lunes, 10 de julio de 2023

Profesor Expedito Cortés: sobreviviente de la tragedia de La Llovizna


 

El domingo 23 de agosto de 1964 estuvo la numerosa familia Cortés Riera, de vacaciones en el andino pueblecito de Cubiro, a punto de perder el cabeza de la familia: el maestro normalista Expedito Cortés, quien cifraba los 41 años de edad. Sucedió ese amargo día vacacional, una inmensa tragedia donde cuarenta educadores perdieron la vida estrepitosamente al caer a las procelosas e inclementes aguas del gigantesco río Caroní, en la Guayana venezolana.

¿Cómo pudo ocurrir semejante penalidad que enlutó amargamente al magisterio venezolano ese aciago día? La fuerza incontenible de la Naturaleza y la sempiterna imprudencia humana congeniaron para ocasionar tan pavorosa y descomunal tragedia una mañana en paseo dominical que convoca la Federación Venezolana de Maestros en el Parque Nacional de La Llovizna.

 Los docentes, aturdidos y embelesados, quizás ante tanta belleza, pasaron por alto las advertencias que les hicieron carteles y guardaparques y se abalanzaron en grupo humano que por su enorme peso rompe las columnas remendadas del angosto y mortal puente. Solo estrechos 17 metros de largo y metro y medio de ancho con tablas de madera desbastaron en un instante al magisterio de buena parte del país caribeño.

La malhadada pasarela no se desploma por completo, sino que medio colgada arroja su preciosa carga humana al Salto de La Llovizna y los ahoga con el peso de sus gruesos tablones de madera, fatalidad ocurrida a las 11 y 30 de la mañana. Al día siguiente un camión hala el puente semidestruido y para enorme sorpresa salieron un grupo numeroso de cadáveres que estaban allí atrapados.

La pregunta insistente que me hago es la de que cómo en una de las zonas de materiales ferrosos más gigantesca del orbe y en el seno de una colosal empresa estatal venezolana, la Siderúrgica del Orinoco (SIDOR), pudieron colocar una estructura metálica deficiente y con evidentes e inveteradas soldaduras.

El recién estrenado gobierno socialdemócrata del guayanés Dr. Raúl Leoni decreta tres días de duelo nacional, puesto que la mayoría de los fallecidos y los que se salvaron eran militantes o simpatizantes de su partido Acción Democrática. El más eminente adeco que se salva en un tris de caer al peligroso y bello Salto de La Llovizna es el margariteño Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, autor de las tesis educativas del partido que fundara Rómulo Betancourt en 1941, quien saca sus pies del fatídico tablado fracciones de segundos anteriores a su mortal colapso.

 Oficialmente, dice Globovisión, fueron 50 los muertos, entre ellos se encontraban los maestros Adolfo Navas, Ana María Contreras, Carlos Arturo González, Carmen Teresa Rosales, Cecilia de Segura, Ciro Maldonado, Consuelo Chacín, Consuelo Navas, Cruz, Antonio Velasco, José Gregorio Méndez, José Luis Guzmán, Josefa Molina, Lermith Hernández, María de los Santos Higuera, María Teresa Coronel, Napoleón Ramírez, Nélida Núñez, Nohemí Higuera, Pascual Ignacio, Rafael Vera, Ramón Arturo Reinoso, Simón Andrés Peña, Víctor Gómez, Irene Fernández, sobrina de la primera dama de la República, Doña Menca de Leoni.

LA TRAGEDIA RESUENA EN CUBIRO

A 957 largos kilómetros de Guayana, en el andino poblado de Cubiro, Estado Lara, se oye de la inmensa tragedia sufrida por los docentes venezolanos. Nos enteramos gracias a un provecto radio Telefunken germano, aparato al cual mi madre Claver Riera de Cortés coloca sus oídos ansiosos. Nada dicen desde la lejanía del maestro   Expedito Cortés, por entonces Director desde 1960 del Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza de la ciudad de Carora. Está como desaparecido mi padre en aquella angustiante espera que nos hace perder el sueño. Al día siguiente, horas de la tarde del lunes 24 de agosto de 1964, día del cumpleaños de quien escribe, llega un luminoso telegrama que avisa en breves palabras que mi progenitor está vivo y goza de buena salud. Alegría suprema para la familia y para Cubiro y Carora.

Una vez en casa, sano y salvo nos cuenta nuestro progenitor que estuvo a punto de morir en aquella tribulación magisterial. “Alguien me dijo-dice papá- que había suculento almuerzo del otro lado del colgante fatídico y eché adelante para ganar tiempo al grupo que venía detrás de mí. Al sacar el pie derecho y silenciosamente el puente deja caer su preciosa carga humana.” Y más adelante agrega para nuestros oídos sorprendidos “nos fuimos río abajo, yo y unos colegas educadores y guardaparques a salvar a los educadores que, golpeados por las piedras, eran arrastrados por la inmensa y fragorosa corriente fluvial. Un llanero, gran nadador, salva a dos educadores semiinconscientes   y los trae a la orilla del inmenso afluente del Padre Orinoco.” Solo después de este shock inicial y cansado al extremo, decide mi padre comunicarse con su familia al otro extremo de Venezuela. Inmensa alegría del grupo familiar Cortés Riera.

Y si….

Son recuerdos muy firmes, pues se acentúan en la memoria por el hecho de que los alzamientos militares de Carúpano y Puerto Cabello, el magnicidio del presidente de Estados Unidos, John Kennedy, la extradición del general Marcos Pérez Jiménez, y el salto mortal al Tren del Encanto, acababan de ocurrir, la insurgencia guerrillera de izquierda domina la década.

 De haber conseguido temprana muerte Expedito Cortés en la lejanía guayanesa, hubiera dejado viuda y ocho hijos huérfanos, el menor de todos, José Bernabé, de apenas seis meses de nacido. Pienso que mis numerosos familiares se hubiesen hecho cargo de tan dilatada   familia.

Lo mejor de su ruta de vida quizás habría tomado otro rumbo o no se hubiese realizado: la conducción del Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza trunca, la fundación de la Casa de la Cultura de Carora en 1965, la Casa del Educador de Carora, el Instituto de Previsión Social del Ministerio de Educación (Ipasme), el Cuerpo de Bomberos, el Frente Ecológico Regional y la Federación y Organización de Juntas Ambientalistas (FORJA) que hicieron posible la creación de los Parques Nacionales Dinira y Saroche, así como un fuerte y bien plantado movimiento ecológico en Centroccidente de Venezuela a fines de la centuria pasada, los talentos pictóricos y musicales de Macario Colombo y Don Pío Alvarado los descubrirían quizás otros amantes de la cultura como mi padre. No lo podremos saber con exactitud y solo podemos arriesgar conjeturas.

Fallece mi padre Expedito Cortés, defensor del oso frontino y el cardenalito, de muerte natural, muchos años después de la tragedia de La Llovizna, después de una útil y fecunda vida al servicio de la Madre Naturaleza y del prójimo, en Barquisimeto un 28 de mayo de 2021, a solo 24 horas antes del Día del Árbol en Venezuela.

El Centenario del Natalicio de mi progenitor se efectuará con lucimiento en diversos lugares del Estado Lara, República Bolivariana de Venezuela, en el presente mes de julio de 2023.

 Información adicional a través de: cronistadecarora@gmail.com y el teléfono 0424-5427236.

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

 

 

 

 

El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...