Cuando
quien escribe hacía sus estudios de Historia en la Universidad de Los Andes, Venezuela,
conoció por vez primera de la existencia
del gran historiador judío-francés Marc Bloch, quien acompañado de Lucien
Fevbre fundaría la afamada Revista de la Escuela historiográfica de Anales,
el 15 de enero de 1929, mientras enseñaban en la Universidad de
Estrasburgo. Europa está destruida tras la primera Guerra Mundial. La vieja
rivalidad franco-germana determina que el Estado francés envíe a esta ciudad
fronteriza lo mejor de su intelectualidad para hacer contrapeso a la enorme influencia
tudesca. La guerra había terminado, sí, pero una nueva conflagración más
terrible y destructiva se atisbaba en el
horizonte y volvería a destruir al viejo continente, ella se llevaría la
preciosa vida de Bloch, combatiente entonces de la resistencia contra los
nazis.
Pero
no se crea que la Escuela de Anales irrumpa
de súbito y repentinamente en 1929. No, pues
ya Bloch y Febvre habían comenzado a escribir una historia nueva y
revolucionaria desde antes de tal año. El primero de ellos se especializó en
historia de la Edad Media, y el segundo en el crucial siglo XVI europeo. En
1924 Bloch publica Los reyes taumaturgos,
obra que da inicio a la llamada historia
de las mentalidades colectivas, una de las fortalezas de esta corriente
historiográfica. Martín Lutero, Un
destino, escrito por Febvre, verá la luz en 1928, cuando antes, en 1911,
edita su Felipe II y el Franco Condado,
una región de Francia analizada con criterio de totalidad u holísticamente,
otra de las novedades que incorpora Anales.
En el primitivo directorio de la
Revista de Anales figuran hombres extraordinarios: el sociólogo de la
memoria Maurice Halbwachs, los historiadores Henry Hauser y el medievalista
belga Henry Pirenne, entre otros. Estos hombres se propusieron hacer una
historia distinta a la del historiador alemán, padre de la historia científica,
Leopold Von Ranke (1795-1886), es decir una historia no sólo política y
afincada en los grandes hombres, batallas y tratados internacionales, sino una
historia de todos los grupos humanos.
En este sentido es una clara superación del historicismo alemán de Ranke, y del
positivismo historiográfico francés por excelencia de Charles Seignobos y
Charles Langlois.
Con Anales se produce una profunda
imbricación de la historia con otras ciencias sociales: la geografía de Vidal
de la Blanche, la sociología durkheniana, la antropología de Marcel Mauss y
Levi Bruhl, la lingüística de Ferdinand de Saussure, y eventualmente el
psicoanálisis freudiano. Antes de Anales los historiadores ignoraban los
avances de tales ciencias y se concretaban al manejo erudito de los documentos
de archivo. Esto explica la carga documental tan pesada de los trabajos
investigativos del positivismo, en donde el historiador casi desaparece del
escenario.
La Escuela de Anales ha pasado por varios
períodos. El primero con Bloch y Fevbre, el segundo con Ferdinand Braudel,
Charles Morazé, Roger Mandrou, el tercero con Pierre Vilar, Jacques Le Goff,
Pierre Chaunu, Nathan Wachtel, Marc Ferro, Georges Duby, Francoise Furet,
Michel Vovelle, entre otros. Las obras más importantes escritas por estos
notables investigadores son La sociedad
feudal de Bloch, El problema de la incredulidad en
el siglo XVI. La religión de Rabelais, escrita por Febvre, El
Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, de
Braudel, a los que debemos agregar El nacimiento del purgatorio, de Le Goff, La muerte en Occidente desde 1300 hasta
nuestros días, de Vovelle. Y no podríamos olvidar Cataluña en la España moderna, del
hispanista Pierre Vilar.
Las posibilidades de conocimiento
y de método de la Escuela de Anales
fueron introducidas desde México a Venezuela por el Dr. Federico Brito
Figueroa, como docente de la Universidad Central de Venezuela y Universidad
Santa María, labor que ha continuado en el Estado Lara el
Dr. Reinaldo Rojas, quien ha creado con el concurso de un sólido equipo, la
Maestría en Enseñanza de la Historia en el Pedagógico Luis Beltrán Prieto
Figueroa, la Maestría en Historia, convenio UCLA-UPEL y la Fundación Buría, y
desde su reciente creación, nos hemos incorporado con gran entusiasmo y entrega
al Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, también de la
UPEL-Barquisimeto.