sábado, 19 de enero de 2013

ANÁLISIS CRÍTICO DE LOS VIAJEROS DE INDIAS DE FRANCISCO HERRERA LUQUE



“La filosofía, desde Tales hasta Heidegger
termina en callejones ciegos”
Ignacio Burk






INTRODUCCIÓN

            El análisis crítico que nos proponemos hacer sobre Los Viajeros de Indias, del médico psiquiatra venezolano Francisco Herrera Luque supone una dificultad: como el pensamiento historiográfico venezolano o bien está enmarcado en la tradición positivista o en el materialismos histórico, una obra como la que nos proponemos criticar y que no se ubica en ambas tendencias, ha de producir entonces los consiguientes desasosiegos que provoca la novedad.
            La fundamentación de esta obra se encuentra más bien en una corriente filosófica alemana: “la fenomenología o filosofía de la vida”, que por su carácter marcadamente subjetivista provoca las consabidas reacciones entre los intelectos volcados hacia lo real-objetivo.
A nosotros, formados en ámbito de la ciencia social y artificiosamente distanciada de lo natural, nos ha significado un verdadero reto encarar una obra que tiene un particular enfoque médico psiquiátrico-filosófico de los males que aquejan al país.
No se trata de un análisis completo o totalmente unificado el que aquí presentamos. Han quedado muchos cabos sueltos que atar en la poliédrica estructura del ensayo de Herrera Luque. Quedará para otra oportunidad ese vasto cometido. Bien lo ha dicho el doctor Federico Brito Figueroa al oír nuestras primeras búsquedas: “esto es para una tesis doctoral”. Ojalá llegue a la certidumbre este vaticinio  tan estimulante y hermoso.
Sea éste un agradecimiento al Maestro y al guía, extensivo por igual al profesor Reinado Rojas que por sus inapreciables recomendaciones y estímulos tan cálidamente cargados de libertad creadora, han hecho posible este audaz ensayo.
Queremos aclarar que esta empresa no hubiese sido posible sin la esclarecedora guía espiritual del profesor de origen alemán Ignacio Burk, quien con su inusual destreza pedagógica nos condujo por los caminos intrincados y llenos de celadas de la filosofía. A él, dedico.

Luis Eduardo Cortés Riera

Barquisimeto, Enero de 1992

I.     HISTORIA DE LA OBRA
“Los Viajeros de Indias” es una de las obras de juventud de Herrera Luque. Contaba el autor con 34 años cuando en 1961 publicó este trabajo para ascender a la categoría de Profesor Agregado de la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. En 1970, en ocasión de haber publicado la empresa editorial Monte Ávila, considera su autor que “sigue siendo su obra fundamental"[1]. Los Viajeros produjo inmediatamente los más diversos comentarios dentro y fuera del país. Dice en el prólogo Herrera Luque que: “Hasta la fecha (1970), y recopiladas por el autor, hay ciento diez notas, críticas y comentarios sobre Los Viajeros[2].
Hubo críticas de personajes de la intelectualidad nacional, tales como Uslar Pietri, Augusto Mijares, Luis Beltrán Guerrero. Desde el exterior lo hacen el doctor Juan José López Ibor, que fue su profesor de psiquiatría en la Universidad de Salamanca, en España y quien es su mentor intelectual. Otros críticos son Salvador de Madariaga, Germán Arciniegas, entre otros.
Destaca, en el mismo prólogo, que Los Viajeros no es un pecado de juventud y que: “Mi prolongado silencio no debe interpretarse como una negación de lo que dije en mis mocedades"[3]. Se refiere a que en su momento “hubo críticas feroces e insultantes, sin más fundamentos que ese odio irracional que sobrecoge a los pensadores de formación precaria”[4].
A nuestra manera de ver, se refiere Herrera Luque a sus colegas de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. Este enfrentamiento tiene como raíz la contraposición entre dos concepciones de las enfermedades mentales: psiquiatría y antipsiquiatría. tal y como lo desarrollaremos después y que constituye la médula del presente trabajo crítico.

Antes de Los Viajeros el autor había publicado en 1956 “Bosquejo para una interpretación antropológica de Venezuela”, trabajo con el cual obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas y que permanece inédita, como otras obras de Herrera Luque que en lo sucesivo explicaremos el por qué de ello.

Después de Los Viajeros ha publicado Las personalidades psicopáticas en 1968, La huella perenne ,1969, en 1972 publica su más grande best-seller Boves el Urogallo, novela histórica que ya estaba prefigurada en su obra anterior y que tiene que ver con el enfoque filosófico del autor: la fenomenología, tal como lo desarrollaremos más tarde en este ensayo. En 1975 aparece su novela La casa del pez que escupe en el agua, dieciocho años después de Los Viajeros publica Los amos del Valle; entre los años 1981 y 1983 edita la Historia Fabulada, en 1983 aparece La luna de Fausto, y de 1983 es su Bolívar de carne y hueso, y también Manuel Piar: caudillo de dos colores, en 1987.; Su obra póstuma, Los Cuatro Reyes de la Baraja es del año 1991.
Hemos de destacar que La Historia Detenida, que es, según el autor, la parte segunda de Los Viajeros y que constituyen partes esenciales de “una tesis más amplia sobre el venezolano y su circunstancia”[5] jamás se publicó. Las razones de esta situación no la conocemos, pero el autor dice que: “Como los años pasan y ya no nos atrevemos a asegurar como antes que en fecha próxima o en cualquier día La Historia Detenida se habrá de publicar…”
Pero en el prólogo a la edición que comentamos – Monte Ávila, 1977 – sostiene que: “el pueblo venezolano en sus orígenes y primeros momentos de su acontecer histórico, fue sometido a una serie de influencias deletéreas que lo fijaron o estancaron inconscientemente a un tiempo pretérito”[6].
Que Creemos que el verdadero homenaje póstumo a Herrera Luque sería el de dar a la luz esta segunda parte de Los Viajeros, en la que, hace interesantes interpretaciones del venezolano desde las perspectivas arquetípicas del Carl Gustavo Jung y de las de Alfredo Adler, discípulos y luego disidentes de las doctrinas psicoanalíticas de Seguismund Freud[7]. De la “Voluntad de Poder” del Adler marxista dice Herrera Luque: “El venezolano, aunque parezca lo contrario es adleriano, de vencer sus sentimientos de inferioridad hace toda una vida”[8]. Del otro disidente de Freud, Jung, el autor toma el concepto de “inconsciente colectivo” , que es una fuente de neurosis[9] y dice:
…hay fantasmas históricos que constantemente se hacen sentir, como es el arquetipo mesiánico del Hermano Mayor, que nos carcome, de ayudar a los pueblos hermanos (…) arquetipo que parece venirnos de nuestros padres libertadores, pero que si hurgamos un poco más nos damos cuenta que esa voluntad de transformación es mucho más vieja: procede de la conquista. Los libertadores sólo la continuaron (…)[10]

            Estas consideraciones de tipo de la disidencia psicoanalítica no aparece en la obra que nos ocupa, Los Viajeros, por ello hemos hecho esta breve digresión ampliatoria para entender el sentido de La Historia Detenida[11]. Pero, en rigor Los Viajeros tienen una orientación decididamente fenomenológica, más que psicoanalítica, como lo veremos con detalle después. 

II.                IDEAS PRINCIPALES.
A Los Viajeros de Indias la hemos calificado de una “terapia fenomenológica y psiquiátrica hasta el siglo XVI”. Como tal entendemos que un hecho significativo se ha producido en la psiquiatría: que ella ha dejado de ser últimamente una ciencia médica en sentido estricto. A tales efectos es pertinente lo que dice el psiquiatra italiano Franco Basaglia: “La psiquiatría como tal se divide, se desparrama en una asistencia que pasa por las distintas ramas de las ciencias sociales”[12].
En el caso de Herrera Luque la curación del enfermo (el venezolano) vendrá si: “ante todo tiene que conocer su pasado, pero no el pasado formal (…) lleno de falsedades, silencios o de verdades convencionales”[13].Pero no se trata de la historia individual, la de un solo paciente en singular, sino que es el pueblo entero de Venezuela el que, neurótico como es, debe de “ponerse en paz con el pasado”[14].
Desde allí se ha de producir un proceso catártico de purificación en la que la “energía psíquica” reprimida, que emociona anormalmente, se libera. Esta “catexis” o “energía psíquica” es desconocida por el neurótico para quien resultan incomprensibles[15] y sumergidos sus contenidos inconscientes. Nótese que Herrera Luque es aquí, en este punto, abiertamente freudiano, como no lo será en lo sucesivo. En el contexto freudiano, sin embargo, dice que: “Para que la revelación tenga fuerza curativa, (…) debe incidir sobre los puntos álgidos que todo hombre guarda en su biografía y que por dolorosos o traumáticos, niega y rechaza en su psicoanálisis”[16].Recuérdese que en este lugar el autor camina parejo con Freud en lo que se refiere al “traumatismo infantil”, piedra angular del psicoanálisis[17].Es, pues, en la infancia de la nacionalidad en donde radica el trauma neurotizante del venezolano, que es en el siglo XVI donde está ubicado ese recuerdo ignorado. Este recuerdo debe salir a la consciencia para que se pueda producir su remisión:
Cuando la revelación que cura, aflora en la consciencia, el hombre se sacude en un raudal emotivo (…). Algunos terminan por aceptar lo que no se quería decir a la postre; otros la rechazan y con ella al psiquiatra con inusitada violencia (…) que mientras más violento es el rechazo es tanto más cierto lo que se afirma”[18].

En forma análoga sucedió al doctor Freud con una de sus  primeros pacientes. Es el caso de la joven que no quería aceptar el estar enamorada de su cuñado[19]. La reacción ante la revelación de Freud fue desproporcionadamente grande y de enojo. Por ello dice Herrera Luque que: “Esto es lo que explica la atmósfera de aceptación entusiasta o de airado rechazo que envuelve a esta obra (…) que dio lugar a este libro que tiene el lector en sus manos”[20].
Herrera Luque no alcanza a ver que tal rechazo no tiene el sentido catártico que él le da sino que, entre sus acerbos detractores se hayan personas que se identifican con otras corrientes del pensamiento social, esto es, marxistas y positivistas por un lado[21] y la fuerte corriente médico-psiquiátrica de las Facultades de Medicina del país. No debe olvidarse el hecho de que la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela ha sido un verdadero templo del saber tradicional de la ciencia, que en ella se alberga una vieja tradición positivista iniciada por Adolfo Ernst (1878-1899), y continuada por Rafael Villavicencio (1838-1918), Luis Razetti, José Gregorio Hernádez, entre otros. La ciencia médica causal no perdonó a Herrera Luque el que tratara de hacer una psiquiatría sin ir a los hechos objetivos: la anatomía y la fisiología humana.
Dice Juan Liscano en la presentación de la obra que: “Para algunos especialistas, los puntos de vista del autor, constituían apreciaciones arbitrarias carente de metodología”[22]. Esto último – de que carece de metodología – no es en modo alguno cierto, puesto que no es ausencia de metodología lo que caracteriza a Herrera Luque. El punto es que se refiere a otra metodología, la que es poco conocida en el continente. Esta es la fenomenología de Dilthey, Husserl, Scheler. Heidegger, y que comienza a influir en América desde 1925[23].
La fenomenología es un intento para derrocar al positivismo – dice Henríquez Ureña – y que nace precisamente en Alemania para combatir al materialismo histórico. Según Lukács ella se comporta como “La filosofía de la vida de la Alemania Imperialista”[24].
Así, Herrera Luque para comprender la carga psicopática del venezolano actual y sus raíces migratorias recientes inició una búsqueda que lo llevó más a fondo, hasta llegar a los conquistadores españoles del siglo XVI. La demostración fenomenológica comienza en el libro I de su obra: “La sobrecarga mental de Venezuela y sus raíces migratorias”, y desde allí, continúa en la parte II llamada “Psicopatología de los viajeros de Indias”.
Pero he aquí que ha llegado el momento de aclarar lo que significa la fenomenología. Para ello hemos extraído varias citas de algunos autores que usan la comprensión fenomenológica para que nos ilustren el asunto.
En Venezuela ha sido seguidor de la fenomenología el historiado de la cultura Mariano Picón Salas, quien para explicar ese “milagro” histórico que se llama Renacimiento dice que: “ninguno de esos hilos causales de la realidad logra definir la eruptivo de semejante emergencia histórica”[25].
El filósofo, psiquiatra e historiador alemán Karl Jaspers (1883-1969) fiel a la fenomenología de Husserl afirma que: “surgen cuestiones que no reciben respuesta en ninguna ciencia”[26]. Y el mismo Jaspers, ahora como historiador, afirma que existió un “tiempo eje” de la historia universal entre los años 800 y 200 a.C., que ha sido el corte más profundo de la historia. A tal conclusión llega “sin que esta fuera empíricamente concluyente y palpable, bastaría que tuviera por base una intuición empírica”[27].
En lo que se refiere a su idea de la historia, Heidegger escribe: En las ciencias históricas del espíritu se ha robustecido la urgencia de llegar hasta la realidad histórica misma a través de la tradición y su expresión y trasmisión: la historia de la literatura…”[28]
Como hemos notado, la influencia de la fenomenología es amplio y “es una tendencia general que se filtra en casi todas las escuelas”; dice George Lukács[29]. Otros representantes de la “Filosofía de la Vida” son Dilthey (1833-1911), Husserl (1859-1938), Simmel (1858-1918), Spengler (1880-1936), los ya mencionados Jaspers y Heidegger, Ortega y Gasset (1883-1955), entre otros.
Toda esta pléyade de pensadores se ubica en lo que se ha llamado genéricamente y, acaso, para mayor comodidad, el idealismo alemán. Esta filosofía es una reacción contra la fría racionalidad de la Ilustración del siglo XVIII. Los ilustrados franceses escribían con mayúscula la palabra Naturaleza y pregonaban el dominio de ésta por la Razón. Es Kant (1724-1804), como cumbre de la Ilustración, quien responde a una de las preguntas más recurrentes de ese período: ¿por qué surge la ciencia? La Crítica de Kant, dice Burk: “…lejos de acabar con la metafísica, más bien renueva su hechizo. Kant había señalado, en la Crítica a la Razón Práctica una nueva vía hacia la trascendencia: la intuición no racional, sentimental o vivencial”[30].
Al lado de la “Naturaleza” los románticos alemanes escriben la palabra “Historia”. Todo ello hace exclamar a Hegel: “No sólo soy naturaleza, también soy historia”[31]. Hegel (1770-1831) es el fundador de la llamada lógica trascendental, nos dice que ella permite: “… razonar “a priori”, con prescindencia de las ciencias fácticas”[32].
A esta particular forma de filosofar, que da la espalda a los hechos concretos, es a la que se opone el marxismo, cuyo método de filosofar es la dialéctica hegeliana.
Así, y en aquel sentido de postergación de las ideas lógicas e intelectuales, nacen los vitalismos de Dilthey y de Bergson[33] y que constituyen una nueva forma de metafísica, un nuevo intento de conocer racionalmente el ser, postura filosófica iniciada en Occidente por el lejano filósofo griego Parménides (204-450 a.C.)[34]



III.   FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA: Conceptos y definiciones
       La fenomenología se inicia con el pensador alemán Wilhem Dilthey (1833-1911) quien afirma que “hay razones para distinguir ciencias naturales y ciencias culturales[35]. Lo que plantea es una oposición entre naturaleza y “vida”, entendiendo vida no en el sentido biológico sino histórico[36]. Esta es la razón por la que se le ha dado el nombre de “Filosofía de la Vida”, filosofía que tuvo una gran acogida en la Alemania imperialista de finales del siglo XIX. Esta corriente del pensamiento influyó en todas las ciencias sociales (ciencias del espíritu los llamó Dilthey), y también a las ciencias naturales, como lo veremos más adelante.
El psiquiatra español López Ibor es quien introduce a Herrera Luque en esta particular forma de “comprender” más no de explicar las enfermedades mentales[37]. Este eminente médico es autor de notables trabajos de psiquiatría, tales como el del sugerente título de “La Angustia Vital, que nos prefigura su comprensión vital de la locura y de las enfermedades mentales en general.
Dice Herrera Luque en el prólogo de su obra que: “La mayor parte de los descubrimientos científicos – como lo afirma Dilthey – fueron precedidos por la intuición”[38]. El comprender es anterior a la explicación y – dice Lukács – extraña algo irracional[39] y así se entiende por qué Herrera Luque dice que: “Una fugaz percepción de estudiante de medicina y que me encadenó por más de veinte años a una imagen con consistencia de saber verdadero”[40].
Debe entenderse que la intuición había sido descrita por Kant como una vía hacia la trascendencia y que ella es para Dilthey el “Órganon” de la intuición[41], la que es – dice Herrera Luque – “a veces hasta irracional”[42].
No nos extrañe que nos diga también que: “De analizar (…) los males que nos afligen (…) observaremos que no hay correlación de causa y efecto”[43]. Lo que viene a contradecir el problema clásico de la teoría del conocimiento, es decir, dice Lukács, “el de las relaciones entre la conciencia y el Ser”. Esta negación del principio de causalidad de las ciencias lo lleva a decir que hasta la demostración estadística, tanto la directa como la indirecta fracasan como: “el mejor método para poner a prueba la hipótesis de que Venezuela padece de una sobrecarga psicopática y, por consiguiente, de toda clase de anomalías mentales de naturaleza hereditaria”[44].
El procedimiento estadístico es insuficiente y se revela como incapaz para aprehender un problema antropológico que será siempre subjetivo. Dice Herrera Luque que: “por grande que sea el esfuerzo de objetividad al opinar sobre lo social, el hombre no puede evadirse totalmente de la subjetividad”[45].
Sólo la vida comprende a la vida. Vida que no puede entenderse desde la óptica de las “ontologías regionales”, de la ciencia fáctica[46]. La vida que es historia no es, en este caso, asunto de ninguna ciencia y que ésta se ha mantenido, dice Heidegger: “aún (la investigación histórica de tipo tradicional) dentro de “notas puramente oculares…”[47]. Lo ocular es aquí entendido como lo positivo, el hecho.
Lo genuino de la vida mental es un asunto ideológico, en el sentido que Dilthey le da a esta palabra: peculiar, propio[48]. Así dice Herrera:
Esa continuidad figurativa única e individual que sólo puede captarse a través de la entrevista clínica (…) por eso el diagnóstico fundamental en psiquiatría continuará recayendo sobre la entrevista clínica, con todo lo de intuitivo, catatímico y discrecional que tenga el referido método.[49]

       Esta cita es la que nos lleva a pensar que la psiquiatría de Herrera Luque es una suerte de “antipsiquiatría”, pero no en el sentido que le dieron los gestores de este movimiento que se inició en Gran Bretaña, David Cooper y R.D. Laing. Autores de famosos libros que, según Basaglia, en: “sus descripciones tienen frecuentemente un aspecto literario con abundantes digresiones filosóficas e incluso poéticas”[50].



IV.   1. IDEA DE LA HISTORIA.
    Para la filosofía de la vida – ya hemos dicho – la vida tiene sentido histórico y no biológico. De esta manera los “fenómenos históricos son vivencias” nos dice Lukács[51].
Herrera se plantea comprender la vida (en extenso) desde su vida. Pero como no existe entronque directo de su vida, la que tiene una limitación biológica (natural) y cronológica, y que la “vida” que él no ha vivido directa ni indirectamente, habrá de lograr su comprensión a base de sus manifestaciones y testimonios acerca de ellos. Por ello, dice el psiquiatra venezolano: “…la utilización que hiciéramos en aquel libro (La Sobrecarga Mental de Venezuela y sus raíces migratorias), como en éste, de glosas literarias”[52].
Dilthey se afinca en lo que llamó el “espíritu objetivo”, concebido como categoría central de la historia[53] porque lo óntico dirá Heidegger: “es sólo un sector de los entes, y que la idea del ser abarca lo “óntico y lo histórico”[54]. Y llevando a sus extremos la concepción fenomenológica de la historia, dice Heidegger con su compleja prosa que:
El análisis de la historicidad del “Ser ahí” trata de mostrar que este ente no es “temporal” por “estar dentro de la historia”, sino que, a la inversa, sólo existe y puede existir históricamente por ser temporal en el fondo de su ser[55].

Dilthey, quien saludó a la fenomenología de Husserl como un acontecimiento muy importante, postuló una: “… Crítica a la razón histórica – es lo que pretende ser su obra Introducción a las ciencias del espíritu. Aspira a realizar para la otra mitad del “globus intellectualis” lo que Kant hizo para el conocimiento de la naturaleza”[56].

Sólo la vida comprende a la vida y “conclusión: la naturaleza, la explicamos, la vida anímica la comprendemos”[57]. Y, a fuerza de la razón, acaba por “considerar supra-históricas las ideas del mundo”[58] como lo acaba de hacer Heidegger en la cita anterior.
Hay en Dilthey – como en Herrera Luque – una idea de que la psicología y la historia deben aparecer indisolublemente ligadas. Esta es la llamada “psicología comprensiva”, que arranca de la “autognosis” o conocimiento de sí mismo. La autognosis es la que aplica el psiquiatra venezolano para comprender su propia historia, la que plasmó en Los Amos del Valle, una de sus más conocidas novelas.
Cuando la “vida” es ajena y pretérita se apela a la hermenéutica o interpretación histórica de “glosas literarias”, como llama Herrera Luque al testimonio literario[59].
Desde Kant la filosofía deja de ser a la manera de Descartes, un psicologismo a lo “Cogito ergo sum” y se hace “historista”, historismo que para Dilthey es: “(…) desde luego una doctrina, pero antes de un modo de ser: la conciencia histórica, tratando de quitarle a término “conciencia” su matiz intelectualista y doctrinal”[60].
Es que la verdad de un conocimiento se pone a prueba – dice Herrera Luque – “a través de la percepción ingenua del todo (…) intuición apriorística discrecional o catatímica”[61]. La vida sólo se le reconoce a través de la intuición, y es, además, circunstancia histórica que llega a ser “resultado” histórico.
Es una concepción de la historia que da la espalda e intenta ignorar los datos concretos de la realidad y “no habla para nada de ella” dice Lukács[62]. Por esto declara Herrera Luque la insuficiencia de las explicaciones económico-sociales[63] y que – continúa este mismo autor:
Numerosos factores han sido invocados para explicar nuestra elevada y creciente criminalidad; desde la tentadora y sobada explicación económico-social hasta los problemas psicológicos  que determina en los hogares venezolanos la ausencia del padre[64].

Arremete Herrera Luque por igual contra la explicación causal y “de ojo” – como dijera el Conde de York a Dilthey – de los naturalistas-positivistas[65]. El reclamo de la fenomenología a la “ciencia de lo dado” es evidente. El Conde  York llega a reclamarle a Dilthey que sus investigaciones: “no acentúan suficientemente la diferencia genérica que existe entre lo óntico y la historia”[66].
No puede, entonces, hacerse historia desde las ciencias de la naturaleza porque la “vida” es historia y, en ningún modo, naturaleza. Tal posición fenomenologista contra el positivismo también supone una manera de combatir al materialismo histórico y, con ello, al creciente papel que jugaba la clase obrera en la Alemania de fines del siglo  XIX. Dice Lukács que es este un ataque sutil – el de la fenomenología – porque:
No puede haber una psicología, como ciencia fundamental de la historia, pues la psicología de los hombres que históricamente no puede captarse más que partiendo de las bases materiales de su ser y de su actividad y, sobre todo, de su trabajo y de las condiciones objetivas de éste[67].

De este modo queda en evidencia que Los Viajeros es un esfuerzo de interpretación de la realidad histórica, social y de la psicología que no sólo no se ha puesto “el uniforme del materialismo histórico[68], sino que es por su carácter irracional, un ataque a las ciencias de lo objetivo, sean éstas naturales o sociales.

      2.  LA FENOMENOLOGIA Y LA LITERATURA.
        El tránsito de Herrera Luque desde el ensayo sociológico e histórico de Los Viajeros hacia la literatura es natural y se entiende como previsible, porque este es un presupuesto ¿lógico? de la fenomenología[69].
Aquella lejana intuición de su juventud se convierte en toda una concepción del mundo que es como genial necesariamente, y además, dice Lukács: “…Privilegio, doctrina secreta de una determinada aristocracia espiritual, estético-historicista”[70].
Esta primaria vivencia del joven estudiante  de medicina encuentra su cauce en la psicología comprensiva y en la hermenéutica. Pero como para Dilthey todos los fenómenos históricos deben ser reducidos a vivencias, éstas deben producirse en el historiador a través de los testimonios literarios, sin importar que los juicios estéticos sean en amplia medida subjetivas[71]. Para ello Herrera Luque recurre a la imagen literaria porque:
El método fenomenológico persigue plasmar la intuición del autor en un protocolo gráfico, tal como lo hace el novelista, promoviendo en el lector su reconocimiento, formulando lo ya sabido en un lenguaje simple, llano, que atiende más a la configuracional que a la descripción sistematizada de las ciencias experimentales[72].

A la obra literaria no se le juzga desde el gusto, predilección, antipatías o apetencias personales, por el contrario, dice el maestro de Herrera Luque, el psiquiatra español López Ibor: “Dejando hablar los fenómenos, dejando que se exprese lo implícitamente contenido”[73].
Aquí los fenomenólogos desconocen la teoría del intelectualismo que admite que objetos y conceptos nos impone su verdad, obligándonos a tomar cierta postura[74] y se aferran a su contrario, lo que Ignacio Burk llama: “Voluntarismo, tesis opuesta que sostiene que la adhesión al contenido del juicio es cuestión de libre decisión por parte del sujeto”[75].
Este es un camino abierto a la subjetividad más manifiesta. Intelectualismo y voluntarismo, ya lo sabemos, no caben en la psicología científica[76]. Ello se debe a que ésta ha establecido que no hay pensamiento, por intelectualizado que sea, que no esté impregnado de afectos, dice Burk.
Desde la psicología descriptiva o comprensiva de Dilthey, Herrera Luque emplea la llamada hermenéutica: comprensión de la vida ajena y pretérita[77]. A través de ella llega a hacer el autor de Los Viajeros una comprensión bastante curiosa de un personaje de nuestra Venezuela colonial que es totalmente opuesta a la de Mario Briceño Iragorri[78].
Para el trujillano Briceño Iragorri, Alonso Andrea de Ledezma es un héroe del incipiente espíritu nacional que comienza a formarse en el siglo XVI; Herrera lo califica como uno de “nuestros primeros locos”[79]. Briceño le escribe una novela laudatoria El caballo de Ledezma; Herrera Luque supone que ante el asalto a Caracas del corsario Amías Preston “ha debido huir como lo hacen todos”[80]. ¿Vale tanto la ficción como la historia? O es que, acaso, la historia siempre es presunta. Cuestiones que abordaremos en otro lugar y que no son pertinentes aquí dado la cortedad de este ensayo.
El material literario empleado por Herrera Luque para su original comprensión de los males que nos aquejan es bastante grande y variado. De entre ellos se destacan los siguientes autores: los llamados cronistas de Indias, Rómulo Gallegos y sus novelas Canaima, Cantaclaro, Doña Bárbara, Ramón Díaz Sánchez Cumboto, José Rafael Pocaterra Memorias de un venezolano de la decadencia¸ Teresa de la Parra Ifigenia. Estos autores son citados sobre todo en el capítulo II: “Fenomenología de las enfermedades mentales en Venezuela”[81]. Allí dice que: “El loco en la literatura venezolana es de una constancia obligada, lo mismo que el criminal y el perverso”[82].
La literatura no sólo es para Herrera Luque “fantasía creadora; también es experiencia vivida, presentida o deseada, pero siempre dentro del marco de la propia experiencia”[83]. De esta manera demuestra cuan atroz, despiadado y criminal es el venezolano. Pero, reflexionemos, ¿No es acaso posible hacer la misma demostración extrayendo citas de escrituras sagradas? Véase que la Biblia y el Corán están llenos de homicidios de todo tipo: filicidios, parricidios y hasta deicidios. Que a pesar de ello estos libros han sido factor esencial de integración y control social de dos grandes culturas: la occidental y la islámica. Cabe decir lo mismo de las obras de Gallegos: son literatura en donde se transparenta una firme lucha sarmientana entre barbarie y  civilización, con prevalencia clara y evidente de ésta sobre aquella, según el esquema positivista del siglo XIX.

     3. LA FENOMENOLOGIA Y LA BIOLOGIA.
Cualquier lector lego de Los Viajeros pensará de inmediato de que se trata de una obra fundamentada firmemente en la ciencia biológica, que se apoya en las ciencias físico-químicas. No es así, puesto que “las relaciones entre filosofía de la vida y la biología son harto inconexas” dice Lukács[84]. Conste que este juicio luckácsiano se refiere a la biología del siglo XIX. Aún en nuestros días la biología como disciplina científica se ha visto frecuentemente asediada por la filosofía. Meyer sostiene que: “El sector de las ciencias biológicas es, sin duda, el más afectado de ambigüedad que el epistemólogo pueda enfrentar”[85].
Se refiere Meyer a una “depresión epistemológica” que la condena a fluctuar entre la humildad experimental (…) y una pretensión “filosófica” que en ninguna otra ciencia presenta en tono tan polémico[86].
En el siglo pasado debió de combatir la biología experimental a la llamada “filosofía de la vida” en especial a la de Bergson (1859-1941) y su Evolución Creadora (1907), que le valió sin embargo, el Premio Nobel en 1927. Este filósofo francés sostiene que “las investigaciones científicas no conducen a la verdad del mundo y de la naturaleza”[87], que la biología, la psicología y la sociología científicas nos enseñan: “…trozos incoherentes e inmóviles y necropsiados ajenos a la entraña de la vida”[88].
El intelecto, a base de la razón, sólo explica pero no comprende. La comprensión sólo es posible intuitivamente: la vida comprende la vida.
En 1971 fue publicado un libro que causó una gran conmoción en los ambientes intelectuales del mundo entero. Se trata de El azar y la necesidad de Jacques Monod[89] con un claro sentido de vitalista y existencialista. Allí se refiere el biólogo francés a “la rareza de los seres vivos”.
Y conste que Monod es uno de los más brillantes genetistas y profesor de College de Francia y del Servicio de Bioquímica del Instituto Pasteur; además y como si fuera poco, tal como Bergson, Premio Nobel de Fisiología (1965). A pesar de todo esto da un salto mortal a la filosofía subjetiva cuando dice que: “…es imposible imaginar una experiencia que pudiera probar la no existencia de un proyecto, de un fin perseguido, en cualquier parte de la naturaleza[90].
No nos extrañe que los filósofos vitalistas hayan, en un principio, rechazado la metafísica en nombre de lo positivo, lo concreto y lo palpable. Dice Valverde que para: “…ir a parar a lo más formal o a lo místico, la filosofía vitalista de Bergson fue un ejemplo singular de esta trayectoria que acabó en el polo opuesto a aquello donde comenzó…”[91].
Otro tanto sucedió con el creador de la “fenomenología”, Edmund Husserl (1859-1938) quien, según Valverde:
…había empezado por ser psicólogo de las matemáticas, pero luego abandona todo psicologismo (…) para atender a lo esencial que haya en el pensamiento (…). Así deja la existencia “entre paréntesis”, para mirar sólo la esencia intuida (…) de puro espectáculo mental…”[92]

Queda claro que la fenomenología es una filosofía que es básicamente ajena, y a veces hasta contradictoria del punto de vista biológico-experimental. Dice George Thinés al respecto que: “Cualquier intento de reconciliar (biología y filosofía) significa mezclar conceptos que son radicalmente heterogéneos”[93].
En Herrera Luque se siente con fuerza el vitalismo, pero ante la aplastante evidencia de la ciencia y de la biología basada en lo causal, toma el camino intermedio, una suerte de conciliación que a veces se sujeta en los modelos operacionales de la ciencia. En otros casos va a dar a un subjetivismo que se desvincula totalmente de los objetos reales, por ejemplo cuando dice: “Las nuevas tierras son países de angustia”[94]. Esta afirmación no permite, en ningún caso, establecer y deducir conclusiones generalizantes, porque la angustia es un proceso mental en singular. Desde un firme saber operacional de la biología sentencia que son:
Principios fundamentales bien establecidos, como son el carácter hereditario de las personalidades psicopáticas (…) dicha sobrecarga – aunque parezca inusitado – tiene su origen en la indeseabilidad biológica aportada por los primeros conquistadores españoles[95].

Como colofón de su obra dirá que Los Viajeros de Indias son mucho más que un problema de que estos hombres intrépidos eran sementales. Ni que es, siquiera, “que en las cromosomas se mantengan perennes, como cantos de lujuria y muerte”[96].
Y como para sentenciar que no se trata de una explicación solamente genético-cromosomática que sólo “explica” pero que no comprende, afirme que: “El problema fundamental de los viajeros de Indias es que ellos escribieron las primeras páginas de la historia nuestra”[97].
Aquí comienza la llamada “Historia Detenida”: punto de partida de nuestra inconsciente fijación y estancamiento nacional a un tiempo pretérito, que nos hace responder a problemas de la actualidad con esquemas de siglos pasados[98].
La forma “explicativa” tiene, pues, una limitación y se le emplea de manera adventicia dentro de un marco de referencia más general que es del tipo comprensivo:
De viajeros de Indias rebosan nuestros arquetipos. viajeros de Indias son nuestros héroes, aunque se llamen libertadores, caudillos de montoneras. Los viajeros de Indias no han muerto (…) todavía agitan e irrumpen en los momentos cumbres de la historia…”[99]

La vida no es sólo biología, la vida es algo más: es historia.
 

IV.   CONSIDERACIONES FINALES
       Hay un enorme abismo insalvable entre los modelos operacionales del mundo y los modelos ontológicos. Sino recuérdese lo del filósofo aristotélico que no quiso mirar la Luna valiéndose del telescopio de Galileo porque la razón ya le había indicado lo que iba a ver.
       Hoy en día está suficientemente asentado que todo humanismo puede y debe ser científico. Sucede que la ciencia y la filosofía son producto del mismo espíritu razonador que nació en Grecia. Bernal ha dicho que “solamente mediante la soldadura de una ciencia social auténtica con la ciencia natural puede quedar garantizado un control social satisfactorio y progresivo de las actividades sociales[100].
A la postura en cierto modo pesimista de Herrera Luque en cuanto a la existencia de radicales de indeseabilidad biológica que se han de mantener indefinidamente, la ciencia no sólo ha explorado la intimidad cromosomática y está en la posibilidad de hacer un mapa genético de la humanidad. El Proyecto Genoma Humano de la UNESCO. En tal proyecto trabajan grupos de científicos de todo el mundo e intenta conocer la totalidad de genes que integran el ADN, donde se contiene la información de todo lo que somos y la herencia que transmitimos a nuestros descendientes. En Venezuela se ha logrado identificar la llamada “enfermedad de Quíbor”, de carácter genético y se ha establecido su proveniencia de la etnia jirajara. En el laboratorio de Genética Humana del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) ha dicho: “dime de dónde son tus abuelos y te diré qué enfermedades hereditarias o congénitas albergan tus genes”[101].
En Francia, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas ha identificado recientemente los mecanismos de transmisión del “X frágil”, principal causa del retardo mental hereditario, enfermedad mental que tanto ha mortificado a Herrera Luque[102]. Hemos dichos que Los Viajeros no es (ni ha podido ser) un tratado de genética, y que por lo tanto carece la obra de una explicación de este tipo.
En cuanto a la ferocidad, criminalidad y tendencia al incendio, el pillaje y la destrucción del español del siglo XVI del que habla Herrera Luque[103], la genética ha establecido, por lo menos desde el año 1970[104], la anomalía cromosomática del “supermacho”, que tiene un cromosoma sexual masculino adicional, es de inteligencia normal, pero proclive a robos, actos de violencia y asesinatos sin motivo.
En otro orden de cosas, pero dentro de lo “explicativo”, se han establecido otros factores criminógenos. Basta recordar el famoso informe del Instituto de Salud Mental de los Estados Unidos (1982), en donde se evidenció que “la violencia televisiva incita a comportarse en forma agresiva”[105].
Al hacerse la sociología y la historia como disciplinas científicas han encontrado una enorme coherencia a la vez que han dilatado sus territorios. Las relaciones entre los hombres en la sociedad, que es casi el más antiguo campo del conocimiento humano, sólo muy recientemente y por influencia del marxismo han conseguido desprenderse de elementos mágicos y religiosos[106].
Esta breve digresión sirva para dejar por sentado que los enormes y monstruosos índices delictivos, hechos de sangre y homicidios que sufre Venezuela desde hace tiempo y que se han incrementado alarmantemente en estos últimos años, sí son un campo de estudios posible de explicar desde la base metodológica realista de la ciencia.
Ha dicho Burk y a propósito de la fenomenología, que “la filosofía desde Tales hasta Heidegger termina en callejones ciegos”[107].
La pretensión de la filosofía de ser la ciencia fundamental – dice Habermas[108] – ha tenido que ser abandonada a favor de la física, desde el momento en que aquella no ha sido capaz de desarrollar y justificar su propia cosmología. La fenomenología hoy en día ha queda en el museo del pensamiento, pero es evidente que Herrera Luque ha hecho un impresionantes esfuerzo de conocer nuestra realidad venezolana. El que lo haya hecho sobre bases falsas no lo descalifica totalmente. Su mérito es de la constancia, la dedicación y el amor a la Patria.



BIBLIOGRAFÍA ACTIVA DE FRANCISCO HERRERA LUQUE
(En orden cronológico)

1956   
1961   
1963   
1968
1969
1972
1975
1979
1981-83
1983
1983
1987
1991

Bosquejo para una interpretación antropológica de Venezuela
Los viajeros de Indias
Las caracterologías y sus formas clínicas
Las personalidades psicopáticas
La huella perenne
Boves El Urogallo
La casa del pez que escupe el agua
Los amos del valle
La historia fabulada
La Luna de Fausto
Bolívar de carne y hueso
Manuel Piar: Caudillo de dos colores
Los cuatro reyes de la baraja.  (póstuma)










BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Bernal, John. Historia Social de la Ciencia. Ediciones Península Barcelona, 1979.

Biblioteca Salvat. Psiquiatría y Antipsiquiatría. Salvat Editores Paidós, Buenos Aires, 1979.

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Fuentes Hemerográficas
El Nacional. Caracas, 16-11-1991. P. C-1
                                    19-11-1991. P. C-1
 06-01-1992. P. C-4
 09-01-1992. P. C-4


 
ÍNDICE


                                                                                                                                 Pág.

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………….     4

I.         Historia de la Obra…………………………………………………………    5
II.      Ideas Principales……………………………………………………………   8
III.   Fundamentación Teórica…………………………………………………...    12
IV.   1. Idea de la Historia……………………………………………………….    14
2. La Fenomenología y la Literatura……………………………………….    16
3. La Fenomenología y la Biología…………………………………………   19
V.      Consideraciones Finales…………………………………………………….   22
Bibliografía Activa………………………………………………………….   24
Bibliografía Consultada……………………………………………………..  25
Fuentes Hemerográficas…………………………………………………….   26



[1] Op. Cit. Pág. 9
[2] Op. Cit. Pág. 29
[3] Op. Cit. Pág. 9
[4] Op. Cit. Pág. 10
[5] Op. Cit. Pág. 13
[6] Op. Cit. Pa´g. 17
[7] Véase al respecto Freud de Blanca Sánchez de Muniain, Editorial Carvajal, Bogotá 1985. p.p. 109-120.
[8] Los Viajeros, pág. 18
[9] Véase Burk, Ignacio. Psicología. Pág. 341
[10] Op. Cit. Pág. 18
[11] Braudel en su obra La Dinámica del Capitalismo dice que “quizás haya que descubrir un inconsciente colectivo, cuya realidad tanto atormentó a Jung
[12] Basaglia, Franco. Psiquiatría y Antipsiquiatría. Salvat Editores. P. 85
[13] Op. Cit. Pág. 19
[14] Op. Cit. Pág. 18
[15]  Burk, Ignacio. Op. Cit. Pág. 329
[16] Op. cit
[17] Cf. La Historia escrito por Freud y Breuer. Alianza Editorial, Madrid 1978. P. 84.
[18] Op. cit. P. 19
[19] Freud y Brever. Op. cit. Pág. 85
[20] Los Viajeros´. Pág. 19
[21] Cfr. La presentación de Los Viajeros, hecha por Juan Liscano. Pág. 35.
[22] Op. cit. Presentación
[23] Cfr. Historia de la Cultura en la América Hispana de Henríquez Ureña. FCE 1975, P. 135.
[24] Cfr. El Asalto a la Razón. Grijalbo S.A. Barcelona, 1976, P.P. 324 a 336.
[25] Cfr. Picón Salas, Mariano. Las formas y las visiones. Fundarte, Caracas. S.F. Pág. 228.
[26] Iniciación al Método Filosófico. Espasa, Madrid, 1977. Pág. 23.
[27] Cfr. Origen y Meta de la Historia. Revista de Occidente, Madrid, 1968. P. 20.
[28] Cfr. El Ser y el Tiempo. FCE, México, 1974. P. 19.
[29] Cfr. El Asalto a la Razón. P. 324.
[30] Burk, Ignacio. Filosofía. P. 210.
[31] Burk, Ignacio. Filosofía. P. 210.
[32] Burk, Ignacio. Filosofía. P. 210.
[33] Cfr. Burk. Op. cit. Pág. 210
[34] Cfr. Marías, Julián. Historia de la Filosofía. Revista de Occidente. P. 19.
[35] Cfr. Burk, Ignacio. Psicología. P. 575.
[36] Cfr. Marías, Julián. Historia de la Filosofía. P. 369.
[37] Cfr. Los Viajeros. P. 104.
[38] Op. Cit. Pág. 9.
[39] Lukács, G. Op. Cit. P. 343.
[40] Op. Cit. Pág. 9.
[41] Lukács. Op. Cit. Pág. 332
[42] Op. Cit. Pág. 9.
[43] Op. Cit. Pág. 9.
[44] Op. Cit. Pág. 11.
[45] Op. Cit. Pág. 104.
[46] Cfr. Heidegger, Martín. El Ser y el Tiempo. P. 434.
[47] Op. Cit. Pág. 431.
[48] Véase Burk, Ignacio. Op. Cit. Pág. 575.
[49] Op. Cit. Pág. 96.
[50] Cfr. Psiquiatría y Antipsiquiatría. Salvat. P. 45.
[51] Op. Cit. Pág. 348.
[52] Los Viajeros. P. 106.
[53] Dilthey, W. Introducción a las Ciencias del Espíritu. F.C.E. Páginas introductorias.
[54] Op. Cit. Pág. 434.
[55] Cfr. El Ser y el Tiempo. P. 407.
[56] Marías, Julián. Op. Cit. Pág. 372.
[57] Dilthey, W. Introducción a las ciencias del espíritu. (Introducción)
[58] Marías, Julián. Op. Cit. Pág. 372.
[59] Los Viajeros. P. 106.
[60] Marías, Julián. Op. Cit. Pág. 369.
[61] Op. Cit. Pág. 105.
[62] Op. Cit. Pág. 337.
[63] Cfr. Los Viajeros. P. 47.
[64] Op. Cit. Pág. 49.
[65] Cfr. Lukács, G. Op. Cit. Pág. 354.
[66] Heidegger. Op. Cit. Pág. 430-31.
[67] Op. Cit. Pág. 341.
[68] Véase: La presentación de Los Viajeros, por Juan Liscano. P. 35.
[69] Entre 1961, fecha en que aparece Los Viajeros hasta 1972 publicará algunos ensayos de psiquiatría: Las personalidades Psicopáticas (1968), psiquiatría e historia: 1969, La Huella Perenne y en 1972, como su corolario, Boves el Urogallo 1975, La casa del pez que escupe el agua 1979, Los Amos del Valle, 1981: La Historia Fabulada, Manuel Piar, 1987.
[70] Op. Cit. Pág.
[71] Cfr. Burk, Ignacio. Psicología. P. 529.
[72] Op. Cit. Pág. 103.
[73] Op. Cit. Pág. 104.
[74] Burk, Ignacio. Op. Cit. Pág. 542.
[75] Op. Cit. Pág. 542.
[76] Op. Cit. Pág. 543.
[77] Marías, Julián. Op. Cit. Pág. 370.
[78] Cfr. El Caballo de Ledezma. Monte Ávila, Caracas, 1989.
[79] Op. Cit. Pág. 290.
[80] Op. Cit. Pág. 291.
[81] Op. Cit. Pág. 55.
[82] Op. Cit. Pág. 55.
[83] Cita de Cuvillier hecha por Herrera Luque. Op. Cit. Pág. 64.
[84] Op. Cit. Pág. 332.
[85] En Epistemología y biología. Tratado de lógica y conocimiento. Paidós, Buenos Aires, 1979. P. 13.
[86] Op. Cit. Pág. 13.
[87] Cfr. Burk, Ignacio. Filosofía. P. 272
[88] Burk, Ignacio. Op. Cit. Pág. 272.
[89] Monod, Jacques. Op. Cit. Monte Ávila, Caracas, 1971.
[90] Op. Cit. Pág. 31.
[91] Valverde, José María. La mente de nuestro siglo.  Salvat, Barcelona, 1982. P. 42.
[92] Op. Cit. Pág. 42.
[93] Fenomenología y Ciencia de la Conducta. Ediciones Pirámide S.A. Madrid, 1978.
[94] Op. Cit. Pág. 89.
[95] Op. Cit. Pág. 20.
[96] Op. Cit. Pág. 302.
[97] Op. Cit. Pág. 302.
[98] Tesis central de la segunda parte de Los Viajeros de Indias y que nunca se publicó: La Historia Detenida.
[99] Op. Cit. Pág. 303.
[100] Bernal, J. Historia Social de la Ciencia. P. 55.
[101] Declaración dada por el Dr. Sergio Arias a El Nacional. Caracas, 19-11-91. P. C-1.
[102] Cfr. Op. Cit. P.P. 62 y 63.
[103] Cfr. Op. Cit. Pág. 143.
[104] Burk, Ignacio. Psicología. P. 649.
[105] En El Nacional, Caracas 16-11-91. P. C-1.
[106] Bernal, J. Op. Cit. Pág. 55.
[107] Burk, Ignacio. Breve Historia de la Psicología. Gaceta de Pedagogía del IPC Nº 1 Caracas.
[108] Habermas, J. La Filosofía Hoy. Salvat, Barcelona, 1973. P. 16.








El juicio del mono (1925)

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