ADVERTENCIA PRELIMINAR
Este ensayo no pretende ser un estudio acabado y
exhaustivo de la obra múltiple y maravillosa de Gerónimo Pompa. Quiere ser apenas
un estímulo para futuras investigaciones sobre el autor de Medicamentos indígenas. Se trata de un escritor autodidacta,
patriota connotado, humilde hombre de nuestro turbulento siglo XIX, que le
entrega a Venezuela una obra literaria casi desconocida que espera de sus
críticos. Quien escribe se ha limitado a estudiar uno de sus múltiples
trabajos, el referido a la medicina folclórica o etnomedicina y del cual he
esbozado apresurados puntos de vista. Dejo pues a otros investigadores
continuar lo que he empezado. Es una deuda que tiene la cultura venezolana con
este autor mirandino y venezolano que hizo prodigios de cultura en “tierra de
desordenados”, como dijo Mariano Picón Salas.
¿Quién
era Gerónimo Pompa?
No podía imaginar este comerciante nacido en Guatire,
Estado Miranda en 1810, que su libro Medicamentos
indígenas, editado en 1868, se iba a convertir en un auténtico best seller multieditado en Venezuela,
un país de pocos lectores y enormes saldos de analfabetismo. Editado
inicialmente en la ciudad de Puerto Cabello por la imprenta J. A. Sagrestáa,
conocerá hasta el presente más de 54 ediciones. Pocos libros venezolanos gozarán
de tan impresionante palmarés cultural en nuestro país.
Desde joven muestra
Gerónimo Pompa, hijo de militar
independentista, interés por la cuestión social, política y cultura. En 1845 redacta un
proyecto para establecer el Instituto Industrial; como escritor dará a conocer
en 1850 su comedia El amor casado; fue
de los promotores del primer Ateneo de Caracas en 1852, y además diputado por
la Provincia de Caracas en 1857, nos refiere el Diccionario de Historia de Venezuela.
Pero fue en 1868, poco después de la terrible Guerra
Federal, cuando después de 40 largos años de investigación publica su
conocidísimo Medicamentos indígenas, Colección
extraída de los reinos vegetal, animal y mineral. Índice para sus aplicaciones,
un texto que no falta en los hogares venezolanos y que le abre las puertas de
la inmortalidad.
Tengo entre mis manos la bella y cuidada edición número
41, impresa en España en 1974 por Editorial América S. A., de esta singular y
curiosa publicación que nos viene de nuestro turbulento siglo XIX, que como el celebrado
Manual de Urbanidad y Buenas Maneras
de Manuel Antonio Carreño, editado en 1853, y Venezuela heroica de
Eduardo Blanco (1881) vencen el ultraje del tiempo, como diría Jorge Luis
Borges. Ha tenido lectores entusiastas en el siglo de su edición primera,
entusiasmo y confianza que pervive en el siguiente siglo XX y que se traslada
victorioso al tercer milenio.
Botánico y patriota.
Don Gerónimo Pompa muestra un gran patriotismo,
diciendo que es este sentimiento lo que lo motiva hacer su investigación
médica, la que hogaño llamaríamos homeopática. Habla de “medicamentos
nacionales”, defiende a las razas indígenas casi desaparecidas de este país
(pág. 8), se lamenta que Gobernadores de provincias no hiciesen recoger los
preciosos conocimientos de los indígenas (pág. 7), se refiere al “fango
colonial” (pág. 9), y como haciéndose eco del racionalismo del siglo XVIII,
escribe que “los pasados siglos coloniales de ignorancia (que) se sobreponían a
la razón.”
Afirma que la ciencia médica del viejo continente a
veces debe reconocer la eficacia de la farmacopea aborigen cuando escribe: “los
conocimientos médicos, los preciosos específicos con que los indígenas nos han
asombrado tantas veces en sus aplicaciones…con mengua de la ciencia,
transportada a estas regiones desde la culta Europa.”
Gerónimo Pompa es un hombre
a medio camino del conocimiento tradicional indígena y la ciencia médica moderna
experimental que acaba de nacer en Francia desde principios del siglo XIX, como
afirma Mario Bunge (Filosofía para
médicos). Ha recogido en su vejez (en sus 58 años) información “del
labrador inocente, el indígena curandero, el anciano experimentado”, pero
respeta y admira la ciencia médica y botánica del Dr. José María Vargas
(1786-1854) y el licenciado J. M. Benítez, autor de Principios para la materia médica
del país (pág. 8).
Se lamenta no haber podido cursar en su juventud estudios
de medicina en la Universidad de Caracas o en la Universidad de Mérida, “en una
época en que la libertad de la Patria era el único pensamiento de sus hijos.”
Aspira a “la indulgencia de los profesores y a la consideración de los que,
como yo, sólo tengan ligeras nociones de la medicina doméstica” Pero advierte
que “la invencible experiencia es la reina de la sabiduría.” (pág. 10)
Como muestra de su insuflado patriotismo afirma que su
obra se trata de un “libro nacional”, en el que “se muestran los portentosos
secretos revelados a los hijos de las selvas americanas por la Madre
Naturaleza.”. por patriotismo deben apresurarse a comprarla, y además agrega
que “Cuando muchos extranjeros lo han verificado por docenas de la anterior
edición para remitirlo a Ultramar, mengua sería que los nacionales la viesen
con indiferencia.” (pág. 5)
Medicamentos
indígenas es un libro
didáctico y al alcance de todos, de allí su enorme éxito, escrito en un bello y
cuidado castellano del siglo XIX. Usa los tecnicismos de la ciencia médica,
“sin conocerla”, y en donde “he procurado, dice Pompa, explicarme con la
claridad posible.” (pág. 9). Habrá que investigar si fue material de lectura en
nuestro sistema escolar en algún momento, como plantea para Francia Pierre Nora
(Los lugares de la memoria,1997, citado por Reinaldo Rojas en Fiesta, imaginario político y nación, 2011,
pág. 29. Si Francia construye su imaginario de nación con el Pequeño Larousse, Brasil con Casa Grande y senzala de Gilberto
Freire, en Venezuela podemos agregar a Medicamentos
indígenas de Gerónimo Pompa a la lista de impresos formadores del
imaginario de la nación. Es una investigación pendiente y que el ensayo nuestro
es apenas un comienzo indagatorio.
Su labor fue laboriosa y larga, pues debió recoger y
anotar muchísimos medicamentos “unos encubiertos con el velo del misterio, los
más a merced a menguados informes o mal combinadas explicaciones” (pág. 9). Se
trata de la increíble cantidad de 456 medicamentos indígenas y sus
aplicaciones, acompañados de hermosas ilustraciones a todo color, algunos de
los cuales “asombrarán al ser estimados como fabulosos e infieles” (pág. 10), considera
que algunos “perecieran increíbles y otros mera ficción” (pág. 11), tal como
veremos después.
Pero al final del Prólogo le tiende la mano a la
ciencia médica occidental europea, cuando dice que “Tócale a los profesores de
la ciencia médica hacer estas averiguaciones…examinar las virtudes de los
medicamentos que les presento, y, en fin, les toca ofrecernos otros si ellos no
son exactos, si ellos no producen los beneficios que yo me he propuesto, si
ellos difieren de los resultados que yo he alcanzado en los que he tenido la
ocasión de examinar.” (pág. 11)
Todo parece indicar que el libro de Pompa tuvo éxitos
a ambos lados del Atlántico y en los Estados Unidos. Lo decimos porque la
Editorial América S. A. tiene oficinas en Miami, Florida, y en la ciudad de
Panamá, a lo que debemos agregar que la edición de 1974 fue impresa en los
talleres de GREFOL, Madrid, España, y, como si fuera poco, la Editorial El
Perro y la Rana, Ministerio de la Cultura del Gobierno de la República
Bolivariana de Venezuela lo edita en 2007 y 2017.
Las
enfermedades.
En un país enfermizo y plagado de guerras civiles como
era Venezuela hace siglo y medio, no nos deberá sorprender la enorme cantidad
de enfermedades que aparecen en el libro de Gerónimo Pompa, unas 200 dolencias
de todo tipo, veamos cómo aparecen en el Índice de Medicamentos indígenas (1974):
Abcesos, apostemas, abortos, almorranas o hemorroides (29
citas), anginas o esquinencias, asma (35 citas), bronquitis, astricciones del
vientre, bicho o lombrices, blenorrea, bubones o incordios, dolores de cabeza
(38 citas), palpitaciones de corazón, cánceres o cancros (23 citas), callos y cadillos, catarros o resfriados, cólicos,
epilepsia o mal del corazón (43 veces citado), mordedura de culebras,
impotencia, diarreas (citadas 112 veces) escaldaduras, escorbuto, escrófulas
(citadas 8 veces), espasmos o resfriados, estreñimiento, fiebres (48 citas),
flatos o ventosidades, gonorrea, blenorragia, hemorragias, heridas, hidrofobia,
hidropesía, hígado, histerismo, ictericia, inflamaciones, lombrices, (37
veces), manchas, melancolía, menstruo, muelas y dientes, nervios, sordera y
zumbidos de oído, ojos, opilaciones u obstrucciones, orina (82 citas), perlesía
o parálisis, picaduras, porrazos o contusiones, pulmones y bronquios (58 citas),
purgantes, quebraduras, reuma, reumatismo (42 citas), sarna, (44 veces citada),
satiriasis, ninfomanía o priapismo, (2 veces), sífilis, sincope, sudores,
testes, tétanos, tisis y toses, tumores, carbuncos, panadizos, ulceras (64
veces), catarros, piedras en vejiga,
venéreo (29 veces), vómitos,
Título
equívoco.
Examinando con detenimiento el libro de Pompa,
advertiremos que muchos medicamentos que en él aparecen no son indígenas o
americanos. Muchas plantas de la Colección son europeos, asiáticos o africanos.
Tales son los casos del ajonjolí, ajos, algodón, anís, arroz, azúcar,
berenjena, café, caña dulce, coco, durazno, lechuga, espárragos, fresas, garbanzos,
girasol, jengibre, limón dulce, mango, membrillo, naranjas, rábano, repollo, rosas,
tabaco, tomates, vainilla, valeriana, zanahoria. A ello debemos agregar que
aparecen animales procedentes de otros continentes: caballos, vacas, burros,
cabras, palomas, carneros, cerdos, perros, gallos, entre otros.
Sin embargo es de destacar que la mayoría de las
especies vegetales son americanas: covalonga, cacao, yagrumo, orégano, ocumo,
cují, ñongué, piña, achote, apio, auyama, batata, bejucos, cambures,
cariaquito, caujaro, chayota, chiquichique, chirel, cocuy, copey, corozo,
currucay, dividive, escorzonera, guaco, guanábano, guayaba, guayacán,
huele-huele, indio desnudo, issocá, jobo, maguey, mapurite, mastranto,
mastuerzo, papaya, parcha, peonía, poleo, quimbombó, quinchoncho, quiripití, rompesaraguelo, saúco, sangre de
drago, sarrapia, supí, tabaco, tártago, tegue, tomate, tuturutu, totumo,
verdolaga, viravira, yuca, zábila, zarzahueca.
De igual modo, los animales americanos son legión:
abejas, caimán, cangrejos, coneja, culebra, danta, erizo, patos salvajes,
hormigas, iguanas, lagartijos, lombricas, manatí, matejea, mapurite, monos,
moscas, morrocoy, pereza, alacrán, zorro, ranas, sapos, temblador, tigre, venado,
Minerales
medicinales.
El carbón es antipútrido y desecativo se usa en úlceras sucias y
cancerosas, el carbón de conchas de plátano para los pujos. Ceniza para heridas levs, bubones
venéreos, calambres e hinchazones, quemaduras. La greda de avispones disuelta en leche tibia y colada, se unta con
unas plumas en la erisipela, es excelente vomipurgativo, cura apoplejías,
cólicos, mata lombrices. El hierro
se toma de mil maneras da tonicidad al estómago, nervios, arregla el menstruo,
para la clorosis, las flores blancas, lombrices, flatos, hipocondría,
impotencia sexual. La lejía en
cataplasmas de pan puesta en los bubones venéreos, pediluvios, retenciones de
menstruo, fiebre tifoidea, con
flores de manzanilla se aplica en toda clase de tumores, especialmente en los
escrofulosos. El expresidente de los Estados Unidos Donald Trump recomendó la
lejía inyectada para combatir el Covid19 (23 de abril de 2020).
Piedra
de águila, así llamada
porque el águila las conduce a su nido para preservar a sus polluelos de
animales dañinos, es contraveneno eficaz, en los partos difíciles se ata la
piedra al muslo derecho y brevemente se realizará el alumbramiento, afecciones
de la matriz, opilaciones u obstrucciones menstruales, esquinencia o angina,
para soldar las quebraduras. Y no podía faltar la sal común, que es purgativa y resolutiva, purgante, resuelve
hinchazones y tumores, con saliva en ayunas resuelve tumores y lobanillos.
Agua natural, que se recomienda
hervirla para combatir el cólera asiático, su vaho caliente se usa en el ojo
cuando baila a causa de un mal aire, el agua serenada se toma en las diarreas,
lociones de agua fría en casos de reumatismo. Acero en limaduras disueltas en vino dulce para expeler lombrices,
para disecar la matriz, detener las flores blancas. La cal viva con claras de huevo y aceite de olivas para sanar
quemaduras y heridas, agua de cal para los pujos intestinales y la disentería,
como ungüento para vinagre es excelente pócima en caídas y porrazos, con
aguardiente alcanforado quita dolores de cabeza, poniéndola en la coronilla y
cubriendo aquélla.
Los
informantes.
El libro se resiente bastante al no informar quiénes
son los informantes de Gerónimo Pompa durante los 40 años que dura su
exhaustiva investigación que inicia en 1828 y finaliza con la publicación de la
obra en 1868. Ningún nombre de etnias indígenas, ningún nombre de curandero,
chamán o brujo de alguna etnia indígena que no menciona de ninguna manera. De
igual manera se omiten lugares, nombres de pueblos y ciudades, provincias de
Venezuela. Apenas aparecen algunos nombres, tales como Cartagena, Sabana Larga
(Colombia), Ciudad Bolívar (Venezuela). Cabe la posibilidad de que en otras
ediciones, ¡que son más de 50!, aparezcan estas preciosas informaciones, las
que nos darán idea de este periplo grandioso que hizo Pompa por la inmensa
geografía patria en búsqueda de los tesoros de la medicina natural. Habrá que
investigar.
Libro
laico.
Como se podrá creer, el libro de Pompa no es
religioso, no hace alusión a la Iglesia Católica, ni a ningún santo o santa (el
Dr. José Gregorio Hernández era un niño entonces). Ninguna alusión al
espiritismo o al chamanismo, lo que se podrá interpretar como una influencia de
la filosofía del positivismo, pues hace repetidas referencias a la ciencia
médica y a la palabra clave de nuestro siglo XIX: progreso. Como sabemos, el
positivismo fue introducido a Venezuela en 1861 en la Universidad de Caracas
por los doctores Adolfo Ernst, Vicente Marcano y Rafael Villavicencio.
Es una obra que se adelanta, afirma Francisco Javier
Pérez, a otros estudios realizados entre los siglos XIX e inicios del XX por el
Dr. Lisandro Alvarado y Dr. Henry Pittier, lo que convierte a Gerónimo Pompa en
precursor de los estudios etnobotánicos y del folklore médico en Venezuela
(véase anexo).
Enfermedades del Caballo.
La edición que tengo en mis manos (1974) tiene en sus
páginas finales un Suplemento titulado Enfermedades
del caballo y su manera de curarlas,
que comprende las paginas 263 hasta la 296. Su autor es el señor José A. Díaz y
su obra El agricultor venezolano. Los
equinos, caballos, mulas y asnos, eran en el siglo XIX el más importante medio
de locomoción y transporte hasta la llegada del ferrocarril y los automóviles.
La posesión de estas bestias podía medir la fortuna de una persona, familia o
pueblo. La ciudad de Carora, ubicada en el semiárido occidental de Venezuela,
contaba a finales de siglo XIX con la enorme cantidad de 5.000 burros de carga
para el trasporte de mercancías.(Telasco Mac Pherson. Diccionario del Estado Lara. Pág. 120)
Esas enfermedades en equinos son: casquera,
hormiguillo, zapatazo, gomillas, hinchazón del bajo vientre, mataduras,
alunaduras, sarna, arestín, espundia, derrengadera, garrapatas, muermo,
enfermedades de los ojos, cólicos, torozón, tabardillo, cólico nervioso,
lombrices, casco hendido, hermosura, pasmo, tétanos, garrotillo, gomas, casco
blando, abertura de pecho, haba, pujo de orina, aguaduras, aguas en las
piernas, astas o canceres en la boca, agallas, asma, huélfano, cardo,
carbuncos, dolor de cabeza contagioso, encabestradura, erisipela, hidropesía,
lamparones, mordeduras d animales venenosos, musaraña, pleuresía, pulmonía,
purgas, cólicos, retortijones.
La
triaca, medicamento de la Antigüedad.
En la página 167 de Medicamentos indígenas (1974),
hace Pompa una curiosa referencia a la triaca,
un medicamento que viene de la Antigüedad greco romana: “En los flujos de
vientre, se toman tres cucharadas de conserva de membrillo, y se le agregan
unas tres de azúcar rosado y tres dracmas de buena triaca, y bien incorporado todo en un mortero, se le añade un poco
de jarabe de membrillo o de roas, de cuya opiata tomará el enfermo una
cucharada en ayunas y otra un poco antes de cada comida.”
La triaca
es un medicamento muy antiguo que Geronimo Pompa recoge como tradición medica
que viene del siglo III a. C. , continúa
con Galeno (siglo I d. C.). Contiene unos 70 ingredientes de origen vegetal,
siendo el opio el principal.
Otros ingredientes de la triaca son:
eléboro, jengibre, iris de Florencia, valeriana, acorus aromático, ruibarbo, potentilla, raíz de aristolochia, raíz de asarum, raíz de genciana, maderade aloe, canela de Ceylán, escila, díctamo de Creta (mejorana), rosa roja, azafrán,
Champiñón de París, zumo de regaliz, extracto de acacia catechu, goma arábiga, mirra, olíbano, benjuí y otras muchas más. También se usaron
ingredientes de procedencia animal, como castóreo o carne de víbora, y minerales, tales como terra sigillata, betún de Judea o sulfato de hierro.
Se le consideraba a la triaca un poderoso antivenenos, muy eficaz para combatir afecciones
internas. Se dice que fue el rey del Ponto, Mitrídates (siglo II a C), quien
por temor a ser envenenado experimentaba en delincuentes y consigo mismo su
efectividad. Con el aparecimiento de la química y medicina modernas en los
siglos XVIII y XIX, se puso en tela de juicio su efectividad. Pero en Venezuela
don Gerónimo Pompa sigue convencido de sus poderes milagrosos a fines de siglo
XIX. Es que no tuvimos, escribe Octavio Paz, pensamiento Ilustrado, no tuvimos
siglo de la Razón. (In/mediaciones.
Pág. 43)
Algunas
curiosidades del libro.
El Nobel de Literatura colombiano Gabriel García
Márquez, habría leído con enorme gusto y deleite este libro de Gerónimo Pompa.
Mucho material para escribir sus novelas y cuentos habrían podido extraerse de
las fantásticas páginas de Medicamentos indígenas. Una asombrosa realidad a medio camino de la ficción.
Veamos algunas de estas curiosidades:
Peonía. “Las semillas se llevan al cuello para quitar las
manchas provenientes del hígado, y pulverizas las toman también los
epilépticos.” (pág. 189)
Pereza o Perezoso. “La piel de este cuadrúpedo se acondiona y se coloca
en el asiento (bien sea de casa o de montar a caballo) de la persona que padece
de las hemorroides, y se considera que contribuye poderosamente a su curación.”
(pág. 191)
Zamuro. “El tuétano que se extrae de la canilla de este volátil
se aplica en una mechita a cualquier fístula y se curará en cuatro o seis días.
El corazón , puesto por 24 horas en infusión de aguardiente, y tomado
diariamente por el enviciado en la bebida, hará que la aborrezca”(pág. 218)
Hojas de salvia
(en latín: planta que salva). En
los partos laboriosos y cuando el feto ha muert en el utero, se ordena la
cataplasma de salvia en la vulva y
el zumo interiormente.” (pág. 216-217)
Piedra de águila. “Llámanla así porque el águila las conduce a su nido
para preservar a sus polluelos, es eficaz contraveneno.” (pág. 192)
Venado. Del buche de este cuadrúpedo tómese la suciedad que contiene.
Deslíese en vino y désela a beber al que padece gota coral al acometerle el
acceso, o cuando sienta los síntomas, y a pocas veces sanará.” (pág. 245).
Consideraciones finales.
Medicamentos
indígenas es uno de los
textos fundantes de Venezuela como “comunidad imaginada” (Benedict Anderson, Comunidades imaginadas 1983). Ayuda de manera significativa a darle origen a
la conciencia nacional, de manera parecida a los libros de Manuel Antonio
Carreño y Eduardo Blanco. Anderson nos habla del capitalismo impreso, el libro
como una mercancía que es la clave para la generación de ideas del todo nuevas
de simultaneidad (pág. 62,63). Más adelante dice Anderson que la convergencia
del capitalismo y la tecnología impresa …hizo posible una nueva forma de
comunidad imaginada, que en su morfología básica preparó el escenario para la
nación moderna (pág. 75) y menciona a la novela nacionalista mexicana Periquillo Sarniento (1816) como ejemplo
formador de comunidad imaginada.
Pompa se adelantó en muchos años al “segundo
descubrimiento de Venezuela” cuando convoca Juan Liscano en 1948 al Gran Festival
Folclórico celebrado en Caracas, donde el país toma conciencia sobre su hasta
ahora ignorada cultura popular, folklore, la Nación y el espacio público. Una
visión de pueblo aflora en 1948.
Gerónimo Pompa mostró a los venezolanos de la hora
menguada que era 1868, que teníamos una tradición milenaria en lo que a
farmacopea se refiere. Mescla con maestría conocimientos médicos tradicionales
europeos con los americanos, con lo cual logra una afortunada conjunción de
saberes médicos. Debemos entender ello como un portento de diálogo entre el
viejo mundo de Ultramar y el Nuevo Mundo americano. No se inclina servilmente
al discurso medico de Europa, sino que lo complementa desde la realidad de los
“tesoros inapreciables” que acumulan las primeras naciones y el pueblo mestizo
venezolano.
Don Gerónimo Pompa descubre y pone en las manos ávidas
de los venezolanos necesitados, una “cultura popular” arcaica y no académica,
un folklore medicinal o etnomedicina, según dice Rafael Strauss Diccionario de cultura popular, 1999,
volumen I, pág. 443, que le dio sin embargo al pueblo llano y mestizo y a las
clases acomodadas una seguridad, la de su integridad física y mental, en
tiempos en que la atención facultativa era extremadamente escasa y deficiente.
Éramos un “país archipiélago”, usando la expresión de
Elías Pino Iturrieta, descoyuntado, pobre, enfermo y analfabeto. Pero el
conocimiento de la medicina indígena y popular llagaba a amplios sectores de la
población gracias a la lectura en voz alta, dice Roger Chartier, que realizaban
curas, boticarios, y algún maestro de escuela, del precioso e inestimable libro
de don Gerónimo Pompa.
La medicina natural ha tenido terribles detractores,
uno de los cuales es el mencionado científico y filósofo argentino Mario Bunge
(Filosofía para médicos) quien
acremente la acusa de fraude, que no tiene laboratorios y que no resiste la
experimentación, una medicina no validada científicamente. Pero en el escenario
de la pobre y palúdica Venezuela agrícola y campesina de siglo y medio atrás,
cumplía un papel esencialísimo el libro de Gerónimo Pompa, pues en muchos casos
era la única herramienta del conocimiento médico a disposición de los famélicos
y enfermizos venezolanos del siglo XIX y también el siglo XX.
Pompa es iniciador de un indigenismo que no nació de
indígenas sino de blancos, tal como escribe el mexicano Leopoldo Zea (“Negritud
e indigenismo”, 1986), indigenismo que, a diferencia de la negritud, es
corriente de pensamiento elaborada por negros, afirma José Ramiro Podetti en Cultura y alteridad, 2007, pág. 195. Valora
don Gerónimo de gran manera la medicina no académica e indígena, en un país que
como Venezuela es poseedora de pequeñas comunidades aborígenes si las
comparamos con las muy grandes de México, Guatemala, Perú, Bolivia, y aun
Colombia.
Como un San Marín de Porres venezolano, don Gerónimo
Pompa fue un puente unificador de las farmacopeas europeas, aborígenes
americanas y africanas, tal como hizo entre los siglos XVI y XVII el médico
sanador peruano de ascendencia africana “Fray Escoba.”. Dicho de otra manera, representa Pompa la
conjunción de tres tradiciones médicas muy antiguas: la aborigen, la europea y
la africana. Todo un portento de cultura mestiza e híbrida que tenemos por
obligación valorar en su justa medida.
Bibliografía de Gerónimo
Pompa.
Fuente: Diccionario
de Historia de Venezuela. Fundación Polar. Caracas, Venezuela, 1997.
Volumen III, pág. 711:
El amor casado o el extravió
de los esposos en el matrimonio. Comedia. Caracas, Venezuela. Imprenta de Domingo Salazar,
1850.
Colección de medicamentos indígenas.
Caracas, Distribuidora Continental, 1968.
Las flores perleras. Poesías. Caracas, Imprenta de Valentín Espinal. 1847.
El libertino arrepentido.
Comedia. Caracas.
Imprenta de A. Damirón, 1838.
Medicamentos indígenas. Madrid, Talleres Gráficos Alonso, 1957.
Medicamentos indígenas.
Suplemento especial de
plantas medicinales. 52|° Edición,
Panamá S. N. 1988.
Venezuela libre en 1848:
canto al primer presidente
popular de la República. Caracas.
Imprenta de Tomás Antero, 1849.
Algunas ediciones de Medicamentos indígenas que
aparecen en internet. (Lista no exhaustiva)
para una vida más
larga con cubierta de polvo multicolor laminada mate, impreso en papel de alta
calidad, redimensionado según los estándares actuales, procesado
profesionalmente sin cambiar su contenido. Como estos son libros antiguos,
procesamos cada página manualmente y las hacemos legibles, pero en algunos ...
Título
|
Medicamentos indígenas
Coleccion libros E.A.S.A
Libros Easa
|
Autor
|
Gerónimo Pompa
|
Edición
|
43
|
Editor
|
América, 1977
|
Procedencia del original
|
Universidad de Texas.
|
Digitalizado
|
19 Septiembre 2007
|
ISBN
|
8439952791, 9788439952794
|
N.º de páginas
|
340 páginas
|
|
|
|
|
Editor
|
María Eloísa Álvarez Del Real
|
Edición
|
52, ilustrada
|
Editor
|
Editorial América, 1988
|
ISBN
|
0944499422, 9780944499429
|
N.º de páginas
|
340 páginas
|
|
|
|
|
Edición Destacada
ISBN 10: 8449931851 ISBN 13: 9788449931857
Editorial: Editorial AmeÌ ricaTapa blanda.
Medicamentos Indígenas (Spanish Edition)
Geronimo Pompa
ISBN 10: 8439903537 / ISBN 13: 9788439903536
Gerónimo
Pompa; El libro Medicamentos Indígenas ha sido registrado con el
ISBN 978-980-396-647-8 en la Agencia Venezolana del ISBN. Este libro
ha sido publicado por Fundación Editorial El perro y la rana- Ministerio de la
Cultura en el año 2007 en la ciudad de Caracas, en Venezuela.ISBN » Venezuela » Fundación Editorial El perro y la rana- Ministerio de la Cultura » 9789803966478. Año 2018.
·
Colección de medicamentos indigenas y
sus aplicaciones : extraídas de los reinos vejetal, mineral y animal
Pompa, Gerónimo (1900)
Fecha
de publicación: 2018
El presente artículo fue publicado en el diario El Universal el 9 de
enero de 1992. Fue escrito por el historiador tachirense Servio Tulio Forzán
Dagger, a quien debemos agradecer que haya rescatado del olvido la figura de
este insigne ciudadano, quien vivió en la casona de El Palmar, destruida en el año 2009 por negligencia del
Alcalde y los Concejales del Municipio Zamora. En esa vieja casa también
nació su célebre hijo Elías Calixto Pompa, el poeta de las familias
hispanoamericanas del siglo XIX. Del citado artículo, transcrito
literalmente, hemos resaltado en negritas y cursivas los títulos de las
obras del personaje. – Aníbal Palacios B.
Por Servio Tulio Forzán Dágger
Son
escasos los datos sobre la vida de don Gerónimo Pompa, quien tenía especial
afición a las bellas letras. Su mejor trabajo, “Medicamentos Indígenas”, libro de gran éxito de
ventas y en donde evidencia el autor sus sentimientos de humanidad y su deseo de
dar a conocer a las generaciones venideras los recursos medicinales de nuestra
flora, abundante, por cierto, en plantas que contienen principios utilizables
en terapéutica.
Desgraciadamente, la época en que vivió don
Gerónimo Pompa fue una época de pugnas y disidencias políticas en que las
aplicaciones científicas para curar las enfermedades eran poco menos que
inexistentes. Sin embargo, este insigne hijo de Guatire, que nació en 1810, no
se dejó desanimar por las guerras civiles que arrasaban los pueblos y campos de
la Venezuela de ese entonces. Antes por el contrario, su amor a la patria y su
deseo de verla progresar lo animaron a cooperar, con varios facultativos, en el
establecimiento de la Sociedad Médica de Caracas, fundada el 3 de noviembre de
1827 por decreto del Libertador.
Así fue como
Pompa tuvo oportunidad de hacer amistad con personajes de su época.
Conoció, entre otros, a Simón Bolívar, José María Vargas, Juan Manuel Cajigal
(el venezolano), José Antonio Páez… Su nombre figura también en la Constitución
de 1857 como diputado por la Provincia de Caracas y aparece asimismo entre los
promotores del primer Ateneo de Caracas en 1852. Aparte de esto, este hombre
excepcional estaba dotado de cierta imaginación poética. Testimonio de ello
son: “A la inteligencia”, “Las palmeras del prado”
y “Las flores parleras”, poesía lírica, publicada en
Caracas por la imprenta de Valentín Espinal en 1847. A más de esto, escribió
algunas comedias, como “El amor casado”,
comedia sentimental en verso, que dio a conocer en 1850 y “El libertino arrepentido”, comedia sentimental en tres
actos, editada en Caracas por la imprenta de A. Damirón en 1838. Dejó
igualmente artículos sueltos en prosa como “El poder monetario”,
“Las modas de Paris”, “No jugar más”, “Una noche y un sueño”. Tradujo del francés “Hermano y hermana”, opereta en un acto fechada el 31 de
octubre de 1863 y también tradujo del francés la “Historia fisiológica de la
generación humana o arte de procrear el sexo que se quiera”, obra de
Jacques André Millot (1728-1811). Redactó además un proyecto de ley en 1845
para establecer en Venezuela un Instituto Industrial. Fue, sin duda, Gerónimo
Pompa literato por vocación. De ahí que su nombre fuese incluido en la
lista de escritores venezolanos elaborada en 1895 por don Manuel Landaeta
Rosales.
A esto
hay que añadir que hizo excursiones por pueblos, montañas, campos,
valles, llanos, cerros, ríos, pantanos y quebradas de Venezuela,
estudiando en todo tiempo nuestra flora y arrostrando los mayores peligros de
aquella naturaleza salvaje. Vez hubo que iba de a caballo o a pie; otras veces
en piraguas o en curiaras, vadeando ríos y afanado siempre por sacar a luz los
tesoros encerrados en la rica naturaleza de nuestra patria “que poseída por la
actual y venideras generaciones –escribe el propio Pompa-, necesariamente
habrían de dar importancia, honra y gloria a Venezuela”. Cuarenta años dedicó
este esclarecido compatriota a tan acuciosa labor, hablando mano a mano con la
gente del pueblo para traer al libro toda aquella medicina doméstica que
recogió “de los labios del labrador inocente, del indígena curandero, del
anciano experimentado”. Así pues, con devoción a su suelo y a sus tradiciones,
con sacrificio y laboriosidad llegó a sazón el fruto de sus desvelos, “Medicamentos indígenas”, su célebre obra, cuya
primera edición titulada “Colección de medicamentos
indígenas y sus aplicaciones”, salió de la imprenta de J. A.
Segrestáa en 1868, en Puerto Cabello. Luego se reeditó en 1889, 1897 y 1910 en
Caracas. Recoge Pompa en este libro 456 recetas y se han hecho hasta el
presente cerca de sesenta ediciones. Se ve, pues, que este libro ha gozado del
favor del público latinoamericano. Lo que nos hace pensar que Gerónimo Pompa ha
sido el más leído de los escritores de Venezuela.
Para
concluir, nos basta agregar que este botánico de nuestra flora se casó con
Gerónima Lozano en enero de 1834, cuando tenía 24 años de edad. El 14
de octubre de 1837 nació en Guatire su primer hijo, Elías Calixto Pompa, el que
había de ser insigne poeta. Recorrió además gran parte de Venezuela, dejando en
esos lugares el recuerdo de su simpatía y de su abierta modestia. No buscó
jamás dignidades y sus excelencias mejores puso la vida en este venezolano
admirable. Porque nada de lo humano le era ajeno y fue un defensor de los
ideales de la libertad y la justicia. Murió en Caracas en 1880. Hoy día su
memoria aún vive entregada almas completo silencio. Guatire, su pueblo natal,
en ningún tiempo le ha rendido homenaje alguno. Es pues, una obligación moral
redimir su esclarecida memoria del olvido.
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RÓMULO BETANCOURT Y
SU FUERTE SU ARRAIGO PUEBLERINO
EL “DR. RAMÓN
ALFONZO BLANCO” LA TRASCENDENTE Y DINÁMICA HISTORIA DE UN LICEO
13 comentarios en «Gerónimo Pompa ilustre guatireño sepultado en
el olvido»
ANEXO B.
EL NACIONAL, Lunes 19 de Marzo de 2012 PALABRAS
SOBRE PALABRAS LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ.
Gerónimo Pompa: Medicamentos indígenas, 1868.
Botánico, escritor, hijo de militar, padre de poeta (el celebrado Elías
Calixto), promotor del primer Ateneo de Caracas y autor multieditado, Gerónimo
Pompa vuelve a nuestras librerías con su obra maestra, esos Medicamentos indígenas
(Fundación Editorial El Perro y la Rana, 2007) que en todas las casas del siglo
XIX ocupó lugar de honor en las bibliotecas familiares, en las despensas de
primeros auxilios y en los gabinetes de todas las cocinas como el mejor
vademécum criollo para aliviar, mejorar y curar las afecciones de variado
origen y los males más extendidos en la geografía patológica del país.
Sería el año 1868 cuando vea la luz la colección de medicamentos
extraídos de todos los reinos naturales y las distintas aplicaciones que a
partir de ellos podrían alcanzarse. Concebido como un diccionario (género tan
caro al autor, quien compondrá un diccionario sobre el lenguaje de las flores
para su libro Las flores parleras), promediará la elocuente cifra de 456
artículos de medicamentos y sus propiedades y señalamientos curativos.
Sin atarse a un modelo descriptivo inquebrantable, va definiendo los efectos
benéficos de plantas, animales y minerales cuando se entrelazan con otras
sustancias en la meta de obtener la pócima capaz de sanar mágicamente o como si
con esas artes se produjera la curación.
Sabio modesto y noble, conquistador de afectos que superaron su tiempo, hará
declaración más que clara sobre los resultados de su obra: "No he hecho
otra cosa que traer al libro un resumen de todo cuanto he podido recoger de los
labios del labrador inocente, del indígena curandero, del anciano
experimentado, sin considerarme autorizado para omitir lo que pareciera
increíble ni lo que yo graduara por una mera ficción".
La obra, junto con el Manual de urbanidad de su contemporáneo Manuel
Antonio Carreño, será uno de los libros más reeditados dentro y fuera del país.
Resultará bisagra entre la anónima Farmacopea militar y los Principios para la
mate- ria médica del país, de J.M.
Benítez, mientras alborea el siglo XIX, y los estudios de Lisandro Alvarado y
Henri Pittier, cuando despunta el XX.
Además de su uso técnico, hoy puede leerse para fijar el estado de la
ciencia de su tiempo y la fe desplegada en torno al saber nativo de la medicina
popular, marcada aquí como indígena.
Sirve también para asentar la creencia en la medicina que hoy llamarían
"alternativa" y, singularmente, para recuperar amplios conjuntos del
léxico etnomédico de impronta criolla. Ejemplos al azar que fijan el tono del
acercamiento pudieran ser los artículos conejo que señala: "embebida una
tela en la sangre de este animal y puesta a secar, se aplica en las erisipelas,
sin atarla en la parte que padece, y sanará"; huele-huele: "es una
planta que nace a las orillas del mar y cuya raíz es un excelente tónico,
aplicable a todos los males del vientre e intestinos, tomado en forma de
té"; lechuza: "los huevos, bien batidos en el licor que acostumbre el
que se embriaga y dado a beber en ayunas, le hará aborrecer la bebida".
Fundamental, hay que tenerlo y consultarlo como testimonio y guía de cuánto
apreciamos el lenguaje de la naturaleza y de lo mucho que confiamos en el valor
curativo de sus especies.
FUENTES BIBLIOHEMEROGRÁFICAS
Y TESTIMONIALES CONSULTADAS
Anderson, Benedict. Comunidades
imaginadas. Reflexiones sobre el
origen y la difusión del nacionalismo. Fondo de Cultura Económica.
México, 2000,
Aretz, Isabel. Manual de folclore.
Monte Ávila Editores. Caracas, Venezuela, 1993.
Castro Gómez, Santiago. La hybris
del punto cero. Ciencia, raza e Ilustración
en la Nueva Granada (1750-1810). Editorial
El perro y la rana. Caracas, República Bolivariana de Venezuela, 2008.
Chartier, Roger. El mundo como
representación. Historia cultural
entre práctica y representación.
Gedisa, Editorial. Barcelona, España, 1999.
Fundación Polar. Diccionario de
Historia de Venezuela. Exlibris, Caracas, Venezuela. 1997. 4 vols.
Podetti, José Ramiro. Cultura y
alteridad. En torno al sentido de la experiencia latinoamericana. Monte Ávila, CELARG. Caracas, Venezuela, 2008.
Pino Iturrieta, Elías. País
Archipiélago. Venezuela, 1830-1858. Fundación Bigott, Caracas, Venezuela,
2001.
Paz, Octavio. In/mediaciones.
Seix Barral. Barcelona, España, 1998.
Pompa, Gerónimo. Medicamentos indígenas.
Colección extraída de los reinos vegetal, animal y mineral. Editorial América, S. A. Miami Florida (USA),
1974.
Strauss, Rafael. Diccionario de
cultura popular. Fundación Bigott. Caracas, Venezuela, 1999.
VVAA. La fiesta de la tradición,
1948. Cantos y danzas de Venezuela. Fundación de Etnomusicología y
Folklore. Caracas, Venezuela, 1981.
Fuentes hemerográficas.
Diario El Nacional, Caracas, Venezuela. 19 de marzo de 2012.
Diario El Universal. Caracas, Venezuela. 19 de enero de 1992.
Fuentes testimoniales.
Pedro León Torres, médico cirujano, comunicador social Carora,
Venezuela, noviembre de 2022.
Raiza Mujica. Médico dermatóloga. Carora, Venezuela, diciembre de 2022.
Luis Eduardo Cortés Riera.
cronistadecarora@gmail.com