Si
hay un italiano que se haya involucrado de manera notable y valiosa en
cualquier actividad social y cultural en Carora y el Municipio Torres, ese es
Don Livio Benito Martinengo Mazzola, cual es su nombre completo. Nació este
buen hombre en una localidad vinícola norteña de la península llamada Asti,
región del Piemonte, cercana a Francia, el 31 de enero de 1937, cuando el
dictador Mussolini se encontraba en el cenit de su popularidad. Le tengo un
inmenso cariño por su don de gentes y porque junto a mi padre, Expedito Cortés,
funda el Cuerpo de Bomberos y participa largos años en el Rotary Club. Desde muy
joven comienza a trabajar para ayudar a su humilde familia campesina, y a los
12 años lo hace en una fábrica de madera. En una escuela técnica nocturna
aprende el oficio de soldadura. Pero el inmenso desempleo de la posguerra y el duro
servicio militar obligatorio italiano le motivan a emigrar.
Parte
desde Génova, la ciudad en donde naciera Cristóbal Colón, a bordo del buque
Castell Verde y tras escala en Tenerife, islas Canarias, llega a Venezuela por
el puerto de La Guaira el 5 de septiembre de 1956, invitado por su hermana
Leticia, quien vivía en Carora desde 1952, en tiempos de la Junta
Cívico-Militar de Gobierno, presidida por Germán Suarez Flamefich. Se encarga a
los 19 años de edad de ayudar al suegro de ella en la atención del Hotel Bologna, posteriormente abre la oficina
de Aerocamiones de Venezuela (Aerocav), en el edificio del empresario valerano
Onésimo Viloria, ubicado en la vieja avenida Miranda, la que por entonces era
un “lomo de perro”. Uno de los visitantes atraído por los suculentos espaguetis
del hotel era el doctor Pablo Álvarez Yépez, “Paúcho”, con quien entabla cálida
amistad y el cual lo invita a los selectos
salones del Club Torres, lugar donde establece relaciones comerciales
provechosas con prósperos ganaderos y comerciantes.
Contrae
matrimonio con la caroreña Rosario Velázquez en la iglesia Cristo Rey de los
padres escolapios, enlace del cual nacen seis hijos que son anteriores al acto
religioso, pues Monseñor Pedro Felipe Montesdeoca en visitas a su hogar lo
motiva a casarse con “Chayo” como Dios manda. Los retoños de esta relación feliz son: la
ingeniera Nereida, la licenciada administradora Ingrid, el ingeniero mecánico Livio,
la educadora Ilenia, los licenciados en relaciones industriales Rodolfo y
Carolina, Roberto.
Como
he dicho, Livio es incansable y participa con entusiasmo sin igual en múltiples
actividades: fue gerente de la distribuidora
Gas Shellane, por entonces el único gas que se comerciaba en el país, Autobuses de Venezuela (Aerocav), Hotel Indio
Mara, miembro fundador del Rotary Club con el doctor “Paúcho”, Club
Ítalo-Venezolano, Red de Emergencia, Fundación para la Educación Superior,
grupo de luchadores de donde nace el Politécnico y la Universidad
Caentroccidental Lisandro Alvarado en nuestra ciudad y en donde tuve la
oportunidad de luchar a su lado y el pbro. Andrés Sierralta; apoyado por un
grupo de sus connacionales resulta electo concejal por el “partido del pueblo”
Acción Democrática, dirige las ligas de ciclismo y softball con el Instituto
Nacional de Deportes, así como la Liga Carlos Alberto Santeliz y Criollitos de
Venezuela, del Municipio Torres. En las actividades deportivas llega a servir
de chofer de los autobuses que trasladaban a distintas ciudades a los deportistas,
e incluso, si era necesario, servía sin complejo alguno como árbitro de los
encuentros de beisbol.
Cuesta
trabajo entender que algunos de sus paisanos no le consideran de veras un
italiano a carta cabal. Ello se debe a la profunda división que existente entre
la Italia desarrollada e industrial del norte, de donde es oriundo Livio, y la
Italia agrícola y campesina del sur: napolitanos y sicilianos que son la mayor
parte de los ítalos residentes en Carora. Pero él ha superado estos recelos y
espinas que no tienen sentido ya de este lado del Atlántico. Yo mismo lo he
visto auxiliar a sus paisanos en estado de aprietos económicos o en el extremo
caso de una defunción correr con los gastos mortuorios. Es que Livio se ha
ganado de buena lid el respeto y la consideración de ellos, los itálicos
residentes en el semiárido venezolano.