Cuando
estaba a punto de exhalar sus últimos alientos Juan Vicente Gómez, llamado por
algunos “tirano liberal”, en el año 1934
un grupo de personas comandados y alentados por Chío Zubillaga, se atrevieron a
retar y desafiar a la oscurantista y bárbara dictadura del general andino,
abriendo las puertas generosas de un lugar para la sociabilidad y la búsqueda
del conocimiento: una biblioteca pública. Como si esto no fuera suficiente, le
colocaron el nombre de un combativo pensador de nuestra Guerra Federal
(1859-1863), el ilustre médico caroreño Dr. Idelfonso Riera Aguinagalde
(1834-1882). Fue en verdad un atrevimiento y una osadía, yo agregaría: una
temeridad, la realización de aquel acto de cultura y de regeneración en aquella
sociedad que como la caroreña estaba marcada por una desigualdad enorme y
espantosa en lo económico y social. A lo que debemos agregar que el miedo y el
analfabetismo cercano al 80 % de la población, tenían paralizada nuestra fibra
de pueblo heroico que fuimos durante la Guerra Magna
Chío
Zubillaga es, a no dudarlo, un personaje excepcional que llevó una vida
zigzagueante, pues nació en el seno del llamado “patriciado o mantuanismo caroreño”,
es decir el grupo social minúsculo que ocupaba el vértice de la pirámide
social. La obra inconclusa de redención social de su hermano mayor, el Pbro.
Dr. Carlos Zubillaga, fallecido hace 104 años, las lecturas de los trabajos
dispersos del Dr. Ildefonso Riera Aguinagalde, así como la influencia de la
gran Revolución Bolchevique de 1917, comienzan a producir una espectacular
mutación mental y práctica en este hombre que lo hacen aparecer como un
verdadero “intermediario cultural”, según
los llama la historiografía francesa de
los últimos Anales. Quieren decir estos estudiosos de la ciencia de Clío que
existen ciertos seres humanos que participan de la cultura de élites y también
de la cultura popular. Demiurgo del mundo social tradicional, en aquel universo
de los analfabetos, Chío asume la inspiración de la utopía y aun más, propicia
la rebelión social campesina y antilatifundista.
uerra Magna.
¿Cómo
fue posible que el expresidente del excluyente, sexista y exclusivo Club Torres
derivara hacia posiciones que hacían que sus convicciones liberales radicales
se acercasen al socialismo revolucionario? Hemos dicho que Chío leyó con
detenimiento la doctrina social del Dr. Riera Aguinagalde, quien a su vez
abrevó de los documentos de la Iglesia Católica, en especial los que acercaron
a la Iglesia a la cuestión social, el Concilio Vaticano I de 1869, momento en
que fija posición firme ante la amenaza del socialismo comunista del siglo XIX,
así como también critica acerbamente al capitalismo decimonónico explotador e
inhumano. Es una posición tercera de la institución fundada por el apóstol Pedro.
De Riera Aguinagalde toma Chío Zubillaga la idea, aún nebulosa en aquellos
días, de la Democracia Cristiana, que intuye de los documentos de Vaticano I, y
que lo hacen aparecer como un adelantado en el siglo XIX de la Teología de la
Liberación del presente.
Riera
Aguinagalde no logró tener entre sus manos la Encíclica Rerum Novarum (1891)
del papa León XIII, documento que seguramente lo hubiese hecho radicalizarse en
los asuntos de las clases proletarias y el trabajo. Allí la Iglesia asume
posición frente al problema obrero y de la revolución industrial. Pero
será el reverendo y doctor Carlos
Zubillaga, hermano mayor de Chío Zubillaga quien influenciado por tal documento
llevará a la praxis el pensamiento social de la Iglesia Católica. Prodigioso
proceso de redención de los más humildes en la que acompaña a otro sacerdote
extraordinario y notable, el Pbro. Lisímaco Gutiérrez, con quien abre escuelas
nocturnas para obreros, la institución benéfica El Amigo de los Pobres, el
Hospital San Antonio, entre otras realizaciones. Se trata de la búsqueda de la
justicia social, la reivindicación de los humildes.
Chío
Zubillaga oye en su radio de onda corta que en la lejana Rusia se ha producido una
descomunal experiencia de cambio social, la Revolución Bolchevique de 1917, la
aurora de los pueblos oprimidos de la Tierra. Sabe que este inmenso país,
sumido en la barbarie se llena de recintos para la lectura, todo bajo la
inspiración de Lenin, a quien se le reconoce como el mayor creador individual
de bibliotecas y centros de lecturas en la historia de la humanidad. La Rusia
Soviética vence el pavoroso índice de iletrados e ignorantes que ha dejado el
antiguo régimen de los zares. Emocionado le sigue la pista al deseo de los
bolcheviques de hacer entrar a su país al siglo XX.
Pero
un rasgo esencial conserva Chío Zubillaga a pesar de admirar la revolución atea e
irreligiosa que se instaló en el país de los soviets: su profunda fe en Cristo
y en el innegable sentido histórico y de rebeldía que tienen las santas Escrituras. Es el pueblo elegido
por Dios, el pueblo de Israel quien gime bajo la tiranía del faraón egipcio. Al
lado de los retratos de Lenin y Stalin, bien sabemos, tenía en su habitación el
del Jesucristo social condolido por los pobres y los miserables. Es por esta
razón que afirmo que el verdadero adelantado de la Teología de la Liberación en
las tierras del Portillo de Carora no es el Dr. Riera Aguinagalde, ni los
Pbros. Carlos Zubillaga y Lisímaco Guttiérrez, sino Cecilio Chío Zubillaga Perera, puesto que
contrariamente a los tres personajes citados, Chío debió de vérselas con el
socialismo y el comunismo hecho una realidad. Y tal encuentro no lo hizo con
Marx o Engels, como se podrá creer, sino con Lenin y Stalin, artífices de la
primera experiencia socialista en todo el Orbe. De tal manera se puede afirmar
que el socialismo de Chío Zubillaga no tiene entronque directo con los
fundadores del socialismo científico, esto es, Marx y Engels, sino que su
relación con esta doctrina le viene del socialismo ruso y soviético.
De
tal manera hemos de interpretar este acto de cultura de fundar esta notable
sala de lectura y lugar para la sociabilidad liderado por Chío Zubillaga en 1934, es la visión anticipada de que el
gomezalato estaba a punto de concluir con la ya próxima e inminente muerte de
Juan Vicente Gómez, y que Venezuela debía estar preparada para entrar a la
modernidad. De tal forma pensaban los hombres de la intelectualidad venezolana
de esos años, Mariano Picón Salas y Mario Briceño Iragorri, Arturo Uslar
Pietri, entre otros. Es conocidísima la expresión del Picón Salas de que
Venezuela entró al siglo XX en 1936.
Felicito
de todo corazón a los personas que prepararon este acto notable y espléndido,
que reivindica a nuestras figuras históricas, los repúblicos que nos animan a
continuar adelante. La Biblioteca Pública Idelfonso Riera Aguinagalde es un
recinto sagrado, un lugar de la memoria que debe a toda costa conservarse a
pesar de los inconvenientes, miserias e incurias que la amenazan , como un
patrimonio que nos dejó el esfuerzo individual y colectivo de los caroreños
liderizados por el gran Chío Zubillaga.
Felicito
a Jesús Colmenares, José Suárez
funcionarios abnegados de la Biblioteca y al flamante nuevo Cronista
Oficial de la Parroquia Trinidad Samuel, profesor y Magíster Scientarum en
Historia por la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, Instituto
Pedagógico Barquisimeto Luis Beltrán Prieto Figueroa y la Fundación Buría, mi
fraterno amigo Emerson Corobo Rojas por entregarse, a cambio de ningún
beneficio material, al realce de esta magnifica
institución, orgullo de los caroreños y torrenses. Buenas tardes.
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(*) Discurso pronunciado
por el Cronista Oficial de Carora, Dr. Luis Eduardo Cortés Riera, en ocasión de
celebrar la Biblioteca Dr. Idelfonso Riera Aguinagalde 81 años de fundada.
Salón de sesiones de la Cámara Municipal del Municipio General de División Pedro
León Torres