jueves, 24 de noviembre de 2022

María Cristina Vilanova, la Eva Perón centroamericana


Nos hemos enterado de la interesantísima y novelesca vida de esta aristocrática, culta y hermosa dama centroamericana, gracias a la novela Tiempos recios, escrita en 2019 por el Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa. La novela tiene un escenario histórico determinado: la Guatemala de mediados de siglo XX y el gobierno democrático del militar Jacobo Arbenz entre 1950 y 1954, verdaderos “tiempos recios” entonces.

Como una Eva Perón del Caribe, María Cristina influye notoriamente en el gobierno reformista de su marido, un gobierno que NO ERA comunista, según refiere Vargas Llosa en magnifica conferencia en Google, escenificada en Ciudad de Guatemala. Ella era una niña bien, hija de poderosos hacendados salvadoreños que la enviaron a Europa y Estados Unidos a formarse. Compara la bella joven salvadoreña la situación de esas norteñas latitudes avanzadas con las de Centroamérica: un verdadero abismo. Hablaba varias lenguas y conocía a intelectuales, pintores y músicos de avanzada. Su marido, callado y parco militar de ojos azules, se hace prontamente eco de las poderosas y sugestivas ideas de su hermosa e inteligente esposa.

Guatemala era en los años 1950 un país anacrónico, semifeudal y atrasado, de unos tres millones de almas, el 70 por ciento de los cuales eran indígenas pobres y sin tierras, que hablaban-y hablan- unas 15 lenguas incomprensibles entre ellas. Emprende el joven y apuesto militar una reforma agraria que intenta redistribuir la tierra e incorporar a su país a la modernidad capitalista y liberal, valora Vargas Llosa en esta magnífica video conferencia, pues el peruano es un entretenido y hábil expositor.

       Tras la campaña electoral que condujo a su marido a la victoria, María Cristina Vilanova acompañó a su esposo en todos los actos oficiales a los que eran invitados, tales como como mítines políticos, eventos departamentales, visitas a los hospitales, asilos y centros de beneficencia. Durante la campaña, ella y su esposo, pasaban un tiempo muy limitado con sus hijos.

Fotografía de María Eva Duarte de Perón, primera dama de Argentina, considerada una de las mujeres más influyentes de América en el siglo XX, con dedicatoria para la primera dama guatemalteca.

 La obra social del presidente Arbenz la comanda con grandes aciertos la aristocrática María Cristina Vilanova, para disgusto de ciertos sectores terratenientes conservadores y la Iglesia Católica, sobre todo por sus ideas feministas, todo un sacrilegio en esos días y que seguramente Simone de Beauvoir hubiese aplaudido. Abre reformatorios y escuelas, dispensarios, casas de alimentación, emprende planes de alfabetización.  También contribuyó a la fundación de academias de arte, hospitales, guarderías para madres solteras, empleos para madres. Acompañó a su esposo en todas las actividades oficiales; asimismo, viajó al menos un par de veces a Argentina, como parte de una misión diplomática, además, mantuvo una relación de amistad breve pero intensa  con Eva Duarte  Perón, ya que ambas se caracterizaban militar en el naciente movimiento feminista latinoamericano.

La poderosa y temible CIA de los Estados Unidos comienza a complotar contra el gobierno reformista y NO Comunista -he de subrayar- de su flamante marido. Es la compañía bananera United Fruit Company, un gigantesco consorcio entonces y que NO fue tocada por la reforma agraria de Arbenz, que aparece en la novela Cien años de soledad, quien crea las fake news contra el desgraciado militar reformista y NO socialista, de ascendencia suiza que era Arbenz.  No se inspira el coronel Arbenz para realizar la reforma agraria en Lenin sino en Abraham Lincoln.

Lo acusan falsamente de tener relaciones con la hoy difunta Unión Soviética, potencia militar socialista que desea una cabeza de playa en Centroamérica, para eventualmente apoderarse del Canal de Panamá. Eran los años de la Guerra Fría y del “macarthismo” irracional y ferozmente anticomunista. Estas ideas sin fundamento real, dice el Nobel peruano- se hicieron eco en la gran prensa liberal de Estados Unidos, quien las asume sin sentido crítico. Guatemala aparece como un país delincuente en el escenario mundial gracias a las mentiras y bulos del The New York Times.

El sátrapa de Santo Domingo, el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, “Chapita”, quien en 1960 intentará asesinar al presidente venezolano Rómulo Betancourt, desea colaborar con la CIA para derrocar este gobierno comunista en Guatemala, hecho histórico que emplea Vargas Llosa para construir su aclamada novela de 2019.  Apoya el tirano dominicano al anodino general guatemalteco Carlos Castillo Armas, quien se alza con el poder en 1954 y envía a Arbenz a un terrible exilio que termina en alcoholismo en ciudad de México, cuando muere ahogado en una bañera de un hotelucho en 1971.

La compañera de vida del general Castillo Armas, la seductora Odilia Palomo Paíz, se convertirá, con nombre ficticio, en uno de los personajes centrales de la novela de Vargas Llosa. Tras el asesinato de su esposo en 1957, escapa con un torvo matón dominicano que había sido enviado por “Chapita” para conspirar contra Arbenz y su gobierno democrático. Se dice que presenció el asesinato de su esposo, tal como sucedió con la esposa del presidente Jovenel Moise en Haití recientemente.

La moraleja que deriva de esta historia, dice el Nobel peruano, es que el ejemplo de las reformas liberales del presidente Arbenz ha debido ser defendido por los demócratas, partidarios de las formas capitalistas liberales y no por los comunistas y socialistas, como lamentablemente ha sucedido, se lamenta. Estados Unidos, agrega el escritor peruano, ha debido apoyar las reformas del modelo Arbenz, incluso financiarlas. El golpe de 1954 contra el coronel guatemalteco es un hecho decisivo en la vida histórica latinoamericana. Fue el primer golpe de estado auspiciado por la CIA en Latinoamérica, que radicaliza a la juventud del continente, haciéndolos despotricar y renegar de la democracia capitalista liberal, arrojándolos en brazos del sueño y paraíso comunista. Uno de ellos será el Ché Guevara, quien se encontraba entonces en Guatemala. Sin el golpe de estado contra Arbenz, sentencia el Nobel peruano, posiblemente la Revolución Cubana no se hubiese producido en su radicalidad. Fidel Castro fue en sus inicios socialdemócrata.  

María Cristina Vilanova morirá en 2009 en Heredia, Costa Rica, a la provecta edad de 93 años, después de un tortuoso y extenuante exilio en diversos países que incluyen a la difunta URSS, Francia, Checoeslovaquia, Uruguay, México, Cuba castrista. Una de sus hijas, Arabella, se suicidará en 1965. Sus detractores inventaron que ella como primera dama tenía un amante cubano, lo que desarma psicológicamente a su esposo durante los terribles días del golpe de la CIA, la United Fruit, la Iglesia Católica y la oposición guatemalteca. La famosa canción popular María Cristina me quiere gobernar fue usada por los reaccionarios para burlarse de la pareja Arbenz Vilanova. Asiste a los funerales de su marido en México. Nos deja una interesante autobiografía en el año 2000 titulada Mi esposo, el presidente Arbenz. Al morir en 2009 fue cremada y sus cenizas depositadas al lado de su marido en Ciudad de Guatemala. Esta extraordinaria dama salvadoreña ha sido continuadora en el siglo pasado del feminismo que iniciara en este continente la monja novohispana sor Juana Inés de la Cruz en el ya remoto siglo XVII.

La memoria del coronel Jacobo Arbenz ha sido reivindicada recientemente por el gobierno guatemalteco en 1995, quien pidió perdón por los maltratos e improperios que sufrió durante la presidencia y el prolongado e itinerante exilio sufrido. Una vida absolutamente marcada por la tragedia.

Pero, para tormento de Mario Vargas Llosa, el sueño comunista y socialista no ha dejado de cautivar a América Latina. Mientras escribo estas líneas el mapa de este continente se ha coloreado de rojo desde el Río Grande hasta la Patagonia.

Carora, Venezuela,

 15 de noviembre de 2022.

.

martes, 8 de noviembre de 2022

La Batalla de Argel: El tema como en un espejo


Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

Cuando estudiábamos en la Universidad Central de Venezuela, Caracas, comienzos de la década de 1970, pudimos ver maravillados y también aterrados, una película sobre la terrible y sangrienta guerra anticolonial en el Magreb: La batalla de Argel (1966) por una cortesía de la Federación de Centros de Estudiantes, a pocos días del allanamiento militar que sufriera esa casa de estudios. Hecho dramático que nos marca y da inicio a un perdurable recuerdo del film que nos alcanza. Fue el inicio de nuestro interés por el llamado Medio Oriente y sus cruentas y largas luchas por su liberación del colonialismo europeo que continúan hasta el presente.

En aquellos días la guerra anticolonial contra Francia y el Reino Unido estaban aún vivas y sus líderes gozaban de nosotros respeto y admiración. Fue en el auditorio de la Facultad de Arquitectura de la UCV donde pude ver esta memorable cinta de dos horas de duración, dirigida Gillo Pontecorvo, rodada en 1966 en los mismos escenarios del hecho histórico, una producción italoargelina ordenada por el gobierno del carismático primer presidente de la joven nación y líder del Frente de Liberación Nacional Ahmed Ben Bella, quien defendió con heroísmo a Francia tomada por los nazis durante la segunda guerra mundial.

La guerra de Argelia fue cruenta y brutal. Desde 1830, año en que los franceses se apoderan de Argelia, la lucha por la independencia no iniciará sino a mediados del siglo pasado.  Comienza ella en 1954 con la fundación del Frente de Liberación Nacional (FLN) por excombatientes argelinos por la liberación de Francia del cruento dominio nazi. La ingratitud de los orgullosos galos que no reconocieron el sacrificio de los argelinos en la guerra europea hizo, entre otras motivaciones históricas, nacer el FLN.

La cinta en cuestión es una curiosa mescla de documental y cine de ficción, que acentúa su dramatismo en blanco y negro, de factura impecable, sobre todo en la gravedad de los rostros. Es por ello continuación del movimiento neorrealista italiano del cine de posguerra. Su exhibición en Francia, la potencia colonial, fue vetada hasta 1971 y fue el presidente Pompidou quien finalmente accede a que se exhiba. En España debió esperar la muerte del general Franco en 1975 la proyección. Durante la invasión de Estados Unidos a Irak en 2001, este memorable film, que ganó el Festival Internacional de Venecia (1966), se proyectaba a los soldados para que vieran y aprendieran de la manera en que los paracaidistas franceses diezmaron la rebelión anticolonial a base de crueles torturas y salvajes interrogatorios.

 

Uno de los protagonistas de la afamada película es un delincuente analfabeto magrebí que interpreta el actor Brahim Haggiag, uno de los pocos actores profesionales, llamado Alí la Pointe (1930-1957), que se convierte en decidido y audaz patriota anticolonial al observar mientras estaba encarcelado una cruel escena de muerte ¡en la guillotina! contra un paisano argelino comprometido en la rebelión anticolonial. Se suma a la lucha y tras dramáticas pruebas a las que es sometido para probar su autenticidad, llega a ser uno de los líderes del Frente de Liberación Nacional o FLN. Una toma de conciencia que podemos admirar en un poderoso y largo flashback que dura más de una hora y media, que comienza cuando Ali la Pointe está a punto de ser detenido en un escondite en la Casbash, tras delación de un camarada, junto a otros rebeldes sumamente jóvenes, casi unos niños.  

Relata las duras pruebas a las que habrá de someterse Alí la Pointe para recibir la confianza del FLN y los terribles y mortales métodos que emplean tanto colonialistas como colonizados, tales como voladuras de lugares de distracción europeos por mujeres árabes disfrazadas de francesas, realizadas como atroz venganza por la voladura que sufre el barrio musulmán de la Casbah por parte de extremistas de derecha galos, que mata a niños, ancianos y mujeres inocentes.

Llegan los paracaidistas franceses.

El film sufre de una ruptura cuando ante tanta mortandad y derramamiento de sangre llegan a la colonia magrebí unos temibles 8.000 paracaidistas franceses, enero de 1957, los que son recibidos con vítores y alegría en el Argel europeo. Es un ejército que viene de morder el polvo tras la derrota francesa en Indochina en 1954, batalla de Dien Bien Phu. Es una fuerza, la Décima División de Paracaidistas, con experiencia en combate, liderada por el teniente coronel Jacques Matheu, interpretado por el actor izquierdista Jean Martin, quien ha combatido a los nazis y viene de luchar en Vietnam y en el interior de Argelia, donde se desarrolla otra guerra que no aparece en el film. Autoriza el uso despiadado de la tortura para sacar información y casi desmantela la organización piramidal del Frente de Liberación Nacional.

El FLN responde con una huelga general y se inicia la Operación Champaña, así bautizada por Matheu, que intenta quebrar la huelga haciendo obligaciones masivas a incorporarse a la faena. La huelga que dura varios días intenta llamar la atención de las Naciones Unidas para que reconozca al FLN. El ejército francés obliga a comerciantes a subir las puertas y santamarías, reparte comida y golosinas.  El FLN hace en tanto una profilaxia social intensa, ejecuta proxenetas, persigue borrachos y yoquis (heroinómanos) y realiza matrimonios bajo la ley islámica. Intenta crear legalidad y Estado paralelo.

Algunos detalles de La Batalla de Argel.

El film, que es como continuación del potente neorrealismo italiano de posguerra, se expresa en dos lenguas, francés y árabe tamazight, es decididamente laico, lo que sorprende, pues es Argelia un país mayoritariamente islámico sunnita, y que la religión jugó un papel muy destacado en la guerra anticolonial desde 1954 hasta su final en 1962. Tampoco muestra las otras organizaciones anticoloniales argelinas rivales y a las que tuvo que enfrentar con dureza el FLN en muchas ocasiones para disputarles el liderazgo de la lucha. Los soplones aborígenes al servicio de los colonialistas, que eran legión, son tocados de manera discreta por Pontecorvo. No se hace referencia a los contactos establecidos entre el FLN y los líderes del Vietnam que acababan de derrotar a los franceses en 1954. Los campos de concentración y el uso del napalm son de igual manera casi silenciados, pero es de destacar que sí aparecen los temibles helicópteros de combate sobrevolando la Casbah, que habrían de asumir gran protagonismo en la venidera guerra de Vietnam.

 Los grandes líderes históricos de la lucha y fundadores del FLN, Rabah BitatMostefa Ben BoulaidDidouche MouradMohammed BoudiafKrim Belkacem y Larbi Ben M'hidi, apenas sí son rápidamente mencionados en fotografías en las postrimerías de la película. Mucho menos se aluden o aparecen Ahmed Ben Bella o Houari Boumedianne, quienes asumirían la presidencia de Argelia tras el triunfo y reconocimiento de la república en 1962.

Sorprende la gran cantidad de extras que emplea La Batalla de Argel, así como el magnífico desempeño de ellos en el rodaje del film. No son actores profesionales ninguno. Apenas podemos distinguir realidad de la ficción. Los niños varones realizan unas valerosas acciones en la lucha y son como un refrescante en medio de la cruel y despiadada batalla anticolonial que duró interminables y fatídicos ocho años hasta 1962. Son niños como un reflejo de los filmes El ladrón de bicicletas de Vitorio De Sica o de Roma, ciudad abierta de Rosellini.  

La cinta tiene dos grandes protagonistas que son el pueblo oprimido de la ciudad de Argel, la capital colonial.  El otro será la atmósfera opresiva y en penumbras de la Casbah, sector musulmán donde se desarrolla buena parte del film. Callejuelas estrechas, pasillos y escaleras, escondites del FLN, laberintos que cobran un protagonismo tal que da la idea que son ellos quienes derrotan al colonialismo francés.  

Es una guerra casi absolutamente urbana y de la capital, Argel.  Vegetación, campos y praderas no se ven por ningún lado en el film. Ningún árbol. Ninguna flor. Todo lo que aparece será piedra, asfalto u hormigón, ninguna caravana de camellos como se podría esperar de un film magrebí. Clima y atmósfera serán una sola cosa: no llueve y no hay asomo de ella.

 Ali la Pointe. De vagabundo a patriota.

Es dramática y profunda la metamorfosis que experimenta este inicial vagabundo, boxeador, prófugo del servicio militar y pícaro que se convierte gracias a su valor y arrojo en líder del FLN. Asume el carácter catártico de la violencia revolucionaria, como ha dicho Franz Fanon, que lo libera de la patología del colonizado, teniendo como fundamental arma de lucha la oralidad: es analfabeta. Solo el 10 % de la población está escolarizada en Argelia colonial.

Su rostro es marcadamente magrebí berebere, pómulos salientes, piel acusadamente morena. Uno de los momentos más intensos y dramáticos del film ocurre al inicio de la película cuando Ali es derribado por un jovencito rubio francés tras ser perseguido por un gendarme. Desde el suelo el delincuente dirige una de las miradas más intensas y significativas del cine contra el joven, de apariencia caucásica, y a quien propina un descomunal puñetazo al estómago que lo hace sangrar copiosamente al tiempo que desfallece. Va a dar con sus huesos a la cárcel prisión de Barberousse donde se producirá su radical transformación de vagabundo a revolucionario anticolonial en 1954, el mismo año en que dará inicio la guerra de Argelia tras la derrota francesa en Vietnam.

Ali La Pointe tuvo la oportunidad de rendirse, pero se negó, por lo que él, sus compañeros y la casa en la que se escondía fueron bombardeados por paracaidistas franceses. En total, 20 argelinos murieron en la explosión.5La casa donde prefirió morir antes que rendirse permanece con las huellas de la voladura con explosivos en la que falleció a los 27 años de edad junto a varios acompañantes. Es un héroe nacional de Argelia. De terrorista pasó a ser un patriota. 

Un teniente coronel Matheu muy cartesiano.

En la mitad del film es presentado el jefe de los paracaidistas como rutilante estrella admirada por los franceses de Argel, cuando desfilan el 10 de enero de 1957 en tono abiertamente triunfalista. Porte militar impecable, gafas oscuras, pecho con distintas condecoraciones ganadas en la lucha contra la Alemania nazi, campaña de Italia, guerra de Indochina, guerra en el interior de Argelia. Mucho más guapo que el militar al que encarna en el film.

 Es un hombre curtido por la guerra y que de alguna manera representa el espíritu y la grandeza francesa: una voz en off lo presenta como cum laude en ingeniería en la Escuela Politécnica. Realiza un manejo cartesiano de cuadros, cifras y estadísticas, así como de la situación del país al que se le ha encomendado pacificar. Expone ante los soldados la manera geométrica en que está edificado su enemigo, el FLN.  Los sorprende al afirmar que el problema de la insurgencia más que militar es político.

Muestra siempre mirada y sonrisa muy francesa que lo hacen aparecer agradable, lo que contrasta con las graves y ceñudas caras de los líderes del FLN. En medio de la huelga es abordado por la prensa. Accede de buena manera, no en balde es su patria cuna del respeto a la disidencia. Muy comteanamente les recomienda a fiarse del sentido de la vista, como recomienda el positivismo, para medir el éxito de la huelga general: “Vayan a dar una vuelta, así lo verán con sus propios ojos.”. Su rostro parece descomponerse cuando en el umbral de la puerta de la oficina del prefecto le mencionan las palabras Diem Biem Phu. Le pide a los fablistanes escribir bien para ganar la voluntad política que es más importante que los soldados, al tiempo que les pregunta por qué los Sartres nacen siempre en el otro bando.

En otra sesión de trabajo Mathieu, siempre con un cigarrillo en la boca, compara la estructura del FLN con una tenia (taenia saginata): “si se conserva la cabeza, el Estado Mayor, el cuerpo vuelve a reproducirse”, lo que revela una fundamentación científica de sus pareceres y opiniones, como sugiere el positivismo de Augusto Comte.

Admira la firme hechura moral de sus adversarios y parece próximo a congeniar con ellos, pese a que estuvo a punto de ser asesinado por una mortal bomba, colocada ocultamente en una “inocente” cesta por miembros del FLN, casi al final de la película.

Ya retirado, Jacques Emile Massu, su verdadero nombre, escribe sus memorias en 1971, donde razona el uso de la tortura en un libro titulado La verdadera batalla de Argel, en el que justificó el empleo de la tortura en Argelia sobre la base de las circunstancias del momento y de que la necesidad militar la imponía. Una lluvia de críticas cayó entonces sobre él.

Gillo Pontecorvo: el marxismo visual.

Su experiencia en la resistencia partisana antinazi, hace de este director italiano de origen hebreo y comunista, el director más indicado para realizar un film donde se escenifica una situación análoga a la por él vivida: las invasiones extranjeras. Seguramente tal conocimiento priva en la decisión del gobierno de Argelia republicana elegirlo como director de tan memorable film, que fue nominado a dos Oscar de la Academia.

Fue amigo en París de preguerra de Pablo Picasso, Jean Paul Sartre e Igor Stravinsky. Una vez en la segunda guerra mundial organiza los partisanos en Milán. Terminada la conflagración se inclina por el cine al ver una película de Roberto Rosellini: Paisa (1946). El neorrealismo italiano se observa ya con maestría en sus primeros filmes: La ancha ruta azul (1957). Mucho antes que Steven Spielberg, otro judío, aborda el tema del holocausto en un film de 1959: Kapo (prisioneros a cargo de otros), una película que lo condena al ostracismo ¡por una toma! Creo que el magnífico blanco y negro de La lista de Schindler (1993) se inspira nítidamente en Pontecorvo.

El cine de Pontecorvo se nutre del teórico italiano del cine marxista Umberto Barbaro (1902-1957): Gillo Pontecorvo (1919-2006), cuya obra maestra "La batalla de Argel" (1966) sigue siendo el ejemplo más perfecto de un "realismo reconstruido", el equivalente cinematográfico más puro de la famosa metáfora de Marx de que la "vida del tema" se "refleja idealmente como en un espejo" (1873 Epílogo al Capital, vol. 1), así como del teórico marxista húngaro Lukács (Historia y conciencia de clase) y del médico martiniqueño Franz Fanon (Los condenados de la Tierra) fueron tan centrales en sus perspectivas como el soviético Serguei    Eisenstein (El acorazado Potemkin) o Roberto Rossellini (Roma, ciudad abierta). 

Un balance desde el siglo XXI.

Cuesta trabajo creer que Francia, una potencia imperial que había sufrido una humillación tan enorme bajo la ocupación nazi, extraña derrota, como la llama Marc Bloch, haya descargado contra sus colonias una ferocidad de tal magnitud cuando ellas iniciaron sus movimientos de liberación después de la segunda guerra mundial.

 La Marsellesa se entonaba entonces desde la lejana Asia, el océano Pacifico, África y América del norte y del sur. En su mayor expansión ocupa el Imperio francés unos 13 millones de kilómetros cuadrados. Un Ministerio de Colonias, disuelto en 1946, administraba tan gigantescos y variados dominios, donde se hablaban decenas de lenguas y dialectos, se profesaban distintas religiones, desde el budismo al islam, por unos 150 millones de personas en 1939.

 En casi una década pierde París dos importantes colonias: Vietnam en 1954 y Argelia en 1962. El vasto y orgulloso imperio se desintegra en esa década. Los imperios británicos y holandés sufrirán también este proceso de descolonización masivo que apoyó la hogaño extinta Unión Soviética. Sólo el imperio colonial portugués se mantiene y habrá que esperar hasta 1974 por su disolución definitiva con la incruenta Revolución de los claveles.

  La Guerra de Argelia comenzó en 1954 Argelia fue particularmente problemática para los franceses, dado el gran número de colonos europeos (un millón y medio de pieds-noirs o pies negros) que se establecieron durante los 125 años de dominio francés. El ascenso al poder en 1958 del presidente Charles de Gaulle, héroe de la primera y segunda guerras mundiales, en medio de la crisis, finalmente trajo la independencia a Argelia con los Acuerdos de Évian de 1962. Después de un millón de muertes argelinas consigue finalmente la independencia este gigantesco país del norte de África.

Sesenta años después del triunfo magrebí contra la arrogante Francia, La Marsellesa ha sido abucheada en Orán. En 2001, cuando la selección de Argelia acudió a París para disputar su primer encuentro, La Marsellesa fue recibida con un huracán de abucheos por parte de un público compuesto en su mayoría por descendientes de súbditos coloniales. El partido fue finalmente suspendido tras una invasión del terreno de juego. Se considera al himno de Francia revolucionaria como herencia imperial. Es que, en 1789, dice Eric Hobsbawm, nadie pensaba en Francia en la dictadura jacobina, en el Terror o Termidor de Robespierre o en Napo­león Bonaparte.

 

Carora, Estado Lara,

República Bolivariana de Venezuela,

21 de octubre de 2022.

 


El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...