Carora, Venezuela: Las luces
del gomecismo,
(1908-1935).
Luis Eduardo Cortés Riera.
cronistadecarora@gmail.com
Hace algún tiempo, en 1987, publica la historiadora Yolanda
Segnini un libro bastante polémico y perturbador Las luces del gomecismo (Alfadil Ediciones), en el que destacaba los adelantos culturales de un gobierno al
que se trataba siempre de brutal y bárbaro, como el del general Juan Vicente
Gómez (1908-1935). *En
esta investigación, la autora muestra que en los años del gomecismo (1908-
1935) Venezuela no fue una nación privada de luces ni aislada del acontecer
intelectual del mundo. Aparece así una vida cultura compleja, con instituciones
culturales relevantes y donde la censura asumió posiciones contradictorias. Con ello se contradecía la opinión de destacados
intelectuales venezolanos que vieron en esos largos 27 años de dictadura una
calamidad para la cultura, señaladamente Mariano Picón Salas cuando dijo
“Venezuela entró al siglo XX en 1936.”
Si bien es cierto que Gómez cierra la Universidad de
Caracas entre 1912 y 1925, un auténtico retroceso cultural, no debemos olvidar
que la filosofía positivista llega a su periodo de esplendor en los comienzos
del siglo XX con Lisandro Alvarado, José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz,
Pedro Manuel Arcaya, Pedro Emilio Coll, César Zumeta, entre otros. Se editan
solamente en Caracas más de 100 publicaciones periódicas en un país donde el
analfabetismo rondaba el 70%. La revista
El Cojo Ilustrado y el diario El Universal
son auténticos paladines culturales. Los planes de reformas y modernización educacional
de Gil Fortoul, Felipe Guevara Rojas y Rubén González, ministros del ramo, son
considerados los más avanzados del siglo XX, afirma Ramón J. Velázquez. En 1910
decreta Gómez la creación Comisión Científica y Exploradora de Occidente. El
educador Rómulo Gallegos publica su inmortal novela Doña Bárbara en 1929 y
Canaima en 1935. Teresa de la Parra escribe Ifigenia. El caraqueño Tito Salas
se convierte en el pintor de lo nacional. La novela La casa de los Abila de José
Rafael Pocaterra será de 1922.
Sin embargo, hay criterios sombríos de la cultura
durante el gomecismo. José Luis Salcedo Bastardo (Historia fundamental de Venezuela) nos dice que será con gran
retardo cuando se conoce en Venezuela a Mendel, Claude Bernard, Zolá, Dickens,
Kipling, Turgeniev, Tolstoi, Cézanne, Manet, Gauguin, Ibsen, Dostoievski,
Brahms, Debussy, Rodin, Verlaine, Rimbaud, Chesterton, Shaw, Rilke, Croce,
Pirandello, Chejov, Gorky, Unamuno, Ortega y Gasset. Que, para el año final de
Gómez, Venezuela posee nada más que 60 maestros titulares, en 1932 uno solo se
gradúa en la nación. Durante el régimen de Gómez nunca hubo más de 125. 000
niños inscritos en el sistema escolar y que apenas había 2.157 escuelas, 188
cátedras de educación secundaria, dos únicas escuelas normales, tres liceos, 15
colegios con 1,100 asistentes, las dos universidades sobrevivientes, Caracas y
Los Andes, suman 1.520 estudiantes (pág. 442 a 444)
Siguiendo esta idea de pensamiento de Yolanda Segnini,
como se habrá notado muy diferente a la de Salcedo Bastardo, hemos adelantado
una investigación sobre el estado de la cultura en la sociedad de Carora y el
Distrito Torres durante el prolongado régimen del general andino. Quedaremos
sorprendidos, pues no todo fue oscuridad, retroceso y atraso, como
apresuradamente se afirma. Seguramente se deba aquel juicio contra el gobierno
del general Gómez a nuestra propensión en América hispana a amar las generalizaciones
y despreciar los hechos particulares, como nos advierte Octavio Paz. (Sor Juana
Inés de la Cruz p las trampas de la fe. Pág. 464)
Las luces del gomecismo en
Carora.
Esta
remota y particular ciudad del semiárido larense contaba a principios del siglo
XX con una población de 8.000 almas, en el vértice de la cual se hallaba la
“godarria caroreña”, una clase social minoritaria que domina el comercio, está
en proceso de crear los grandes latifundios ganaderos en el Distrito Torres y
ejerce una hegemonía ideológica y cultural en esta urbe que vive de la
artesanía, el comercio y la cría de ganado caprino y bovino.
Estos patricios caroreños, clase social
endogámica, fiel a su pasado hispánico o insular canario, está compuesta por
los apellidos Alvarez, Zubillaga, Riera, Meléndez, Gutiérrez, Montesdeoca,
Herrera, Oropeza, Silva, Perera, los cuales han realizado a finalizar el siglo
XIX una importante agitación socio-cultural: han creado distintos periódicos,
el selecto y excluyente Club Torres (1898), el Colegio de secundaria La
Esperanza (1890), dominan la vida religiosa, los cargos eclesiásticos, las
cofradías y hermandades de la Iglesia, comienzan a instalar sus grandes
haciendas ganaderas, monopolizan el comercio, son los profesionales liberales,
abogados, médicos, farmaceutas. Y, sobre todo, su catolicismo es conservador,
vivido de manera más o menos militante, con un fervor y pasión que deviene de
nuestro pasado colonial y barroco.
La Encíclica Rerum Novarum.
A principios del siglo XX, dos sacerdotes
pertenecientes a la “godarria caroreña”, influidos por el Concilio Vaticano I
de 1869 y la Encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, 1891, los Pbros.
Lisímaco Gutiérrez Meléndez y Dr. Carlos Zubillaga Perera, realizaron una
pastoral social en donde la Iglesia católica se plantea la búsqueda de Dios
entre los más pobres, y a tales efectos crearon un periódico El Amigo de los
Pobres, fundaron el hospital San Antonio, una congregación de religiosas,
escuelas nocturnas para obreros, un asilo, instituciones de ayuda a los
menesterosos, una banda musical, todo ello bajo la orientación básica de que la
Iglesia debe estar al servicio de los pobres. Catolicismo social, en suma. Fue,
sin embargo una experiencia muy breve, pues sus propulsores fallecieron a los
pocos años de iniciada esta pastoral social que ha sido calificada como
antecedente de la Teología de la Liberación de la década de los 60 del siglo
pasado. Sin embargo un hermano del padre Carlos, Cecilio Zubillaga Perera, le
dio continuidad a la obra de redención social iniciada, pero agregando a su
combate popular un elemento doctrinal nuevo por aquel entonces: el marxismo de
signo soviético.
En la remota ciudad del semiárido occidental larense y
venezolano, Carora, el gobierno del general Juan Vicente Gómez se vio con amplias
y comprensibles simpatías después de los turbulentos años del gobierno de
Cipriano Castro, el bloqueo de las costas por las potencias europeas, los
pesados impuestos de guerra y a la exportación.
El joven periodista Cecilio Chío Zubillaga lo apoya a
través de la Sociedad Patriótica Ezequiel Zamora que él crea para que Gómez
fuera electo presidente por el Congreso para el periodo 1910-1014. Otro tanto
hizo el Dr. Ramón Pompilio Oropeza, quien buscaba que el gobierno nacional
reabriera el Colegio Federal Carora que había sido clausurado por Cipriano
Castro en 1900. En efecto, en 1911 fue reabierto el Colegio tras largos once
años de dramático y prolongado cierre.
El presidente Gómez envía a la ciudad un simpático
militar tachirense, el general Juan de Jesús Blanco, quien pronto estableció
estrechos y cordiales vínculos con los godos o patricios caroreños, es admitido
en el selecto Club Torres, inaugura el acueducto en 1914, la red telegráfica,
el Parque Bolívar y contribuyó a reabrir el Colegio Federal de secundaria que
tanta falta hacía a los patricios caroreños y sus hijos.
El
diario El Impulso, 1904.
Fundar un periódico de circulación diaria en una ciudad de
8.000 almas fue considerada una insensatez. En la comarca venezolana
que recuerda más a Castilla se funda en un caserón del siglo XVII, el 1
de enero de 1904, una empresa de cultura extraordinaria por una familia: los
Carmona. Nace el primer periódico de circulación diaria de Carora, toda una
temeridad a la cual se le pronosticaban negros augurios. Un escenario de odio,
pero también de humanismo ve nacer El Impulso, quien desde sus
primeros momentos dio muestras de vigor y de empuje, lo que explicaría por qué
aquel humilde origen daría lugar al Decano de la Prensa de Venezuela de
nuestros días. Sus fortalezas serán: es empresa familiar, en donde participan
la esposa de Federico, Francisca Figueroa, sus hijos, con la asesoría del Dr.
Pedro Francisco Carmona. Es iniciativa particular que no espera dádivas de
ningún César. Otra es su discurso universalista, a contracorriente del espíritu
de campanario. Quiere comunicarnos con el mundo. Saluda aquel momento de
paz, el de la pacificación de Venezuela bajo la tiranía de Castro y Gómez.
Exalta al telégrafo, la electricidad, que nos comunican “con todos los puestos
del globo, todas las lenguas, todas las razas, la gran familia humana”, como
se lee en el Editorial que da inicios a su circulación, que es todo un
programa de intenciones para tender puentes con “ideas ajenas y el perenne
influjo de los extraños sentimientos”.
Dijo “Chío” Zubillaga: “El Impulso enseñó
a leer a los caroreños”. En esos 15 años que residió en Carora
publicó a Baudelaire, Nicanor Bolet Peraza, Simón Bolívar, Eduardo Calcaño,
Byron, Darío, Maupassant, Pedro Emilio Coll, D´Annunzio, Manuel Díaz
Rodríguez, José Echegaray, Tulio Febres Cordero, Dimas Franco Sosa, Bello,
Benjamín Franklin, Víctor Hugo, Jorge Isaac, José Martí, Jesús Muñoz Tébar,
Poe, José Asunción Silva, Pérez Bonalde, Tolstoi, Tourgueneff, Vargas
Vila, Zumeta, Polita de Lima, Arístides Rojas, Antonio Álamo, Stendhal, Lucio
Antonio Zubillaga, Udón Pérez, Zolá, Goethe, Anatole France, Lombroso,
Schopenhauer, Bécquer, Nervo, Chío Zubillaga, Lamartine, Blanco Fombona, Dumas,
Shakespeare, Ramón Pompilio Oropeza, Nietszche, Alcides Losada, José Herrera
Oropeza, Rodó. Un prodigio que una aislada ciudad se leyera tal florilegio de
autores. El Impulso nos hizo entrar a la modernidad al crear
el hábito de la lectura.Quien escribe da gracias por ser El Impulso el órgano periodístico que difunde nuestras letras.
El
Semanario Labor, 1912.
Al calor de esta euforia por el nuevo gobierno que da
estabilidad política al país, es fundado el Semanario Labor en 1912 por el
bachiller José Herrera Oropeza con el poeta tocuyano Hedilio Lozada, cuando ya
circulaba con éxito el diario El Impulso, fundado por el bachiller Federico
Carmona y de quien dijo Chío Zubillaga que ese periódico había enseñado a los
caroreños a leer. Circulara en Carora El Impulso hasta 1919, cuando decide
Carmona trasladarse a Barquisimeto. Ese mismo año fundará el bachiller José
Herrera Oropeza el Diario de Carora.
La primera sala cinematográfica fue fundada en 1914
con el nombre Cine Venecia. Proyectó en su inauguración las cintas Epopeya
napoleónica, El memorial de Santa Elena y Médico de servicio. El célebre
violinista chileno Luis Palma dio varios conciertos en la ciudad, nos dice el
Semanario Labor, diciembre 20 de 1914.
En 1915, en plena guerra mundial europea, nacerá un
instituto educacionista público de primaria o elemental, la Escuela Dr. Ezequiel
Contreras. Los fundadores fueron el Dr. Ramón Pompilio
Oropeza, Doctor en Agronomía Rafael Tobías Marquís Oropeza, doctor Lucio
Antonio Zubillaga y el muy conservador Pbro. Dr. Pedro Felipe Montes de Oca,
todos ellos muy ligados al Colegio Federal Carora. Su epónimo, el Dr. Contreras,
fue médico egresado de la Universidad de Caracas (1855), educador y político
del siglo XIX que fallece a temprana edad.
El Liceo Contreras para señoritas.1914.
Desde
la naciente República de Panamá, anuncia el Doctor en Agronomía Rafael Tobías
Marquís Oropeza la fundación del Liceo Contreras para la educación de señoritas
en Carora para el año 1914. Allí se enseñaba a las damitas del patriciado
caroreño según el método pedagógico concéntrico, toda una novedad entonces.
Funda además una revista feminista con el nombre de la diosa griega Minerva. El instituto cerró sus puertas
en 1934 cuando ya su fundador había fallecido en Valera, Estado Trujillo en
1922. Apenas tenía 40 años al morir este educador y científico caroreño que fue
execrado de Carora por los patricios.
La enseñanza se
impartía según el sistema concéntrico, o por capas, desde una más básica hasta
una más compleja, siempre abarcando transversalmente los conocimientos y las
aptitudes. Consiste en examinar varias veces todo lo concerniente a
un asunto, tema o a una disciplina. Cada vez se amplía y se profundiza el
estudio anterior. Es un sistema que acusa una notable influencia del
positivismo y el darwinismo evolucionista del siglo XIX. Hubo serios debates
sobre este método, llamado también cíclico. La aritmética no puede ser enseñada
bajo este método, pues ningún algoritmo es capa concéntrica de otro, señalaban
sus detractores. Sus defensores sostienen que es un organizador grafico que
presenta los contenidos de manera global, dando la sensación de todo, que
mejora la comunicación oral y escrita y permite la interacción grupal en el
aula. Es vieja discusión que nos llega hogaño, los inicios del tercer milenio.
Marquís Oropeza sostiene que este sistema es el que mejores resultados ha
producido en el mundo entero.
El
Diario de Carora, 1919.
Tras la partida
hacia Barquisimeto del diario El Impulso del bachiller Federico Carmona, decide
el bachiller José Herrera Oropeza fundar en 1919 el Diario de Carora. Dice el Diccionario de Historia de
Venezuela (1997) que fue Herrera Oropeza “Escritor y periodista. Inició
su carrera literaria en las páginas de El Impulso, publicado entonces en Carora (1904-1907). En 1907,
fundó el semanario literario Ensayos; y en 1912, el
semanario de intereses generales, Labor (1912-1919), redactado
por el poeta tocuyano Alcides Lozada. El 1 de septiembre de 1919, fundó en
Carora el periódico El Diario, cuya dirección asumió hasta su
muerte. Según la opinión de Rafael Domingo Silva Uzcátegui, El Diario de
Carora «nunca ha descendido al mezquino terreno de la diatriba, ni de
cuestiones personales, ni siquiera de rencillas parroquiales. Siempre ha sido
tribuna de cultura y es digno de notarse que, aun en los tiempos de mayor
tiranía, su lenguaje fue siempre austero y supo hacerse oír en bien del
pueblo». Es urgente que
la colección de este periódico caroreño regrese a su lar nativo, pues se
encuentra en manos de los propietarios del diario El Impulso, en Barquisimeto.
En las páginas de este culto periódico inicia el autor de estas letras su
ejercicio escritural en 1972.
1922: Centenario
de la Muerte del General Pedro León Torres.
En ocasión del Primer
Centenario de la muerte
del General de División Pedro León Torres en 1922 es organizada la Exposición Regional de 1922, planificadas
por el Concejo Municipal, la Jefatura Civil, Diario de Carora, Club
Torres y algunas casas comerciales, se transforma en lo sucesivo en Ferias de
San Juan Bautista de Carora, un interesante y curioso proceso digno de
enfatizar. Lo primero que debemos destacar es que estamos asistiendo
a la conformación de la Idea de Nación, la construcción de héroes, de patriotas
y de ciudadanos. Sucede que el más querido héroe de la Patria de los caroreños
es el desgraciado General de División Pedro León Torres, fallecido en 1822.
Este patriota participa en la Campaña del Sur, liderada por el Libertador Simón
Bolívar. Pero hay una coincidencia cronológica que es preciso destacar: es que
el nacimiento del General Torres, el 25 de junio, coincide con la realización
de las fiestas patronales de san Juan Bautista de Carora. Ello quiere decir que
allí se produce, como dice Alejandro Barrios Piña, un sincretismo cultural que
une la tradición religiosa católica a la tradición de la Patria en vías de
conformación en los días del solsticio de verano boreal.
Es necesario e ineludible destacar una curiosa e interesante situación
del bronce del héroe de Bomboná. Sucedió que el busto del General Pedro León
Torres ocupó hasta 1930 el sitio que le correspondía al Padre de la Patria
Simón Bolívar, esto es la Plaza Bolívar de Carora, pero cuando se conmemora con
gran entusiasmo y boato el Primer Centenario de la muerte del Libertador en
1930, el busto del General Torres tendrá otro destino, pues se le construirá
una plaza en su memoria a tres cuadras al Este de la Plaza Bolívar, en la calle
principal de la ciudad de Carora, la calle Bolívar.
De
modo pues que las Ferias de San Juan Bautista de Carora del presente tendrán
como inicio el evento patriótico y nacionalista que se vincula estrechamente a
la tradición del catolicismo en la antigua ciudad de san Juan Bautista el
Portillo de Carora. Se trata de lo que llama Reinaldo Rojas un universo
simbólico de mitos y representaciones sociales en construcción.5, es
el nacimiento de la “religión de la Patria” imbricada indisolublemente a la
religión católica que implantó el español desde el siglo XVI en estas remotas
geografías del semiárido occidental venezolano.
1923: Año Eje de la Cultura Caroreña.
Quien escribe ha llamado a 1923 Año Eje de la Cultura Caroreña, pues en
esta fecha nacieron grandes y cimeras figuras de la cultura de nuestro solar
nativo: el guitarrista universal Alirio Díaz
Leal (La Candelaria,1923- Roma, 2016), descubierto por el genio de Chío
Zubillaga, es a no dudar el caroreño más
universal del siglo XX, consagrado concertista, arreglista de aliento popular,
escritor, dice Alejandro Bruzual (La
guitarra en Venezuela) que es considerado el más importante intérprete
latinoamericano del instrumento luego de Agustín Barrios Mangoré, máximo
exponente y difusor de la música venezolana en el exterior, ha dado conciertos
en la Unión Soviética, Israel, Turquía, España, Italia e Irán. Fue su deseo que
sus restos mortales fueran sepultados en Carora.
El compositor y arreglista para la guitarra Rodrigo Riera (Carora,1923- Barquisimeto,1999) quien por su enorme
capacidad de improvisación ha sido comparado al pianista Chopin, ha sido
colocado, dice Alejandro Bruzual, al lado de guitarristas como Atahualpa
Yupanqui y Eduardo Falú, estuvo residenciado en Francia, enseña en New York y
en Barquisimeto, director de cultura de la Universidad Centroccidental Lisandro
Alvarado, Doctor Honoris Causa, dicta cursos de perfeccionamiento a
guitarristas como Álvaro Álvarez, Darío González, Roberto González, Valmore
Nieves, Rafael Suarez , Efraín Silva y su hijo Rubén.
El poeta, político y traductor Alí
Lameda (San Francisco,1923- Caracas,1995), discípulo preferido de Chío Zubillaga, autor de la inmensa epopeya El corazón de Venezuela, El viajero enlutado, El gran cacique (Premio Casa de las Américas,
Cuba) El juglar de las torres moradas,
Los juncos resplandecientes: décimas al
Vietnam heróico y mártir , perteneció al grupo literario Contrapunto, políglota,
traductor de Valéry, Mallarmé, Rimbaud y Baudeaire al castellano, militante
comunista, sufre siete años de injusta prisión en Corea del Norte, liberado por
las diligencias de los presidentes
Nicolai Ceausescu y Carlos Andrés Pérez.
El educador, folklorista, político, animador cultural y ecologista, mi
padre Expedito Cortés (Sanare, 1923-
Barquisimeto, 2001), director del Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza, Carora,
cofundador de la Casa de la Cultura de Carora con el Dr. Juan Martínez Herrera,
del Frente Ecológico Regional Lara, de los Parques Nacionales Dinira en tierras
altas y el del semiárido Saroche. Un andino larense que se sembró hondamente en
Carora semiàrida.
Y, finalmente, el compositor Valentín
Carucí, (El Paso de Curarigua, 1923- Buenos Aires, Argentina, 2019) autor
de unas 300 piezas musicales populares
entre las que destacan Palmaritales de Arauca, Romance en la
Llanura, Tonada del becerrero, A la Orilla de un Jagüey, Ensoñación, Mire
Comadre Mire., presidente de Sociedad de Autores y
Compositores de Venezuela, SACVEN. En
2005, Carucí fue electo Presidente del Comité Iberoamericano de la
Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores.
Carora se prepara con entusiasmo
para celebrar por todo lo alto esta
efeméride, cumbre de la cultura nacional y planetaria, que tiene como epicentro
el semiárido occidental venezolano, caja de resonancia de un poderoso impulso
cultural que se expresa fundamentalmente a través de la música y la literatura.
El psiquiatra Ricardo Álvarez.
Siendo estudiante de medicina, el joven caroreño Ricardo Álvarez
dirige la Sociedad de Estudiantes de Medicina, y en 1924 cuando cursaba el
Quinto año de Ciencias Médicas, asiste por primera vez al Asilo de Enajenados
de Caracas (siendo Director el doctor José Francisco Torrealba 1924 - 1927). El
Dr. Gustavo Andrade refiere que “durante dos años de trabajo en el Asilo mostró
Álvarez gran interés por el enfermo mental y fruto de esa primera experiencia
fue su tesis doctoral”. Culmina sus estudios en 1926, en la Universidad Central
de Venezuela, presentando una magnífica Tesis Doctoral en 1927, intitulada “La
Demencia Precoz. Contribución al estudio de la Enajenación Mental en Venezuela”,
mereciendo elogios de un magnífico Jurado examinador compuesto por los doctores
Diego Carbonell, Emilio Conde Flores y Miguel Jiménez. Se le ha considerado uno
de los fundadores de la psiquiatría en Venezuela. Escribió La psiquiatría en Venezuela
desde la época precolombina hasta nuestros días, 1942.
Rafael
Domingo Silva Uzcátegui.
Un joven bachiller curarigueño, autodidacta médico,
Rafael Domingo Silva Uzcátegui (1887-1980), escribirá dos libros que merecen
ser recordados: Historia crítica de la literatura modernista castellana, en
1925, obra con la cual gana premio de la Academia de la Lengua en España en
1927. El otro será Psicopatología del soñador, 1931. En ellos adelanta una
crítica literaria desde la ciencia natural y la Psiquiatría, basándose en la
obra de Max Nordau titulada Degenerados (1892) y la psiquiatría francesa del
siglo XX, herramientas con las que condena ferozmente por degenerados a Edgard
Allan Poe, Lautréamont, Mallarmé, Verlaine, Whitman, Baudelaire, y a los
latinoamericanos Rubén Darío y Leopoldo Lugones, quienes han creado una
literatura desequilibrada, afeminada, anormal, psiquiátrica completamente
antiamericana. Silva Uzcátegui es el
autor de la célebre y reconocida Enciclopedia
Larense (1942)
Tres años luego de la muerte del Dr. Rafael Tobías
Marquís, una de sus alumnas, la señorita Carmen Elena Montesdeoca, junto al Dr.
Ramón Pompilio Oropeza y el general Roberto Riera, fundan el 5 de julio de 1925
la Escuela General Pedro León Torres, nombre del héroe epónimo del Distrito, destinada
a satisfacer la demanda educativa de los sectores humildes de la ciudad. Fue
desde sus inicios un plantel educacionista para niñas y funcionó en la casa de
familia de su fundadora con unas 80 niñas humildes.
Historial
genealógico de familias caroreñas.
En la Tipografía Arte de Caracas verá la luz en 1933
una portentosa obra historiográfica en dos volúmenes: Historial genealógico de familias caroreñas, una minuciosa y
cuidada investigación adelantada por un joven médico egresado de la Universidad
de Caracas, Ambrosio Perera Meléndez (1904-1977). Contará con la colaboración
de Cecilio Chío Zubillaga en las biografías anexas. Entre sus obras más notable
tenemos Historia orgánica de Venezuela (1943) e Historia
de la organización de los pueblos antiguos de Venezuela, en 3 volúmenes
(1964). Fue diputado, embajador e Individuo de Número de la Academia
Nacional de la Historia.
Esta monumental obra de
Perera, reditada en 1967, contribuyó de manera notable a quien escribe a
comprender la singularidad histórica de los “patricios caroreños”, clase social
que se asemeja a una casta y que ha ejercido una notable hegemonía cultural en Carora
desde hace varias centurias.
Don
Ismael Silva Montañés, prócer de la cultura.
En 1934, cuando llegaba a su fin la
oscurantista dictadura de Juan Vicente Gómez Chacón, un caroreño enamorado de
la cultura y el saber publicó lo que llamó “Unidad, revista mensual
de cultura larense”. Era ese hombre Ismael Silva Montañés, quien era dueño
de la Tipografía El Arte, que tenía sus talleres en Carora, la “ciudad
levítica” de Venezuela. El propósito de la Revista era el de “poner a
disposición de los hombres de letras en la región larense una publicación
( ) que se preste a conservar para lo porvenir el fruto de sus
capacidades intelectuales”. En otro lado dice que “su carácter es
exclusivamente científico-literario, dejando las otras actividades de la prensa
a los periódicos de diferente índole”.
Antes de la Revista Unidad había fundado Don Ismael el periódico “Unidad” que
circuló entre 1931 y 1935; en 1933 editó un opúsculo: “Imprentas y
periódicos caroreños”, y fue además un defensor de las ideas de la Democracia
cristiana, inspirado en las Encíclicas papales Rerum Novarum de León XIII, así
como el derecho a la mujer a incursionar en el mundo intelectual y a liberarlas
de ese mal latinoamericano, el machismo. Al final de su vida se dedicó a la
empresa más ambiciosa: “Hombres y
mujeres del siglo XVI venezolano”, publicada en cuatro tomos por la
Academia Nacional de la Historia en 1983.
El
magisterio socrático de Chío Zubillaga en Carora.
Cosa maravillosa ocurrió alrededor de la figura
socrática de Cecilio “Chío” Zubillaga Perera (1887-1948), un pensador de hamaca
y zaguán, a cuya habitación concurrían los muchachos ávidos de cultura en la
Carora que salía de la noche gomecista. Se trata de un auténtico intermediario cultural (Michel Vovelle)
que convirtió su casa solariega en una verdadera universidad popular. Para
escuchar al Maestro se daban cita allí Luis Beltrán Guerrero, Alí Lameda,
Guillermo Morón, Elisio Jiménez Sierra, Alirio Díaz Leal, Ambrosio Oropeza,
Héctor Mujica, Rodrigo Riera, Juan Oropesa (sic), Eddie Morales Crespo, José
Herrera Oropeza, Francisco Manuel Mármol, Lino Coronel, Federico Álvarez,
Antonio Herrera Oropeza, el Catire Timaure. De formación autodidacta, como la
de Rafael Domingo Silva Uzcátegui, enfrentó a su clase social, los godos o
patricios de Carora, desde el periódico de denuncia y combate del latifundismo:
Cantaclaro. Lo he considerado un
adelantado o precursor de la Teología de la Liberación latinoamericana de la
década de 1960, pues en su corazón había lugar para Jesucristo y también para
Lenin, líder de la Revolución Bolchevique. Su jesuscristismo, palabra que él acuñó, se basó en la iglesia social
de su hermano presbítero doctor Carlos Zubillaga, el padre Lisímaco Gutiérrez y
la Encíclica Reum Novarum del papa León XIII.
Es de destacar que los brillantes discípulos de Chío Zubillaga no
siguieron en su totalidad las ideas que hoy llamaríamos de izquierda, lo que lo
enaltece al propiciar el pensamiento plural y divergente: Luis Beltrán
Guerrero, Guillermo Morón y Juan Oropesa serían ellos. Otros abrazarán el
marxismo soviético y sufrirán cárcel y exilio, tal como aconteció amargamente a
su discípulo preferido, el poeta Alí Lameda en las lejanas y gélidas mazmorras
de Corea del Norte. Su cuarto-biblioteca no era de modo alguno cárcel de
pensamiento, pues propició el pensamiento plural
El béisbol es una suerte de segunda religión entre los
caroreños. En 1932 iniciará actividades el equipo Buenos Aires BBC, en el popular
sector Barrio Nuevo, donde se instala una casa como su sede, dotada de
biblioteca, se enseñaba a leer a los jugadores analfabetos. Esta iniciativa es
digna de destacar pues brotará de los sectores que no hunden sus raíces en el
patriciado caroreño. Es la cultura popular que comienza a organizarse al calor
del deporte de las cuatro esquinas.
La educación para la mujer tuvo en el Dr. Ramón
Pompilio Oropeza un defensor decidido y entusiasta. En 1931 egresaron del
Colegio Federal Carora que este viejo Maestro dirigía desde su fundación en
1890, las primeras flamantes bachilleras: María Luisa Rodríguez, Eva Teresa
Acosta, Emérita Acosta, Sacramento Suárez y Leoncia Castañeda. Queda de tal
manera vencido el prejuicio de que la mujer tiene como destino único los
oficios del hogar y el cuidado de los infantes, en aquella sociedad patriarcal
y católica en extremo que ha sido Carora.
Un año antes del deceso del presidente Gómez, un grupo
de caroreños liderados por Chío Zubillaga fundan la Biblioteca Pública Dr.
Ildefonso Riera Aguinagalde. Se conoció,
a través de investigaciones realizadas por el profesor Freddy Angulo, que el
primer director de la biblioteca fue Rafael Oropeza. Le sucedieron Antonio
Oropeza, Chío Zubillaga Perera, Dr. Pablo Álvarez Yépez, Agustín Oropeza, el
historiador Dr. Ambrosio Perera y Antonio Crespo Meléndez, personas que como
denotan sus apellidos, pertenecían al patriciado caroreño. Esta Biblioteca abre
sucursales en distintos barrios y sectores de la ciudad.
El Archivo
Zubillaga, lugar de la memoria.
Dice Francisco Zambrano Gómez que este Archivo comenzó a ser una
realidad a finales del siglo XVIII. Más adelante agrega que “En 1924 cuando
Antonio María Zubillaga Perera muere, revisaron los papeles que dejó y
encontraron esta carta para Chío Zubillaga Perera dentro del baúl del viejo
Agustín. Cuando a Chío le entregan esta carta se negó a abrirla y comenzó a
sufrir por primera vez del corazón. No quiso saber nada de la carta ni del Archivo
Zubillaga durante los siguientes siete años, hasta que por amor a los papeles
viejos acepta la custodia del arca vasca. El problema es que cada vez que Chío
veía la carta se le disparaba la tensión arterial y tenía que salir huyendo
para su finca El Fraile, por allá por los lados de Jabón, bien lejos del Archivo
y de la carta. Por más que escondía la carta, el día menos esperado aparecía
sobre la mesa, en la hamaca, dentro de un libro o en cualquier rincón. Cuando
el 25 de julio de 1948 Chío se decidió a abrir la carta, su corazón no soportó
la emoción y estalló. Su hermana Carolina lo encontró muerto con la carta
estrujada en una de sus manos; tomó la misiva y la guardó dentro del viejo
arcón. Muchos familiares e investigadores han encontrado la carta, pero por respeto,
se han negado a abrirla. Me da miedo ser yo la que rompa el sello que la
protege, pero se me ocurre que tu si puedes tener valor para hacerlo.”
Este extraordinario Archivo, lugar de la memoria (Pierre Nora), ha sido
ordenado y digitalizado en este año 2022 por iniciativa del ingeniero Cruz
Mario Zubillaga y del Cantón Carora. Ocupa unos salones de la Diócesis de Carora,
una gentileza del Obispo Dr. Carlos Curiel, una persona amante de la cultura. Está
este magnífico repositorio documental abierto a los investigadores. Su celadora
es nuestra exalumna abogada e historiadora por la Universidad de Los Andes
Danny Gómez Timaure. Hemos dicho que nuevos aspectos de la historia de Carora y
de Venezuela saldrán a la luz entonces.
El Dr. Pastor Oropeza Riera.
El medico con estudios doctorales en Francia,
Pastor Oropeza, escribe en Carora una obra cardinal de la ciencia en Venezuela:
El Niño,1935, obra con la cual se
fundan los estudios de Pediatría en Venezuela. Durante 10 años será médico pediatra en su
ciudad natal. Esta experiencia in situ le permitirá obtener
una visión concreta de las terribles condiciones de salud de los
neonatos en el semiárido occidental venezolano. En 1935, año de la muerte
de Gómez, publica El Niño, un libro señero en la medicina venezolana
y que llamará la atención del médico y político Dr. Enrique Tejera, Ministro de
Sanidad del gobierno del general Eleazar López Contreras, quien deslumbrado por
lo que lee allí, lo invita a incorporarse al recién creado despacho. Nace de
esta manera y con esta oportuna publicación el que será llamado Padre de la
Pediatría en Venezuela.
Consideraciones finales.
Como hemos notado, son los sectores dominantes
caroreños los que exhiben un protagonismo en los asuntos de la cultura. Se
trata del traslado y continuación al siglo XX de una hegemonía ideológica y
cultural (Antonio Gramsci) ejercida por los godos o patricios de Carora desde
finales del siglo XVIII colonial, y que quien escribe destaca en sus investigaciones
la manera de cómo se manifiesta tal hegemonía a finales del siglo XIX y
comienzos del XX (Del Colegio La Esperanza al Colegio Federal Carora,
1890-1937). Será esta clase social con rasgos de casta, los patricios caroreños
quienes fundan las instituciones educativas, los periódicos y revistas, los clubes
y asociaciones, dominan los asuntos del altar, cuando ya predominan en el
activo comercio local y son los dueños territoriales, fincas y haciendas, del
extenso Distrito Torres. A lo que habría que agregar que estos sectores
dominantes sostienen firme alianza con la dictadura gomecista.
Tras la muerte de Gómez, con sus sucesores, el
general Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, asistimos a un
renacimiento cívico, una recuperación venezolana, se elimina la odiosa censura
de prensa, se legaliza los partidos políticos, fundará López Contreras el
Pedagógico Nacional con ayuda de la Misión Chilena que trajo al país Mariano Picón
Salas. El analfabetismo se redujo en un 50%, 250.000 alumnos asistirán a las
escuelas y se fundan 24 escuelas normalistas durante el gobierno de Medina
Angarita. Después de 1945, con el ascenso de Acción Democrática al poder, otra
época de la cultura nacerá en Venezuela. La educación se hará popular con las ideas
pedagógicas de Luis Beltrán Prieto Figueroa, los salarios de los educadores son
significativamente mejorados, es reabierta la Universidad del Zulia, un
novelista laureado como Rómulo Gallegos será presidente de Venezuela en 1948.
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Central de Venezuela. Caracas, República Bolivariana de Venezuela.2012.
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Carora, 1890-1937.Fondo Editorial de la Alcaldía del Municipio Torres,
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-----------------------Iglesia Católica, cofradías y mentalidad
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Bolivariana de Venezuela, 2003. En internet.
-----------------------Rafael Domingo Silva
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Carora, Estado Lara,
República Bolivariana de Venezuela.
31 de diciembre de 2022.