sábado, 29 de julio de 2017

Joel Meléndez, duende de Cerro Saroche

PARQUE NACIONAL SAROCHE. MUNICPIO TORRES, ESTADO LARA
Una madrugada de septiembre de 1935, el señor Norberto Meléndez sintió que su esposa Rosa Ramos iba a dar a luz un bebé, allá en Guaidí, cercanías de Cerro Saroche. Él mismo hizo de comadrón para que de esta manera naciera su hijo Joel, el protagonista de esta simpática historia olorosa a semiárido larense y a berrinche de chivo.  Con voz gruesa y quebrada me dice que Saroche significa en la lengua de los indios gayones y ayamanes “Tierra mágica o escondite”. Era una especie de lugar sagrado y de comunicación con los espíritus, éste lugar fantástico situado al norte del Municipio Torres.
Sus padres eran evangélicos pentecostales, y por esa razón le colocaron este nombre extraído del Viejo Testamento: el Patriarca Joel. Su infancia transcurrió entre chivos, iguanas, matas de cotoperices, yabos y lefarias. Me dice que comió mucha miel de abejas negras, semerucos,  tunas de suspire, piñuelas que se parecen al cocuy, iguanas. “Los sureres no se comen, los indios ya lo sabían”, dice entre carcajadas entre maestro de escuelas rurales, admirador prosélito del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, y que por ello funda el Movimiento Electoral del Pueblo en Río Tocuyo en 1967.
 La casa en Guaidí donde nació Joel aun existe, pues la conserva casi intacta el clima seco y de baja humedad del sitio. Hizo su primaria en el caserío Cascajales este caballero que con el pasar de los años se haría educador en el medio campesino. “La Guardia Nacional-dice Joel- hizo mucho daño en tiempos de Pérez Jiménez, se metían de noche con gandolas para llevarse los chivos, pero nunca subieron a la parte alta de Saroche.”
Comenta que en Saroche “había muchos duendes, quienes se robaban a los niños, los que aparecían al cierto tiempo con una maraquita entre sus manos. Los velorios eran una parranda, con mucha comida, cantos y rezos, aguardiente de penca en cantidades.”
Me cuenta cosas extraordinarias éste docente y ecologista propietario de un viejo jeep, amigo entrañable de mi padre, Expedito Cortés: “La temperatura en el sector Pico Yajure, en Saroche, baja a los 9 grados centígrados por la madrugada. Ese sitio se llama así por que allí asesinaron a un tal Yajure hace 150 años o más”  “Allí, agrega, florean dos especies de orquídeas que sólo nacen allí y en ninguna otra parte”. Alarmado se siente por la extinción en Saroche de ciertas especies animales tales como el cardenalito “que se lo llevan para Europa para darle color a los canarios”, el rey zamuro, la lora copete amarillo, el pájaro carpintero y el venado caramerudo. “Es que nadie cuida el Parque Saroche, está descuidado. Sacan madera, carbón estantillos, laja y piedra mármol y el Ministerio del Ambiente y la Guardia Nacional  no hacen nada”, dice en tono dolido.
La idea de crear el Parque Saroche fue suya y se vanagloria que se haya creado en tierra de su propiedad, dice Joel con un gesto teatral, pues eran una posesión de su abuelo Juan Bautista Meléndez Meléndez, que se llamaba Bocare o El Rancho. Dice tener el documento probatorio que consta de doce folios. La visión de Joel prendió de inmediato y contó con el apoyo decidido y entusiasta de los profesores Expedito Cortés, Otón Carvallo, Edilberto Ferrer Véliz, Otto Chávez, Robert Smith, Reina Mejías, el médico Pedro Ramos y la socióloga caroreña Mirla Coronado, funcionaria del Ministerio del Ambiente en esa ocasión y quien le dio el ejecútese al proyecto. “Ellos durmieron en Saroche, dice Joel, eran muy apasionados con la creación del Parque en tierras del semiárido.” “El día del decreto del Parque, en 1999, agrega,  vino mucha gente y tuve que matar 10 chivos para hacer hervido. Hubo baile con los violines de Marcial Perozo y su conjunto. Los oradores fueron Otón Carvallo y Edilberto Ferrer”.
Las lluvias llegan a Saroche en julio, septiembre, octubre y diciembre. “Últimamente no son tan puntuales” dice Joel mirando hacia el cielo. Las quebradas que bajan del cerro son la de Mene de Cabra, Los Caballos, La Funcia, que van a dar al  “Nilo de Centro Occidente”, el Río Tocuyo. Las grandes riquezas del Parque son el granito, la piedra de carbón, el cuarzo, la piedra de mármol. “No hay minerales metálicos y se los están llevando sin permiso de nadie”, sentencia esta voz protectora de Saroche.
“Los caseríos que se encuentran dentro de Saroche son muchos, dice nuestro entrevistado: San Mateo, Los Ranchos, Pavia, Padre Diego, Las Peñas, Cerro Blanco, Mamonal, Turturia. El turismo ecológico tiene allí una gran oportunidad casi desconocida”.  
Joel comenzó la docencia en 1959 en las cercanías de Guanare. Exhibe con orgullo sus 82 años con una salud a toda prueba y que se la atribuye a la ingesta de miel de abeja bayure. En sus mocedades milita en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez Mérida, creó ligas y sindicatos campesinos en Turén, Estado Portuguesa. Fue guerrillero urbano. Visita con frecuencia Librerías del Sur y le gusta la lectura. “Quien lee es sabio”, repite con Andrés Bello este educador de los tunales y cujíes, siempre dispuesto a emprender cualquier actividad del espíritu y de la cultura.

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