martes, 22 de febrero de 2022

EL AMIGO DE LOS POBRES- CARORA, 1909

 


Con ese emblemático nombre, todo un programa de acción, funda el curarigüeño Pbro. Br. Lisímaco Arturo Gutiérrez Meléndez un pequeño periódico que verá la luz el primer número el 26 de octubre de 1900, Imprenta Sucre, en la ciudad de Carora, Estado Lara, Venezuela. Se inspira este extraordinario levita en San Antonio de Padua, el santo de los pobres y de los negros esclavos, en la inmortal Encíclica Rerum Novarum (1891) del papa León XIII para llevar adelante una auténtica iglesia social comprometida con los humildes, que se ha tomado (Luis Beltrán Guerrero dixit) como antecedente de la Teología de la Liberación latinoamericana de la década de 1960. Eran los tiempos del gobierno del general Cipriano Castro, quien había pasado por Carora en agosto de 1899 en fulgurante campaña militar que lo conduciría al poder.

El Amigo de los Pobres del 19 de agosto de 1909, su penúltimo año de vida, reseña que el Hospital San Antonio “fundado hace siete años y tres meses, 980 enfermos han sido amparados por las Hermanas y sostenidos con las limosnas de los fieles.”  En la actualidad esta noble institución eclesial ha sido reabierta con éxito, después de un absurdo cierre que propició la “Venezuela saudita” de fines de siglo pasado. Volvieron de manera rutilante las religiosas a hacer el bien entre las clases necesitadas de Carora.

Todo indica que el padre Gutiérrez era un enamorado de las estadísticas numéricas, pues más adelante refiere que 3.591 Acciones de Gracias por distintos favores concedidos por el Glorioso Taumaturgo San Antonio de Padua se han encontrado en el cepo provenientes de Carora, El Tocuyo, Barquisimeto, Duaca, Carache, Cuicas, Trujillo, Quíbor, Curarigua, Arenales, Aregue, Burere, San Francisco, San Felipe, Baragua, Siquisique, Pedregal, Barbacoas, San Pedro, Rio Tocuyo, Altagracia, Muñoz. Estas Acciones de Gracias venían acompañadas la mayor parte con dinero en bolívares, limosnas que tenían como destino invertirlos en el sostenimiento del Hospital San Antonio de Carora, fundado en 1902 con la colaboración entusiasta y decidida del Pbro. Dr. Carlos Zubillaga Perera, quien habrá de fallecer trágicamente, muy joven, en la población de Duaca en 1911, víctima de una cruel execración que lo aparta de su amada ciudad de Carora y de la Iglesia Social que fue de su coautoría.

.  Esta magnífica obra de caridad contaba con el apoyo decidido y entusiasta de las clases acomodadas de Carora. Eran tiempos en que la atención médica de los enfermos era tanto un asunto de la religión que de ciencia médica. No existían los ministerios del ramo médico asistencial. La ayuda en medicamentos provenía del “caritativo cuando generoso y decente señor Jacobo J. Curiel Bravo”, elemento de origen judío sefardita, dueño de la afamada Botica La Americana. Los servicios médicos provenían de los “filantrópicos doctores” Lucio Antonio Zubillaga Zubillaga e Ignacio Jasé Zubillaga Perera, médicos egresados de la Universidad de Caracas.

El Pbro. Br. Lisímaco Arturo Gutiérrez Meléndez funda para la atención de los enfermos y menesterosos, que eran muchísimos, una orden religiosa femenina, las Hijas de San Antonio, “quienes viven haciendo diariamente prodigios de abnegación y sacrificios, lo que no satisface esa gran necesidad debido a la exigüidad y mil más deficiencias del local donde funciona el Hospital San Antonio, que ni siquiera es propio (subrayado nuestro).

 “La Sociedad de San Dionisio Areopagita, sigue diciendo El Amigo de los Pobres, ha acordado la construcción o adquisición de un edificio apropiado para tal fin, a tal efecto ha nombrado una Junta Benéfico Patriota, presidida por el Pbro. Br. Lisímaco Gutiérrez, Primer Vicepresidente General A. Montañez, Segundo Vicepresidente Jacobo J. Curiel, Tesorero Br. Rafael Lozada, Secretario Br. José Herrera Oropeza (quien fundaría el impreso Diario de Carora en 1919), Sub Secretario Antonio Lameda, Vocales: Pbro. José María Nieles, Lisímaco Oropeza, Br. Federico Carmona (fundador del diario El Impulso en 1904), Pedro R. Espinoza, Br. Ramón Riera Álvarez, General F. Bracho Pérez, el poeta Marco Aurelio Rojas, Dr. Ignacio Zubillaga”.

 El Pbro. Carlos Zubillaga Perera, hermano mayor del futuro defensor de los pobres, Cecilio “Chío” Zubillaga Perera, funda una obra piadosa llamada Pan de los Pobres, el 22 de julio de 1900, en la santa iglesia del Calvario. Distribuyó este levita “desde el atrio pan á los pobres y pan bendito a los fieles”. Con el producto de esta piadosa institución “se han sostenido durante siete años la cantidad de 980 enfermos en el Hospicio de San Antonio de Padua y los muchos heridos que quedaron después de la Batalla de El Cascajo (Carora, 25 de octubre de 1901), y que recogidos por el capellán del Hospicio (Pbro. Lisímaco Gutiérrez) fueron socorridos y curados allí.”

El fraile Ramón García Muñoz, Comisario de la Tierra Santa, erigió en la iglesia o capilla del Calvario de Carora una piadosa institución llamada Pía Unión de San Antonio de Padua, ocurrida el 13 de junio de 1906. “Ella se enriquece con innumerables indulgencias otorgadas por los Sumos Pontífices romanos. Se inscribieron en esta obra pía 262 personas de Carora y se deben agregar otras de Aregue, Arenales, Atarigua, Quíbor. Se comisionó a la señora Albina de Jesús Martínez para recoger las limosnas que ella solicita por los lugares de la Otra Banda”, inmenso territorio del semiárido larense, al oeste del río Morere.

Eran los años del Primer Centenario de la Independencia de Venezuela y estaba vivo aún el recuerdo del bloqueo de las costas del país por naves de guerra alemanas, italianas e inglesas entre los años 1902-1903, así como la derrota que sufriera la Revolución Libertadora en Ciudad Bolívar en 1903 de mano de las tropas del general Juan Vicente Gómez. Para ese año venidero de 1910 se anuncia, dice el periódico de los Pbros. Lisímaco Gutiérrez y Carlos Zubillaga, “agenciar los medios para dar a los pobres una casa propia, un Hospital”.

En ese mismo año de 1910 se celebrarán las bodas de plata sacerdotales del Pbro. Br. Lisímaco Gutiérrez Meléndez, quien había estudiado bachillerato en el Colegio particular de La Concordia, instituto dirigido por el Br. Egidio Montesinos en El Tocuyo, que luego toma el hábito sacerdotal de las manos del padre Juan Pablo Wohnsielder (1846-1897) en el semiclandestino Seminario San Agustín de Barquisimeto en los duros años del gobierno del general Antonio Guzmán Blanco, quien inspirado en la filosofía positivista y la masonería  cerró seminarios y expulsó jerarcas sacerdotales del país. Un luminoso y esclarecido hacer eclesiástico que merece nuestra honra y afectos.

Cabe destacar que esta breve e inmensa obra de redención social de los reverendos Lisímaco Gutiérrez y Carlos Zubillaga, llevada a cabo con frenesí e intensidad entre los años 1900 y 1911, se realiza en tiempos sumamente difíciles para el país y para nuestra ciudad. En esos años iniciales del siglo XX la antigua ciudad de Carora cuenta con una población cercana a los 9.000 habitantes y es la capital del extenso Distrito Torres. Es una ciudad con un fuerte movimiento comercial y una intensa actividad artesanal. Los godos o patricios de Carora, clase social minoritaria con rasgos de casta, ocupan el vértice de la pirámide social. Y a ella pertenecen, oh paradoja, estos dos esclarecidos sacerdotes que protagonizan esta experiencia de Iglesia Social entre nosotros.

La pobreza y las enfermedades campean en la ciudad del Portillo de Carora, el analfabetismo supera el 80% de la población y casi no hay dinero circulante, horroroso saldo de las guerras fratricidas que asolaron a Venezuela entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. “Sin alumbrado público, noches oscuras, muchos guapos, muchos descontentos, muchos revólveres, muchos garrotes y mucha mala intención. Los cuadrúpedos, marranos y perros, abundan en las calles de Carora y hasta se les han encontrado dentro de la Iglesia de San Juan. Las armas de fuego y revólveres se llevan al cinto y en las faltriqueras, se hace alarde de ellos como si fueran prendas de lujo. Viejos, jóvenes y adultos los llevan a las visitas, paseos y hasta en la Santa Casa de Dios”, se lamenta amargamente El Amigo de los Pobres, en su número inaugural de 1900. A todo este saldo dramático habría que agregar la terrible y lamentable clausura que sufrió el Colegio La Esperanza o Federal Carora, institución dirigida por el Dr. Ramón Pompilio Oropeza, desde 1900 hasta 1911, sumiendo a la ciudad en la la ignorancia y la oscuridad por inaudita y cruel decisión del presidente Cipriano Castro y su Ministro de Instrucción Dr. Félix F. Quintero.

De tal modo pues que podemos afirmar que estos dos eminentes levitas caroreños fueron unos titanes del hacer y el compromiso social de una Iglesia que se distancia de la ampulosidad y afectación de las ceremonias y protocolos eclesiásticos, que salieron a la búsqueda de Dios entre los más pobres y menesterosos,   que enfrentaron una de las realidades sociales más terribles sufridas por Venezuela en su historia reciente, valiéndose para ello de la inmortal palabra de la fe católica, cuerpo de creencias que, como dice Francoise Chevalier, sin ellas no se puede entender la América hispana. 

 

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

  Santa Rita de Carora, Venezuela,

 22 de febrero de 2022.

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