martes, 12 de marzo de 2013

Maduro y Capriles: dos judíos sefardíes

Los principales candidatos a enfrentarse electoralmente el próximo 14 de abril de 2013, luego de la muerte del Presidente Hugo Rafael  Chávez Frías, Nicolás Maduro Moros y Henrique Capriles Radonsky son de ascendencia judía sefardita. Es decir son parientes y sucesores de los prósperos y talentosos judíos que habitaban la península ibérica durante la Edad Media, y que fueron expulsados de allí por los Reyes Católicos en 1492, coincidencialmente el mismo año en que Colón pisó tierras americanas.
Se les conoce como judíos sefarditas por el nombre que en hebreo los judíos dieron a la Península Ibérica: el sefarad. Allí vivieron en paz y armonía con los cristianos y los moros durante el Medioevo, hasta que la intransigencia y el fanatismo se apoderó de los cristianos, quienes de forma obcecada y miope destruyeron esa modélica convivencia que produjo notables avances científicos, médicos, comerciales y filosóficos. Fue un paradigma de tolerancia que hizo posible, entre otros adelantos, que el pensamiento de los antiguos griegos, Aristóteles sobre todo, se trasmitiera al resto de Europa.

Los semitas llegaron a España a comienzos de la era cristiana. Rápidamente se hicieron boyantes hombres de negocios y hábiles financistas, traductores y cirujanos. Gozaban, incluso de apoyo real en virtud de peculiares talentos -comercio, medicina- pero fueron constantemente amenazados, es cierto, por la saña popular. ¿No eran acaso los asesinos de Cristo? ¿No eran más ricos que todos, y además opresivamente usureros? La Iglesia Católica prohibía la usura y ello ha dado pie para afirmar que el capitalismo no podía prosperar allí.

La ortodoxia religiosa, que siempre tiene un tufo étnico, tales como la pureza de la sangre, y presentándose como fundamental para la idea de España, abrió cauce al antisemitismo. La envidia, la pasión que corroe los pueblos hispánicos, hizo el resto. Nacen los pogroms y el fanatismo verbal que los hizo posibles. En 1391 cuatro mil judíos son asesinados en Sevilla. En Córdoba incendian la sinagoga. Muchos judíos se convirtieron y cayeron en brazos de la Iglesia Católica. Convertidos, los hebreos siguieron siendo sospechosos. Nace la temible Inquisición.

Se ha dicho que el peor error cometido por los Reyes Católicos fue la expulsión de los judíos. Los conversos comenzaron a perseguir a sus connacionales aún con más saña e intolerancia que los propios inquisidores a fin de probar su fidelidad ortodoxa. Torquemada, el gran inquisidor, por ejemplo, era judío.

En 1492, de una población total de siete millones, solo había medio millón de hebreos y conversos. España se privo de muchos talentos y servicios que más tarde necesitaría urgentemente para mantener su estatura imperial, dice Carlos Fuentes. El Edicto de 1492 le cerró de tal manera a España el camino de la modernidad. Los judíos huyeron por toda Europa. En su diáspora Portugal, Francia, los Países Bajos, y también Marruecos, se convirtieron en sus obligados lugares de residencia.

Y fue así como a través de los barcos holandeses se instalarán en las islas que antes eran de la Corona española, Aruba, Curazao y Bonaire, estos judíos sefarditas. Marranos unos, conversos otros. ¿Sus apellidos? Helos aquí: Curiel, Hoheb, Levi, Senior, Fonseca, Da Costa, Gómez, De Lima, López, Meza, Aniyar, Cohén, Mármol, Henríquez, Naar, Pariente, Bendayán, Pinto, Beracasa, Correa, Castro, Namías, Maduro, Moros y Capriles.

De modo pues que estamos a las puertas de una confrontación entre dos judíos sefarditas: Maduro y Capriles. Cada uno representa un proyecto, los que hasta ahora son antagónicos e irreconciliables. Uno socialista, el otro neoliberal. Los hebreos crearon el monoteísmo, contribuyeron a la creación del capitalismo; en los siglos XIX y XX elaboraron el socialismo científico, el psicoanálisis y han enriquecido las artes, las ciencias, el pensamiento. ¡Casi el 30% de los ganadores de los premios Nobel son hebreos!

Ojalá, y es mi deseo profundo y sincero, que tal careo electoral en ciernes tenga un balance positivo en la esfera de la concordia y la convivencia pacíficas. Que la racionalidad, donde los hebreos han hecho prodigios, se imponga a los absurdos y extremistas misticismos, que también salpican con frecuencia a este pueblo. Pueblo que representa, como ningún otro, una verdadera universalidad. Recordemos la sabiduría hebrea cuando dice que “un hombre sabio escucha una palabra y entiende dos”. En ello confío.



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