viernes, 26 de mayo de 2023

Encuentro con el escritor larense Rafael Domingo Silva Uzcátegui (*)

En 1989, mientras iniciábamos nuestros estudios de postgrado en historia bajo la dirección de los doctores Federico Brito Figueroa (1921- 2000) y Reinaldo Rojas en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico Barquisimeto “Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa”, Venezuela, comenzó nuestra curiosidad por conocer a Rafael Domingo Silva Uzcátegui (1887-1980) colocado más allá de su archiconocida Enciclopedia Larense (1941). 

       El Dr. Reinaldo Rojas, mi mentor, nos advirtió de la existencia de otras obras casi desconocidas del escritor larense y venezolano. Mencionó nuestro mentor Psicopatología del soñador, recuerdo vivamente. De inmediato sentí una gran curiosidad por aquellas producciones, que, lamentablemente, no estaban al alcance nuestro. Era yo por aquel entonces docente del área de psicología y de filosofía, orientado por el magnífico docente, profesor germano-venezolano Ignacio Burk Wagner.  En el Liceo Egidio Montesinos de Carora, Venezuela, lo que se convirtió en una suerte de puente para mi incursión en la llamada “historia de las mentalidades”, postulada y cultivada por la Escuela de Los Anales francesa, fundada por los historiadores Marc Bloch y Lucien Fevbre en 1929, todo lo cual me acercó, felizmente, al escritor autodidacta caroreño que nos ocupa.

Han pasado largos años desde aquel encuentro inicial con Rafael Domingo Silva Uzcátegui para que felizmente se concretara mi deseo de conocer en profundidad y detalle tan interesante escritor curarigüeño, larense y venezolano. Sucedió que escribí para la prensa larense, los diarios El Impulso y El Caroreño, un artículo sobre el baile folklórico del Tamunangue o sones de negro, en el que R. D. Silva Uzcátegui hace interesantes observaciones sobre el origen hispánico y canario de esta danza venezolana. Se lo envié al Dr. Reinaldo Rojas, quien en un gesto de aprobación de mis ideas, me pidió que participara en encuentro de escritores promovido por la Asociación de Escritores Larenses (ASELA) y su presidente, el Maestro Alfonso Giménez en su hermosa residencia “La Casa de La Parra”, Barquisimeto, para conversar sobre tan conocido y a la vez desconocido autor. Toda una paradoja.

Allí, en este escenario tan cálido, atento e interesado, me referí a R.D. Silva Uzcátegui colocado más allá de la Enciclopedia Larense, obra que, como sabemos de sobra, es su obra más resaltante, voluminosa y ampliamente conocida. En tal sentido, hice una exposición sobre una polémica obra escrita por el escritor larense en 1925: Historia Crítica del Modernismo en la Literatura Castellana, que es un ataque furibundo y despiadado a esta corriente literaria de finales de siglo XIX y comienzos del XX. Encabezada por los “decadentes y degenerados”, según dice R. D. Silva Uzcátegui, poetas Edgar Allan Poe, Walt Whitman, los bardos franceses Baudelaire, Lautréamont, Mallarmé, Verlaine, Moreas y los hispano-americanos, Rubén Darío y Leopoldo Lugones, entre otros.

Sorprendente ¿no? Aquella conversación con nuestros pasmados y sorprendidos escritores vernáculos me dio la oportunidad de pensar en escribir un ensayo sobre ese escritor larense oculto tras la fama de su Enciclopedia Larense. Le comuniqué la idea al Dr. Reinaldo Rojas, a los profesores Carlos Giménez Lizarzado, Héctor Torres Mendoza, José Yeo Cruz (QEPD) y al Cronista de Curarigua, Bernardo Yépez, quien generosamente me facilitó en fotocopia Historia Crítica del Modernismo y otros trabajos de y sobre R.D. Silva Uzcátegui. Le quedo enormemente agradecido. Unánimemente, aprobaron mi proyecto que reflexioné que sería un verdadero desperdicio no llevarlo a la escritura.

Trabajo que en verdad se dificulta de alguna manera. Ello porque algunas de sus obras no se encuentran con facilidad, pues son unas rarezas, son casi unas incunables impresas en Barcelona, España, o en Buenos Aires, Argentina. Lo segundo es que poco se ha escrito sobre R.D. Silva Uzcátegui en Venezuela. Resalta la serie Candideces, en una de las cuales dedicó el escritor caroreño Luis Beltrán Guerrero, crítico literario, un ensayo de cuatro cuartillas  en el cual dice que “… La Historia Crítica del Modernismo en la Literatura Castellana, con cuyo enfoque general, de crítica psiquiátrica, atento a los lineamientos de Max Nordau, no ha estado ciertamente de acuerdo el cronista” [subrayado nuestro];  y una biografía publicada por el Centro de Historia Larense del escritor R. D. Silva Uzcátegui salido de las manos de la profesora larense y curarigüeña Carmen Yolanda Pereira de Torres, editado en 1992. El historiador y literato Dr. Guillermo Morón le dedica agudos comentarios en su columna periodística El Animal Histórico. Por su parte, R. J. Lovera De Sola, equivocadamente, como se verá después, dice que “fue el primer venezolano que aplicó su formación psicoanalítica, sin ser médico, a sus estudios de crítica literaria e histórica”. Su país de nacimiento ha sido poco atento al legado del escritor larense. Es un desconocido. Por ello que hemos subtitulado exprofeso este ensayo Más allá de la Enciclopedia Larense.

Pienso que sus hijos, el Dr. Carlos Rafael Silva, fundamentalmente, han debido reimprimir los libros olvidados de su padre. El ministro de Educación, que fue en la década de los 1970, ha podido aprovechar tan excelente oportunidad para desde tan eminente cargo ordenar la edición de las Obras Completas de su padre, quien para aquel entonces aún vivía, pues como sabemos R. D. Silva Uzcátegui falleció en 1980.

Pero estamos a tiempo. El gremio larense de escritores (ASELA) bien podría abocarse a tan importante y significativa empresa de cultura. Imprimir libros en el interior del país ya no es tan difícil, tal y como se quejaba el poeta y ensayista Hermann Garmendia hace ya varias décadas, ante lo que consideraba una dificultad enorme en la pueblerina Barquisimeto de hace cincuenta años.

Debemos hacer otra consideración. Se trata del carácter histórico y no precisamente literario del presente ensayo, un mea culpa. Aunque Lucien Fevbre habría desaprobado mi posición al respecto, debo de reconocer mis enormes deficiencias literarias. Sé que mis lecturas de crítica literaria son limitadas y a veces hechas con cierta displicencia y cierta despreocupación; sin embargo, la redacción de este trabajo me ha hecho tomar un vivo interés por las cuestiones de la versificación, la métrica y el ritmo en la poesía, y otras cuestiones, como la inspiración y la revelación poética, como diría Octavio Paz, tienen en mi sensibilidad otra connotación, nueva y renovada.

Debo dar las gracias al doctor Reinaldo Rojas y a los profesores Héctor Torres Mendoza y Carlos Giménez Lizarzado, miembros de la casa de pensamiento que es la Fundación Buría, Barquisimeto, por haber leído el borrador de este ensayo de crítica histórico literaria y hacerle interesantes y agudas observaciones que de otra manera no se me hubiesen ocurrido. Les quedo altamente agradecido.

* Introducción al ensayo Rafael Domingo Silva Uzcátegui, más allá de la Enciclopedia Larense. Psiquiatría y literatura modernista. 2014, con el cual me hice merecedor del Premio Nacional de Literatura Antonio Crespo Meléndez. Fue publicado por La Casa de las Letras, Andrés Bello, Caracas, 2017.

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

 

Carora, Estado Lara,

República Bolivariana de Venezuela.

Sábado 20 de mayo de 2023.

 

 


jueves, 18 de mayo de 2023

Guillermo Morón, un legado

Fue gracias al afable periodista José Numa Rojas Espinoza, como conocí al eminente historiador y literato de ficción Doctor Guillermo Ernesto Morón Montero. Lo llevó a mi casa en el Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza de Carora hace como más de medio siglo. El profesor Expedito Cortés, mi padre y director de esa casa de estudios, lo recibe con la afabilidad que era su característica. Era yo un adolescente y creo que esa visita del ya entonces reconocido historiador marca mi carrera hacia las humanidades y la historia.

En lo sucesivo tuve varios encuentros con él, en Caracas, Barquisimeto y Carora, la ciudad de su adopción. Y digo con énfasis adopción pues no era Guillermo Morón caroreño como suele decirse, pues nació en Cuicas, poblado al norte de vecino Estado Trujillo. Tenía la sangre repartida, pues su madre, Rosario Montero de Morón, era caroreña y su padre un humilde agricultor cuiquense. Se le acusará de tener “doble nacionalidad”, según la ocasión.

  Su relación con la antigua ciudad del semiárido de Carora comenzará cuando su tío, Alfonso Montero, lo inscribe a sus 15 años a estudiar nuestro tradicional bachillerato con sabor decimonónico en el Colegio Federal Carora en 1941, cuando ya el Doctor Ramon Pompilio Oropeza Álvarez había fallecido en 1937, pero es la figura singularísima de Cecilio Zubillaga Perera, un intermediario cultural caroreño y de raigambre goda, quien le imprime honda y perdurable impronta. Le persuade “Chío” Zubillaga a no estudiar derecho como era la costumbre, y le sugiere inscribirse en el recién creado Instituto Pedagógico de Caracas para que se convierta en educador como su mamá.

A pesar de que forma su imagen del mundo en el regazo de Chío Zubillaga, hombre cercano al marxismo de tinte soviético, Morón será hombre de pensamiento conservador, lo que da pie a pensar que Chío no atornillaba a sus discípulos a una determinada ideología. Cosa semejante ocurre con el humanista de Venezuela, el Doctor Luis Beltrán Guerrero, una persona de brillante y olvidada pluma cercano al pensamiento socialcristiano.

  Viajará Morón a España, tras pasantía docente en el Liceo Lisandro Alvarado de Barquisimeto, a continuar sus estudios en Valladolid y sus inmensos archivos históricos, conducido por el Doctor Demetrio Ramos Pérez, un eminente americanista al cual conocí en 1980 en Caracas. Nacen allí los cinco tomos de su Historia de Venezuela, inmensa obra que ha sido soslayada de nuestras universidades autónomas y sus escuelas de historia. Es momento de revisarla con ojos ajenos a la pasión ideológica que ciega hasta los más sabios. Una sana revisión de la obra de Morón se la debemos al Doctor Reinaldo Rojas, quien en nuestros estudios de quinto nivel nos enseñó a valorar tan importante bibliografía moroniana.

Mi amigo Doctor Juan Hildemar Querales Álvarez tuvo un gran acierto al fundar en el barrio Pueblo Aparte el Ateneo de Carora Doctor Guillermo Morón. Ha sido el Ateneo un baluarte de la cultura en esta zona popular de Carora ubicado en la calle Camacaro con Lídice. El epónimo de la institución hizo innúmeras visitas a esta noble institución creada con su nombre y le imprimió un prestigio grande con su presencia.

 En vísperas de cumplir el diario El Impulso su primer centenario en 2004, dirige el Dr. Morón una muy juiciosa investigación histórica de este diario que nace en Carora de la mano del Br. Federico Carmona y su familia en 1904, tiempos de “El Cabito”. Allí afirma Morón que los estudios históricos en Barquisimeto son una verdadera escuela de pensamiento de la mano de los doctores Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas, difusores de las posibilidades de objeto y método de la Escuela de los Anales fundada en 1929 por Marc Bloch y Lucien Febvre en Francia.

   Humilde muchacho de provincia, hijo de humilde maestra de escuela primaria en tiempos de la larga dictadura gomecista, Guillermo Morón escala hasta los más altos escenarios de la República de las Letras: Director de la Academia Nacional de la Historia y Escritor del Año en 1980. Como Director de la Academia Nacional de la Historia hizo posible que fueran editados centenares de libros por espacio de varias décadas, un esfuerzo notabilísimo en un país de pocos y contados lectores.

 Tuvo el enorme privilegio de enterarse de que su novela El gallo de las espuelas de oro fuese enviada a la pira para ser reducida a cenizas en la plaza Bolívar de Carora. Y digo privilegio porque son los libros conducidos a la hoguera por los intolerantes los que llegan a mayor número de expectantes lectores. Los libros del poeta Heinrich Heine, Segismundo Freud y Mario Bunge son ejemplos contundentes. Los libros arden mal.

 Se retira de la vida Guillermo Morón un 19 de noviembre de 2021 a la provecta edad de 95 años, dejándonos un inmenso legado escritural que será, a no dudar, rexaminado y visto con ojos diferentes por las futuras generaciones.

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

 

Santa Rita, Carora,

República Bolivariana de Venezuela.

18 de mayo de 2023.




 

 

 

 

    

 

 


martes, 16 de mayo de 2023

La historia del culto a Virgen María es sin duda uno de los fenómenos más interesantes y extraordinarios del cristianismo, nos dicen los mexicanos Solange Alberro, el Nobel de literatura Octavio Paz y el ecuatoriano Bolívar Echeverría, autores y pensadores que me motivan para intentar comprender el inmenso fervor mariano en las tierras del semiárido larense venezolano y su mayor manifestación: la gigantesca procesión de la Virgen Divina Pastora que ocurre todos los 14 de enero, sin apenas pausas, desde 1856.

       Después de haber sido por mucho tiempo un tema tradicional y predilecto de hagiografía, se ha convertido en objeto de estudios de sociólogos, antropólogos e historiadores, que ven en la esfera de lo religioso un inmenso terreno de observación aun poco reconocido y, menos aún, explorado. La historia de América Latina - dice el historiador francés Francois Chevalier- no se podrá comprender sin el elemento religioso católico.

Porque ¿cómo no admirarse  de que una mujer de perfiles apenas esbozados en los evangelios sea, afirma la historiadora mexicana Solange Alberro, unos siglos después de los acontecimientos que la llevaron al escenario histórico, entronizada como madre de Dios- Theotokos en el Concilio de Éfeso, año 431- posición  a partir de la cual emprendió una carrera asombrosa que desembocó en pleno siglo XX en su consagración como soberana del mundo y madre universal y, finalmente, si el Vaticano atiende al reclamo de numerosos devotos suyos, en “co-redentora”, lo que la colocaría de hecho en el mismo plano que su divino hijo? (El águila y la cruz. Orígenes religiosos de la conciencia criolla. México, siglos XVI-XVII, pág. 120).

El desaparecido filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría (Modernidad y blanquitud, Era, México,2010) se atreve anunciar una escisión del catolicismo gracias a la devoción a la mujer en América Latina: “El culto a María es una religión que no se atreve a decir su nombre.” Es posible, digo yo, que alrededor de la devoción a la mujer nazca en este lado del Atlántico una Nueva Roma. Veamos lo que dice Bolívar

Echeverría:

El cielo o panteón cristiano ha sufrido en el catolicismo mariano un recentramiento sustancial. La figura determinante, es decir, dominante, así no lo sea en términos absolutos como Dios Padre, sino sólo en términos “de excepción”, ha pasado a ser la figura de la Virgen María. Diosa central mientras dura una “coyuntura” indefinida que, de tanto serlo, resulta a fin de cuentas un estado permanente, María es la “emperatriz del cielo.”

 En otra parte afirma Bolívar Echeverría: “Cuando el papa Juan Pablo II exclamó en uno de sus tantos viajes a México: “México, semper fidelis”, no hacía otra cosa que redundar en una verdad oficial mil veces documentable: la religión del pueblo mexicano es la católica, apostólica y romana. Los dogmas de fe de esta religión, su doctrina, su ceremonial, su organización eclesial, tienen una vigencia y una vitalidad incuestionables, más allá de ciertos datos estadísticos alarmantes que puedan mostrarlos un tanto disminuidos. Sin embargo, y sin necesidad de acudir a constatarlo, el 12 de diciembre ante la basílica del Tepeyac, el santuario de la virgen de Guadalupe, es suficiente acercarse a los usos religiosos cotidianos de los creyentes católicos de México para distinguir no sólo una discrepancia, sino una distancia muchas veces abismal entre lo que consta formalmente como el catolicismo mexicano —ese del que se congratulaba el papa— y el catolicismo que practican de manera informal, pero efectiva, los creyentes mexicanos.”

En el semiárido, vasto erial larense venezolano, el culto a la virgen María se expresa de maravillosa manera en tres escenarios privilegiados: las poblaciones de raigambre aborigen de Quíbor, Municipio Jiménez, con la virgen de Altagracia o La Caimana, en Aregue, Municipio Torres, con la virgen india de la Chiquinquirá, que es anterior a la de Maracaibo y procede del Nuevo Reino de Granada, Colombia, y, finalmente, en Santa Rosa-Barquisimeto, Municipio Iribarren, con el inmenso y descomunal culto, que no deja de aumentar cada año, a la virgen Divina Pastora. Tres poblaciones- como se habrá notado- originalmente fundadas en el siglo XVII como pueblos de indios.

Devoción a la mujer que he llamado “Culto amniótico.”, conceptualización que aclararé en otra oportuna ocasión, que es responsable de muchas admirables formas de sociabilidad y cultura en nuestras tierras larenses, tal como lo he expresado en el Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL, Instituto Pedagógico Barquisimeto, Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, dirigido por el Dr. Jorge Pérez Valera.

¿Se convertirá el culto y devoción a la virgen María en nuestras tierras semiáridas larenses en Otra religión, como dice el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría? Solo el tiempo lo dirá…

 

Santa Rita, Carora, Estado Lara,

 República Bolivariana de Venezuela,

viernes 12 de mayo de 2023.

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

 



El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...