UNIVERSIDAD
SANTA MARÍA
DOCTORADO
EN HISTORIA
NÚCLEO
DE BARQUISIMETO
ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS PROMESAS AMBIGUAS,
CRIOLLISMO COLONIAL EN LOS ANDES DE BERNARD LAVALLÉ
AUTOR:
LIC. M.Sc. Luis Eduardo Cortés Riera
profesor:
dr. reinaldo rojas
barquisimeto, junio de 1997
Criollo; lla. (De
criar) adj. Dícese del hijo de padres europeos, nacido en cualquiera parte del
mundo. Ú.T.C.S. 2. Aplícase al negro nacido en América, por oposición al que no
ha sido traído de África. Ú.T.C.S. 3. Dícese de los americanos descendientes de
europeos. Ú.T.C.S. 4. V. Cambur criollo.
5. Aplícase a ciertas cosas o costumbres propias de los países americanos.
Manjar criollo.
Diccionario de la
Lengua Española.
Madrid, 1970. P.378
A.
Del
Autor de la obra.
Bernard Lavallé es continuador de
la tradición crítica e intelectual de dos de sus paisanos más conocidos: Michel
EYQUEM, señor de Montaige (1533-1592) y de Carlos de SECONDAT, barón de
Montesquieu (1689-1755). Montaigne, como es bien sabido, se interesó
tempranamente del problema del Nuevo Mundo y de sus habitantes, los “otros”[1].
Y Montesquieu formuló, en base a la experiencia americana, el paradigma del
hombre perfecto y bueno[2].
Cabe entonces preguntarse que si lo americano llamó la atención de estos dos
bordeleses, ¿por qué no habría de llamársela a nuestro contemporáneo
historiador?
Rector de la Universidad Michel de
Montaigne de Burdeos ha sido un estudioso de la Historia de América, su
Doctorado de Estado lo obtuvo con la tesis Investigación
sobre la aparición de la consciencia criolla en el Virreinato del Perú: el
antagonismo hispano-criollo en las órdenes religiosas (siglos XVI y XVII), consta
de unas dos mil páginas[3].
Otras de sus obras, también de tema peruano, son: el Mercader y el Marqués, Lima y la realidad peruana, Divorcio y
nulidad del matrimonio en Lima (1651-1700).
Como bien, lo sugieren los
anteriores títulos, así como el que ahora nos ocupa, Lavallé no sólo se ha
especializado en la historia americana sino que centra su interés en lo que
desde 1935 Marc Bloch y Lucien Fevbre llamaron la historia de las mentalidades.
La palabra mente tiene su complejidad, una historia muy interesante. Mente
sugiere o deviene de la capacidad humana de mentar, de decir y de hablar. ¿Y en
dónde se expresa esta capacidad específica del humano sino en el lenguaje,
nuestro “segundo sistema de señales”, según le llama la psicología? En primer
lugar, pues el lenguaje: las
mutaciones lingüísticas que ocurren en relación con cambios en las estructuras
mentales. Cardoso y Pérez Brignoli dicen que: Con frecuencia, las palabras
permanecen, pero su sentido se modifica. La lexicología, a través del estudio,
del vocabulario, su cronología y su inventario[4].
Fascinante campo de la historia y
que sin embargo, tiene sus dificultades y peligros: el problema de las fuentes
se vuelve más grave según retrocedemos en el tiempo[5].
Más adelante Cardoso y Pérez Brignoli hablan “también del peligro del
anacronismo"[6],
el frecuente error en el que caen muchos historiadores al no encontrar la
tonalidad auténtica del pasado[7].
Lavallé es un discípulo indirecto
de Bloch y Fevbre; realizó estudios con el hispanista francés Noël Salomón y
forma parte ya de la mejor historiografía francesa sobre Hispanoamérica. Su
mérito especial ha sido que su obra – dice Margarita Guerra, del Instituto
Riva-Agüero – está escrita en español por un francés que domina la lengua
escrita mejor de lo que muchos quisiéramos hacerlo siendo nativos del país. Con
ello cumplió un requisito metodológico básico para el estudio del lenguaje,
esto es, dominarlo; más aún de si se trata de una lengua extranjera tal y como
lo hizo en su oportunidad con el alemán del siglo XVI Lucien Fevbre cuando
escribió sobre Martín Lutero[8].
Nuestro autor se interesa por el
criollismo, la reivindicación criolla frente al abuso de los peninsulares; este
es el leiv motiv del libro que nos ocupa: Las
promesas ambiguas, criollismo colonial en los Andes, obra que pertenece a
la saga que comenzó en 1968, diez años de investigaciones en archivos de Europa
y América[9].
No es casual que Lavallé se sienta identificado con los criollos de América
pues ya Montesquieu había escrito en las Cartas
Persas que:
Los hombres son capaces de injusticia porque tienen
interés en cometerla y por preferir la propia satisfacción a la de los demás.
Siempre actúan con miras a la propia persona[10].
Nuestro historiador bordelés es, de
la misma manera, un occitano; es decir que se ha formado en la tradición
cultural de la “civilización occitana” como lo ha llamado Octavio Paz en La llama doble, asiento de la soberbia
lengua de OC, hablada al sur del río Loira. En esa lengua se escribió la mejor
poesía amorosa de todos los tiempos y con ella se creó la más extraordinaria
erótica europea. Lástima que esta forma dialectal casi no se usa en la
actualidad, pero gracias a esto se ha formado un vigoroso grupo de lexicólogos
del mediodía francés que desde el siglo XIX ha tratado de restituir la grandeza
de la lengua provenzal. De propiedad de “idioma dominante” y de otras sutilezas
en las que se expresa la dominación.
B.
Cómo
se construye la obra.
Lo que distingue a las Promesas ambiguas es, según las
palabras de su autor, el carácter un tanto dispar de sus componentes (que)
pueden ofrecer temas, enfoques y tratamientos variables, cuyo interés común es,
en el fondo, poco evidente (…): sin embargo, agrega Lavallé, (…) todas estas
contribuciones no sólo se sitúan dentro de una misma perspectiva sino que son
los resultados más elaborados de un proyecto único…[11].
En efecto, la obra no es más que una presentación de una investigación
sistemática que empezó a principios de la década de los sesenta y que tuvo, por
así decirlo, su momento estelar en 1978 cuando el autor obtuvo el Doctorado de
Estado con su tesis La aparición de la
consciencia criolla en el virreinato del Perú, el antagonismo hispano-criollo
en las órdenes religiosas siglos XVI y XVII.
Advierte nuestro autor en el
prólogo de Las promesas que:
Quien
casualmente compare los estudios aquí presentados con su versión inicial, podrá
comprobar que han sido parcialmente reformados tomando en cuenta su
presentación común. Inclusive, algunos títulos (…) han sido levemente
modificados para encajar mejor en la economía global de este libro[12].
Y
en cuanto al contenido agrega:
Se han creado
puentes, hemos amplificado los ecos y las referencias de un texto a otro. Los
hemos organizado de manera tal que, según creemos, aunque constituyen una serie
de entidades autónomas que se pueden leer como tales, están no obstante
relacionados entre ellos y llegan a ofrecer una totalidad coherente que dé
cuenta, de una manera relativamente completa del panorama que queríamos
estudiar[13].
Las promesas
está subdividido en tres partes respectivamente tituladas (I) Los orígenes, (II) Exaltación
de la patria criolla y (III) Los
frailes en la contienda.
En
Los orígenes versan todos sus
artículos sobre “las primerísimas manifestaciones pre – o proto criollas (…)
muestran cómo se pasó insensiblemente del llamado “espíritu colonial” de los
conquistadores y primeros pobladores del siglo XVI a sensibilidades,
reivindicaciones y planteamientos ya propios y (…) significativos de las nuevas
generaciones nacidas (…) en los reinos americanos[14].
En
Exaltación de la patria criolla,
dice Lavallé, nos hemos centrado sobre el trasfondo ideológico y el sistema de
representaciones que articularon el patriotismo criollo del siglo XVII, tan
peculiar y que iba a dejar en el continente huellas tan duraderas...[15].
Esta segunda parte es la que le da el título a la obra pues – dice el autor –
que ese patriotismo criollo “parece problemáticamente vacilante, en no pocos
aspectos ambiguo, pues el
protonacionalismo que subyace en él era al mismo tiempo excluyente para con los
dominados de la Conquista y se nutría, a pesar de sus críticas a la metrópoli,
en el sistema que ésta garantizaba” (el subrayado es nuestro)[16].
Según las situaciones y los inetrlocutores – agrega Lavallé – lo vemos dudado
entre un hispano extremadamente quisquilloso y un americanismo agresivo entre
un exacerbado localismo que desemboca en imágenes míticas y la borrosa
conciencia de que el futuro iba a exigir la mentalización y apropiación de un
espacio mucho más amplio y articulado[17].
La
parte tercera, Los frailes en la
contienda (…) reúne estudios voluntariamente no dedicadas a los aspectos
más conocidos de éste. Se refiere el autor a la famosa alternativa oficios (subrayado nuestro) que tantas luchas y tantas
crisis desatara a lo largo de todo el siglo XVII, y tantas páginas folklóricas
o de color subido suscitara desde finales del siglo pasado en cierta forma de
historia sobre todo adicta – y reducida – a lo anecdótico[18].
Esta
tercera parte está dedicada a la vida conventual, sus “complicados y, no pocas
veces sorprendentes, rodeos - ¿y por qué no decir dédalos? – de la vida
conventual en las provincias del antiguo virreinato peruano”[19].
C.
Cómo
maneja las fuentes.
Bernard Lavallé fundamenta su
trabajo en un exhaustivo trabajo archivístico en archivos de Europa y de
América del Sur y que comenzara en 1968, se prolongó por diez años hasta
culminar, como hemos referido, en 1978 con la terminación de su tesis doctoral,
titulada en el original francés Recherches
sur l`apparition de la conscience créole dans la vice-royauté du Pérou:
L`antagonisme hispano-créole dans les odres religieux (XVIe – XVIIe siècle).
Llega Lavallé al Perú a los 25 años
de edad, recién egresado de la Universidad de Burdeos (1967) y comienza un
sistemático trabajo de investigación en los archivos españoles, peruanos,
bolivarianos y romanos:
Archivo General de Indias (Sevilla)
Archivo General de la Orden de la
Merced (Roma)
Archivo General de la Orden de los
Predicadores (Roma)
Archivo de la Merced (Lima)
Archivo Nacional de Bolivia (Sucre)
Archivo Romano de la Compañía de
Jesús
Archivo de San Agustín (Lima)
Archivo de la S.C. de Propaganda
Fide (Roma)
Archivo de San Francisco (Lima)
Archivo Secreto Vaticano
Allí, en estos famosos repositorios
hubo de encontrar nuestro autor inapreciables documentos que dan fe, en contra
de los que se creía, que el criollismo tuvo ya sus manifestaciones en el Perú
del siglo XVI.
En los que respecta a la
bibliografía empleada, el autor revisa la copiosa bibliografía que existe sobre
el virreinato peruano, lo que se escribió en los siglos XVI, XVII y XVIII, por
un lado, y también lo que en la actualidad se ha escrito sobre el Perú
colonial. Sobre aquél primer grupo podemos citar a:
ACOSTA, José de. De procuranda indorum salute.
ORTÍZ DE CERVANTES, Juan. Memorial que presenta a S.M. el licenciado
(…) Procurador General del Reyno del Perú y encomenderos…
SANZ DE HURTADO, Juna. Lo que Juan S. de Hurtado Procurador del
Nuevo Reino de Granada de Indias dize en razón de la perpetuidad de las encomiendas.
ARAUJO, Leonardo de Relación de las cosas que sucedieron en la
ciudad de Quito, reynos del Perú, en las órdenes de Santo Domingo.
LEÓN PINELO, Antonio de Tratado de confirmaciones reales de
encomiendas, oficios i cosas que se requieren para las Indias.
SALINAS Y CÓRDOBA, Buenaventura. Memorial de las historias del Nuevo Mundo
Pirú.
VARGAS, José María. Historia de la provincia de Santa Catalina
virgen y mártir de Quito.
Y otra copiosa bibliografía de la
época colonial que sería muy largo enumerar. De los autores contemporáneos
Lavallé cita a autores como:
-
BATAILLON, Marcel. La rébellion pizarriste.
-
FRIEDE, Juan. El arraigo histórico del espíritu de
independencia en el Nuevo Reino de Granada.
-
LAFAYE, Jacques. Quetzalcoutl y Guadalupe la formación de
la consciencia nacional en México.
Por último, cabe
destacar que Lavallé hace frecuentes alusiones de su tesis doctoral, la cual
fue publicada en 1982 en Lille, ANRT, en dos tomos.
D.
Hipótesis
que maneja la obra.
Lo fundamental de la obra y en la
que el autor hace notables aportaciones, reside en que el criollismo ya tiene
sus manifestaciones en Perú en el siglo XVI, pues el vocablo comenzó a usarse
en 1567 y que los jesuitas que llegaron en 1568, espontánea e inmediatamente
emplean esta palabra de manera corriente. El propóstio de estas páginas – dice
el autor – no es más que tratar de definir, a partir de casos concretos, cómo y
sobre qué antecedentes, surgió la reivindicación criolla suramericana en el
siglo XVI[20].
Coincidiendo en sus apreciaciones con Lafaye nuestro autor escribe que:
El espíritu criollo ha precedido al nacimiento del
primer criollo (…) luego vinieron españoles “criollizados” (…) que se
identificaban espiritualmente con la sociedad criolla mexicana, abrazando las
devociones locales y hasta su odio a los gapuchines. Lo que definía al criollo,
más que el lugar de nacimiento, era el conocimiento del país (…) la adhesión a
una ética colonial de la sociedad[21].
Sostiene que las encomiendas le
dieron fuerza al nuevo espíritu que nacía:
La perpetuidad de las encomiendas no dejaría de
aumentar su fuerza (la de los criollos) y su orgullo lo que, dado su natural
propensión (a las rebeliones y levantamientos) les haría más sospechosos[22].
El análisis que Lavallé
hace de la sociedad peruana del siglo XVI le permite decir que:
Mucho antes de finalizar el siglo XVI, las grandes
líneas de la reivindicación criolla peruana estaban configuradas, y de manera
definitiva. Los decenios venideros no harían más que reforzar la convicción y
la determinación hispanoamericana de que los criollos debían ocupar con
prioridad, sin más tardar, todos los empleos del virreinato…[23]
Más adelante en
“Del indio al criollo: evolución de una imagen colonial”[24]
dice el autor que la hispanidad de los blancos nacidos en el Nuevo Mundo, se
les involucró por su misma americanidad, en los prejuicios de que eran víctima
los indios[25]
y que:
De manera insidiosa, en la mente
europea la imagen de éstos fue invadiendo los espacios semánticos y los campos
de representación que, (…) se había reservado para los vencidos (…) con tal
desplazamiento, el retrato del criollo se matizó y cobró significados
que hacía de él un ser potencialmente distanciado del grupo peninsular y ambiguamente
situado, en lo mental y social, hacia zonas inciertas donde se marginaba al
indio y a las castas[26].
Nótese en el
párrafo anterior la extraordinaria capacidad de Lavallé para examinar el
lenguaje, las herramientas conceptuales que emplea, el auxilio que recibe de la
semiología y de la lingüística para, desde allí, reconstruir el cuadro y la
conformación de la sociedad colonial peruana. Es necesario destacar que el
autor desvirtúa la idea, muy frecuente entre nosotros, que sostiene que los
descendientes de europeos marginaban al indio de la misma manera que el
peninsular cuando, como ya hemos visto, el criollo y el indio estaban colocados
en el mismo espacio de marginación léxica. Lavallé nos da una verdadera lección
de cómo ha de hacerse una historia de las palabras, como bien aconseja el
maestro Vilar[27].
Más adelante, y
siempre colocado en el siglo XVI, el autor se adentra en lo que ha llamado el
“criollismo conventual” en donde:
Ya desde fecha
muy temprana, el comportamiento de los frailes en las doctrinas donde
evangelizan a los indígenas suscitó una literatura muy abundante, rica en
acusaciones múltiples, variadas y pormenorizadas, no pocas veces de una dureza
increíble[28].
Es que el
enfrentamiento entre dominicos criollos y peninsulares llegó a tales extremos
que en el siglo XVII se llegó, incluso, a hablar de “dos naciones”[29].
En otra de las
partes de su obra (II), Lavallé hace, a nuestro entender, uno de su más
original y hermoso trabajo: “Espacio y reivindicación criolla”. Se trata del
descubrimiento del espacio americano por los españoles y criollos. Es un
prodigioso examen del ultillaje mental
de la época: la “ciencia” del siglo XVI, la herencia del conocimiento medieval
cargado de aristotelismo y de tomismo; la geografía griega y latina, el
resurgimiento de los viejos mitos europeos en América, los de la Biblia y los
de la Hélade, las novelas de caballería.
Más adelante
pasa a comentar la geografía del descubrimiento y de la conquista:
… la representación geográfica
del Nuevo Mundo pudieron servir a la estructuración de una mentalidad
colonialista, fue el de las teorías, muy antiguas, de la influencia del medio
sobre los seres (…) el medio americano se consideraba inferior al de Europa y,
sobre todo de España[30].
Poco a poco y
desde estas concepciones se va creando el espacio en la mente del criollo; una
actitud criolla, aún embrionaria en los mestizos.
… como Garcilaso (…) Ruy Díaz de
Guzmán (…) y sorbe todo el franciscano Fray Buenaventura de Salinas Córdova (…)
quien escribió la primera gran obra de reivindicación criolla (…) que le
acarreó el exilio…[31].
En esta y en
otras obras escritas por criollos nota Lavallé que el espacio de la
representación se limita a la capital, Lima, el espacio natural de la
reivindicación criolla, mientras que el resto del país sólo es evocado de
manera lejana, alusiva y en ningún caso, geográfica[32].
Se trata, dice, la representación imaginaria de un espacio limitado: las
orillas del Rímac, Cuzco, Potosí y su cerro rico[33].
Para finalizar
debemos de comentar la parte III: “Los frailes en la contienda”. El peruano
José Carlos Matiátegui repite constantemente en sus siete ensayos de la realidad peruana que la conquista no fue un
fenómeno religioso sino eclesiástico. En este sentido este trabajo de Lavallé
no hace otra cosa que corroborar a Mariátegui. El convento fue en Perú y en
México[34]
el escenario más propicio para la confrontación hispano-criolla. El criollismo
eclesiástico – dice – ha sido poco estudiado y los trabajos más originales son
de 1970-1980[35].
Este tipo de estudios es muy necesario porque pone de manifiesto los fuertes
vínculos de la sociedad con los conventos[36]
pues la población laica (…) seguía apasionadamente los combates de sus frailes[37]
por la llamada alternativa: un sistema al que las Órdenes religiosas habían
recurrido para aplacar u obviar rivalidades[38].
En el Perú
contemporáneo, dice Mariátegui, pervive el virreinato; el problema de la tierra
y del indio, la educación y el factor religioso, así como su literatura están
impregnadas por los tres siglos de dominación española. ¿Qué es el Perú de
nuestros días? Sin lugar a dudas una realidad compleja y explosiva: pervivencia
de zonas donde sólo se habla en quechua y la pobreza es extrema; existencia de
un núcleo pequeño de ascendencia europea que monopoliza buena parte de la
riqueza del país, para no mencionar otros graves y casi insolubles problemas
que lo aquejan. Creemos que la salud social de esa nación pasa por la
atenuación de estos inmensos desajustes sociales del Perú contemporáneo. ¿Y en
dónde sino en la historia conseguir la explicación de tan tupida madeja de
hechos? Creemos que con su empeño tenaz y sostenido Bernard Lavallé ha dado, en
este sentido, pistas muy significativas.
BIBLIOGRAFÍA
EMPLEADA
Bloch,
Marc. Los reyes taumaturgos. Fondo
de Cultura Económica. México, 1993. 493 páginas.
Burk,
Ignacio. Filosofía, un enfoque actual. Edit.
Insula. Caracas, 1992. 337 páginas.
Cardozo,
Ciro – PÉREZ BRIGNOLI, Héctor. Los
métodos de la Historia. Edit. Crítica. Barcelona, 1979. 384 páginas.
FEVBRE, Lucien. Martín Lutero, un destino. Fondo de Cultura Económica. México,
1992. 187 páginas.
LAVALLÉ, Bernard. Las promesas ambiguas, criollismo colonial en los Andes. Pontificia
Universidad Católica del Perú. Instituto Riva Agüero. Lima, 1993. 224 páginas.
MARIÁTEGUI, José Carlos. Siete ensayos de interpretación de la
realidad peruana. Edit. Grijalbo S.A. México, 1979. 247 páginas.
PAZ, Octavio. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. Editorial Seix
Barral. México, 1990. 596 páginas.
SALOMÓN, Noël. La vida rural castellana en tiempos de Felipe II. Edit. Ariel S.A.
Barcelona, 1983. 425 páginas.
VILAR, Pierre. Economía, derecho, historia. Edit. Ariel S.A.Barcelona, 1983. 228
páginas.
[1] Véase el magnífico ensayo, a veces tan penetrante como los del
mismo autor, Solke, Peter: Michel de
Mantaigne o los albores del anticolonialismo. Universidad Santa María.
Caracas, 1994.
[2] Cf. Veríssimo Serrāo, Joaquím. “Reflejos de Brasil en el Viejo
Mundo”, en: Iberoamérica, una
comunidad. P. 191.
[3] Esta tesis le valió el ya desaparecido Doctorado de Estado en
1978 (Honorable por Unanimidad). El jurado estuvo integrado por Joseph Pérez,
Francois Chevalier, André Sain Lu, Francois López y Henry Bonneville
(presidente).
[4] Véase de estos autores Los
métodos de la Historia. “El campo de la historia de las mentalidades
colectivas”. Págs.. 335 y 55.
[5] Marc Bloch se vio en muchas ocasiones enfrentado a este problema.
Muchas veces lo advierte en Los Reyes
taumaturgos. P. 14.
[6] Los Métodos. P.336.
[7] Cf Le Goff, Jacques,
citado por Marcos Lara en al presentación de los reyes taumaturgos. P. 14.
[8] Fevbre, Lucien. Martín Lutero,
un destino. (1927). Lavallé ha estudiado en profundidad las lenguas
española y portuguesa. Obtuvo Diploma Superior en español (1966) con
calificación Tres Bien. Es, además, Prof. Agregado en español en la Universidad
de Burdeos III.
[9] Lavallé, Bernard Ibid. P.
9.
[10] Citado por Burk, Ignacio.
Filosofía. Pág. 310.
[11] Lavallé, Bernard. Las Promesas, p.10.
[12] Ibíd. P.10
[13] Ibídem.
[14] Ibídem.
[15] Ibídem.
[16] Ibídem.
[17] Ibíd. P.11
[18] Ibídem.
[19] Ibídem.
[20] Lavallé “Del espíritu colonial a la reivindicación criolla” en Las Promesas ambiguas. P. 23.
[21] Ibíd. P. 25
[22] Ibíd. P. 33
[23] Ibíd. P. 42
[24] Ibid. P. 45
[25] Ibídem.
[26] Ibídem. (el subrayado es nuestro)
[27] Vilar, Pierre. Economía, derecho e historia. P. 8
[28] Ibíd. P. 63
[29] Ibíd. P. 79
[30] Ibíd. P. 110
[31] Ibíd. P. 112
[32] Ibídem.
[33] Ibíd. P. 118, 129, 130
[34] Paz, Octavio. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de
la fe.
[35] Ibíd. P. 157
[36] Ibíd. P. 161
[37] Ibíd. P. 163
[38] Ibídem.