El común de la
gente desconoce el significado y la trascendencia de esta fecha de capital
importancia en la historia reciente de Venezuela. Me asombra que nuestros
compatriotas la confundan con el Día del amor y de los enamorados, el día de
san Valentín de la tradición anglosajona. Es por ello que como historiador de
oficio me siento en la necesidad de aclarar ciertos aspectos relativos a tan
significativa fecha.
Ese día se realizó
una movilización popular multitudinaria y espontánea en Caracas, la cual ejerció
tal presión que el presidente Eleazar López Contreras debió dar marcha atrás
unas impopulares ejecutorias y destituir
al general Félix Galavís, un gomecista declarado que había ordenado disparar a la multitud que se hallaba en protesta pacífica
en la Plaza Bolívar ese día por la mañana. Además debió restituir las garantías suspendidas
desde el 5 de enero, derogar el decreto de censura, así como eliminar el odioso
control de periódicos y radios. A ello
debemos agregar que gracias a tal movilización removió el primer mandatario a un grupo de gomecistas enquistados en el gobierno,
y se vio conminado a presentar un plan de gobierno, al cual se llamó “Programa de Febrero”.
Todo este cuadro de
conmoción social se había desatado desde la muerte del general Juan Vicente Gómez
ocurrida en 1935. Desde ese momento los paros, huelgas, manifestaciones eran el
pan de cada día. Era natural que aquello sucediese, pues la protesta social había
sido ahogada o reducida al mínimo durante los larguísimos 27 años de férrea y
brutal dictadura del andino. Como
escribió Mariano Picón Salas: “Venezuela entró al siglo XX en 1936”.
El 14 de febrero hubo seis muertos y resultaron
heridos unos 150 ciudadanos. Los manifestantes gritaban “no somos comunistas”,
“queremos prensa libre”, “queremos garantías”. Sin embargo la manifestación no
se disolvió. Algunos manifestantes llegaron a tomar sangre de los fallecidos y
escribir con ella en las paredes de la odiada sede de la Gobernación: “Muera
Galavís”, al tiempo que eran saqueadas las casas de los capitostes de la
dictadura.
La gente tenía el
presentimiento que López Contreras quería continuar bajo la consigna de un
“gobierno de Gómez sin Gómez”, pero aquel temor se disipó al ordenar el
presidente la detención del general Galavís, al tiempo que el poeta Andrés Eloy blanco se dirigió a los manifestantes
en la Plaza Bolívar, logrando con su arenga aquietarlos.
Por la tarde de ese
mismo día salió a la calle otra manifestación, tan multitudinaria como la de la mañana, apoyada esta vez por la Junta
Patriótica, compuesta por Jorge Luciani, Profesor Miguel Acosta Saignes,
Rolando Anzola, el poeta Manuel Felipe Rugeles, Ernesto Silva Tellería, Hernani
Portocarrero y Raúl Osuna, seguida por
organizaciones obreras y estudiantes de la Universidad Central de
Venezuela, encabezada por el eminente médico Dr. Francisco Antonio Rísquez, su Rector,
y el estudiante Jóvito Villalba. Fue tal movilización un innegable triunfo de
la llamada “Generación del 28”, la cual ocho años antes había insurgido contra
la autocracia gomecista en los memorables carnavales de 1928.
El Programa de Febrero
comenzó siendo un diagnóstico de las
áreas más problemáticas y la solución que el gobierno creía convenientes para
enfrentarlas. Una de ellas fue la promulgación de una Constitución Nacional a
tono con los cambios que el país había
experimentado, la creación de una Oficina Nacional del Trabajo, el desarrollo
de una campaña sanitaria, la reorganización de la educación a cargo de Mariano
Picón Salas, la reforma del sistema tributario, el establecimiento de un Banco
Central, el fomento de la inmigración, la modernización del Ejército y la
incentivación del alicaído aparato productivo. Estas medidas fueron un logro político
inmediato, pues pudo apaciguar el clima de crispación nacional que campeaba. Tal
Programa haría incomprensible a la Venezuela moderna que hoy conocemos y se
puede entender como un mecanismo para asumir la modernidad en el país.
En tierras larenses fueron los adecos del
trienio 1945-1948, quienes desde el Concejo Municipal propusieron que se
bautizara con el nombre de “14 de Febrero” la avenida que todos conocemos y
transitamos en el sector Trasandino de
Carora, en homenaje a las heroicas jornadas populares de aquel memorable día,
las que han quedado para la posteridad como un triunfo de la democracia y de la
libertad contra la opresión y el despotismo