La Virgen del Rosario de La Chiquinquirá
de
Aregue, un estudio iconológico.
A Willy Aranguren
En este breve
ensayo vamos a aplicar el método
iconológico de Edwin Panofsky (Estudios
sobre iconología. Madrid ,l972) a la imagen de la Virgen del Rosario de la Chiquinquirá de
Aregue, estado Lara, Venezuela, obra pictórica de comienzos del siglo XVIII,
nuestro gran siglo colonial y barroco.
Panofsky crea en los EEUU y en la
década de los 30 del siglo pasado un esquema de división filosófico y propone
para ello tres categorías o niveles de significado en la imagen visual. lº) A
el primer nivel le da el nombre de preiconográfico ; allí se da el
reconocimiento de la obra en su sentido más elemental y expresivo. Es una
interpretación primaria de lo que se ve. En la pintura de nuestro interés observamos
un grupo de personas en número de cuatro. Una mujer de gran tamaño al centro
parada sobre una medialuna, con un niño en brazos y flanqueada por dos hombres,
uno que la observa y otro que no lo hace. 2º) El segundo nivel es el
iconográfico. En él se aborda el significado convencional o secundario de
la obra. Se trata de adivinar los contenidos temáticos. No es un estadio
sensible , sino inteligible, ya que hay que recurrir a la tradición cultural,
personificaciones, alegorías y símbolos, por lo que debemos acudir a las
fuentes literarias. De allí que en la pintura analizada identificamos un tema
propio de la iconografía cristiana: es la virgen, la madre de Dios acompañada
de dos santos ( San Andrés y San Antonio) que le rinden tributo. 3º) Llegamos entonces al tercer y último nivel panofskiano, el nivel iconológico o iconografía
en sentido profundo, pues es una interpretación del significado intrínseco o contenido de una obra. Se busca
el significado inconsciente (Freud) que
se esconde detrás de la intención del
creador. El objetivo de la iconología no
es otro que el de desentrañar los principios de fondo que revelan la actitud básica de una Nación, un período,
una clase social, una creencia religiosa o filosófica condensada en una obra.
De este modo la
pintura en cuestión no es otra cosa que una manifestación de la mariología y de la
mariolatría de los siglos XVI, XVII y
XVIII, pero con antecedentes medievales , devoción que introdujeron al
continente americano los descubridores y
conquistadores españoles. Descubrimiento y conquista, recordemos, se
realizaron al amparo de la virgen María; el descubrimiento de unas inéditas
tierras era un signo de la inminente
segunda venida de Jesucristo en la
Parusía, la virgen
era así también una tabla de salvación ante la angustia del pecado que dominaba
al luteranismo. Llama poderosamente la atención que las apariciones de la
virgen suceden a finales del siglo XVI y
comienzos del XVII. La devoción de la Chiquinquirá se inició
en 1586, una aldea del mismo nombre al norte de Bogotá, Reino de Nueva Granada,
en donde una imagen de la virgen se renovó milagrosamente. Ya en l7l0 la
encontramos en Aregue y más tarde, en l749, en Maracaibo, en una tabla flotando
en el Lago, no sin haberse instalado también en Lobatera (estado Táchira) y en la ciudad de Barinas. La
virgen es un intento prodigioso de la Iglesia católica medieval
de feminizar el cristianismo, nos dice el escritor mexicano y Premio Nobel de
literatura Octavio Paz (Pasión crítica. Barcelona, l990), y es
lo que explica la posición central y altiva de la virgen en la pintura. Ella se
encuentra de pie y sobre una media Luna, lo que se debe entender como que , en
efecto, ella es la indiscutida Reina de los Cielos. Su largo rosario es la representación de uno de
los temas renovados de la pastoral postridentina y que contribuyó notablemente por su condición de acto oral a propagar la fe
entre la población iletrada.
Como se
habrá podido notar, esta es visión enmarcada en un universalismo, el del
catolicismo, pero este universalismo tiene, sin embargo, sus particularidades y
que hacen de La Chinca de Aregue una versión autóctona del culto
mariano que se observa de distintas
maneras. Primera: se trata de una virgen india , bastante morena y de rostro
redondo, muy lejos del modelo greco-latino imperante. Era la figura ideal para
lograr la conversión de los indígenas de las etnias jirajara ,ayamán y ajagua que habitaban esta
región del actual estado Lara .Llama la atención el que dos santos varones del
viejo continente europeo, San Andrés y San Antonio, se postrernen ante una virgen
americana e indígena.,lo que puede
interpretarse como una afirmación de lo americano frente a lo europeo , signo
de una identidad niña y el estado de gestación del concepto de Nación que se manifestará con toda fuerza y vigor tras los sucesos del
l9 de abril de l8l0. La devoción de la virgen del Rosario recibió un
gran impulso tras el Concilio de Trento
de l548-l563, e incluso, se le consideraba responsable del triunfo los
cristianos sobre los turcos en la
Batalla de Lepanto ( l57l ), además es imprescindible destacar que es
una de las vírgenes de la Contrarreforma católica, resumen del arquetipo
femenino jungiano.
Pero lo americano se manifiesta
persistentemente una y otra vez en la obra y se necesita de una intuición
sintética muy aguda para detectarlo. Segunda: otro de
estos rasgos es el color intenso
y vivo, casi chillón, empleado en la composición, así como la rigidez geométrica
de los pliegues de las ropas que lo hacen aparecer como las de la estatuaria griega primitiva
(pensemos en el auriga de Delfos) y la medieval románica. Abstracción frente a naturalismo, tal como lo
planteó Worringer en su célebre tesis doctoral (Naturaleza y abstracción. México, 1979). Otro elemento americano que pasa casi desapercibido por su pequeño
tamaño y su posición marginal , es el
conjunto floral en la mano derecha de San Antonio (personaje de la izquierda,
sin barba): son flores de la botánica del Nuevo Mundo y a
las que tanto despreciaban los naturalistas europeos del Siglo de las
Luces, como lo ha mostrado Antonello
Gerbi en su clásica obra La disputa del
nuevo Mundo. México, l983. Pero no solo las plantas, también los animales del
Nuevo Mundo han sido plasmados allí por nuestro anónimo pintor del siglo XVIII ,siglo de la imagen barroca;
se trata de un ave endémica del
semiárido de los estados Lara y Falcón
.Nos estamos refiriendo a el cardenal,
una pequeña ave canora de color y
penacho rojo y que en la actualidad es
el icono del equipo de béisbol de la entidad, esto es, el Cardenales de Lara
BBC. Lo notable y extraordinario es que el hijo de Dios en brazos de la virgen muestra con su dedo índice al avecilla en cuestión, lo que a
nuestro entender y empleando la interpretación
circular y orgánica de Panofsky, se debe entender como una preferencia del Dios cristiano por la inocencia e incontaminación del Nuevo Mundo
frente al cansado, viejo y pecador Viejo Mundo cristiano europeo, esta última era una idea profundamente arraigada en esos siglos y que recibía el nombre de Milenio. Dios quiere dar a entender,
por intermediación de su hijo, que cuando el Evangelio se haya predicado en toda la Tierra se producirá la Parusía, es decir la
segunda venida de Jesucristo. Ganar adeptos
para la verdadera religión, la católica, es la misión inmediata
y urgente que el Niño Dios nos
quiere señalar con tal gesto. Estamos, pues , en presencia de una manifestación
pictórica circunscrita en lo que el antropologo francés, el americanista Jacques Lafaye (Quetzacóalt y Guadalupe. Formación de la conciencia nacional en
México.1977.) ha denominado una visión
bíblica del mundo, con la cual el conquistador y sus descendientes criollos
y mestizos interpretaron la nueva realidad de lo americano.
Para finalizar
debemos decir que el arte barroco, arte por antonomasia de la imagen ,y que en
esta oportunidad nos ocupa, no ha logrado aún su autonomía y no ha entrado aún
en lo que Max Weber en sus Ensayos sobre sociología de la religión.
Madrid, l987, ha tipificado como un fenómeno de racionalización cultural,
pues es un arte ligado a la autoridad de la Iglesia
católica, y es, consecuencialmente, una escenificación de unos textos
tenidos como sagrados. Al quedar liberado, dice el sociólogo alemán, el arte se
constituye ahora ( en la actualidad) como un cosmos de valores autónomos que
son aprendidos de forma cada vez más consciente. Se han disuelto las antiguas
figuras mítico-narrativas de pensamiento, sustituidas por la fe en el progreso
como un rasgo muy marcado de la
modernidad.
Si embargo y pese a todo su atractivo, el método de Panofsky tiene sus detractores de peso y consistencia,
y hay hasta los quienes afirman que los iconólogos, es decir los seguidores de
su metodología, tienden a ver en una
obra más simbolismo del que en realidad quiso poner el artista. El mismo
Panofsky llegó a decir con temor que hay
que reconocer que existe un
cierto peligro en el hecho de que la iconología pueda comportarse no como la
etnología en contraposición a la etnografía, sino como la astrología en
contraposición a la astrografía.(El
significado de las artes visuales. Madrid, l979. pp 45-75.) Pero es de
destacar que el presente ensayo no se había realizado antes y al atrevernos a
hacerlo se constituye en una experiencia útil y que puede ser de provecho para
los futuros investigadores de la
Escuela de Arte Martín Tovar y Tovar de la Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado , institución que con orgullo
y seguridad podemos afirmar que se ha iniciado bajo muy buenos augurios. Lara
es una tierra de muy buenos músicos y de muy buenos pintores.
Luis Eduardo Cortés Riera
Luiscortesriera @ hot mail.com