Siglos atrás, en la
colonia, dice Freyre, portugueses, españoles, judíos e italianos llevaron al
Brasil el culto a Venus Urania, una forma de lujuria y amor -digo yo- que bien
puede ser un antecedente del carnaval carioca. Agrega que la religión fue “dulce, doméstica, de
relaciones casi de familia entre los santos y los hombres. Fue ese un
cristianismo doméstico, lírico y festivo, de santos compadres y santas comadres
de los hombres, de Nuestras Señoras madrinas de los niños, el que creó en los
negros las primeras vinculaciones
espirituales, morales y estéticas con la familia y la cultura brasileñas” (Casa –grande y senzala.1985. p.328). Ello permitió que en este país se dieran
formas religiosas afrobrasileñas que son practicadas por el 20 % de los 184
millones de cariocas, de los cuales un elevado 45 % son mulatos o negros. Es
decir que unos 36 millones de personas practican las variantes de las creencias
traídas de Africa por los esclavos negros: la santería , el candomble, entre
otros. En Brasil como en ningún otro país se hizo tan efectiva una pedagogía
negra, como la llamó Arturo Uslar Pietri. En 1837 se preguntaba el clérigo
Miguel del Sacramento Lopes Gama: “¿Cuáles son nuestros primeros maestros? Son
la africana que nos amamantó, que nos cuidó y que nos suministró las primeras
nociones… Modales, lenguaje, vicios, todo nos inocula esa gente inculta y brutal…(Freyre,
op.cit. p. 324)Sigue diciendo Freyre
-y esto nos asombra- que “los negros mahometanos del Brasil…no perdieron su
contacto con Africa. Tampoco lo perdieron los negros fetichistas de las áreas
de la cultura africana más adelantadas. Los pagós, del reino de Yoruba, se
dieron el lujo de importar, lo mismo que los mahometanos, objetos del culto
religioso y de uso personal: nuez de kola, cauríes, telas y jabón de la Costa, aceite de dendé.” (p.
293). En el Brasil, dice Freyre, negros y blancos no son dos mitades enemigas,
como entre los anglo-americanos. Constituimos dos mitades confraternizantes que
se vienen enriqueciendo mutuamente de valores y de experiencias diversas;
cuando nos completemos en un todo, no será a costa del sacrificio de un elemento
al otro.(p. 312)
Llegamos al siglo XX y nos encontramos que en Latinoamérica se ha desarrollado la
filosofía más actual y original: la
Teología de la
Liberación, la que a pesar de su variedad de métodos y de
matices, tiene un denominador común: “la opción por los pobres”. Denuncian la
explotación capitalista del hombre por el hombre y aspiran a alcanzar un socialismo humano y
democrático, en donde el pueblo tenga la palabra. Su lucha cotidiana bebe en
las fuentes del Antiguo Testamento de la Biblia, el Exodo (el pueblo de Israel oprimido
por el faraón), los Hermanos Macabeos (su lucha contra el Imperio romano), y en
la vida sacramental de las Iglesias católicas y protestantes; ha sido objeto de
las Conferencias Episcopales de Medellín (1968) y Puebla (1979), así como de
las preocupaciones de la Curia Romana
y de los viajes de Paulo VI , Juan Pablo II, a los que habrá de agregar el de
Benedicto XVI al Brasil en los días que corren. Se considera que el iniciador
de esta praxis proletaria y fe crística
es el sacerdote peruano, alumno
de las universidades de Lovaina y de Lyon, Gustavo Gutiérrez (1928). El Brasil,
con su impresionante cantidad de pobres, no podía estar al margen de este
movimiento. Es Leonardo Boff (1938) quien plantea la desalienación (un concepto
marxista) por el Evangelio en sus obras: A
Igreja sacramento do Espíritu Santo
(1973), Jesucristo libertador
(1974), Teología del cautiverio y de la
liberación (1978) Caminhos da Igreja com os oprimidos
(1980), Igreja, caminho e poder
(1985). Un laico muy comprometido es Frei Betto (dominico que entrevistó a
Fidel Castro), a los que debemos agregar a otros animadores cristianos: entre
los protestantes, militan Hugo Assmann, que dejó el catolicismo denunciando la
“teología de la dominación” (1986) y Rubén Alvés (1933) perteneciente a la Iglesia Presbisteriana
,autor de Tomorrow`s Child (1972), A gestaÇao do futuro, y O enigma do religiao (1984); ambos son
de un estilo, como los de Boff y Betto, bastante marxista. Millones de
brasileños han sido permeados por esta prédica y son tiempos en el que el país
vive grandes transformaciones bajo el gobierno del presidente Lula.
Brasil, dijo Ribeiro, como producto no deseado de un proyecto que tenía
como finalidad producir azúcar, oro o café y lucros, pero que terminó
engendrando un pueblo, está en la mira de la Santa Sede. Un país que logró
un milagro, dice Freyre, ante todo el milagro de poner la propia religión al
servicio de la procreación, impregnando todo de sexo. ¿Podrá comprender este
complejo cuadro de cosas la mentalidad
vaticana post Juan Pablo II ? Es uno de los enigmas más serios que nos plantea
la visita a Sao Paulo del otrora
Prefecto de la Congregación Romana
para la Doctrina
de la Fe, la
inminente canonización del fraile Galvao por él estimulada y que hará del
religioso de Guaratinguetá (1739-1822) el primer santo brasileño, quien además
ha impuesto una estricta fidelidad a la
tradición que lo ha llevado, guiado por su erudición y sus convicciones, a no
reconocer la legitimidad de las otras religiones, ¡incluso el Islam!, a negar
todo relativismo y a sostener que una sola religión es la verdadera , la que él
profesa.¿Será capaz la mentalidad germánica, conservadora y fría de Ratzinger
comprender semejante desafío brasileño?