“Sé que llegarás
a la cumbre”
Chio Zubillaga en carta
a Alirio Díaz
En 1938, a la luz de
una lámpara de querosén, un muchacho criador de chivos y con apenas tercer grado
de instrucción, escribe una pequeña obra historiográfica en dos tomitos sobre
la aldea que lo vio nacer en 1923, allá en el vientre profundo de la
mítica y legendaria región de la Otra
Banda, al oeste de la antigua ciudad de San Juan Bautista del Portillo de
Carora. Le da el significativo título de “Historieta sobre La Candelaria y
Documentos Biográficos”, una suerte de pesquisa e indagación histórica afincada
en la tradición, en la oralidad y en los datos que le proporcionan las mismas
casas, el pozo tubular y el pequeño templo religioso.
Se llama Alirio Martín
Díaz Leal el retoño de Herodoto, quien con su puño y letra escribe una
historia, adornada de ingenuas ilustraciones, de aquel poblado semianalfabeta
que apenas cuenta con 600 almas, pero que está poseído por el embrujo de Orfeo
de forma excepcional y milagrosa. El joven se cree tomado por la diosa Clío,
pero lo que no termina de entender es que su destino estará marcado por el dios
Orfeo y su lira.
Una madrugada decide
escapar del seno paterno, pues su madre sabía de sus intenciones. No se va
detrás del espejismo petrolero zuliano. Quiere ir tras las humanidades, la
filosofía y la historia, que tienen su asiento-él lo sabe por las lecturas de
los impresos El Diario de Carora, Cantaclaro y Tío Conejo- en la culta ciudad
del Portillo. Entre sus pertenencias, colocadas en una pobre caja de cartón,
pone su ropita y los dos tomitos de su trabajo de indagación histórica. Su
intención es la de mostrárselo a Cecilio “Chío” Zubillaga para que lo acepte en
su círculo de sus discípulos. El Maestro de las juventudes caroreño lo
desestimula diciéndole: “vas a pasar mucha hambre con las humanidades, eso te
va a costar mucho dinero”. ¿Cómo fue posible aquel juicio del Maestro? Chío lo
había visto interpretar una pieza de Franz Schubert que tocaba de memoria Alirio y que había oído en una vieja
ortofónica “garcíamarquiana” en su lar
nativo.
Fue allí cuando Chío
toma una decisión tan maravillosa como inesperada. Le escribe a su amigo
trujillano, el extraordinario y autodidacta músico Don Laudelino Mejías, a
quien le pide acoger entre sus enseñanzas y claves de sol al joven caroreño. Así
pues que quien educa al delgaducho y tímido joven, lo prepara para leer y escribir música, así como
la ejecución del clarinete y el saxofón es el insigne autor de “Conticinio”.
Tenía Alirio casi 20 años de edad. Antes de su estadía en la andina Ciudad
Portátil, Díaz Leal solo tocaba de “fantasía”. De Trujillo irá a completar su
aprendizaje a Caracas y de allí, como todos sabemos, a España e Italia. Raúl
Borges, Regino Sainz de la Maza y Andrés Segovia serán sus eminentes mentores.
De modo pues que la “Historieta
sobre La Candelaria” será un proyecto escritural postergado. Verá su
culminación muchos años después cuando Alirio escribe “Al divisar el humo de la
aldea nativa”, en 1984, un trabajo de fuerte contenido evocativo, un ejercicio
de la memoria afincado en su infancia y adolescencia en la Otra Banda semiárida,
cantarina y xerófila. Es por estos años ya un Maestro Universal del instrumento
de las seis cuerdas.
“Historieta sobre La
Candelaria” ha sido editada por la Alcaldía del Municipio G/D Pedro León
Torres Arriechi, por iniciativa del Alcalde Edrar Carrasco, en ocasión de
estarse celebrando los 90 años, el 12 de noviembre de 2013, de este genial
músico venezolano y universal. Todos estos actos magníficos y brillantes se
realizaron conjuntamente con la edición XVIIª del Concurso Internacional de
Guitarra Alirio Díaz, ganado en esta ocasión por el mexicano Carlos Viramontes.
Forma parte este libro de
la Serie Personajes y Autores Caroreños, Nº 3, Fondo Editorial Alí Lameda. Su
distribución es totalmente gratuita. Los textos fueron transcritos y corregidos
por la doctoranda en Cultura
Latinoamericana y Caribeña, mi adelantada discípula, Isabel Hernández
Lameda, en tanto que la diagramación y diseño corrió a cargo del talentoso joven
Víctor Jesús Carrasco. A quien escribe, Cronista Oficial de
Carora, le tocó la honrosa misión de hacerle un estudio introductorio a tan
relevante documento, el cual se ha constituido, en mi opinión, en el pasaporte a la universalidad del joven
candelarense.