, la Orden de los Benedictinos, como fundadores originales del capitalismo moderno (Lewis Mumford Técnica y civilización. Alianza Universidad, Pág. 30 y sgtes.).

 La noción de “espíritu” fue creada por Sombart y su colega Max Weber (1864-1920) para estudiar la mentalidad capitalista, que no se reduce a la estructura económica, como pensaban los marxistas, aferrados al perjudicial determinismo de la economía. Véase de estos autores: Werner Sombart: El apogeo del capitalismo, 2 vols., Fondo de Cultura Eco-nómica, México D. F. El burgués, Alianza Editorial, Madrid. Y de Max Weber su siempre polémico y clásico La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Weber ha sido calificado como el “Marx burgués.”

La regla de la Orden Benedictina, fundada en 529 d.C. por el monje Benito de Nursia, iniciador de la vida monástica, le arrancó la maldición al trabajo y sus enérgicas empresas de ingeniería quizá le hayan robado incluso a la guerra algo de su hechizo. Fueron los Benedictinos en su mejor momento unos 40.000 hombres, los que bajo la regla de la Orden que fundara San Benito, ayudaron a dar a la empresa humana el latido y el ritmo regulares colectivos de la máquina. Una rutina metódica, el hábito del orden mismo y de la regulación formal de la sucesión del tiempo, se convirtió en una segunda naturaleza en el monasterio, a resguardo del caos y la irregularidad reinante entonces. El monasterio fue la sede de una vida regular, y un instrumento para dar las horas a intervalos o para recordar al campanero que era hora de tocar las campanas es un producto casi inevitable de esta vida.

      En el remoto siglo VI San Benito, venerado como santo por católicos, ortodoxos y luteranos, establece las Horas Canónigas dentro de los monasterios, las que crearon una nueva realidad temporal al dividir al día en siete partes, como ordena el Libro de Salmos de la Biblia. Maitines, laudes, tercias, nonas, vísperas, sexta (de donde deriva la palabra siesta), completas, eran las siete horas canónigas. Es como un lejano antecedente de la división del día en las 24 horas que conocemos hogaño.

Los relojes mecánicos.

Los relojes de agua (clepsidra) y de sol que venían de la Antigüedad fueron el primer momento sincronizador de las acciones humanas dentro de monasterios y abadías, medición del tiempo que la venidera civilización capitalista daría buena cuenta. Una irónica paradoja, valora Mumford.

Hacia el siglo XIII aparece un formidable y decisivo invento en Europa medieval: el reloj mecánico. Nada volverá a ser igual desde entonces. Las nubes que podían paralizar el reloj de sol, el hielo que podía detener el reloj de agua en una noche de invierno, no eran ya obstáculos para medir el tiempo. Verano o invierno, de día o de noche, se daba uno cuenta del rítmico sonar del reloj.

El reloj mecánico pronto se extendió fuera del monasterio; y el sonido regular de las campanas trajo una nueva regularidad a la vida del trabajador y del comerciante. Las campanas del reloj de la torre casi determinaban la existencia urbana. La medición del tiempo pasó al servicio del tiempo, al recuento del tiempo y al racionamiento del tiempo. Al ocurrir esto, agrega Mumford, la eternidad dejó poco a poco de servir como medida y foco de las acciones humanas.

El reloj mecánico, no la máquina de vapor, como establecieron los marxistas, es la máquina-clave de la moderna edad industrial. En cada fase de su desarrollo el reloj es a la vez el hecho sobresaliente y el símbolo típico de la maquina: incluso hoy ninguna maquina es tan omnipresente. Hubo antes del reloj diversos tipos de autómatas encantadoramente asombrosos que divertían a algún califa musulmán, pero ahora teníamos una nueva especie de máquina, en la que la fuente de energía y la transmisión eran de tal naturaleza que aseguraban el flujo regular de la energía en los trabajos y hacían posible la producción regular y productos estandarizados.

 

El reloj, además, es una maquina productora de energía cuyo “producto” es segundos y minutos: por su naturaleza esencial disocia el tiempo de los acontecimientos humanos y ayuda a crear la creencia en un mundo independiente de secuencias matemáticamente mesurables: el mundo especial de la ciencia. Será esto el antecedente de la gran revolución de la ciencia del siglo XVII con Galileo, Kepler y Newton.

Alrededor del año 1345 la división de las horas en 60 minutos y los minutos en 60 segundos era ya corriente. A principios del siglo XVI un joven mecánico de Núremberg, Peter Henlein, inventó relojes con muchas ruedas con pequeños pedazos de hierro. A finales de tal siglo el relojito doméstico fue introducido en Inglaterra y Holanda. Como ocurrió con el automóvil y el avión, las clases más ricas fueron las que adoptaron primero el nuevo mecanismo y lo popularizaron: en parte porque sólo ellas podían permitírselo, en parte porque la nueva burguesía fue la primera en descubrir que como Benjamín Franklin dijo más tarde, “el tiempo es oro”. Ser tan regular “como un reloj” fue el ideal burgués, y el poseer un reloj fue durante mucho tiempo un inequívoco signo de éxito. El ritmo creciente de la civilización llevó a la exigencia de mayor poder: y a su vez el poder aceleró el ritmo.

Ahora bien, la ordenada vida puntual que primeramente tomó forma en los monasterios de los Benedictinos no es connatural a la humanidad, aunque ya hoy los pueblos occidentales están tan completamente reglamentados por el reloj que constituye una “segunda naturaleza”, considerando su observancia un hecho natural.

Contra el reloj.

El tiempo ha triturado nuestros huesos y músculos en aras de una creciente competitividad y productividad capitalista que no muestra pausas. En los Estados Unidos ha nacido un potente movimiento antisistema que pregona volver al descanso, predica el Evangelio del Descanso. Lo lidera una afrodescendiente originaria del Deep South, Tricia Hersey, quien ha fundado el Ministerio de la Siesta y se ha autoproclamado Obispa de la Siesta. Sus seguidores son legión en tiempos de pandemia, al grito de “No a la cultura del trajín”, que aconseja el sabático digital y la sabrosa siesta hispana. Capitalismo y supremacismo blanco, afirma la Obispo de la Siesta, son los responsables de los males que sufre la sociedad al sacralizar el trabajo hasta la extenuación, en una insensata lucha contra el reloj.

 

 

 

lunes, 12 de diciembre de 2022

Expedito Cortés, defensor de la vida


El padre Félix Quintana daba unos sermones muy curiosos y que pocos entendían, allá en la andina y apacible población de Sanare, en la la ya lejana década de los años 1940, cuando Venezuela recién salía de la larga noche gomecista. Sus sermones impresionaron a un niño cuando reclamaba con vehemencia este levita desde el púlpito que se respetara la Naturaleza como creación de Dios, y advertía a los campesinos de los enormes daños que ocasionaban sus quemas y talas de árboles en las nacientes de los ríos cordilleranos.  No podía sospechar este magnífico sacerdote que su llamado por la protección de nuestra casa natural iba a tener un impacto tan grandioso y durable en Expedito Cortés, mi padre, quien desde esos momentos se convirtió en uno de los más apasionados, reconocidos y entusiastas ecologistas de la Región Centroccidental de Venezuela.

 Cuando Expedito, siendo muy joven, fue designado docente en la Escuela Rural del caserío La Escalera, cercano a las nacientes del Río Tocuyo, “el Nilo de Centroccidente”, recordó las palabras del presbítero Quintana, y al ver el languideciente caudal de la quebrada, acometió junto con sus alumnos de la escuela primaria, la reforestación de sus nacientes. Fue este hecho uno de los primeros actos conservacionistas que se emprendieron en el Estado Lara y, quizás, en el país. Fue un acto ecologista cuando ni siquiera existía la palabra ecología, comentaron unos especialistas.

 Lo que resulta admirable y hasta sorprendente es que esta vocación al servicio y protección de la Madre Naturaleza tenga orígenes religiosos. Me inclino a creer que el reverendo Félix Quintana estuvo influido por las extraordinarias disposiciones de la Encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, instrumento conceptual que le abrió a la Iglesia Católica el mundo de lo social en 1892. La Iglesia se aparta un tanto del inútil ritualismo y del estéril ceremonialismo y sale a la búsqueda de Dios entre los problemas que aquejan a todas las sociedades.

 Y es acá donde aparece el palpitante tema de la destrucción de la naturaleza por el apetito devorador de los seres humanos. La Iglesia Católica se siente comprometida con este nuevo y vital escenario que se le presenta a la humanidad. Y debemos mencionar que ha surgido en el seno de la Iglesia una nueva teología que da la cara a la Naturaleza: la ecoteología, corriente del pensamiento que ha nacido en el país que tiene el mayor y más grave compromiso con el mundo natural, el Brasil contemporáneo. En el país carioca destaca como figura de esta novedosa corriente el sacerdote Frei Betto, a quien se le identifica como abanderado de la ecoteología del siglo XXI. Una alianza de la religión católica, la Teología de la Liberación Latinoamericana con la conservación de los recursos naturales.

 Expedito Cortés profesa una ética conservacionista que le va a acompañar hasta su fallecimiento en 2001. Como católico sincero que era, creyó propicio y necesario proteger la única casa que nos ha proveído el Creador y que es un dilema que no tiene alternativas: destruir o preservar. Sus convicciones religiosas fueron derivando paulatinamente a una especie de panteísmo: todo lo existente es parte de la naturaleza divina. Dios y el mundo natural son una y única cosa inseparable.

 Armado de tan sólidas convicciones, emprende mi progenitor una labor conservacionista sin paralelo en las tierras del semiárido larense venezolano. Reforesta plazas y parques en Carora, El Tocuyo, Quíbor y Duaca, dicta charlas en institutos de educación, crea sociedades de protección al ambiente, de las cuales será la de mayores logros y alcances el Frente Ecológico Regional Lara, realiza Congresos conservacionistas, escribe cuentos ecologistas para niños, defiende al cardenalito (Carduelis cucullata) , y al oso frontino (Tremarctos ornatus),, redescubre la dieta aborigen a base de la nueza (Caryodendrun orinocense), así como a la Uniminarro, una diosa precolombina de las aguas.

 Pero su mayor logro será el de crear en los Andes larenses el Parque Nacional Dinira en 1988, y el Parque Nacional Cerro Saroche, en tierras del semiárido larense, en 1989, en compañía de eminentes figuras de la conservación como Edilberto Ferrer Véliz, Robert Smith, Reina Mejías, Leobaldo Acurero, Joel Meléndez, Mirla Coronado, Otto Chávez, el Chino Lau, Miyel Rodríguez.

 A costa de su salud, deteriorada por la bacteria helicobater pilory, que le horadó lentamente su resistente estómago, seguía Expedito su incansable labor en defensa de nuestro hábitat. Madrugaba y emprendía en soledad largos viajes en su vieja camioneta, contentiva de diversas especies vegetales, que con sus propias manos plantó en las áridas tierras del Estado Lara. Una como resignación franciscana que le llegó a convencerse de que la muerte es también creación divina.

 Se retira de la vida terrena mi padre Expedito Cortés, el 28 de mayo de 2001, hace ya 21 años. Tres institutos de educación, así como una popular calle barquisimetana llevan su nombre, así como la primera promoción de ecologistas de la Universidad Yacambú.  Su extraordinario legado conservacionista espera por ser recapitulado por nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio, tiempo en que la amenaza del cambio climático es dramática realidad y de la cual nos advirtió oportuna y tempranamente Expedito Cortés.

La ecología fue un aspecto en el que se distinguió mi padre, pues también fue escritor, folklorista, político, gremialista, memorialista, animador cultural, amante y protector de la música y de músicos, pedagogo, fundador de instituciones, “Maestro de Monte”, como le gustaba autodenominarse. De ello nos referiremos en posteriores oportunidades.

A Expedito Cortés le sonrió la diosa fortuna al haber nacido en 1923, año en que vieron luz también cuatro eminentes caroreños y torrenses: los Maestros universales de la guitarra Alirio Díaz y Rodrigo Riera, el inmenso poeta Alí Lameda, el compositor Valentín Carucí. En consecuencia, es 1923 “Año Eje de la cultura caroreña, larense, venezolana y universal”. Debemos estar preparados de antemano para celebrar orgullosa y festivamente tan importante Centenario de la Cultura del Semiárido Larense Venezolano.

Carora, Estado Lara,

 República Bolivariana de Venezuela,

11 de diciembre de 2022.

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 7 de diciembre de 2022

PUENTE REDONDO: EL SIMBOLISMO DELAPELLIDO ZUBILLAGA. Dedicado a Cristóbal “Toba” Zubillaga


Tanto el mito como los símbolos han sido rechazados por el racionalismo de Occidente.  Los mitos, sin embargo, crean y suponen dimensiones de mundo, y todo por absurdos que puedan parecer, encierran unos valores de verdad.  El símbolo, por su parte, es paradigma del ser y posibilita en cierto modo que las cosas sean.  Es la idea en su sentido originario, el arquetipo o forma primigenia que vincula el existir con el ser.  Los símbolos están en el centro, en el corazón de esta hermana gemela de la razón que es la imaginación; revelan los secretos de los inconsciente, conducen a los resortes más ocultos de la acción, abren la mente a lo desconocido y a lo infinito.  Estos fenómenos han sido estudiados desde el siglo XIX por Ed Von Muller, D. T. Wundt, y en el siglo XX por Lévy-Bruhl, Glaber, Eichhorn, Baver, Strauss, Eliade, Freud, Jung y Lévi-Straus, entre otros (1).

 Para Carl Gustav Jung, discípulo y luego disidente de Freud, la motivación inconsciente no varía de cultura a cultura, como sostenía su maestro.  Se opone a este relativismo cultural en su teoría del inconsciente colectivo que sería la más honda y universal motivación humana.  Desde que el hombre es hombre simboliza en imágenes y mitos de carácter universal.  En todas partes es la madre el símbolo de lo que nutre y protege; y el padre lo es del poder, de la ley, de lo temible.  La serpiente personifica astucia y seducción.  A estos símbolos ancestrales de significación universal los llama Jung arquetipos, de los cuales está hecho el inconsciente colectivo.  Ahora bien ¿Por qué nos interesa esta doctrina tan altamente interesante?

 

Tal interés viene por efecto del apellido Zubillaga, el cual y según refiere José Antonio Sangróniz de Castro en su obra Familias coloniales de Venezuela, significa en vascuence “Puente redondo” (2).  El escudo de armas de la familia, según el autor de Heráldica vasca, Don Carlos de Guerra que los parlantes eran: un puente de oro de tres arcos sobre ondas de agua; orla de plata, con ocho jabalíes negros (3).  La historia del símbolo atestigua que todo objeto puede revestirse de un valor simbólico, ya sea natural (piedras, metales, árboles, frutos, animales, fuentes, ríos y océanos, montes y valles, plantas, fuego, rayo, etc.  O sea abstracto (formas geométricas, número, ritmo, idea, etc).  Para Jung el símbolo no es ni una alegoría, ni un simple signo, sino más bien “una imagen apta para designar lo mejor posible la naturaleza oscuramente sospechada del espíritu”; y agrega “el símbolo no encierra nada, no explica, remite más allá de sí mismo hacia un sentido aún en el más allá, inasible, oscuramente presentido, que en ninguna palabra de la lengua que hablamos podría expresar de forma satisfactoria” (4).

 

El puente, los puentes son en efecto símbolos preñados de significación, son la expresión de lo que se presiente, pero aún no se reconoce.  Entonces incitan al inconsciente a la participación: engendran la vida y estimulan su desarrollo.  Dicen Chevalier y Gheerbrannt que el simbolismo del puente: en cuanto permite pasar de una ribera a otra, es uno de (los símbolos) más universalmente extendidos.  Este paso es el de la tierra al cielo, el del estado humano a los estados suprahumanos, el de la contingencia a la inmortalidad, el del mundo sensible al mundo supasensible.  Diversas leyendas de Europa oriental hablan de puentes de metal (5).

 

Esta simbología penetró, incluso, al cristianismo: la visión de San Pablo menciona símbolos parecidos.  Es muy notable, agregan, que el título de pontifex, que fue el del emperador romano y continúa siendo el del Papa, significa “Constructor de puentes”.  El pontífice es a la vez el constructor y el puente mismo, como mediador de cielo y tierra (6).  En la tradición galesa existe un aforismo que reza “Quien sea jefe, que sea puente”.  El rey Arturo, como rey, es decir el puente entre cielo y tierra.  En las tradiciones del Islam se describen la travesía del Puente o Sirat que permite acceder al paraíso, pasando por encima del infierno.  Más adelante agregan estos autores:

 

 

Todas estas tradiciones confirman la simbólica del puente: lugar de pasaje y de prueba.  Pero le dan una dimensión moral, ritual y religiosa ( ) la simbólica general del puente y su significación onírica: un peligro a superar, pero igualmente la necesidad de un paso a atravesar.  El puente pone al hombre sobre una vía estrecha, donde encuentra ineluctablemente la obligación de escoger. Y su elección lo condena o salva (7).

 

Veamos ahora las formas y circunstancias en que los hombres y mujeres de la progenie Zubillaga han actuado como mediadores, intermediarios, y en suma como puentes en diversas y distintas situaciones que les han tocado vivir desde que en 1794 llegó el primer Zubillaga a Carora, Don Agustín Luis de Zubillaga como Administrador de la Real Hacienda.  Como funcionario real debió de actuar como un árbitro, un mediador entre la Corona española y sus Súbditos americanos.  Años después, al estallar la Guerra de Independencia tomó partido por la República al servirle como contralor de los Hospitales del Ejército de Colombia, lo que le permitió, dice Perera, hacer todo el bien posible a los que perseguía el gobierno español (8) “que fue un bienhechor de todos aquellos infelices que se les perseguía por afectos al sistema de Independencia” (9).  Su conducta siempre pacífica y cordial le salvó de ser objeto del Decreto de Guerra a Muerte expedido por Bolívar en Trujillo. (10).

 

Uno de sus hijos, José María Zubillaga (Perera), nació en Carora el 20 de agosto de 1808.  Una pequeña biografía escrita en el siglo XX por un descendiente suyo, Cecilio “Chío” Zubillaga Perera, dice que “fue sujeto de bastante distinción en Carora, en diversas actividades de la vida social (11).  Como activo mediador cultural, según la expresión de Michel Vovelle, participó de la cultura de élites, pues se adiestró “en escritura, lectura y números en el Bufete particular de don Agustín” (12).  Como su padre, fue también Administrador de Rentas y gracias a su competencia y honradez fue posible sostener, con el Tesoro local, cinco Escuelas de Primeras Letras en el Cantón.  Años más tarde fue revolucionario contra el gobierno de José Gregorio Monagas, por lo que fue procesado en 1854.  En 1863, en un gesto que caracteriza a los Zubillaga, fue conducido a prisión por el simple hecho de haber protestado contra el saqueo de su pequeña propiedad pecuaria por parte de las tropas federales.  Agrega “Chío” que José María le valió obtener su libertad por sus relaciones amistosas, siempre cordiales y consecuentes con el General León Colina (13).

Ya nos hemos hablado  lo suficiente sobre el Br. Antonio María Zubillaga (1841-1924) unas páginas más atráC y destaquemos ahora un rasgo excepcional y único de la familia Zubillaga al constituirse como los permanentes mayordomos de la Cofradía del Santísimo Sacramento.  En 1828 Agustín Luis de Zubillaga era Alcalde Segundo Municipal y Mayordomo de la Cofradía del Sacramento (14); su hijo, José María, lo era en 1869, oportunidad cuando existían en la ciudad otras nueve cofradías (15). Y en el siglo XX esta saga continuará, pues al morir el Br. Antonio María en 1824, le sucedió como conductor de la hermandad más antigua y famosa de Carora su hijo José María Zubillaga Perera, el cual fue electo para tan importante institución eclesial, aglutinadora de lo social, el día 13 de abril de 1924 (16).  No todo quedó allí pues al fallecer José María le sucedió como Mayordomo del Sacramentado el Sr. Pablo Jesús Zubillaga Herrera, Mayordomo de la Cofradía hasta su fallecimiento en octubre de 1980, y le ha sucedido hasta el presente su hijo mayor Pablo Jesús Zubillaga Carrasco.

 

Quiere decir que desde que el primer Zubillaga en llegar a Carora se anotó como hermano de la cofradía del Sacramentado, el 15 de febrero de 1803 (17) hasta los días que corren, han transcurrido 202 años en los que la familia Zubillaga, han dirigido la Cofradía más antigua, de mayor renombre y cantidad de cófrades.  Han sido dos siglos en los que esta notable estructura de solidaridad de base religiosa ha soportado y sobrevivido al pensamiento ilustrado, al positivismo, discursos del progreso que intentan destronar la eternidad (18).  ¿Qué ha permitido esta notable pervivencia?  En un primer lugar y como ya lo hemos destacado, Carora ha sido un pueblo reconcentrado, cerrado al exterior y que se cocinó en su catolicismo gracias al rito, a la repetición: vuelta de la fecha sagrada (19) más que la profana, y a la “lectura colectiva” de una lengua sagrada, el latín, ligada a un orden de poder ultra terrenal (20).

 

El historiador colombiano Germán Arciniegas nos dice en su Bibliografía del Caribe, obra publicada por vez primera en 1945, que Francisco de Miranda y su destino fue vaticinado por la heráldica.  La descripción de su blasón empieza así: “Un escudo de campo roxo y en él colocados cinco medios cuerpos de doncellas sin adorno. . .” (21).  De modo similar el puente de la heráldica vaticinó el destino de la muy caroreña familia Zubillaga.  Custodios de la fe en la Sagrada Eucaristía, junto a los Párrocos, cuyos ancestros y defectos eran conocidos por todos los oyentes de sus celebraciones, eran todavía los intermediarios directos entre los feligreses y la divinidad.  Es que el gran mérito de las concepciones del mundo  religiosas, tradicionales, dice Anderson, (que naturalmente deben distinguirse de su papel en la legitimación de sistemas específicos de dominación y explotación) ha sido su preocupación por el hombre-en-el-cosmos, el hombre como un ser de especie, y la contingencia de la vida (22).

 

Impulsados por estos sentimientos eternos de lo humano, fundó el Pbro. Dr. Carlos Zubillaga la Cofradía de la Inmaculada Concepción en la Iglesia de San Dionisio en “Homenaje a su divina aparición en Lourdes”.  Con ayuda de su mayordomo ¡otro Zubillaga!, Ramón, celebraba fiestas en honor a Nuestra Señora de Lourdes el 12 de febrero de 1909, e hizo un trono para su imagen que costó 96 bolívares.  Al hacer a Nuestra Señora de Lourdes Patrona de la Parroquia, trajeron floreros de Europa en octubre de 1909 y construyeron una gruta que sirve al altar (23).

 

 

Pero no se crea que las mujeres apellidadas Zubillaga no accedían a cargos de alguna importancia, pues por vía del ejemplo, al morir en 1939 el Mayordomo de esta Cofradía, el Señor Pedro Adrián Zubillaga, fue nombrada sin realizar elecciones como Mayordoma la Señora María Zubillaga de Riera el 30 de abril de 1939 (24).

 

Los Zubillaga, así como el resto de la “godarria caroreña” (la expresión es de Chío Zubillaga) constituían pequeños enclaves de gente alfabetizada entre grandes multitudes de iletrada.  Sacerdotes, sacristanes y mayordomos eran estratos estratégicos de una jerarquía cosmológica cuya cúspide era divina, como personas que sabían leer y escribir, los Zubillaga construyeron la memoria colectiva de un pueblo.  No de otra manera nos hubiésemos enterado que el 12 de abril de 1924 fue nombrado un nuevo Mayordomo de la Cofradía del Sacramentado al morir el Sr. Antonio María Zubillaga y que por votación resultó elegido el Sr. José María Zubillaga Perera, hijo del anterior, por 68 votos, y que, además, José María derrotó a Ramón Pérez Alvarado, quien obtuvo 01 votos, al Dr. Agustín Zubillaga (01 votos) y al señor Juan Bautista Zubillaga (01 votos).  Este acto tuvo por escenario la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista y firmó como su párroco el Pbro. J. Mardoqueo Perera.  El documento va acompañado de 68 firmas de hermanos, de entre las cuales destacan siete de apellidos Zubillaga, a saber Gilberto, Pedro Adrián, Juan Bautista, Carlos Zubillaga Silva, José María Zubillaga Riera, Rosana y Cecilia (26)

 

 

La mano de los Zubillaga registró para la posteridad las misas celebradas por el alma del difunto Br. Federico Carmona (fundador de El Impulso en 1904) el 22 de octubre de 1928 (27), la misa por el difunto hermano Dr. Lucio Antonio Zubillaga (28) (Vicerrector del Colegio Federal Carora); la suma de bs. 15 por 3 misas que se le aplican por los hermanos difuntos Dr. Ramón Pompilio Oropeza (Rector del Colegio Federal Carora), Felipa S. de Meléndez y Matilde S. de Zubillaga Perera el 31 de marzo de 1937 (29), la misa por el difunto hermano José Herrera Oropeza, fundador de El Diario de Carora en 1919.

 

Los amables y gentiles hombres y mujeres de apellido Zubillaga han sido en la historia de Carora verdaderos y efectivos  intermediarios culturales: a medio camino entre la cultura de las elites y la cultura popular, según la expresión del historiador marxista francés Michel Vovelle. Un puente entre los de arriba y los de abajo y que ha tenido su expresión mayor en la figura de Cecilio Zubillaga Perera.

 

El Archivo Zubillaga en 2022.

 

En el presente año de 2002 ha sido trasladado y digitalizado el Archivo Zubillaga, gran logro de la cultura en rescate de la memoria colectiva de Carora y del Municipio Torres. Fue iniciativa del Cantón Carora y del ingeniero Cruz Mario Zubillaga, su celador y quien lo mantenía hasta hace poco tiempo en su hogar.

 

 Un equipo de jóvenes dirigido por la abogada e historiadora por la Universidad de Los Andes y mi exalumna Danny Gómez Timaure, pone en orden y a disposición de investigadores este extraordinario repositorio documental que alguna vez estuvo bajo custodia de Cecilio Chío Zubillaga. Es una labor inmensa y de mucho cuidado que ellos realizan con gran entusiasmo y dedicación.

 

 Ocupa este excelente repositorio documental un amplio y ventilado local de la Diócesis de Carora, frente a la Plaza Bolívar de Carora, por gentil iniciativa del Obispo Carlos Curiel, un hombre sensible a las manifestaciones del espíritu. Un nuevo capítulo de la historia se abre en consecuencia, dije en la oportunidad en que se dio anuncio público de tan magnifica iniciativa, el 2 de noviembre de 2021, en los salones de la Sociedad Regional de Ganaderos de Occidente, Carora. Nuevos aspectos hasta ahora ignorados de nuestro pasado se conocerán entonces. En hora buena.

 

Citas.

 

1 Véase Censillo, Luis. Los mitos, sus mundos y su verdad 1988.  Chevalier, Jean y Alain Gheerbrannt Diccionario de símbolos 1999. Jung, Carl Gustav. El hombre y sus símbolos 1997.  Eliade, Mircea. Tratado de historia de las religiones 2000. “Función de los símbolos” P. 627 y ss. Freud, Seguismund. Obras completas 1948.  Lévi-Strauss Antropología estructural 1976.

 

2 Perera, Ambrosio. Historial genealógico de familias Caroreñas. 1967. T.I. P. 257 y ss.

      Op cit. P. 258.

 

3    Jung, Carl Gustav. El Hombre y sus símbolos. 1997 y un enfoque psicoanalítico de las imágenes muy sugerente se encuentra en Visto y no visto.  El uso de la imagen como documento histórico 2001 de Peter Burke. P. 216 a 218.

 

5.Chevalier y Gheerbrannt.  Diccionario de símbolos. 1999. P. 853.

6.  Ibídem.

5.      Op. Cit. P. 854.

6.      Perera. Op. Cit. P. 259.

7.      Perera. Op. Cit. P. 260.

8.      Op. Cit. P. 261.

 9.      Perera. Op. Cit. T. II. P, 151.

10.  Ibídem.

11.  Ibídem.

12.  Libro Mayor de la Cofradía de Las Ánimas1801-1869. Folio 102v.

13.  Libro Mayor de la Cofradía de Jesús en La columna y Glorioso Mártir San George 1869. F. 7 y 8.

14.  Libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento 1905-1996. F. 85.

15.  Libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento 1786-1836 (N° 89) Folio 94. “Agustín Subillaga, Administrador de la Real Hacienda”.

16.  Cf. Paz, Octavio. Pasión Crítica 1990. Entrevista con Rita Guibert. P. 37 a 103.

17.  Ibid. P. 89.

18.  Anderson, Benedit. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo 1993. P, 30 y 31. 19.  P. 433 de la octava edición, junio 1964. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, Argentina.

20.  Anderson. Op. Cit. P. 27.

21.  Libro de Recibos de la Cofradía de la Inmaculada Concepción.

11-02-1908. Folios 3 al 11.

22.  Ibid. Folio 71.

23.  Bloch, Marc. La Sociedad Feudal. 1961, vol I, P. 83.

24.  Libro 17 de la Cofradía del Santísimo Sacramento 1841-1924. Folio 120.

El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...