Isla
perdida en la inmensidad del océano
Donde
el tiempo se detuvo estacionado:
La
lengua de sus extraños moradores
Los
bulbos de sus arboles apartados.
De
tus secos lagos las riveras
Produjeron
mil perfumes y raíces
Que
largas caravanas camélicas
Azafrán
e incienso al mundo ofrecían.
Del
cuerno de África eres como continuación
Oceánica.
Vestida de antiguas túnicas
Y
mujeres extraviadas de Las mil y una noches
Que
rumoran palabras ya remotas
Sacadas
de El Corán y de Gustav el navegante.
Rancias
soledades y agrietados lagos
Salados
que sultanes y magos habitaron
Cuántas
lámparas desérticas alumbran
Tus
meandros internos escondidos.
En
tiempo inmemorial desconocido
Y
la palabra redentora de Occidente
Apenas
de tu sueño oriental te ha rozado.
Acantilados
y fosas desgarradas
Por
el viento del Indico te asolan
La
dragonera enhiesta te domina
Y
disimulados peces ciegos te contemplan
En
baldías procesiones de memoria.