La
godarria caroreña
Una
singularidad social republicana.
Luis Eduardo Cortés Riera
Doctor en Historia.
Resumen:
La godarria
caroreña es una singularidad social que, tal como hoy la conocemos,es de
naturaleza republicana y no colonial, como hasta entonces se había creído. En
su proceso de conformación y estructuración ha tenido un papel de primer orden la Iglesia católica
,institución que por intermedio del generoso otorgamiento de numerosas dispensas matrimoniales propició las uniones
endogámicas entre este sector social minoritario y excluyente , que se asemeja
a una casta, con lo cual se protegió la dispersión de fortunas , de hábitos
sociales así como de formas de
pensamiento en esta ciudad levítica , asiento de numerosas cofradías. La
godarria ejerció en Carora una verdadera hegemonía ideológica y cultural en los
finales del siglo XIX y comienzos del XX y que en forma atenuada se ha
extendido hasta el presente. Sólo que ,después de un brillante liderazgo social
y cultural, ha tenido que vivir de las glorias de su pasado cuando en la
actualidad transita por la globalización y el socialismo del siglo XXI
acompañada de un cierto desconcierto.
Palabras claves:
godarria caroreña ,Iglesia católica,cofradías, ciudad levítica,endogamia,
singularidad social, hegemonía ideológica y cultural.
El fenómeno social
de la llamada godarria caroreña tiene múltiples y variadas explicaciones, las
que van desde las de naturaleza biológica, las económico- sociales hasta las de orden cultural y religiosa. Nosotros asumimos que es un fenómeno
extremadamente complejo, difícil de desentrañar
si nos aferramos a concepciones teóricas y a métodos que por parciales
resultan insuficientes. A primera vista
parece ser la godarria determinada por
lo económico-social, pero bien pronto entramos en cuenta que esta es una explicación incompleta de esta singularidad social que aun
en los días que corren existe con relativa fuerza, por que en ellas ha faltado un elemento esencial y que ha sido
determinante en nuestra formación como pueblo: la religión católica. Quien
ignore esta realidad no podrá comprender en profundidad la historia del mundo
hispánico, ha dicho Francois Chevalier.
La religión no es un mero agregado de la sociedad, la religión con mucha frecuencia organiza a la sociedad. A pesar de que el
mundo se encuentra en un acelerado proceso de desencantamiento de las imágenes
religiosas y metafísicas y que nos dirigimos a la estructuración de una conciencia moderna, como escribió Max
Weber, no es menos cierto que en la dialéctica tradición- modernidad, la Venezuela de hoy
conserva rasgos muy marcados de
permanencia de formas ancladas
en sistemas de pensamiento que vienen del medievo y de inicios de la modernidad.
El catolicismo es
una religión universal, lo sabemos, que acompañó a los descubridores y
conquistadores del siglo XVI, el siglo
que quiere creer, según dijo Lucien Febvre, y con la cual se conformó en el
Nuevo Mundo americano una “visión bíblica del mundo”, como ha mostrado Jacques
Lafaye y que estuvo, además, muy ligada a la formación de nuestro estado y de nuestra mentalidad en los tres largos e
intensos siglos de coloniaje.Esta es una contundente realidad. No en balde
Octavio Paz cita frecuentemente a
nuestro Mariano Picón Salas quien dijo: sufrimos
aún los efectos del Concilio de Trento. El genésico siglo XVI estuvo
dominado por ideas escatológicas del fin del mundo, la fe, el pecado original,
la gracia divina, la fe , la veneración de los santos , sus imágenes, la
educación del clero, los sacramentos: la Eucaristía, el bautismo, la confirmación. Es la llamada
Contrarreforma católica, muro de contención de la Reforma protestante, y de la cual España, esa
“península metafísica”, fue su
portaestandarte más eficaz.
En España y en la América hispana se
desarrolló un fuerte movimiento que se convirtió en un estilo nacional, el barroco, que es, dice
Picón Salas, “un anti-Renacimiento y anti- Europa por que negaba o planteaba de
otra manera los valores de la conciencia moderna”. Agrega el merideño que : “A
pesar de de casi dos siglos de enciclopedismo y de crítica moderna no nos evadimos enteramente
aún del laberinto barroco. Pesa
en nuestra sensibilidad estética y en muchas formas complicadas de psicología
colectiva”. De tal modo que nos atrevemos a decir siguiéndole los pasos a
nuestro don Mariano que es barroca
nuestra mentalidad individual y colectiva”.
Barroca es nuestra
idea de la vida y de la muerte, de las relaciones sociales , de la educación, de la familia y del matrimonio. Ideas y
concepciones difundidas y preservadas por una institución milenaria, clave en
la comprensión de la cultura occidental: la Iglesia católica. En este momento estamos
llegando a un elemento esencial para la
compresión de la endogamia entre los godos de Carora, esto es ,el matrimonio.
Georges Duby ha dicho que : “ los ritos del matrimonio son instituidos para
asegurar dentro de un orden el reparto
de las mujeres entre los hombres, para reglamentar en torno a ellas la
competición masculina, para oficializar, para socializar la procreación… el
matrimonio es la base de las relaciones de parentesco de la sociedad
entera, forma la clave del edificio social.” Agrega este notable
historiador francés que el matrimonio: “Se sitúa en la conjunción de lo material y lo espiritual. Por él se ve
regularizada la trasmisión de las riquezas de generación en generación,
sostiene por consiguiente las
“infraestructuras”; no es disociable, y esto hace que el papel de la institución
matrimonial varíe según el lugar que ocupa en las relaciones de producción.”
Luego, Iglesia
católica e institución del matrimonio explican la formación en el país de lo que llama Vallenilla Lanz las
oligarquías municipales, pues según explica este notable historiador
positivista, el Rey de España dio
preferencia en los cabildos coloniales a los descendientes de los
conquistadores y primeros pobladores. De esta manera se conformaron oligarquías
municipales en Caracas, Mérida, San Carlos, Coro, El Tocuyo, Barquisimeto ,Cumaná,
Barcelona, Trujillo, Maracaibo, y en nuestro caso en Carora. “ Todas ellas,
agrega este brillante historiador , llenaban a cabalidad las funciones sociales
de la élite, su papel de clase dirigente y protectora de la comunidad, fundando
pueblos, erigiendo iglesias, casas consistoriales, puentes , mercados, fuentes
públicas , cárceles, mataderos; velando por la seguridad pública, persiguiendo
bandidos del llano, fomentando la agricultura, abriendo caminos, limpiando
ríos.”(… )
En un
extraordinario trabajo realizado en sus mocedades por Ambrosio Perera Historial genealógico de familias caroreñas ha establecido este historiador
tardíamente positivista, pues nació en 1904, que las familias “patricias” caroreñas son:
Aguinagalde
( extinguida a mediados del siglo XIX )
Antich ( Extinguida)
Arrieche (Extinguida )
Alvarez
(Usagre, Castilla) arriban a la ciudad en 1628, es la más numerosa.
Ferrer
(extinguida )
González
Franco( Usagre, Castilla) llegan a
Carora en 1579
Gordón,
de los fundadores de la ciudad
(extinguida )
Gutiérrez
( Coro) se establecen en la ciudad del Portillo en 1650.
Herrera(
Islas Canarias) y arriban en 1776
Hoces (extinguida)
Luna
( extinguida )
Meléndez
(Asturias) arriban en 1673
Montes
de Oca (Las Palmas, Canarias) llegan a
la ciudad en 1737
Oropeza
( La Orotava,
Canarias ) se establecen en Carora en
1725
Pineda (extinguida )
Perera
(Tenerife, Canarias ) llegan a la ciudad del Portillo en 1753
Riera
(Cataluña ) arriban a Carora en 1659
Salamanca,
de los fundadores del Portillo de Carora
(extinguida )
Silva
(Portugal) llegan en 1633
Torres,
o de la Torre,
canarios (extinguida)
Urrieta ( extinguida
)
Yépez
(Castilla) se establecen en Carora en
1750
Zubillaga (Provincias vascongadas) arriban en 1794.
Como se habrá
notado esta es la base poblacional de la conquista y de la colonización
temprana y tardía en la antigua y levítica ciudad de San
Juan Bautista del Portillo de Carora fundada en 1569, y que con el
transcurrir de las centurias conformará lo que Perera llamará el “mantuanismo caroreño”, conocidos también
como los “blancos de la plaza”, “caracoloradas”, “patricios caroreños”, los
cuales como sus pares de otras ciudades
del país, “vivían dominados por una
preocupación, dice Brito Figueroa, la limpieza de sangre, la que coincidía con sus intereses
económicos de grupo social privilegiado , la endogamia, el origen étnico, el
status jurídico y el monopolio de las instituciones coloniales estratificaron
la clase de los terratenientes blancos en términos similares a los de una
casta.”
Este grupo social
minoritario ocupó la vieja cuadrícula de la ciudad, “una separación de castas
total que bien podríamos llamar territorial, dice Ambrosio Perera, pues fuera
de tal rectángulo se levantaban las
viviendas de aquellos que no enterraban sus raíces en el mantuanismo”. Dice Cecilio “ Chío” Zubillaga que en 1768 se
llevó a efecto un censo oficial en Carora que dio un resultado impresionante,
pues 5.297 personas eran de las clases inferiores y apenas 233 de la otra, es
decir, de la principal…” Perera, sostiene que esa “separación existía en
Carora hasta muy avanzado el siglo (XX) y que, agrega, en los libros parroquiales
de la iglesia de San Juan y desde el siglo XVIII eran por regla general los
libros donde se asentaban las partidas
correspondientes a los blancos españoles… de aquellos destinados para
las partidas de la gente común que comprendía a los negros ,mulatos ,pardos en
general y a veces a los indios y
mestizos”.
A Carora se le conoce como “ciudad levítica”, pues es bien conocida la gran cantidad de sacerdotes que han nacido
en esta localidad. Debemos de aclarar que buena parte de estos religiosos se
extraen del mantuanaje caroreño, pues este grupo social parecido a una casta
ha presentado un rasgo muy indeleble e importante, su religiosidad
militante, la cual le ha permitido copar los espacios de la institución
eclesiástica desde hace bastante tiempo.
De los 120 levitas que ha dado la ciudad, bien podemos estimar que un crecido
70 por ciento procede de las clases
dominantes hispano-criollas y de la
godarria , de entre los cuales destacan
5 obispos. Este dominio godo
sobre los asuntos del altar han propiciado la formación de un imaginario
de importancia: la muy famosa “maldición
del fraile”, en 1859,vísperas de la Guerra
Federal, en tanto que en 1905 los mantuanos de Carora expulsaron de la ciudad a un
sacerdote de ideas avanzadas que bien podían calificarse como un
antecedente de la Teología de la
liberación, el Pbro. Dr. Carlos Zubillaga. Ha sido proverbial la dificultad que
representó para las diversas sectas protestantes afincar pie en la ciudad, y no
lo lograron sino hasta la muerte de Juan Vicente Gómez, cuando un grupo de
ellos proveniente de una semicolonia de los EEUU, Puerto Rico, erigió ,después
de múltiples tropiezos atizados por la godarria, una casa de oración allí .En
pleno siglo XX hubo un sacerdote de la godarria que fungía de líder moralista
de la ciudad,Monseñor Pedro Felipe Montesdeoca, quien impidió se crease el
Rotary Club, porque, según razonaba , era
un engendro comunista. Este levita administraba sus oficios religiosos
de acuerdo a la procedencia social: a
las 5 am. Misa para las mujeres de servicio, a las 7 am. para los godos, en
tanto que a las 8 am. para el colectivo de la ciudad. Como vemos, una gradación
del rito por la escala social.
En nuestras
investigaciones sobre la religiosidad de
los caroreños hemos determinado que en la conformación de esa atmósfera religiosa
en la ciudad han jugado un papel
fundamental unas estructuras de solidaridad de base religiosa, como
las llama el historiador francés
Michel Vovelle: las cofradías y
hermandades. Ellas son muy antiguas y ya se habían instituído en el medievo
europeo entre los siglos XI, XII y XIII.
En España son aún en la actualidad, innumerables ,y se les ha estimado como un
antecedente del seguro social, pues ayudaban
a los enfermos, a viudas y huérfanos, enterraban a los difuntos y
garantizaban entierros con misas y oraciones para sacar el alma del purgatorio,
una idea sin base bíblica ,como ha establecido Jacques Le Goff. Además eran una
suerte de primitivas entidades bancarias y tenían cuantiosas haciendas y hatos con abundante mano de obra
esclava. En Carora se les llamó
haciendas de las cofradías “del Montón”, situadas al oeste de la ciudad, en la
vía hacia el Lago de Maracaibo,una propiedad original de la Iglesia católica , que es
el antecedente de la gran explotación ganadera y cañera de la actualidad.
Pues bien, estas
hermandades han sido el centro de nuestro interés investigativo, ya que a su rededor
se aglutinaron las clases altas y bajas de la Carora del siglo XVI hasta el presente, y a
través de ellas podremos detectar los sutiles y complicados cambios
que ha experimentado la estructura de la sociedad y su correspondiente modo de
actuar y de pensar en la larga duración. Las cofradías no son todas coloniales
pues las ha habido republicanas, pero la de mayor prestigio y alcance ha sido,
a no dudar, la del Santísimo Sacramento,
fundada por los conquistadores españoles
en 1585, es decir 16 años después de la fundación de la ciudad. Esta hermandad
agrupó sin exclusiones a blancos,criollos, indios, negros libres,esclavos,
mestizos, mulatos y pardos, lo que niega la existencia en la ciudad de
cofradías étnicas, como sí las tuvo la “ciudad madre”, El Tocuyo. La geografía
no fue obstáculo para que recibiera hermanos de lugares distantes: Irlanda,
Francia, España, Italia, las islas Canarias, Cuba, Santo Domingo, Reino de
Santa Fe. Como provenientes de Venezuela están asentados en sus folios y con elegantes caligrafías caraqueños,
trujillanos, tocuyanos, barineses, sanfelipeños, valencianos, maracaiberos,
nirguanos, corianos ,yaritagüeños, sancarlenses, merideños, y por supuesto un
grueso número de locales. Oficios y ocupaciones que van desde oficiales, comisarios
del santo oficio, profesores de medicina, alcaldes, monjas, organistas,
mayordomos de las cofradías, carpinteros, plateros, curas ,licenciados,
doctores… Gentes de los más disímiles apellidos de cualquier parte de la
península y de Venezuela. Curiosos motes como Belmonte, Bambelle, de la Chica, Matheus, de la Fuente, Barrientos,
Darmella, etc., y los más comunes como Bolívar
( el Padre del Libertador ), Riera, Colina, Sánchez, Luna, Rodríguez,
Chávez, Blanco y un largo etcétera. Era
como se habrá notado una hermandad bastante democrática e internacional.
A finales del siglo
barroco, el siglo XVIII, comienza a reflejarse entre las personas que “entran” a la del Santísimo la reiteración de
un pequeño número de apellidos, los que con el tiempo habrían de conformar la godarria caroreña, tal como la conocemos
hoy en los albores del siglo XXI, pues es un fenómenos que se ha prolongado
hasta el presente cuando ha desaparecido de otras ciudades del país. Estos son
los apellidos del mantuanismo caroreño : Alvarez , el catalán Riera, Urrieta, Ferrer,
Hoces,el canario Oropeza, Arriechi,Gonzalez, Crespo, Regalado. Es el
tímido arranque de una clase social con
rasgos de casta y que se completará con estos otros apellidos : el vascuense Zubillaga,el
isleño de la Torre,
Meléndez, Pero lo curioso de todo este
cuadro de cosas que hemos descubierto y
por intermedio de los libros de cofradías, que la godarria no es tan colonial
como se había pensado hasta ahora, sino
que ella es un producto eclesiástico de
los tiempos republicanos.
Esto merece, dada
su complejidad, una explicación adicional. Sabemos que la Iglesia católica propició las uniones matrimoniales entre
personas con vínculos sanguíneos cercanos a través de las llamadas dispensas matrimoniales y sabemos que en Carora la Iglesia fue bastante
generosa al expedir tales licencias, pero es el hecho que los legajos de
dispensas desaparecieron del Archivo de la Diócesis de Carora desde hace bastante
tiempo. En vista de esta carencia
documental debimos reconstruir el proceso de la endogamia espiritual y social de la godarria a través y valiéndonos de los
libros de entrada en las cofradías. Allí pudimos observar el intenso proceso de
uniones matrimoniales entre los patricios caroreños que tiene por escenario
temporal, no el siglo XVIII como en las ciudades del resto del país, sino el
siglo XIX, a tal punto que podemos decir que es una élite social que se ha
conformado tardíamente en tiempos republicanos. Esta es la singularidad social que hemos descubierto y que Ambrosio
Perera no captó o se cuidó de manifestarla, pues era una cuestión que le
restaría linaje y alcurnia a un patriciado al cual se vanagloriaba de
pertenecer.
La hermandad del
Sacramentado recibió como cofrades entre 1853 y 1870 la cifra de 682 personas
de entre las cuales 257 pertenecen a la
godarria, es decir un elevado 38 % de
los inscritos, lo que pone en evidencia el acelerado proceso de entronización de
los caracolorá en los espacios de las cofradías que se inició con el proceso
republicano y que no se detendrá hasta el presente. En este período las uniones
matrimoniales entre personas de este reducido y excluyente grupo social son un hecho sin precedentes en la
ciudad del Portillo. Así el apellido Alvarez lo encontramos mezclado con los
apellidos Gutiérrez, Alvarez, Franco, Indave, Oropeza, Silva, Torres, Montes de
Oca, Riera,Zubillaga y Meléndez. El otro
apellido godo es González el cual se mezcla con
Alvarez y con Gutiérrez. Este
último a su vez establece vínculos con González, Alvarez, Silva, Melendez. El apellido de origen canario Herrera lo
encontramos ligado a Meléndez y al recién llegado de Coro ,el judío sefardita Curiel.
El apellido de
prosapia asturiana Meléndez lo hallamos en enlaces con Meléndez, Riera, Gutiérrez,
Torres, Oropeza. El muy sonoro y oriundo de Las Palmas Montes de Oca
endogámicamente conectado a Montes de
Oca, Indave, Alvarez, Zubillaga, Perera. El apellido que más universitarios ha
producido es el canario Oropeza y se mezcla con Meléndez, Riera, Alvarez,
Oropeza, Herrera. Otro apellido godo es el emblemático Perera,de origen
tenerifeño y que establecerá vínculos matrimoniales con los Perera, Montes de
Oca, Alvarez y el vascongado Zubillaga,
en tanto que el catalán Riera lo
hará a
su vez con Silva, Alvarez, Aguinagalde (hoy extinto), Gutiérrez, Perera
Montes de Oca. El portugués Silva se mezclará con Andueza, Riera y Oropeza. Y finalmente el
apellido de los eternos mayordomos de la cofradía del Sacramentado, el
vascuense Zubillaga, el cual aparece vinculado
a Perera y Herrera Perera. He
aquí como en este “refugio de la hispanidad”,tal como se le ha llamado a
Carora, se produjo por efectos del aislamiento geográfico, de los factores económico- sociales y religiosos la muy
conocida godarria caroreña del presente y de la cual podemos dar crédito de que
hogaño goza de relativa buena salud .
Entre los años 1837
y 1852 entraron a la hermandad del Santísimo cinco personas de apellido
Aguinagalde, nueve de Alvarez, 17 de
Alvarez con otros apellidos godos, del apellido canario Herrera ingresan siete,
los Meléndez ascienden a cinco, Montes de Oca 11, en tanto que 8 son
Oropeza, los Perera son 16, los Riera 13, Silva cinco, Torres seis y finalmente el vascuense apellido
Zubillaga con dos, una esclava y el sr.
Antonio María Zubillaga Perera, mayordomo de esta cofradía hasta su deceso en
1924.Entre esos años el proceso de apropiamiento de los espacios de esta y
otras cofradías caroreñas irá in crescendo, pues 108 personas anotadas allí son de la godarria
(58 %) y apenas 79 personas, un 42 %, de
las otras clases. Estas últimos hermanos llevan apellidos que no hunden sus
raíces en el mantuanismo caroreño y son los que siguen: Rivero, Pernalete,
Ramos,Carrasco,López, Fernández, Arroyo,Romero, Cuevas,Chávez ,Gómez, Chirinos,
Pérez, Mendoza. Estos son los años de la verdadera consolidación hegemónica de
la godarria , pues son los de el secular aislamiento que sufrieron las regiones
durante el siglo XIX y que si lo comparamos al siglo XVIII observaremos que las
hermandades caroreñas eran en cierto modo cosmopolitas en esta última centuria, como hemos destacado
más atrás. Todo lo cual facilitó el predominio social, cultural y religioso de
esta clase social minoritaria y excluyente.
Con la llegada al
poder del autócrata civilizador, el presidente Antonio Guzmán Blanco y su política anticlerical , signada
por el positivismo cientificista, se
puso a prueba el espíritu de cuerpo del
catolicismo en Carora y consecuencialmente el de la godarria . Hasta ahora se pensaba
erróneamente que tal política debilitó a
la Iglesia
católica. Esto no es cierto en el caso particular que nos ocupa, pues los
libros de cofradías revelan que en esos
años del guzmancismo la entrada a las
hermandades sufrió un proceso exponencial en cuanto a las adscripciones en estas estructuras de
solidaridad de base religiosa. En los años del más furibundo anticlericalismo
de Guzmán Blanco ,1872 a
1875, las entradas al Sacramentado se
elevan a 90 en 1872, 129 en 1873, 116 en
1874, 108 en 1875 cuando venían de una
discreta adscripción de 27 en 1853 ,70
en 1858, 55 en 1863 y 44 en 1869. Cabe
destacar que esta reacción antigubernamental de las cofradías fue liderizada
por elementos fundamentalmente femeninos del patriciado caroreño.
En la levítica
ciudad del Portillo se implantó una moralidad que hunde sus raíces la Biblia y en la
interpretación que en la filosofía medieval
hizo Santo Tomás de Aquino a la
Etica a Nicómaco de Aristóteles, las virtudes teologales : fe,
esperanza y caridad, la noción platónica del
alma que mantiene la cristiandad católica, es decir que el alma y el
cuerpo no son dos substancias vinculadas, que el centro de la religión bíblica está el
concepto de amor por los que pecan, y
que lo temporal es un mero espejo de lo eterno. Es de destacar la enorme
eficacia entre nosotros de una
idea-fuerza sin base bíblica, el
purgatorio,idea que recibiera un
tremendo impulso durante el Concilio de
Trento en el siglo XVI y que han llegado con notable fuerza hasta nosotros
en los días que corren. Biólogos y
antropólogos han propuesto que la
transmisión cultural se podía describir , en cierta medida, de la misma manera
que la herencia genética. El autor de El
gen egoísta, el biólogo Richard Dawking ha descrito la cultura como una
población de memes, que son “programas
de reproducción mimética” igual que los genes. Los memes son unidades de
cultura, conceptos, valores, historias, etc. ,que llevan a la gente a hablar o actuar de manera que provocan que otras
personas a su vez almacenen una réplica de estas unidades mentales.
Los godos de Carora
tenían unas costumbres y usos sociales sociales muy arraigados, sus memes, que
han tenido una prolongación y eficacia temporal admirable. Una de ellas tiene que ver con los espacios sagrados, pues
debemos tomar en cuenta que no hay
lugar de encuentro más importante entre
el hombre biológico y el hombre social que el espacio, nos dice Jacques Le Goff.
En este sentido debemos destacar que algunos de los bancos de la iglesia de San
Juan Bautista eran privados y de uso exclusivo de los patricios caroreños. Eran
un total de 25 de tales muebles con los nombres de las familias godas grabados
y que estaban colocados cerca del altar mayor, como dando a entender que ellos
estaban más cerca de Dios que el resto de los mortales. Los difuntos de este
grupo minoritario gozaban de un tratamiento especial, pues sus cuerpos eran
tapiados en las gruesas paredes de la iglesia de San Juan, una costumbre que en
los días de Guzmán Blanco enfrentó a los
godos con el gobierno, pues es sabido que por razones sanitarias el “ilustre
americano” prohibió tales prácticas funerarias, como en su oportunidad lo hizo
el médico y presidente de Venezuela, el Dr. José María Vargas.
Las hermandades y
cofradías caroreñas eran plurales y aceptaban como miembros a cualquier
persona, sin importar su condición étnico o social, como hemos visto, pero la
dirección de estas corporaciones siempre pertenecía a un miembro destacado de
la sociedad, una persona de cierto relieve social y de cierta notoriedad. Estos
eran los mayordomos de las cofradías, quienes llevaban con gran esmero y cuidado sus libros de
registros de entradas, sus cuentas y negocios. Queda claro que las clases dominantes
hacían todo lo que estuviese a su alcance para apropiarse de la memoria, ellos
decidían qué debía recordarse y qué no debía recordarse.
La memoria, la
memoria. Ha sido la Iglesia
la garante y resguardadora de la memoria de los pueblos en el Occidente
cristiano , y lo ha hecho a través de la numerosa legión de levitas que ha
producido, en el caso que nos ocupa, la
ciudad antigua del Portillo de Carora desde el genésico siglo XVI. De entre
ellos debemos destacar que de los 120
levitas caroreños cinco han sido obispos, uno de ellos animado por la Encíclica Rerum
Novarum (l891) , el Obispo Mártir
Salvador Montes de Oca, fusilado por los nazis en Italia en 1944, suena como
candidato a ser elevado a los altares.
En nuestro trabajo
investigativo sobre la educación secundaria en Carora, hemos puesto de relieve
la hegemonía ideológica y cultural que ejercieron los godos a finales del siglo
XIX y principios del XX, puesto que fundaron periódicos y revistas (El Impulso,1904 y El Diario, 1919), crearon el Colegio particular La Esperanza en 1890, sólo
para varones y casi todos de la godarria, un colegio para señoritas, el Liceo
Contreras en 1915, dirigían los asuntos eclesiásticos, las cofradías,
organizaban los actos litúrgicos, procesiones y fiestas sagradas, a la par que
manejaban el muy activo comercio local, y se apropiaron progresivamente de
hatos, haciendas y cañamelares. Todo un proceso de concentración de la
propiedad territorial que ,según Taylor Rodríguez, se inició en 1870 y que fue protagonizado por las familias
godas Oropeza, Riera, Alvarez, Yépez y Herrera.
Pero hay un símbolo inequívoco del sentido
excluyente de esta clase que se asemeja
a una casta y no es otro que la fundación de un club recreativo, a la manera inglesa ,
elitesco y excluyente, el Club Torres de Carora fundado por los más conspiscuos representantes del patriciado el 31 de julio de 1898, a la cabeza de los
cuales estaba el médico con estudios en Francia,el Dr. José María Riera, quien
murió en un enfrentamiento armado en 1900. Este polémico centro social excluyente
y sexista se mantuvo cerrado para el grueso de la población caroreña hasta hace
unos pocos años, cuando sus directivos más jóvenes y preparados para asumir los
cambios que introdujo la economía de signo rentístico y petrolera, notaron y advirtieron que aquello era un verdadero
anacronismo y que como tal debía de dársele final. Fue una lucha que en cierto modo inició Chío Zubillaga
a comienzos del siglo pasado cuando renunció a esta corporación por que –aducía- sus
salones fueron utilizados para actos sociales y fundamentalmente, para el juego
y la venta de licores. El Club se convirtió en una institución exclusiva de los
godos. Otros, como el Dr. Pastor Oropeza tienen un concepto distinto del Club,
pues dice que esa corporación fue la bolsa y el lugar donde se planificó el
desarrollo agropecuario del inmenso Distrito Torres, entidad
político-administrativa que, debemos aclarar, representa el 46 % del total del
territorio del Estado Lara, por ello se le ha denominado “la Rusia del estado Lara”.
Ha sido el
historiador larense Reinaldo Rojas quien ha dicho que la godarria caroreña es
en verdad regionalista, pero que es un regionalismo puesto al servicio de la Nación venezolana. Su
ancestral y telúrico apego a la tierruca
no les ha impedido ponerse al servicio de las causas más nobles y patrióticas
en todos los tiempos y lugares. Comencemos a decir que tres caroreños han
ocupado el Rectorado de la
Universidad de Caracas en distintos momentos, el Dr. Juan
Agustín de la Torre
en 1789,quien introdujo el pensamiento moderno de Hume, Descartes, Newton y
Condillac a las aulas dominadas por la Escolástica de la Real y Pontificia Universidad
de Caracas; el Dr. José Manuel Oropeza ,
de convicciones realistas , que la dirigió en 1819, en tanto que en
1946 estuvo al frente de nuestra alma mater el Dr. Juan Oropesa ,fundador
del partido ORVE con Rómulo Betancourt, Alberto Adriani y Mariano Picón Salas,
un magnífico y olvidado escritor de la
obra Cuatro siglos de historia.
En los días de la Emancipación fue Carora generosa con la Patria y por ello le
obsequió, entre otros, dos eminentes patriotas, el general Jacinto Lara, quien
participó en 1824 en la batalla de Ayacucho, epónimo actual del estado, y el
general Pedro León Torres, quien peleó en la batalla de Bomboná en 1822,epónimo
del Municipio que lo vio nacer. En los difíciles momentos de la Federación fue la pluma
del Dr. Ildefonso Riera Aguinagalde quien animó el grito libertario y de
justicia social, fue uno de los primeros propagadores de la doctrina social de la Iglesia católica, fue
famosa su polémica sobre las revoluciones con Cecilio Acosta.
Se distinguió como educador y abogado un
discípulo del Br. Egidio Montesinos en el Colegio de La Concordia de El Tocuyo,
el doctor Ramón Pompilio Oropeza (1860-1937) egresado de la Universidad Central
de Venezuela , fundador del Colegio La Esperanza con el concurso de los godos de la
época en 1890, instituto en donde se formaron los hijos de Federico Carmona,
fundador del diario El Impulso en
1904,el humanista Luis Beltrán Guerrero “Cándido”, el periodista de combate que en ocasiones se acercó al marxismo Cecilio
Zubillaga Perera ,“Chío”, el político ,defensor de la independencia de Puerto
Rico , José Herrera Oropeza ,el jurista Ambrosio Oropeza, corredactor de las
Constituciones de 1946 y 1961,el historiador Ambrosio Perera ,el Dr. Juan
Oropesa, miembro fundador del partido ORVE, Rector de la UCV, el Pbro. Dr. Carlos
Zubillaga, un adelantado de la
Teología de la liberación, el Dr. Pastor Oropeza, padre de la
pediatría en Venezuela y progenitor del periodista y escritor Héctor Mujica, el pediatra Homero Alvarez, padre de
nuestro embajador en los EEUU, Bernardo Alvarez.
Hemos dicho que en
la ciudad se formó una verdadera elite cultural en Carora bajo la dirección del
Dr. Ramón Pompilio Oropeza (1860-1937), en una localidad que no fue beneficiada
con la creación de su Colegio Nacional en tiempos de la oligarquía
conservadora, pero que la labor educativa la asumieron los religiosos y los
particulares, como es el caso del fraile Ildefonso Aguinagalde ,miembro de la Asamblea Nacional
en 1863, el de la famosa maldición, y quien abrió una cátedra de latinidad, una
lengua que había dejado de ser un idioma universal desde el siglo XVII, por
muchos años desde 1829, el Dr. Ezequiel Contreras, fundador del efímero Colegio
San Andrés (1855) y el Lic. Rafael Antonio Alvarez quien creó el Colegio de La Paz en 1864, esfuerzos
educacionales que no duraron mucho
tiempo pero que contribuyeron a fomentar
el gusto por el conocimiento y el saber en Carora, una población que muy
tardíamente vio llegar el instrumento difusor de la cultura por antonomasia, la
imprenta, la cual fue recibida con gran regocijo popular en 1875, cuando un miembro de la comunidad sefardí, un
verdadero “intermediario cultural” ,José Mármol Herrera la llevó allí y con la
cual se imprimió el primer periódico caroreño y que lleva el sugerente nombre
de La Patria.
Mucho más
tardíamente llegó la educación superior
a la ciudad de Carora , pues la capital del estado , Barquisimeto , también
sufrió largamente esta carencia, su
Colegio Federal de Primera Categoría fue cerrado por el presidente Cipriano
Castro y su ministro de Instrucción, el escritor Eduardo Blanco en 1904 , y no
fue sino bajo la presidencia del Rómulo Betancourt que se abrieron el Instituto
Pedagógico Barquisimeto y el
Politécnico de Barquisimeto, hasta que al fin y luego de una presión popular se
crearon en Carora sendos núcleos de la la Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado y de la Universidad Nacional
Experimental Politécnica en la década de los ochenta del siglo XX. Pero una ausencia notable se produjo en este
movimiento por la educación superior en Carora y no es otro que el de la “godarria
caroreña”, clase social que en el pasado motorizó movimientos e instituciones de cultura y de
saber. Ello se debió quizás a que ellos
tenían resuelto el problema de la educación de sus hijos al enviarlos a la universidades de Los Andes, a la del
Zulia, Carabobo, Central de Venezuela y a las diversas universidades privadas del
país y del exterior, sobre todo en los EEUU. Pese a esta evidente ventaja
formativa es un hecho notorio que las nuevas generaciones de godos no ha
mantenido la preocupación por el saber de sus pares de otras generaciones. Un
vacío intelectual sufre la godarria en el presente , ello pueda deberse a que
se interesó más por la acumulación de capitales por un lado y a su
extrañamiento de la ciudad por el otro.
He aquí pues en donde nos hemos topado con otra de
las actividades emblemáticas de los
godos de Carora, el mundo de los negocios. Es sabido que desde fines del siglo
XIX son poseedores de inmensas haciendas ganaderas y en el presente cañeras,
ubicadas en las zonas más privilegiadas del Municipio Torres y fuera de ésta
entidad. Han fundado el hospital y la planta eléctrica, dos centrales
azucareros, un matadero industrial,colegios privados y un equipote béisbol
profesional, el Cardenales BBC y el
extinto Banco de Lara en sociedad con el capital nacional. Pero hay un portento
muy admirable y que ha sido creación
maravillosa de los godos y no puede ser otro que el Ganado Tipo Carora, una
feliz mezcla del llamado “ganado amarillo de Quebrada Arriba”, traído a estas
tierras por los conquistadores españoles del siglo XVI con razas europeas y
norteamericanas, proceso de selección genética un tanto empírico que inició Teodoro Herrera,entre otros, en la
década de 1930. Esta Raza, ahora Patrimonio Genético Nacional, un Pardo Suizo
criado y aclimatado , de gran
rendimiento en el trópico, ha ido a parar a los lugares más remotos del
planeta, Indonesia, Colombia, Centroamérica, Africa, para alivio de la pobreza
de esas comunidades preteridas del llamado Tercer Mundo; pero que una paradoja
un tanto cruel la acompaña, pues la
Arcadia que la vio nacer hace ya 70 años se ha quedado sin el
Ganado Tipo Carora, pues menos de 2500 vientres cuenta hogaño el Municipio
Torres. Puede que ello sea parte también de la legendaria y un tanto
mítica Maldición del fraile (1859) y que
ha condenado a la godarria caroreña a
vivir de las glorias de su brillante pasado cuando en el presente mundo
globalizado ha dado escasas muestras de genio y de creatividad, las que a no
dudarlo, les ha faltado en el presente
para afrontar la globalización económica y el mortal y fatídico viernes negro del 18 de febrero de 1983,suceso que produjo descalabros notables entre los
caracoloradas de Carora.
Bien se puede
afirmar que el producto más acabado de la Iglesia católica en Carora ha sido en efecto, la
godarria caroreña y que por resultado de una maldición de orden teológico y
bíblica, la ya mencionada Maldición del fraile, ha condenado a la godarria del
presente a transitar por uno de los más
dilatados eclipses por la que ha transcurrido en su existencia esta singularidad
social excluyente que aún pervive con relativa fuerza en el presente Las
incesantes uniones matrimoniales entre
los miembros de lo que llamó Ambrosio Perera “ patricios caroreños” ha ocasionado un resultado esperado y temido
por los godos, las enfermedades hereditarias, las que han sido y son comunes y
frecuentes entre este grupo social: retraso mental, síndrome de Dawn,
esquizofrenia y enfermedades autosómicas recesivas de todo tipo. Es de capital
importancia hacer notar que la endogamia no es sólo biológica sino religiosa y
que los patricios de Carora han desarrollado unos curiosos nichos semánticos y
fonéticos fáciles de percibir por el extraño, componente lingüístico que les da
cierta coherencia interna y que aún espera de un estudio científico.
En medio de los enormes cambios políticos y
sociales del presente y que han tenido como protagonista principalísimo al
presidente Hugo Chávez Frías han tenido ,con contadas excepciones ,dificultades
y hasta enfrentamientos con la administración de gobierno nacional y en el
Municipio han perdido toda
representatividad en la
Alcaldía del Municipio Bolivariano General de División Pedro
León Torres. Hay quienes afirman que la godarria sufrió una especie de
bifurcación, pues una de sus partes se quedó atada a su sustento secular ,la tierra y a una
forma tradicional y conservadora de pensamiento; en tanto que otro grupo salió de la levítica ciudad y se
instaló en centros de mucho mayor dinamismo económico, social y cultural, tales
como Barquisimeto y Caracas ,lugares en donde emprende exitosos negocios en el
concierto de una Venezuela que se abre al gran capital internacional y asume
una forma cosmopolita de vida que asombraría a sus pares quedados en la vieja y
pacata ciudad de Carora. Es el caso de la familia Zubillaga quien en la década
de los cincuenta del siglo pasado emprendió un exódo bastante notable a Caracas
, en donde estableció vínculos matrimoniales
con los más elevados apellidos de los “amos del valle”, según se puede
observar en las páginas sociales de los diarios capitalinos.
Parece ser ,y
estamos conjeturando , que los godos de Carora carecen de un liderazgo que los
guíe en los cambiantes e inesperados
momentos que vive el país y el mundo hogaño. En el siglo XIX tal guía
como “influyentes locales” la ejercían los sacerdotes y los mayordomos de las
cofradías y hermandades, y cuando los dirigentes laicos hacen su aparición, lo hacen
los educadores como los doctores Ramón Pompilio Oropeza y Lucio Antonio
Zubillaga cuando asumen ese tan necesario liderazgo entresiglos, el cual fue
retomado desde principios del siglo XX por Cecilio “Chío Zubillaga y más
recientemente por el Dr. Ambrosio Oropeza, el constitucionalista, y mucho más
recientemente el odontólogo formado en Brasil en la década de los 50 del siglo
pasado, Domingo Perera Riera, ex gobernador del Estado Lara durante la
presidencia de Jaime Lusinchi. Desde ese
momento hasta el presente la oquedad en el liderazgo mantiene a los godos en permanente sobresalto
y temor frente a los anuncios del Alcalde del Municipio , nuestro exalumno en
las aulas del centenario Liceo Egidio Montesinos, el Ingeniero electrónico
Julio Chávez Meléndez y del reelecto presidente Teniente Coronel del Ejército
Hugo Chávez Frías de establecer en Venezuela el llamado Socialismo del siglo
XXI, ideas que han resultado en un despertar repentino del letargo que
sufrieron las clases subalternas y que se expresa de múltiples maneras en Carora ,antigua ciudad del siglo XVI que se
enrumba ,dejando atrás al liderazgo y la preeminencia de los godos, hacia el
tercer milenio.
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