“La filosofía, desde Tales hasta Heidegger
termina en callejones ciegos”
Ignacio Burk
INTRODUCCIÓN
El
análisis crítico que nos proponemos hacer sobre Los Viajeros de Indias, del médico psiquiatra venezolano Francisco
Herrera Luque supone una dificultad: como el pensamiento historiográfico
venezolano o bien está enmarcado en la tradición positivista o en el
materialismos histórico, una obra como la que nos proponemos criticar y que no
se ubica en ambas tendencias, ha de producir entonces los consiguientes
desasosiegos que provoca la novedad.
La
fundamentación de esta obra se encuentra más bien en una corriente filosófica
alemana: “la fenomenología o filosofía de la vida”, que por su carácter
marcadamente subjetivista provoca las consabidas reacciones entre los
intelectos volcados hacia lo real-objetivo.
A
nosotros, formados en ámbito de la ciencia social y artificiosamente
distanciada de lo natural, nos ha significado un verdadero reto encarar una
obra que tiene un particular enfoque médico psiquiátrico-filosófico de los
males que aquejan al país.
No
se trata de un análisis completo o totalmente unificado el que aquí
presentamos. Han quedado muchos cabos sueltos que atar en la poliédrica
estructura del ensayo de Herrera Luque. Quedará para otra oportunidad ese vasto
cometido. Bien lo ha dicho el doctor Federico Brito Figueroa al oír nuestras
primeras búsquedas: “esto es para una tesis doctoral”. Ojalá llegue a la
certidumbre este vaticinio tan
estimulante y hermoso.
Sea
éste un agradecimiento al Maestro y al guía, extensivo por igual al profesor
Reinado Rojas que por sus inapreciables recomendaciones y estímulos tan
cálidamente cargados de libertad creadora, han hecho posible este audaz ensayo.
Queremos
aclarar que esta empresa no hubiese sido posible sin la esclarecedora guía
espiritual del profesor de origen alemán Ignacio Burk, quien con su inusual
destreza pedagógica nos condujo por los caminos intrincados y llenos de celadas
de la filosofía. A él, dedico.
Luis
Eduardo Cortés Riera
Barquisimeto,
Enero de 1992
I.
HISTORIA
DE LA OBRA
“Los
Viajeros de Indias” es una de las obras de
juventud de Herrera Luque. Contaba el autor con 34 años cuando en 1961 publicó
este trabajo para ascender a la categoría de Profesor Agregado de la Escuela de Medicina de la Universidad Central
de Venezuela. En 1970, en ocasión de haber publicado la empresa editorial Monte
Ávila, considera su autor que “sigue siendo su obra fundamental"[1]. Los Viajeros produjo inmediatamente los más diversos comentarios
dentro y fuera del país. Dice en el prólogo Herrera Luque que: “Hasta la fecha
(1970), y recopiladas por el autor, hay ciento diez notas, críticas y
comentarios sobre Los Viajeros…[2].
Hubo críticas de personajes de la
intelectualidad nacional, tales como Uslar Pietri, Augusto Mijares, Luis
Beltrán Guerrero. Desde el exterior lo hacen el doctor Juan José López Ibor,
que fue su profesor de psiquiatría en la Universidad de Salamanca, en España y quien es su
mentor intelectual. Otros críticos son Salvador de Madariaga, Germán
Arciniegas, entre otros.
Destaca, en el mismo prólogo, que Los Viajeros no es un pecado de
juventud y que: “Mi prolongado silencio no debe interpretarse como una negación
de lo que dije en mis mocedades"[3]. Se refiere a que en su
momento “hubo críticas feroces e insultantes, sin más fundamentos que ese odio
irracional que sobrecoge a los pensadores de formación precaria”[4].
A nuestra manera de ver, se refiere
Herrera Luque a sus colegas de la
Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela.
Este enfrentamiento tiene como raíz la contraposición entre dos concepciones de
las enfermedades mentales: psiquiatría y antipsiquiatría. tal y como lo
desarrollaremos después y que constituye la médula del presente trabajo crítico.
Antes de Los Viajeros el autor había publicado en 1956 “Bosquejo para una interpretación antropológica de Venezuela”,
trabajo con el cual obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas y que
permanece inédita, como otras obras de Herrera Luque que en lo sucesivo
explicaremos el por qué de ello.
Después de Los Viajeros ha publicado
Las personalidades psicopáticas en 1968, La huella perenne ,1969, en 1972 publica su más grande best-seller Boves el Urogallo, novela histórica que
ya estaba prefigurada en su obra anterior y que tiene que ver con el enfoque
filosófico del autor: la fenomenología, tal como lo desarrollaremos más tarde
en este ensayo. En 1975 aparece su novela La
casa del pez que escupe en el agua, dieciocho años después de Los Viajeros publica Los amos del Valle; entre los años 1981
y 1983 edita la Historia Fabulada, en
1983 aparece La luna de Fausto, y de
1983 es su Bolívar de carne y hueso,
y también Manuel Piar: caudillo de dos
colores, en 1987.; Su obra póstuma, Los
Cuatro Reyes de la Baraja
es del año 1991.
Hemos de destacar que La
Historia Detenida, que es, según el autor, la parte
segunda de Los Viajeros y que
constituyen partes esenciales de “una tesis más amplia sobre el venezolano y su
circunstancia”[5]
jamás se publicó. Las razones de esta situación no la conocemos, pero el autor
dice que: “Como los años pasan y ya no nos atrevemos a asegurar como antes que
en fecha próxima o en cualquier día La
Historia Detenida se habrá de publicar…”
Pero en el prólogo a la edición que
comentamos – Monte Ávila, 1977 – sostiene que: “el pueblo venezolano en sus
orígenes y primeros momentos de su acontecer histórico, fue sometido a una
serie de influencias deletéreas que lo fijaron o estancaron inconscientemente a
un tiempo pretérito”[6].
Que
Creemos que el verdadero homenaje póstumo a Herrera Luque sería el de dar a la
luz esta segunda parte de Los Viajeros,
en la que, hace interesantes interpretaciones del venezolano desde las
perspectivas arquetípicas del Carl Gustavo Jung y de las de Alfredo Adler,
discípulos y luego disidentes de las doctrinas psicoanalíticas de Seguismund
Freud[7]. De la “Voluntad de Poder”
del Adler marxista dice Herrera Luque: “El venezolano, aunque parezca lo
contrario es adleriano, de vencer sus sentimientos de inferioridad hace toda una
vida”[8]. Del otro disidente de
Freud, Jung, el autor toma el concepto de “inconsciente colectivo” , que es una
fuente de neurosis[9] y
dice:
…hay fantasmas históricos que constantemente se
hacen sentir, como es el arquetipo mesiánico del Hermano Mayor, que nos
carcome, de ayudar a los pueblos hermanos (…) arquetipo que parece venirnos de
nuestros padres libertadores, pero que si hurgamos un poco más nos damos cuenta
que esa voluntad de transformación es mucho más vieja: procede de la conquista.
Los libertadores sólo la continuaron (…)[10]
Estas
consideraciones de tipo de la disidencia psicoanalítica no aparece en la obra
que nos ocupa, Los Viajeros, por
ello hemos hecho esta breve digresión ampliatoria para entender el sentido de La Historia Detenida[11]. Pero, en rigor Los Viajeros tienen una orientación
decididamente fenomenológica, más que psicoanalítica, como lo veremos con
detalle después.
II.
IDEAS
PRINCIPALES.
A Los Viajeros de Indias la hemos calificado de una “terapia
fenomenológica y psiquiátrica hasta el siglo XVI”. Como tal entendemos que un
hecho significativo se ha producido en la psiquiatría: que ella ha dejado de
ser últimamente una ciencia médica en sentido estricto. A tales efectos es
pertinente lo que dice el psiquiatra italiano Franco Basaglia: “La psiquiatría
como tal se divide, se desparrama en una asistencia que pasa por las distintas
ramas de las ciencias sociales”[12].
En el caso de Herrera Luque la
curación del enfermo (el venezolano) vendrá si: “ante todo tiene que conocer su
pasado, pero no el pasado formal (…) lleno de falsedades, silencios o de
verdades convencionales”[13].Pero no se trata de la
historia individual, la de un solo paciente en singular, sino que es el pueblo
entero de Venezuela el que, neurótico como es, debe de “ponerse en paz con el
pasado”[14].
Desde allí se ha de producir un
proceso catártico de purificación en la que la “energía psíquica” reprimida,
que emociona anormalmente, se libera. Esta “catexis” o “energía psíquica” es
desconocida por el neurótico para quien resultan incomprensibles[15] y sumergidos sus
contenidos inconscientes. Nótese que Herrera Luque es aquí, en este punto,
abiertamente freudiano, como no lo será en lo sucesivo. En el contexto
freudiano, sin embargo, dice que: “Para que la revelación tenga fuerza
curativa, (…) debe incidir sobre los puntos álgidos que todo hombre guarda en
su biografía y que por dolorosos o traumáticos, niega y rechaza en su
psicoanálisis”[16].Recuérdese
que en este lugar el autor camina parejo con Freud en lo que se refiere al “traumatismo
infantil”, piedra angular del psicoanálisis[17].Es, pues, en la infancia
de la nacionalidad en donde radica el trauma neurotizante del venezolano, que
es en el siglo XVI donde está ubicado ese recuerdo ignorado. Este recuerdo debe
salir a la consciencia para que se pueda producir su remisión:
Cuando la revelación que cura, aflora en la
consciencia, el hombre se sacude en un raudal emotivo (…). Algunos terminan por
aceptar lo que no se quería decir a la postre; otros la rechazan y con ella al
psiquiatra con inusitada violencia (…) que mientras más violento es el rechazo
es tanto más cierto lo que se afirma”[18].
En forma análoga sucedió al doctor
Freud con una de sus primeros pacientes.
Es el caso de la joven que no quería aceptar el estar enamorada de su cuñado[19]. La reacción ante la
revelación de Freud fue desproporcionadamente grande y de enojo. Por ello dice
Herrera Luque que: “Esto es lo que explica la atmósfera de aceptación
entusiasta o de airado rechazo que envuelve a esta obra (…) que dio lugar a
este libro que tiene el lector en sus manos”[20].
Herrera Luque no alcanza a ver que
tal rechazo no tiene el sentido catártico que él le da sino que, entre sus
acerbos detractores se hayan personas que se identifican con otras corrientes
del pensamiento social, esto es, marxistas y positivistas por un lado[21] y la fuerte corriente
médico-psiquiátrica de las Facultades de Medicina del país. No debe olvidarse
el hecho de que la Facultad
de Medicina de la
Universidad Central de Venezuela ha sido un verdadero templo
del saber tradicional de la ciencia, que en ella se alberga una vieja tradición
positivista iniciada por Adolfo Ernst (1878-1899), y continuada por Rafael
Villavicencio (1838-1918), Luis Razetti, José Gregorio Hernádez, entre otros.
La ciencia médica causal no perdonó a Herrera Luque el que tratara de hacer una
psiquiatría sin ir a los hechos objetivos: la anatomía y la fisiología humana.
Dice Juan Liscano en la
presentación de la obra que: “Para algunos especialistas, los puntos de vista
del autor, constituían apreciaciones arbitrarias carente de metodología”[22]. Esto último – de que
carece de metodología – no es en modo alguno cierto, puesto que no es ausencia
de metodología lo que caracteriza a Herrera Luque. El punto es que se refiere a
otra metodología, la que es poco conocida
en el continente. Esta es la fenomenología de Dilthey, Husserl, Scheler.
Heidegger, y que comienza a influir en América desde 1925[23].
La fenomenología es un intento para
derrocar al positivismo – dice Henríquez Ureña – y que nace precisamente en
Alemania para combatir al materialismo histórico. Según Lukács ella se comporta
como “La filosofía de la vida de la Alemania Imperialista”[24].
Así, Herrera Luque para comprender
la carga psicopática del venezolano actual y sus raíces migratorias recientes
inició una búsqueda que lo llevó más a fondo, hasta llegar a los conquistadores
españoles del siglo XVI. La demostración fenomenológica comienza en el libro I
de su obra: “La sobrecarga mental de Venezuela y sus raíces migratorias”, y
desde allí, continúa en la parte II llamada “Psicopatología de los viajeros de
Indias”.
Pero he aquí que ha llegado el
momento de aclarar lo que significa la fenomenología. Para ello hemos extraído
varias citas de algunos autores que usan la comprensión fenomenológica para que
nos ilustren el asunto.
En Venezuela ha sido seguidor de la
fenomenología el historiado de la cultura Mariano Picón Salas, quien para
explicar ese “milagro” histórico que se llama Renacimiento dice que: “ninguno
de esos hilos causales de la realidad logra definir la eruptivo de semejante
emergencia histórica”[25].
El filósofo, psiquiatra e
historiador alemán Karl Jaspers (1883-1969) fiel a la fenomenología de Husserl
afirma que: “surgen cuestiones que no reciben respuesta en ninguna ciencia”[26]. Y el mismo Jaspers,
ahora como historiador, afirma que existió un “tiempo eje” de la historia
universal entre los años 800 y 200
a.C., que ha sido el corte más profundo de la historia.
A tal conclusión llega “sin que esta fuera empíricamente concluyente y palpable,
bastaría que tuviera por base una intuición empírica”[27].
En lo que se refiere a su idea de
la historia, Heidegger escribe: “En
las ciencias históricas del espíritu se ha robustecido la urgencia de
llegar hasta la realidad histórica misma a través de la tradición y su
expresión y trasmisión: la historia de la literatura…”[28]
Como hemos notado, la influencia de
la fenomenología es amplio y “es una tendencia general que se filtra en casi
todas las escuelas”; dice George Lukács[29]. Otros representantes de
la “Filosofía de la Vida”
son Dilthey (1833-1911), Husserl (1859-1938), Simmel (1858-1918), Spengler
(1880-1936), los ya mencionados Jaspers y Heidegger, Ortega y Gasset
(1883-1955), entre otros.
Toda esta pléyade de pensadores se
ubica en lo que se ha llamado genéricamente y, acaso, para mayor comodidad, el
idealismo alemán. Esta filosofía es una reacción contra la fría racionalidad de
la Ilustración
del siglo XVIII. Los ilustrados franceses escribían con mayúscula la palabra
Naturaleza y pregonaban el dominio de ésta por la Razón. Es Kant
(1724-1804), como cumbre de la Ilustración, quien responde a una de las
preguntas más recurrentes de ese período: ¿por qué surge la ciencia? La Crítica de Kant, dice
Burk: “…lejos de acabar con la metafísica, más bien renueva su hechizo. Kant
había señalado, en la Crítica
a la Razón Práctica
una nueva vía hacia la trascendencia: la intuición no racional, sentimental o
vivencial”[30].
Al lado de la “Naturaleza” los
románticos alemanes escriben la palabra “Historia”. Todo ello hace exclamar a
Hegel: “No sólo soy naturaleza, también soy historia”[31]. Hegel (1770-1831) es el
fundador de la llamada lógica trascendental, nos dice que ella permite: “…
razonar “a priori”, con prescindencia de las ciencias fácticas”[32].
A esta particular forma de
filosofar, que da la espalda a los hechos concretos, es a la que se opone el
marxismo, cuyo método de filosofar es la dialéctica hegeliana.
Así, y en aquel sentido de
postergación de las ideas lógicas e intelectuales, nacen los vitalismos de
Dilthey y de Bergson[33] y que constituyen una
nueva forma de metafísica, un nuevo intento de conocer racionalmente el ser,
postura filosófica iniciada en Occidente por el lejano filósofo griego
Parménides (204-450 a.C.)[34]
III.
FUNDAMENTACIÓN
TEÓRICA: Conceptos y definiciones
La
fenomenología se inicia con el pensador alemán Wilhem Dilthey (1833-1911) quien
afirma que “hay razones para distinguir ciencias
naturales y ciencias culturales”[35]. Lo que plantea es una
oposición entre naturaleza y “vida”, entendiendo vida no en el sentido
biológico sino histórico[36]. Esta es la razón por la
que se le ha dado el nombre de “Filosofía de la Vida”, filosofía que tuvo una gran acogida en la Alemania imperialista de
finales del siglo XIX. Esta corriente del pensamiento influyó en todas las
ciencias sociales (ciencias del espíritu los llamó Dilthey), y también a las
ciencias naturales, como lo veremos más adelante.
El psiquiatra
español López Ibor es quien introduce a Herrera Luque en esta particular forma
de “comprender” más no de explicar las enfermedades mentales[37]. Este eminente médico es
autor de notables trabajos de psiquiatría, tales como el del sugerente título
de “La Angustia Vital”, que nos prefigura su comprensión
vital de la locura y de las enfermedades mentales en general.
Dice Herrera
Luque en el prólogo de su obra que: “La mayor parte de los descubrimientos
científicos – como lo afirma Dilthey – fueron precedidos por la intuición”[38]. El comprender es
anterior a la explicación y – dice Lukács – extraña algo irracional[39] y así se entiende por qué
Herrera Luque dice que: “Una fugaz percepción de estudiante de medicina y que
me encadenó por más de veinte años a una imagen con consistencia de saber
verdadero”[40].
Debe entenderse
que la intuición había sido descrita por Kant como una vía hacia la
trascendencia y que ella es para Dilthey el “Órganon” de la intuición[41], la que es – dice Herrera
Luque – “a veces hasta irracional”[42].
No nos extrañe
que nos diga también que: “De analizar (…) los males que nos afligen (…)
observaremos que no hay correlación de causa y efecto”[43]. Lo que viene a
contradecir el problema clásico de la teoría del conocimiento, es decir, dice
Lukács, “el de las relaciones entre la conciencia y el Ser”. Esta negación del
principio de causalidad de las ciencias lo lleva a decir que hasta la
demostración estadística, tanto la directa como la indirecta fracasan como: “el
mejor método para poner a prueba la hipótesis de que Venezuela padece de una
sobrecarga psicopática y, por consiguiente, de toda clase de anomalías mentales
de naturaleza hereditaria”[44].
El procedimiento
estadístico es insuficiente y se revela como incapaz para aprehender un
problema antropológico que será siempre subjetivo. Dice Herrera Luque que: “por
grande que sea el esfuerzo de objetividad al opinar sobre lo social, el hombre
no puede evadirse totalmente de la subjetividad”[45].
Sólo la vida
comprende a la vida. Vida que no puede entenderse desde la óptica de las
“ontologías regionales”, de la ciencia fáctica[46]. La vida que es historia
no es, en este caso, asunto de ninguna ciencia y que ésta se ha mantenido, dice
Heidegger: “aún (la investigación histórica de tipo tradicional) dentro de
“notas puramente oculares…”[47]. Lo ocular es aquí
entendido como lo positivo, el hecho.
Lo genuino de la
vida mental es un asunto ideológico, en el sentido que Dilthey le da a esta
palabra: peculiar, propio[48]. Así dice Herrera:
Esa continuidad figurativa única e
individual que sólo puede captarse a través de la entrevista clínica (…) por
eso el diagnóstico fundamental en psiquiatría continuará recayendo sobre la
entrevista clínica, con todo lo de intuitivo, catatímico y discrecional que
tenga el referido método.[49]
Esta
cita es la que nos lleva a pensar que la psiquiatría de Herrera Luque es una
suerte de “antipsiquiatría”, pero no en el sentido que le dieron los gestores
de este movimiento que se inició en Gran Bretaña, David Cooper y R.D. Laing.
Autores de famosos libros que, según Basaglia, en: “sus descripciones tienen
frecuentemente un aspecto literario con abundantes digresiones filosóficas e
incluso poéticas”[50].
IV.
1.
IDEA DE LA HISTORIA.
Para la filosofía de la vida – ya hemos dicho – la vida tiene sentido
histórico y no biológico. De esta manera los “fenómenos históricos son
vivencias” nos dice Lukács[51].
Herrera se
plantea comprender la vida (en extenso) desde su vida. Pero como no existe
entronque directo de su vida, la que tiene una limitación biológica (natural) y
cronológica, y que la “vida” que él no ha vivido directa ni indirectamente,
habrá de lograr su comprensión a base de sus manifestaciones y testimonios
acerca de ellos. Por ello, dice el psiquiatra venezolano: “…la utilización que
hiciéramos en aquel libro (La Sobrecarga Mental de Venezuela y sus raíces migratorias),
como en éste, de glosas literarias”[52].
Dilthey se
afinca en lo que llamó el “espíritu objetivo”, concebido como categoría central
de la historia[53] porque
lo óntico dirá Heidegger: “es sólo un sector de los entes, y que la idea del
ser abarca lo “óntico y lo histórico”[54]. Y llevando a sus
extremos la concepción fenomenológica de la historia, dice Heidegger con su
compleja prosa que:
El análisis de la historicidad del “Ser
ahí” trata de mostrar que este ente no es “temporal” por “estar dentro de la
historia”, sino que, a la inversa, sólo existe y puede existir históricamente
por ser temporal en el fondo de su ser[55].
Dilthey,
quien saludó a la fenomenología de Husserl como un acontecimiento muy
importante, postuló una: “… Crítica a la
razón histórica – es lo que pretende ser su obra Introducción a las ciencias del espíritu. Aspira a realizar para la
otra mitad del “globus intellectualis” lo que Kant hizo para el conocimiento de
la naturaleza”[56].
Sólo
la vida comprende a la vida y “conclusión: la naturaleza, la explicamos, la
vida anímica la comprendemos”[57]. Y, a fuerza de la razón,
acaba por “considerar supra-históricas las ideas del mundo”[58] como lo acaba de hacer
Heidegger en la cita anterior.
Hay
en Dilthey – como en Herrera Luque – una idea de que la psicología y la
historia deben aparecer indisolublemente ligadas. Esta es la llamada
“psicología comprensiva”, que arranca de la “autognosis” o conocimiento de sí
mismo. La autognosis es la que aplica el psiquiatra venezolano para comprender su propia historia, la que plasmó en Los Amos del Valle, una de sus más conocidas
novelas.
Cuando
la “vida” es ajena y pretérita se apela a la hermenéutica o interpretación histórica de “glosas literarias”,
como llama Herrera Luque al testimonio literario[59].
Desde
Kant la filosofía deja de ser a la manera de Descartes, un psicologismo a lo
“Cogito ergo sum” y se hace “historista”, historismo que para Dilthey es: “(…)
desde luego una doctrina, pero antes de un modo de ser: la conciencia
histórica, tratando de quitarle a término “conciencia” su matiz intelectualista
y doctrinal”[60].
Es
que la verdad de un conocimiento se pone a prueba – dice Herrera Luque – “a
través de la percepción ingenua del todo (…) intuición apriorística
discrecional o catatímica”[61]. La vida sólo se le
reconoce a través de la intuición, y es, además, circunstancia histórica que
llega a ser “resultado” histórico.
Es
una concepción de la historia que da la espalda e intenta ignorar los datos
concretos de la realidad y “no habla para nada de ella” dice Lukács[62]. Por esto declara Herrera
Luque la insuficiencia de las explicaciones económico-sociales[63] y que – continúa este
mismo autor:
Numerosos factores han sido invocados
para explicar nuestra elevada y creciente criminalidad; desde la tentadora y
sobada explicación económico-social hasta los problemas psicológicos que determina en los hogares venezolanos la
ausencia del padre[64].
Arremete
Herrera Luque por igual contra la explicación causal y “de ojo” – como dijera
el Conde de York a Dilthey – de los naturalistas-positivistas[65]. El reclamo de la
fenomenología a la “ciencia de lo dado” es evidente. El Conde York llega a reclamarle a Dilthey que sus
investigaciones: “no acentúan suficientemente la diferencia genérica que existe
entre lo óntico y la historia”[66].
No
puede, entonces, hacerse historia desde las ciencias de la naturaleza porque la
“vida” es historia y, en ningún modo, naturaleza. Tal posición fenomenologista
contra el positivismo también supone una manera de combatir al materialismo
histórico y, con ello, al creciente papel que jugaba la clase obrera en la Alemania de fines del
siglo XIX. Dice Lukács que es este un
ataque sutil – el de la fenomenología – porque:
No puede haber una psicología, como
ciencia fundamental de la historia, pues la psicología de los hombres que
históricamente no puede captarse más que partiendo de las bases materiales de
su ser y de su actividad y, sobre todo, de su trabajo y de las condiciones
objetivas de éste[67].
De
este modo queda en evidencia que Los
Viajeros es un esfuerzo de
interpretación de la realidad histórica, social y de la psicología que no sólo
no se ha puesto “el uniforme del materialismo histórico[68], sino que es por su
carácter irracional, un ataque a las ciencias de lo objetivo, sean éstas
naturales o sociales.
2. LA FENOMENOLOGIA Y LA LITERATURA.
El
tránsito de Herrera Luque desde el ensayo sociológico e histórico de Los Viajeros hacia la literatura es natural
y se entiende como previsible, porque este es un presupuesto ¿lógico? de la
fenomenología[69].
Aquella lejana
intuición de su juventud se convierte en toda una concepción del mundo que es
como genial necesariamente, y además, dice Lukács: “…Privilegio, doctrina
secreta de una determinada aristocracia espiritual, estético-historicista”[70].
Esta primaria
vivencia del joven estudiante de
medicina encuentra su cauce en la psicología comprensiva y en la hermenéutica.
Pero como para Dilthey todos los fenómenos históricos deben ser reducidos a
vivencias, éstas deben producirse en el historiador a través de los testimonios
literarios, sin importar que los juicios estéticos sean en amplia medida
subjetivas[71].
Para ello Herrera Luque recurre a la imagen literaria porque:
El método fenomenológico persigue
plasmar la intuición del autor en un protocolo gráfico, tal como lo hace el
novelista, promoviendo en el lector su reconocimiento, formulando lo ya sabido
en un lenguaje simple, llano, que atiende más a la configuracional que a la
descripción sistematizada de las ciencias experimentales[72].
A la obra literaria no
se le juzga desde el gusto, predilección, antipatías o apetencias personales,
por el contrario, dice el maestro de Herrera Luque, el psiquiatra español López
Ibor: “Dejando hablar los fenómenos, dejando que se exprese lo implícitamente
contenido”[73].
Aquí los
fenomenólogos desconocen la teoría del intelectualismo que admite que objetos y
conceptos nos impone su verdad, obligándonos a tomar cierta postura[74] y se aferran a su
contrario, lo que Ignacio Burk llama: “Voluntarismo, tesis opuesta que sostiene
que la adhesión al contenido del juicio es cuestión de libre decisión por parte
del sujeto”[75].
Este es un
camino abierto a la subjetividad más manifiesta. Intelectualismo y
voluntarismo, ya lo sabemos, no caben en la psicología científica[76]. Ello se debe a que ésta
ha establecido que no hay pensamiento, por intelectualizado que sea, que no
esté impregnado de afectos, dice Burk.
Desde la
psicología descriptiva o comprensiva de Dilthey, Herrera Luque emplea la
llamada hermenéutica: comprensión de la vida ajena y pretérita[77]. A través de ella llega a
hacer el autor de Los Viajeros una
comprensión bastante curiosa de un personaje de nuestra Venezuela colonial que
es totalmente opuesta a la de Mario Briceño Iragorri[78].
Para el
trujillano Briceño Iragorri, Alonso Andrea de Ledezma es un héroe del
incipiente espíritu nacional que comienza a formarse en el siglo XVI; Herrera
lo califica como uno de “nuestros primeros locos”[79]. Briceño le escribe una
novela laudatoria El caballo de Ledezma;
Herrera Luque supone que ante el asalto a Caracas del corsario Amías Preston
“ha debido huir como lo hacen todos”[80]. ¿Vale tanto la ficción
como la historia? O es que, acaso, la historia siempre es presunta. Cuestiones
que abordaremos en otro lugar y que no son pertinentes aquí dado la cortedad de
este ensayo.
El material
literario empleado por Herrera Luque para su original comprensión de los males
que nos aquejan es bastante grande y variado. De entre ellos se destacan los
siguientes autores: los llamados cronistas de Indias, Rómulo Gallegos y sus
novelas Canaima, Cantaclaro, Doña
Bárbara, Ramón Díaz Sánchez Cumboto,
José Rafael Pocaterra Memorias de un
venezolano de la decadencia¸ Teresa de la Parra Ifigenia.
Estos autores son citados sobre todo en el capítulo II: “Fenomenología de las
enfermedades mentales en Venezuela”[81]. Allí dice que: “El loco
en la literatura venezolana es de una constancia obligada, lo mismo que el
criminal y el perverso”[82].
La literatura no
sólo es para Herrera Luque “fantasía creadora; también es experiencia vivida,
presentida o deseada, pero siempre dentro del marco de la propia experiencia”[83]. De esta manera demuestra
cuan atroz, despiadado y criminal es el venezolano. Pero, reflexionemos, ¿No es
acaso posible hacer la misma demostración extrayendo citas de escrituras
sagradas? Véase que la Biblia
y el Corán están llenos de homicidios de todo tipo: filicidios, parricidios y
hasta deicidios. Que a pesar de ello estos libros han sido factor esencial de
integración y control social de dos grandes culturas: la occidental y la
islámica. Cabe decir lo mismo de las obras de Gallegos: son literatura en donde
se transparenta una firme lucha sarmientana entre barbarie y civilización, con prevalencia clara y evidente
de ésta sobre aquella, según el esquema positivista del siglo XIX.
3. LA
FENOMENOLOGIA Y LA BIOLOGIA.
Cualquier lector lego
de Los Viajeros pensará de inmediato
de que se trata de una obra fundamentada firmemente en la ciencia biológica,
que se apoya en las ciencias físico-químicas. No es así, puesto que “las
relaciones entre filosofía de la vida y la biología son harto inconexas” dice
Lukács[84]. Conste que este juicio luckácsiano
se refiere a la biología del siglo XIX. Aún en nuestros días la biología como
disciplina científica se ha visto frecuentemente asediada por la filosofía.
Meyer sostiene que: “El sector de las ciencias biológicas es, sin duda, el más
afectado de ambigüedad que el epistemólogo pueda enfrentar”[85].
Se refiere Meyer
a una “depresión epistemológica” que la condena a fluctuar entre la humildad
experimental (…) y una pretensión “filosófica” que en ninguna otra ciencia
presenta en tono tan polémico[86].
En el siglo
pasado debió de combatir la biología experimental a la llamada “filosofía de la
vida” en especial a la de Bergson (1859-1941) y su Evolución Creadora (1907), que le valió sin embargo, el Premio
Nobel en 1927. Este filósofo francés sostiene que “las investigaciones
científicas no conducen a la verdad del mundo y de la naturaleza”[87], que la biología, la
psicología y la sociología científicas nos enseñan: “…trozos incoherentes e
inmóviles y necropsiados ajenos a la entraña de la vida”[88].
El intelecto, a
base de la razón, sólo explica pero no comprende. La comprensión sólo es
posible intuitivamente: la vida comprende la vida.
En 1971 fue
publicado un libro que causó una gran conmoción en los ambientes intelectuales
del mundo entero. Se trata de El azar y
la necesidad de Jacques Monod[89] con un claro sentido de
vitalista y existencialista. Allí se refiere el biólogo francés a “la rareza de
los seres vivos”.
Y conste que
Monod es uno de los más brillantes genetistas y profesor de College de Francia
y del Servicio de Bioquímica del Instituto Pasteur; además y como si fuera
poco, tal como Bergson, Premio Nobel de Fisiología (1965). A pesar de todo esto
da un salto mortal a la filosofía subjetiva cuando dice que: “…es imposible
imaginar una experiencia que pudiera probar la no existencia de un proyecto, de un fin perseguido, en cualquier
parte de la naturaleza[90].
No nos extrañe
que los filósofos vitalistas hayan, en un principio, rechazado la metafísica en
nombre de lo positivo, lo concreto y lo palpable. Dice Valverde que para: “…ir
a parar a lo más formal o a lo místico, la filosofía vitalista de Bergson fue
un ejemplo singular de esta trayectoria que acabó en el polo opuesto a aquello
donde comenzó…”[91].
Otro tanto
sucedió con el creador de la “fenomenología”, Edmund Husserl (1859-1938) quien,
según Valverde:
…había empezado por ser psicólogo de las
matemáticas, pero luego abandona todo psicologismo (…) para atender a lo
esencial que haya en el pensamiento (…). Así deja la existencia “entre
paréntesis”, para mirar sólo la esencia intuida (…) de puro espectáculo
mental…”[92]
Queda claro que
la fenomenología es una filosofía que es básicamente ajena, y a veces hasta
contradictoria del punto de vista biológico-experimental. Dice George Thinés al
respecto que: “Cualquier intento de reconciliar (biología y filosofía)
significa mezclar conceptos que son radicalmente heterogéneos”[93].
En Herrera Luque
se siente con fuerza el vitalismo, pero ante la aplastante evidencia de la
ciencia y de la biología basada en lo causal, toma el camino intermedio, una
suerte de conciliación que a veces se sujeta en los modelos operacionales de la
ciencia. En otros casos va a dar a un subjetivismo que se desvincula totalmente
de los objetos reales, por ejemplo cuando dice: “Las nuevas tierras son países
de angustia”[94]. Esta
afirmación no permite, en ningún caso, establecer y deducir conclusiones
generalizantes, porque la angustia es un proceso mental en singular. Desde un
firme saber operacional de la biología sentencia que son:
Principios fundamentales bien
establecidos, como son el carácter hereditario de las personalidades
psicopáticas (…) dicha sobrecarga – aunque parezca inusitado – tiene su origen
en la indeseabilidad biológica aportada por los primeros conquistadores
españoles[95].
Como colofón de su
obra dirá que Los Viajeros de Indias son mucho más que un problema
de que estos hombres intrépidos eran sementales. Ni que es, siquiera, “que en
las cromosomas se mantengan perennes, como cantos de lujuria y muerte”[96].
Y como para
sentenciar que no se trata de una explicación solamente genético-cromosomática
que sólo “explica” pero que no comprende, afirme que: “El problema fundamental
de los viajeros de Indias es que ellos escribieron las primeras páginas de la
historia nuestra”[97].
Aquí comienza la
llamada “Historia Detenida”: punto de partida de nuestra inconsciente fijación
y estancamiento nacional a un tiempo pretérito, que nos hace responder a
problemas de la actualidad con esquemas de siglos pasados[98].
La forma
“explicativa” tiene, pues, una limitación y se le emplea de manera adventicia
dentro de un marco de referencia más general que es del tipo comprensivo:
De viajeros de Indias rebosan nuestros
arquetipos. viajeros de Indias son nuestros héroes, aunque se llamen
libertadores, caudillos de montoneras. Los viajeros de Indias no han muerto (…)
todavía agitan e irrumpen en los momentos cumbres de la historia…”[99]
La vida no es
sólo biología, la vida es algo más: es historia.
IV.
CONSIDERACIONES
FINALES
Hay
un enorme abismo insalvable entre los modelos operacionales del mundo y los modelos ontológicos. Sino recuérdese lo del filósofo aristotélico que no
quiso mirar la Luna
valiéndose del telescopio de Galileo porque la razón ya le había indicado lo
que iba a ver.
Hoy
en día está suficientemente asentado que todo humanismo puede y debe ser
científico. Sucede que la ciencia y la filosofía son producto del mismo
espíritu razonador que nació en Grecia. Bernal ha dicho que “solamente mediante
la soldadura de una ciencia social auténtica con la ciencia natural puede
quedar garantizado un control social satisfactorio y progresivo de las
actividades sociales[100].
A la postura en
cierto modo pesimista de Herrera Luque en cuanto a la existencia de radicales
de indeseabilidad biológica que se han de mantener indefinidamente, la ciencia
no sólo ha explorado la intimidad cromosomática y está en la posibilidad de
hacer un mapa genético de la humanidad. El Proyecto Genoma Humano de la UNESCO. En tal proyecto
trabajan grupos de científicos de todo el mundo e intenta conocer la totalidad
de genes que integran el ADN, donde se contiene la información de todo lo que
somos y la herencia que transmitimos a nuestros descendientes. En Venezuela se
ha logrado identificar la llamada “enfermedad de Quíbor”, de carácter genético
y se ha establecido su proveniencia de la etnia jirajara. En el laboratorio de
Genética Humana del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)
ha dicho: “dime de dónde son tus abuelos y te diré qué enfermedades
hereditarias o congénitas albergan tus genes”[101].
En Francia, el
Centro Nacional de Investigaciones Científicas ha identificado recientemente
los mecanismos de transmisión del “X frágil”, principal causa del retardo
mental hereditario, enfermedad mental que tanto ha mortificado a Herrera Luque[102]. Hemos dichos que Los Viajeros no es (ni ha podido ser)
un tratado de genética, y que por lo tanto carece la obra de una explicación de
este tipo.
En cuanto a la
ferocidad, criminalidad y tendencia al incendio, el pillaje y la destrucción
del español del siglo XVI del que habla Herrera Luque[103], la genética ha
establecido, por lo menos desde el año 1970[104], la anomalía
cromosomática del “supermacho”, que tiene un cromosoma sexual masculino
adicional, es de inteligencia normal, pero proclive a robos, actos de violencia
y asesinatos sin motivo.
En otro orden de
cosas, pero dentro de lo “explicativo”, se han establecido otros factores
criminógenos. Basta recordar el famoso informe del Instituto de Salud Mental de
los Estados Unidos (1982), en donde se evidenció que “la violencia televisiva
incita a comportarse en forma agresiva”[105].
Al hacerse la
sociología y la historia como disciplinas científicas han encontrado una enorme
coherencia a la vez que han dilatado sus territorios. Las relaciones entre los
hombres en la sociedad, que es casi el más antiguo campo del conocimiento
humano, sólo muy recientemente y por influencia del marxismo han conseguido
desprenderse de elementos mágicos y religiosos[106].
Esta breve digresión
sirva para dejar por sentado que los enormes y monstruosos índices delictivos,
hechos de sangre y homicidios que sufre Venezuela desde hace tiempo y que se
han incrementado alarmantemente en estos últimos años, sí son un campo de
estudios posible de explicar desde la base metodológica realista de la ciencia.
Ha dicho Burk y
a propósito de la fenomenología, que “la filosofía desde Tales hasta Heidegger
termina en callejones ciegos”[107].
La pretensión de la
filosofía de ser la ciencia fundamental – dice Habermas[108] – ha tenido que ser
abandonada a favor de la física, desde el momento en que aquella no ha sido
capaz de desarrollar y justificar su propia cosmología. La fenomenología hoy en
día ha queda en el museo del pensamiento, pero es evidente que Herrera Luque ha
hecho un impresionantes esfuerzo de conocer nuestra realidad venezolana. El que
lo haya hecho sobre bases falsas no lo descalifica totalmente. Su mérito es de
la constancia, la dedicación y el amor a la Patria.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA DE
FRANCISCO HERRERA LUQUE
(En orden cronológico)
1956
1961
1963
1968
1969
1972
1975
1979
1981-83
1983
1983
1987
1991
|
Bosquejo para una
interpretación antropológica de Venezuela
Los viajeros de
Indias
Las caracterologías y
sus formas clínicas
Las personalidades
psicopáticas
La huella perenne
Boves El Urogallo
La casa del pez que
escupe el agua
Los amos del valle
La historia fabulada
La
Luna
de Fausto
Bolívar de carne y hueso
Manuel Piar: Caudillo
de dos colores
Los cuatro reyes de
la baraja.
(póstuma)
|
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Bernal,
John. Historia Social de la Ciencia. Ediciones
Península Barcelona, 1979.
Biblioteca
Salvat. Psiquiatría y Antipsiquiatría. Salvat
Editores Paidós, Buenos Aires, 1979.
Braudel, Fernand.
La Dinámica
del Capitalismo. Alianza Edit. 1985.
Briceño Iragorri,
Mario. El Caballo de Ledezma. Monte
Ávila Edit. 1972.
Burk, Ignacio. Breve historia de la psicología. Ediciones
“Gaceta de Pedagogía” Nº 1. Caracas S/F.
____________. Filosofía. Ediciones Insula. Caracas
S/F.
____________. Psicología, un enfoque actual. Ediciones
Insula. Caracas, 1972.
Dilthey, Wilhem.
Introducción a las Ciencias del
Espíritu. Fondo Cultura Económica. México, 1982.
Editorial
Universitaria Centroamericana. Introducción
al Pensamiento Sociológico. Costa Rica, 1974.
Freud,
Seguismund. La histeria. Alianza
Editorial. Madrid, 1978.
Heidegger,
Martín. El Ser y el Tiempo. Fondo de
Cultura Económica. México, 1974.
Henríquez Ureña,
Pedro. Historia de la cultura en la América Hispana.
Fondo de Cultura Económica. México, 1975.
Jaspers, Karl. Iniciación al método filosófico. Edición
Selecciones Austral. Madrid, 1977.
__________. Origen y meta de la historia. Editorial
Revista de Occidente C.A. Madrid, 1968.
Laing
R.D.-Cooper D.G. Razón y violencia. Paidós,
Buenos Aires, 1972.
Lombroso, César.
Los criminales. Editorial Tor.
Buenos Aires, 1943.
Lukács, Georg. El asalto a la razón. Editorial
Grijalbo. Barcelona, 1976.
Marías, Julián. Historia de la filosofía. Manuales de la Revista de Occidente.
Madrid, 1966.
Monod, Jacques. El azar y la necesidad. Monte Ávila
C.A. Caracas, 1971.
Piaget, Jean. Tratado de lógica y conocimiento científico.
Editorial Paidós. Buenos Aires, 1979.
Picón Salas,
Mariano. Las Formas y las visiones. Ediciones
Gan-Fundarte. Caracas S/F.
Rojas, Reinaldo.
Evolución demográfica de Barquisimeto. 1era
Edición FUDECO-Fundación Buría. Barquisimeto, 1981.
Sánchez de
Muniaín, Blanca. Freud. Editora
Cinco S.A. Bogotá, 1985.
Thinés, Georges.
Fenomenología y ciencia de la conducta.
Ediciones Pirámide, S.A. Madrid, 1977.
Fuentes
Hemerográficas
El
Nacional. Caracas, 16-11-1991. P. C-1
19-11-1991. P.
C-1
06-01-1992. P. C-4
09-01-1992. P. C-4
|
Pág.
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………. 4
I.
Historia de la Obra………………………………………………………… 5
II.
Ideas
Principales…………………………………………………………… 8
III.
Fundamentación
Teórica…………………………………………………... 12
IV.
1. Idea de la Historia………………………………………………………. 14
2. La Fenomenología y la Literatura………………………………………. 16
3. La Fenomenología y la Biología………………………………………… 19
V.
Consideraciones
Finales……………………………………………………. 22
Bibliografía
Activa…………………………………………………………. 24
Bibliografía
Consultada…………………………………………………….. 25
Fuentes
Hemerográficas……………………………………………………. 26
[1] Op. Cit. Pág. 9
[2] Op. Cit. Pág.
29
[3] Op. Cit. Pág. 9
[4] Op. Cit. Pág.
10
[5] Op. Cit. Pág. 13
[6] Op. Cit. Pa´g. 17
[7] Véase al respecto Freud de Blanca Sánchez de Muniain,
Editorial Carvajal, Bogotá 1985. p.p. 109-120.
[8] Los Viajeros, pág.
18
[9] Véase Burk,
Ignacio. Psicología. Pág. 341
[10] Op. Cit. Pág. 18
[11] Braudel en su obra La
Dinámica del
Capitalismo dice que “quizás haya que descubrir un inconsciente colectivo,
cuya realidad tanto atormentó a Jung
[12] Basaglia, Franco. Psiquiatría y Antipsiquiatría. Salvat
Editores. P. 85
[13] Op. Cit. Pág. 19
[14] Op. Cit. Pág. 18
[15] Burk, Ignacio. Op. Cit. Pág. 329
[16] Op. cit
[17] Cf. La Historia
escrito por Freud y Breuer. Alianza Editorial, Madrid 1978. P. 84.
[18] Op. cit. P. 19
[19] Freud y Brever. Op.
cit. Pág. 85
[20] Los Viajeros´. Pág. 19
[21] Cfr. La
presentación de Los Viajeros, hecha
por Juan Liscano. Pág. 35.
[22] Op. cit.
Presentación
[23] Cfr. Historia de la Cultura en la América Hispana
de Henríquez Ureña. FCE 1975, P. 135.
[24] Cfr. El Asalto a la Razón. Grijalbo S.A.
Barcelona, 1976, P.P. 324 a
336.
[25] Cfr. Picón Salas,
Mariano. Las formas y las visiones.
Fundarte, Caracas. S.F. Pág. 228.
[26] Iniciación al Método Filosófico.
Espasa, Madrid, 1977. Pág. 23.
[27] Cfr. Origen y Meta de la Historia. Revista de
Occidente, Madrid, 1968. P. 20.
[28] Cfr. El Ser y el Tiempo. FCE, México, 1974.
P. 19.
[29] Cfr. El Asalto a la Razón. P. 324.
[30] Burk, Ignacio. Filosofía. P. 210.
[31] Burk, Ignacio. Filosofía. P. 210.
[32] Burk, Ignacio. Filosofía. P. 210.
[33] Cfr. Burk. Op. cit.
Pág. 210
[34] Cfr. Marías,
Julián. Historia de la Filosofía. Revista de Occidente. P. 19.
[35] Cfr. Burk, Ignacio.
Psicología. P. 575.
[36] Cfr. Marías,
Julián. Historia de la Filosofía. P. 369.
[37] Cfr. Los Viajeros. P. 104.
[38] Op. Cit. Pág. 9.
[39]
Lukács, G. Op. Cit. P. 343.
[40]
Op. Cit. Pág. 9.
[41]
Lukács. Op. Cit. Pág. 332
[42]
Op. Cit. Pág. 9.
[43]
Op. Cit. Pág. 9.
[44]
Op. Cit. Pág. 11.
[45]
Op. Cit. Pág. 104.
[47] Op. Cit. Pág. 431.
[48] Véase Burk,
Ignacio. Op. Cit. Pág. 575.
[49] Op. Cit. Pág. 96.
[50] Cfr. Psiquiatría y Antipsiquiatría. Salvat.
P. 45.
[51] Op. Cit. Pág. 348.
[52] Los Viajeros. P. 106.
[53] Dilthey, W. Introducción a las Ciencias del Espíritu. F.C.E.
Páginas introductorias.
[54] Op. Cit. Pág. 434.
[55] Cfr. El Ser y el Tiempo. P. 407.
[56] Marías, Julián. Op.
Cit. Pág. 372.
[57] Dilthey, W. Introducción a las ciencias del espíritu. (Introducción)
[58] Marías, Julián. Op.
Cit. Pág. 372.
[59] Los Viajeros. P. 106.
[60] Marías, Julián. Op.
Cit. Pág. 369.
[61] Op. Cit. Pág. 105.
[62] Op. Cit. Pág. 337.
[65]
Cfr. Lukács, G. Op. Cit. Pág. 354.
[67] Op. Cit. Pág. 341.
[68] Véase: La
presentación de Los Viajeros, por
Juan Liscano. P. 35.
[69] Entre 1961, fecha en que aparece
Los Viajeros hasta 1972 publicará
algunos ensayos de psiquiatría: Las
personalidades Psicopáticas (1968), psiquiatría e historia: 1969, La
Huella Perenne y
en 1972, como su corolario, Boves el
Urogallo 1975, La casa del pez que
escupe el agua 1979, Los Amos del
Valle, 1981: La Historia Fabulada, Manuel Piar, 1987.
[70] Op. Cit. Pág.
[71] Cfr. Burk, Ignacio.
Psicología. P. 529.
[72] Op. Cit. Pág. 103.
[73] Op. Cit. Pág. 104.
[74] Burk, Ignacio. Op.
Cit. Pág. 542.
[75] Op. Cit. Pág. 542.
[76] Op. Cit. Pág. 543.
[78] Cfr. El Caballo de Ledezma. Monte Ávila,
Caracas, 1989.
[79] Op. Cit. Pág. 290.
[80] Op. Cit. Pág. 291.
[81] Op. Cit. Pág. 55.
[82] Op. Cit. Pág. 55.
[84] Op. Cit. Pág. 332.
[85] En Epistemología y biología. Tratado
de lógica y conocimiento. Paidós, Buenos Aires, 1979. P. 13.
[86] Op. Cit. Pág. 13.
[87] Cfr. Burk, Ignacio. Filosofía.
P. 272
[88] Burk, Ignacio. Op. Cit. Pág. 272.
[89] Monod, Jacques. Op. Cit. Monte Ávila, Caracas, 1971.
[90] Op. Cit. Pág. 31.
[91] Valverde, José María. La
mente de nuestro siglo. Salvat,
Barcelona, 1982. P. 42.
[92] Op. Cit. Pág. 42.
[93] Fenomenología y Ciencia de
la Conducta. Ediciones Pirámide S.A. Madrid, 1978.
[94] Op. Cit. Pág. 89.
[95] Op. Cit. Pág. 20.
[96] Op. Cit. Pág. 302.
[97] Op. Cit. Pág. 302.
[98] Tesis central de la segunda parte de Los Viajeros de Indias y que nunca se publicó: La Historia Detenida.
[99] Op. Cit. Pág. 303.
[100] Bernal, J. Historia Social
de la Ciencia. P. 55.
[101] Declaración dada por el Dr. Sergio Arias a El Nacional. Caracas, 19-11-91. P. C-1.
[102] Cfr. Op. Cit. P.P. 62 y 63.
[103] Cfr. Op. Cit. Pág. 143.
[104] Burk, Ignacio. Psicología.
P. 649.
[107] Burk, Ignacio. Breve
Historia de la
Psicología. Gaceta de Pedagogía del IPC Nº 1 Caracas.
[108] Habermas, J. La Filosofía Hoy. Salvat, Barcelona, 1973. P. 16.