sábado, 17 de octubre de 2020

Naudy Edgardo Trujillo Mascia - Historiador de la ganadería en Venezuela


Reflexiona y escribe Naudy Edgardo Trujillo Mascia en una condición privilegiada sobre la historia de la ganadería en nuestro país. Ello se debe a su doble formación como Médico Veterinario, por un lado, y como Historiador, por el otro. Es decir que en su persona se encuentran reunidos los dos ámbitos del conocimiento que hasta ahora se hallan artificialmente separados y divorciados: las Ciencias de la Naturaleza y las Humanidades o Ciencias Humanas. Se trata, pues, de una investigación realizada por nuestro amigo Naudy orientada por el llamado pensamiento complejo,  concepción que comprende que en el mundo todo está entrelazado. El mundo es un todo indisociable, nos advierte el filósofo Edgar Morin.

Cuando conocí a Naudy en el Posgrado en Historia Convenio Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, Universidad Pedagógica Experimental Libertador de Barquisimeto, Fundación Buría,  me dio una grata sorpresa, pues es un excelente docente de la historia de la Medicina Veterinaria en la UCLA, y ya había realizado y publicado algunas interesantes investigaciones históricas sobre la ganadería en el Estado Lara y en su lar nativo, el Municipio Simón Planas.  

El ensayo que nos presenta en esta oportunidad Trujillo Mascia tiene la impronta de lo asimilado en esa Maestría en Historia, a saber, allí entra en contacto con la Escuela de Anales, corriente historiográfica fundada en 1929 por los maestros franceses Marc Bloch y Lucien Fevbre y continuada en Venezuela por los doctores Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas, nuestros mentores. De Anales toma nuestro amigo la llamada Historia de las Mentalidades Religiosas, cultivada con gran éxito por esta Escuela. En ese sentido estudia e investiga Naudy una devoción  milenaria de un santo varón nacido en Asia Menor, actual Turquía y enterrado en Bari, Italia, en el año 343 después de Cristo: San Nicolás de Bari. Destaca de inmediato el enorme poder icónico y el gran capital simbólico de esta figura del cristianismo que ha resistido el ultraje del tiempo, y que se ha insertado íntimamente en la cultura mediterránea de donde nació  y también  en la cultura nórdica, en donde ha tenido un enorme éxito bajo otros nombres, Santa Claus o Papá Noel. 

Con una extrema rigurosidad investigativa, nuestro amigo se interna en la mentalidad de los seres humanos de nuestro pasado colonial, largo periodo de trescientos años en donde se forma el alma nacional, como sostiene Mariano Picón Salas. Existen muchas cosas que desconocemos de nuestro pasado colonial y hay mucho que investigar de esta dilatada etapa que hemos mirado más con telescopio hasta ahora, cuando se trata de mirarla con lupa. Y es esto lo que realiza con maestría Naudy, pues le sigue el camino a la devoción de San Nicolás por nuestra inmensa geografía colombo-venezolana de llanos y montañas durante un largo espacio temporal que llega hasta alcanzarnos.

Se trata entonces de un descubrimiento realizado por Trujillo Mascia que habría agradado en grado sumo a Mariano Picón Salas y a nuestro contemporáneo Pedro Cunill Grau, cultor de la Geografía Humanística en Venezuela. Es un feliz hallazgo que pone de relieve un aspecto hasta ahora descosido: la relación existente entre la devoción a San Nicolás de Bari y nuestra actividad ganadera en 42 localidades de Venezuela y Colombia. Es un santo protector de nuestros rebaños y de nuestros hombres, mujeres y niños que vivieron de la actividad ganadera en inmensas y remotos parajes de nuestra enorme geografía. Brinda como tal el santo varón asiático defensa y amparo ante las asechanzas que la ganadería sufre en todo tiempo: enfermedades, maleficios, abigeato, sequías, inundaciones, guerras civiles.

Hogaño se hace necesario conocer esta advocación que fue tan popular entre nosotros y que dominó nuestra mentalidad colectiva de pueblo agropecuario, rural y analfabeta. En la Venezuela del presente, que es otra muy distinta, a San Nicolás de Bari casi no se le recuerda como devoción legítima y genuina de nuestros campesinos, sino que ha sido suplantado y falseado por la figura rolliza  y de largas barbas, Santa Claus, que viste una indumentaria que jamás lució el Obispo de Myra, y  que sirve para vender esa agua industrial sin alma que viene embotellada: las gaseosas.

Vaya de esta manera las felicitaciones a este gentil y afable caballero que es el Doctor en Historia por la Universidad Central de Venezuela, Naudy Trujillo Mascia, por su muy interesante investigación que nos presenta como cuadernillo, ahora adornado y embellecido por atinadas imágenes del santo varón asiático y mediterráneo que es San Nicolás de Bari, un componente esencial de nuestra vida campesina, labriega, y un constituyente de nuestra formación como pueblo, como Nación. 

Luis Eduardo Cortés Riera.

Carora, noviembre de 2019.

 

 

Edecio Riera: Versátil multiplicador de la cultura

Es sencillamente sorprendente la profunda vocación cultural de mi amigo Edecio Riera, a quien todos llaman con cariño Decho. Ha sido un militante de las luces y de la imaginación desde sus días infantiles en su aldea natal de San Francisco, Parroquia Montes de Oca del Municipio Torres. Lo conocí en 1967  cuando  apoyaba con entusiasmo la candidatura presidencial del Maestro Doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa. Allí se revela ante mis ojos como excelente caricaturista.

No da tregua Decho a su deseo de hacer de Venezuela un país animoso de las letras y de las bellas artes. Por ello se decide por su vocación magisterial, ejerciendo como docente en la praxis fundamental del aula de clases en primaria. Allí su potente imaginación lo compele a crear un admirable método de enseñanza de la lectura completamente original. Cuando lo dio a conocer ante un interesado auditorio en la Zona Educativa del Estado Lara, le recomendé que lo registrara como de su autoría exclusiva y lo llevara  a una empresa juguetera del Estado Yaracuy para que masificara aquel prodigioso artefacto multiplicador infinito del saber y de las luces. Ese ingenio maravilloso espera aún por que se materialice y sería de tal manera un complemento muy oportuno al Método de lectura Yo, sí puedo, que ha usado el Gobierno Bolivariano con enorme éxito para erradicar la peste  del analfabetismo en Venezuela. Todavía estamos a tiempo de lograr este maravilloso propósito.

Y no podía faltar otra faceta de la múltiple personalidad cultural de nuestro amigo Decho, esto es, la de primoroso ejecutante de nuestro instrumento musical de las cuatro cuerdas, de quien ha sido su multiplicador formativo en aulas y auditorios. Organiza eventos melódicos que acompaña con su timbrada voz de barítono.

 Incursiona de igual modo en el arte de las tablas escenificando obras de teatro para un auditorio exigente en grado sumo: los escolares de primaria. Con Vidal Rodríguez, Martín Rodríguez y Jorge Álvarez participa en la fundación del grupo Corpahuaico Teatro, que aún existe.

La pintura y la escultura  han sido de igual manera escenario de la sensibilidad estética de nuestro colega educador, pues hace poco tiempo montó una exposición en Librerías del Sur de Carora de rostros  trabajados en  metal y en altorrelieves de personajes de nuestra cultura: Chío Zubillaga, Simón Bolívar, Jacinto Lara, Pío Alvarado, Rodrigo Riera, Teresa de Calcuta, la Negra Argelia Laya,  y otros. Es un bello trabajo que puede proporcionar  goce estético por el tacto  a los invidentes.

Ahora nos presenta Decho una colección de amenos y bien contados relatos que tienen como materia prima literaria sus vivencias infantiles y juveniles en la aldea del semiárido del Estado Lara que lo vio nacer. Allí resalta una pequeña joya escrita de su mano que relata una invasión de mariposas que se abalanza sobre el poblado y que en vuelo formaban rostros de personas y otras figuras. No dudé en calificar aquello de una hermosa y bien acabada muestra de lo que en literatura latinoamericana se ha dado en llamar “realismo mágico” y que algunos críticos llaman “real maravilloso”. La extraordinaria revista de literatura Carohana, dirigida por Juan Páez Ávila y Gorquín Camacaro, la han agregado a sus páginas virtuales. Coincidieron éstos escritores coterráneos con mi criterio de que es el más creativo y hermoso  de los cuentos de la colección de Decho.

Con estos relatos se incorpora Decho al fértil movimiento cuentístico  que ha nacido en Carora desde hace poco tiempo en las plumas de otros escritores ligados a la Otra Banda torrense: el abogado Gerardo Pérez González y el profesor Alirio Álvarez Díaz, y quienes se hicieron merecedores de sendos premios a las letras. Parece ser que es el cuento el género literario que mejor se adapta a nuestro temperamento.

Vaya pues mi reconocimiento a este novel escritor  que hace su rutilante entrada al escenario  de las letras con esta colección de cuentos que verán la luz editada por el sello editorial del Ministerio de la Cultura en el Estado Lara, el Perro y la Rana, y que no dudo tendrán una calurosa acogida de los lectores, quienes son a la postre los que deciden qué es la buena literatura. Enhorabuena, estimado Decho, pequeño gigante de la cultura.

 

Carora, mayo de 2020.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Libros de Roger Penrose, Premio Nobel de Física 2020


Tengo entre mis manos un maravilloso libro de Roger Penrose, Premio Nobel de Física 2020, que lleva por sugerente título: El camino a la realidad: Una guía completa de las leyes del universo ( originalmente editado por Jonathan Cape, Londres, 2004), que se considera una verdadera biblia de todos los conceptos  de la física moderna,  un completo estado de la cuestión del saber actual y de todos los instrumentos conceptuales para comprender la física, la matemática y las leyes científicas que rigen el universo.

 

Se trata de un voluminoso libro de 1.471 páginas (en castellano editado por Debate, Barcelona, 2006) que alberga una enorme y quizás desproporcionada ambición: dar explicación de todas las leyes que rigen el universo. Es una obra de divulgación de la ciencia, pero termina complicando al lector con abstractas e impenetrables teorías que no están al alcance de la mayoría de los lectores. Sin embargo hay en su contenido algunas partes que sí pueden entenderse con alguna facilidad.

 Comienza la corpulenta obra reconociendo el remoto origen de las matemáticas y la geometría en los griegos Tales de Mileto, Euclides y Pitágoras. Aunque deja deslizar que los helenos se nutrieron del pensamiento de los antiguos egipcios. La egiptomanía es una idea recurrente  que ha llegado a su culmen en el jesuita alemán Atanasio Kircher en el siglo XVII.

De todo se puede conseguir en este corpulento libro que ha sido escrito para un lector que tenga algún conocimiento de física o matemática. Yo, lamentablemente no los tengo, pero me arriesgo a entrarle a semejante prodigio de la concisión y el orden que es este libraco. Es una deslumbrante historia de la matemática y de la geometría y su desarrollo a través de milenios, y revela que Penrose es además de ser un extraordinario científico es también un excelente filósofo. Esta condición es de enorme importancia, puesto que existen filósofos de la ciencia que tienen una muy precaria formación en la ciencia natural.

 Sostiene Penrose que la verdad se encuentra en las matemáticas, tal como lo sostuvo Pitágoras cuando descubre la proporción numérica en la longitud de las cuerdas de un instrumento musical. Reconoce sin embargo que existen teoremas matemáticos que son impresionantes  dechados estéticos, pero  que no guardan relación con el mundo físico, tal como los teoremas del ruso Georg Cantor (1845-1918) y la geometría diferencial del alemán  Bernhard Riemann (1826-1866), así como también que la “teoría de las cuerdas” que sostiene que las partículas subatómicas no son sino estados vibracionales, que no tiene ningún apoyo experimental. Es pura especulación.

En otro lugar echa por tierra las certidumbres del filósofo de la ciencia austriaco Karl Popper (1902-1994) y su criterio falsacionista, tan estimado por nosotros en las ciencias sociales. La  mencionada “teoría de las cuerdas”, por ejemplo, no puede ser falsada, pues no han sido observadas las “supercompañeras” para todas las partículas observadas en la naturaleza. El filósofo de la ciencia argentino Mario Bunge (1919-2020) dice que esta teoría de las cuerdas o Teoría M (Teoría del todo que unifica las cuatro fuerzas fundamentales de la Naturaleza) es sospechosa de pseudociencia. Otro ejemplo intrigante es el argumento del físico británico Paul Dirac (1902-1984) de que existe un monopolio magnético en alguna parte del cosmos, tal teoría es típicamente appopperiana.

Me llama poderosamente la atención el que Penrose no menciona para nada al filósofo estadounidense de la ciencia Thomas Kuhn (1922-1996). He buscado con ansiedad este nombre en su libro, apellido que para nosotros en las ciencias sociales ha tenido una enorme significación. Parece ser que la noción de paradigma (realizaciones científicas universalmente reconocidas) no satisface de ninguna manera a este flamante físico y filósofo británico nacido en 1931.

Para escribir semejante monumento a la ciencia, Penrose emplea una bibliografía inmensa, descomunal, la cual ocupa 50 páginas de su enorme libro. Pero para mi tristeza encuentro que en este lugar no se halla casi ninguna persona proveniente de nuestra cultura en habla castellana. Debe ser una consecuencia de que en Hispanoamérica no tuvimos revolución científica,  ni tampoco tuvimos Ilustración, como sentencia con amargura el mexicano  y Premio Nobel de Literatura Octavio Paz.

 ·         Otros asombrosos y cautivantes libros de Penrose son La nueva mente del emperador publicado por primera vez en 1989. En castellano fue editado por primera vez en 1991, por Grijalbo. En él, Penrose defiende el argumento de que la conciencia humana no es solo algorítmica, y por lo tanto no puede ser modelada mediante una máquina de Alan Turing ni computadoras digitales. El autor señala como hipótesis que la mecánica cuántica juega un papel esencial en la comprensión de la consciencia.

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·         En esa misma línea de pensamiento  escribe Penrose Las sombras de la mente: hacia una comprensión científica de la mente, Editorial Crítica, 1995, en donde prueba que la conciencia no puede ser simulada de forma computarizada. Esta obra ha sido duramente criticada por el profesor de la Universidad de Harvard, el filósofo analítico británico Hilary Putman, quien afirma que Penrose hace un mal uso del Teorema de la incompletud de Gödel en sus especulaciones sobre la mente.

·          ·         Son libros muy interesantes que se leen con amenidad, escritos por este filósofo y científico británico que ha ganado el más prestigioso premio del mundo, el Nobel de Física, a la provecta edad de 89 años por sus aportes a la comprensión de los agujeros negros, una idea inicialmente esbozada por Albert Einstein.

·          ·         Esperamos que con Penrose se inicie un nuevo diálogo entre la filosofía y la ciencia natural, pues el último de ellos lo realizó el filósofo germano Emmanuel Kant a fines del siglo XVIII.

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

Carora,  Venezuela, 14 de octubre de 2020

 

El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...