La
antigua ciudad de Carora es la sede de dos prestigiosas universidades: la Universidad
Centroccidental “Lisandro Alvarado”, UCLA y la Universidad Experimental
Politécnica “Antonio José de Sucre”, UNEXPO. Ambas se instalaron acá tras una
fuerte presión ciudadana y popular en los días del fatídico “viernes negro”, en
1983. Fue una victoria rotunda de la movilización de la gente.
Han pasado más de tres décadas de aquel
triunfo de los caroreños, y que ha dado sus frutos al preparar para la vida a
tanto joven que antes debía irse de la ciudad en búsqueda de superación en
otros lares, y ahora me propongo advertir que la vida por separado de ambas
instituciones universitarias las pone en
peligro de muerte a ambas.
Así
de dramático y catastrófico es. La
profunda crisis económica y política que vive el país nos ha hecho ver lo que
no queríamos ver: que la existencia de dos universidades separadas es una
duplicación innecesaria de esfuerzos y recursos: dos presupuestos y dos sedes,
dos nóminas, dos direcciones académicas, asignaturas que se repiten, dos
comedores, dos flotas de transporte, etc., etc., para atender un número
decreciente de estudiantes y de docentes. Es un cáncer que hace metástasis.
Los
beneficios de la integración de ambas casas de estudios universitarios serán
inmensos: una sola dirección, un único presupuesto, una sola nómina, una sola
sede y un solo proyecto de desarrollo del Municipio Torres. A todo ello me
atrevo proponer la autonomía de esta casa de estudios, y la sugerencia de su
nombre: Universidad Municipal Integrada de Torres, UMIT.
Es
el momento de deponer particularismos y mezquindades de toda índole y poner a
trabajar en este proyecto integracionista a las personas que de buena fe se
interesen en él. Será también un llamado
a la concordia y a la inteligencia a un país en extremo polarizado y que lo que
quiere paz y trabajo. Es un regalo extraordinario que le daremos a la Ciudad del Portillo de Carora en sus 450 años de existencia
fecunda y productiva.