viernes, 2 de marzo de 2018

Livio Martinengo: El italiano más caroreño

Si hay un italiano que se haya involucrado de manera notable y valiosa en cualquier actividad social y cultural en Carora y el Municipio Torres, ese es Don Livio Benito Martinengo Mazzola, cual es su nombre completo. Nació este buen hombre en una localidad vinícola norteña de la península llamada Asti, región del Piemonte, cercana a Francia, el 31 de enero de 1937, cuando el dictador Mussolini se encontraba en el cenit de su popularidad. Le tengo un inmenso cariño por su don de gentes y porque junto a mi padre, Expedito Cortés, funda el Cuerpo de Bomberos y participa largos años en el Rotary Club. Desde muy joven comienza a trabajar para ayudar a su humilde familia campesina, y a los 12 años lo hace en una fábrica de madera. En una escuela técnica nocturna aprende el oficio de soldadura. Pero el inmenso desempleo de la posguerra y el duro servicio militar obligatorio italiano le motivan a emigrar.
Parte desde Génova, la ciudad en donde naciera Cristóbal Colón, a bordo del buque Castell Verde y tras escala en Tenerife, islas Canarias, llega a Venezuela por el puerto de La Guaira el 5 de septiembre de 1956, invitado por su hermana Leticia, quien vivía en Carora desde 1952, en tiempos de la Junta Cívico-Militar de Gobierno, presidida por Germán Suarez Flamefich. Se encarga a los 19 años de edad de ayudar al suegro de ella en la atención del  Hotel Bologna, posteriormente abre la oficina de Aerocamiones de Venezuela (Aerocav), en el edificio del empresario valerano Onésimo Viloria, ubicado en la vieja avenida Miranda, la que por entonces era un “lomo de perro”. Uno de los visitantes atraído por los suculentos espaguetis del hotel era el doctor Pablo Álvarez Yépez, “Paúcho”, con quien entabla cálida amistad y el cual  lo invita a los selectos salones del Club Torres, lugar donde establece relaciones comerciales provechosas con prósperos ganaderos y comerciantes.
Contrae matrimonio con la caroreña Rosario Velázquez en la iglesia Cristo Rey de los padres escolapios, enlace del cual nacen seis hijos que son anteriores al acto religioso, pues Monseñor Pedro Felipe Montesdeoca en visitas a su hogar lo motiva a casarse con “Chayo” como Dios manda. Los  retoños de esta relación feliz son: la ingeniera Nereida, la licenciada administradora Ingrid, el ingeniero mecánico Livio, la educadora Ilenia, los licenciados en relaciones industriales Rodolfo y Carolina, Roberto.
Como he dicho, Livio es incansable y participa con entusiasmo sin igual en múltiples actividades: fue gerente de la distribuidora  Gas Shellane, por entonces el único gas que se comerciaba en el país,  Autobuses de Venezuela (Aerocav), Hotel Indio Mara, miembro fundador del Rotary Club con el doctor “Paúcho”, Club Ítalo-Venezolano, Red de Emergencia, Fundación para la Educación Superior, grupo de luchadores de donde nace el Politécnico y la Universidad Caentroccidental Lisandro Alvarado en nuestra ciudad y en donde tuve la oportunidad de luchar a su lado y el pbro. Andrés Sierralta; apoyado por un grupo de sus connacionales resulta electo concejal por el “partido del pueblo” Acción Democrática, dirige las ligas de ciclismo y softball con el Instituto Nacional de Deportes, así como la Liga Carlos Alberto Santeliz y Criollitos de Venezuela, del Municipio Torres. En las actividades deportivas llega a servir de chofer de los autobuses que trasladaban a distintas ciudades a los deportistas, e incluso, si era necesario, servía sin complejo alguno como árbitro de los encuentros de beisbol.
Cuesta trabajo entender que algunos de sus paisanos no le consideran de veras un italiano a carta cabal. Ello se debe a la profunda división que existente entre la Italia desarrollada e industrial del norte, de donde es oriundo Livio, y la Italia agrícola y campesina del sur: napolitanos y sicilianos que son la mayor parte de los ítalos residentes en Carora. Pero él ha superado estos recelos y espinas que no tienen sentido ya de este lado del Atlántico. Yo mismo lo he visto auxiliar a sus paisanos en estado de aprietos económicos o en el extremo caso de una defunción correr con los gastos mortuorios. Es que Livio se ha ganado de buena lid el respeto y la consideración de ellos, los itálicos residentes en el semiárido venezolano.

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