Fue durante uno de los
Festivales Folklóricos del Estado Lara donde asistí de la mano de mi padre,
Expedito, allá por los años 1968 o 1969, cuando vi por vez primera al Negro
Tino Carrasco. Vestía su infaltable paltó a cuadros y su emblemático sombrero
de pajilla. Mandolina tocada a la derecha. Una pañoleta cubría su negro cuello.
Por momentos se lo descubría para colocar uno de sus dedos en un aparato que le
permitía modular unas palabras graves y gruesas.
Había nacido en el
Barrio Nuevo del pardaje caroreño, barriada laboriosa y de sobrada calidad
artística en 1901, recién pasado por estas tierras el general Cipriano Castro.
Ni su piel cobriza ni su apellido hundían sus raíces en el patriciado caroreño.
Lomo de Perro era la residencia de quien
iba a ser llamado El Roble Caroreño.
Barrio Nuevo tiene y
tendrá talento musical y poético de sobra: Juancho Querales, Rodrigo Riera, Min
Suárez, Plinio Bracho, Chemaría Suárez Lameda, Javier Meléndez, Vale Cayayo, El
Chingo Ángel, Los Hermanos Gómez, Isabel y Lolo Carrasco. Carora sin Barrio
Nuevo es una guitarra sin cuerdas.
El Negro Tino fue un
músico popular, sin academia, del mismo origen humilde que Alirio Díaz y
Rodrigo Riera. Solo que los dos guitarristas pudieron seguir estudios en
conservatorios y academias musicales. Tino, en cambio, se abrió camino gracias
a su inmenso talento innato con sus composiciones poéticas y su infaltable
bandolina.
Don Mariano Picón Salas
dijo que Tino improvisaba las más intencionadas coplas. Darle al negro tino un
pie forzado y ya lo estará desarrollando y devolviéndolo como una gallarda
serpentina. Es Tino, dice el merideño, parte de una inmensa tradición rapsódica
venezolana que remonta a las viejas canciones coloniales, a los cantares de
gesta de la Independencia y la Federación y a todas las peripecias
contemporáneas que pule y elabora su inventiva de artista, se pone al hablar
con su garganta.
En su Corrido de las Cien mujeres, agrega Don
Mariano, que por la fluencia de la versificación y la agilidad de los
retruécanos parece la obra de un Lope de Vega selvático y mestizo que no
tuviera otro maestro que la más alegre y desenfadada Naturaleza… Es en la
invención de nuestra música popular, el
curioso e inspirado equivalente de Feliciano Carvallo en nuestra pintura.
Yo agregaría que el
Negro Tino tiene también en sus composiciones algo de tragedia griega, pues
explora los abismos y vericuetos del alma. En su golpe más emblemático, Amalia Rosa, por ejemplo, escribe: “Toma
niña este puñal / ábreme por un costao / pá que veas mi corazón / con el tuyo
retratao.
La presencia del alma en una historia de amor
es un eco platónico y lo mismo debo decir de la búsqueda de la inmortalidad,
nos dice el mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura. Veamos cómo se
expresa en Tino Carrasco el dialogo con los muertos en su danza Soñar despierto: Yo te seguiré queriendo
/ hasta después de la muerte, / no creas que eso es mentira / que después
también se quiere…/ yo te quise con el alma/ y el alma nunca se muere.
La muerte tiene en la
tradición occidental, dice el mexicano, una función capital: despierta al
amante extraviado en sus sueños. En el Negro Tino sueño y vigilia se
confunden y le dan sentido de muerte a la vida y sentido de vida a la muerte:
Soñé que me había muerto / y viste pasar mi entierro / soñé que tú me querías /
que mentira son los sueños / soñé también, vida mía / soñé que el Sol me
alumbraba / y por soñar imposible / soñé que tú me querías… / Y por soñar
imposible / soñé que tú me querías. La pasión amorosa, como se habrá notado,
y su carácter simultáneamente real e
irreal es penetrante y finísima en el trovador caroreño. La historia de la
poesía es, pues, inseparable de la del amor.
Pero El
Negro Tino tiene un rasgo esencial: es uno de los iniciadores de la llamada
Trova Social o canción de protesta en Venezuela, y que en Latinoamérica tiene
como exponentes connotados a Facundo Cabral, Atahualpa Yupanqui, Alberto
Cortez, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Víctor Jara, Daniel Viglietti, Carlos
Mejías Godoy, Pablo Milanés, Chico Buarque, Silvio Rodríguez, Piero, Alí
Primera, entre otros.
Ese sentido
de la protesta tan genuino le vino a Tino Carrasco por haber sufrido una
descomunal injusticia al pagar cárcel durante nueve años. Un reo de alta
peligrosidad se le fugó a su padre, el alguacil Alejandro, por lo que los
esbirros de la dictadura lo obligan a entregar a su hijo Celestino para que pagara
los años de condena que le correspondían al delincuente fugado.
En una
composición dice de los estadounidenses y su sentido utilitarista que fustigó
duramente el uruguayo José Enrique Rodó: Empezaron a venir / cuando los americanos
/ empezaron a venir / y sólo se oía decir: / qué bien están los zulianos. Y más
adelante: Pa’ acabarnos de arruinar / nos mandaron las victrolas / ortofónicas,
radiolas / y los carritos de a real / quién se iba a imaginar / que vinieran
hidroaviones, / automóviles, camiones / y el teléfono sin hilo / y cosas por el
estilo / que inventan esos ladrones.
También
hubo de componer unas piezas al triunfo de la evolución cubana en 1959: Ya cayó
otro dictador / de los que estaban en lista / fue huyendo a Santo Domingo / un
tal Fulgencio Batista / él era un imperialista /y un avaro caudillo, / se fue a
Ciudad Trujillo / / no con buenas intenciones, / fue
derrotado por Castro / y sus grandes seguidores.
Este
juglar, músico itinerante de la patria, bohemio impenitente, falleció el 8 de febrero
de 1975. En días pasados fui a visitar la que fue la peña de los músicos
barrionovenses durante muchos años: El Rinconcito Arrabalero. Allí, a la sombra
de silentes y añosos cujíes, muebles desvencijados, olvido, me pareció oír por
un maravilloso instante el sol re la mi
de la bandolina de Tino.