Curiosa
figura la de este personaje que luce una indumentaria a contracorriente de
nuestro reverberante clima caroreño. Chaleco, palto, sombrero, bolso de cuero,
bastón a la mano derecha y espesa barba, todo ello que lo hace aparecer un habitante de lejanas
latitudes. Pero no, no es así, pues vino a la vida gracias a una comadrona en
El Pozo, hijo de un vendedor de cocuy y
chivos de nombre Eleuterio.
Andarín
siempre, estudia en cuatro instituciones: Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza
en tiempos de Expedito Cortes, su director, luego, en un arranque de misticismo
se interna en el Seminario Divina Pastora, donde conoce a Arnoldo, mi hermano,
seguirá en el Instituto Diocesano, para finalizar su bachillerato en el Liceo
Egidio Montesinos de Carora.
Su
encuentro con las tablas sucede en 1972 cuando en el Madre Emilia hace una
suplencia a la profesora Digna Andueza en la asignatura de Castellano. Hace
su allí primera propuesta teatral
“El
arte es todo”, repite a cada momento, quien se siente heredero espiritual de
Chio Zubillaga, Simón Rodríguez y Cesar
Rengifo, unos clásicos, asienta mirando el techo de mi Oficina de Cronista de
Carora. Luego lo acoge juan Martínez herrera en la Casa de la Cultura de
Carora. Allí conoce al Maestro de la escena Albert José Suárez. Son los años en
que pone en escena las polémicas obras KK subirá al cielo y Ali Baba y las
cuarenta gallinas. Al ver aquello Juan Martinez les decía: los va a matar
Carora. Me dice que cuando montaron Los hermanos, de Edilio Peña, que es una
fuerte crítica al imperio español, abandona la sala un peninsular sumamente
arrecho.
Mi
gran creación, agrega, ha sido Corpahuaico Teatro, que aún existe y que ha
viajado al exterior en varias ocasiones. Allí practicamos un arte integral,
pues es literatura, mimos, pantomimas, baile, oratoria, es decir todo aquello
que se puede escenificar. Ellos mismos descubrieron a Stanivlasky, sin ayuda de
nadie, basados en la sentencia de Samuel Robinson: Hazlo tú mismo, entre todos
vamos construyendo.
En
1983 la política toca su magisterio estando en La Rinconada. Un supervisor
adeco, Rodrigo Sisiruca, pregunta: ¿construir la escuela con los muchachos?.
Fue un encontronazo entre la escuela tradicional y la escuela abierta, agrega
Martín con un dejo de nostalgia. Le hicieron una amonestación escrita donde lo
conminaron a adaptarse al programa. Es que los representantes me apoyaban,
asienta. Ello quedo en evidencia cuando los copeyanos me botaron de la escuela
de Matejey, allá en la carretera Lara Zulia. Debieron restituirme y pagarme los
sueldos caídos, me dice con la cara iluminada.
Un
año estuvo por los países socialistas enviado por las Cooperativas y no por las
comunistas, me aclara. Visita Moscú y Leningrado, no sin antes darle un vistazo
a Suecia. Habla ruso, pero ha perdido fluidez expresiva por el desuso.
En
el país de los soviets se gradúa de TSU en Empresas Cooperativas y se enamora
de una rusa que estudiaba Administración: Eliana Fedosova. He perdido contacto
con ella y lo lamento a mis 63 años, dice apesadumbrado. Le digo que la ubique
por faceboock y se declara incompetente para ubicarla en internet.
En
aquellos años, agrega, ya se sentía un malestar en la Unión Soviética por la corrupción,
me dice, la contraloría social no funcionaba cuando se trataba de negocios
estatizados, los precios eran especulativos y lo peor es que todos callaban. Es
un pueblo sufrido dice, aun se siente la invasión nazista de Alemania que le
costo 20 millones de víctimas fatales. Se enoja cuando le digo que el llanto es
un rasgo de la cultura eslava. No, no, eso no existe Luis, me dice molesto.
Regresa
a Venezuela y trabaja en Mérida, Timotes y El Vigía como supervisor
agropecuario de las Cooperativas. Luego
se incorpora al magisterio en 1983 y es cuando la propuesta de teatro lúdico en
la escuela de Matejey le hace ganar una expulsión por comunista y por no tener acreditación
académica. Los representantes toman la escuela pidiendo su regreso, mientras
cumple presidio de 72 horas. Quien motiva la protesta fue Román Rodríguez, “a
quien luego de 35 años le guardo gran cariño”. Todos los maestros del Distrito
lo apoyan. Al año es reincorporado a su trabajo. Lo ponen a elegir el lugar, y
para sorpresa de los supervisores dijo sin vacilar: Matejey.
Desde
allí se hace muy fuerte el sindicalismo con Fenatev, de Roanld Golding, con lo
cual este sindicato no nace en Barquisimeto sino en Carora, asienta.
Para
finalizar me dice una cosa que me deja impresionado: no es educador graduado,
pero lo es en Administración y en Abogacía, locutor por la UCV, Cooperativas en
el Instituto Maskonki, de Moscú.
Le
digo que un joven rumano Eugene Ionesco, fue apuñalado en una plaza de Paris
Apresan al atacante, que al ser inquirido sobre su acción criminal responde que
no lo sabe. Allí nace el teatro del absurdo, “No lo sabía”, me dice entre risas
Martin para retirarse.