
El Árbol de Cracovia.
Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gmail.com
En el justo centro de París, en el sector norte del
Palais Royal, hubo un gran árbol de castaño verde que fue plantado por el
cardenal Richelieu en 1624, donde la gente iba a oír los rumores y corrillos sobre
la turbulenta y escandalosa vida de la corte del rey Luis XV, “monstruo de
negra furia”, pues la censura periodística impedía conocer estos aspectos de la
vida íntima de la realeza.
Eran los nouvellistes
de bouche o traficantes de noticias boca a boca que trasmitían chismes,
rumores y maledicencias, los excesos de María Antonieta, llamada
despectivamente “la austriaca” o también “Madame Déficit”, el pene fláccido de
Luis XVI, hablillas y murmuraciones que se filtraban del Palacio de Versalles a
pesar de la censura policial. Una auténtica “sociedad de la información del
siglo XVIII. París prerrevolucionario, dice el historiador Robert Darton,
estaba inundado de periódicos orales que tenían graves repercusiones políticas.
No fue tanto la lectura de Rousseau y Voltaire lo que precipita la revolución
sino las habladurías y bulos. De los mas famosos “que coman pasteles”
atribuido, mito o realidad, a María Antonieta.
Estos nouvellistes
de bouche decían que sus informaciones eran dignas de crédito, que habían
sido oídas en los pasillos o en un salón del palacio de Versalles, o de haber
recibido información de un servidor indiscreto. Un sistema de comunicación
verbal que luego se imprimía.
El concepto de opinión pública ya existía en aquella
época. Las ideas se discutían en los cafés, había debates en los mercados, se
murmuraban escándalos, chismes y rumores. Todo era alborotado y divertido en
una teatralidad que reinaba en las calles de París. No era un mundo sobrio y
racional e ilustrado como el que hasta ahora hemos creído y que estaba llegando
a la conclusión de que el gobierno era ilegítimo, todo lo cual hizo erupción aquel
14 de julio de 1789 con la toma de la Bastilla, símbolo del despotismo. La
Revolución sustituye a la Iglesia por el Estado, y basa la autoridad del Estado
en la soberanía del pueblo.
Pero hubo otros cambios que la historiografía tradicional
da poca importancia. Se sustituye, dice Robert Darnton, el Monsieur y Madame
por Ciudadano y Ciudadana, cambiaron sus vestimentas. La vestimenta sirve como
un útil termómetro para medir la temperatura política. Los radicales son
conocidos como sans culotte, aquel
que usaba pantalones en vez de calzones. Pero el modelo revolucionario, que
aparece en los bandos, carteles, cacharros desde 1793 hasta el día de hoy,
usaba pantalones, camisa abierta, chaqueta corta (carmanogle) botas y gorro frigio sobre el cabello “al natural” (sin
peinar), que solía llegar hasta los hombros. Estos elementos de vestuario de
los revolucionarios franceses atravesaron raudos el océano Atlántico. En
Venezuela la “carmañola americana” se hizo popular durante las revueltas
preindependentistas de Gual y España en 1795. El gorro frigio gozó también fama
de identidad antimonárquica republicana.
Antes de la Revolución las mujeres lucían peinados al
estilo puercoespín (en hérisson) que
se levantaban hasta 60 centímetros sobre la cabeza y estaban decorados con
elementos esmerados, como un frutero o una flotilla o un zoológico.
Robert Darnton ( New York, 1939), periodista e
historiador estadounidense, se formó en Harvard y Oxford, construye otra
historia, una perspectiva alejada del marxismo y de la Escuela de
Annales francesa. Asume que los acontecimientos también tienen una gran
importancia en la historia: es la vuelta del acontecimiento que se aleja de la
historia estructural que apenas repara en el anónimo individuo y su
circunstancia.
Darnton evoca lo exótico y
el lugar común en la cultura del siglo XVIII francés.
Para ello invita al lector a examinar detenidamente cuestiones como por qué un
grupo de artesanos parisienses encontraba tan divertida una matanza de gatos.
En "Un inspector de policía organiza sus archivos" -un relato sobre
un agente de la policía del rey, cuya tarea consistía en espiar las actividades
personales y literarias de los escritores franceses-, nos ofrece una idea de
cómo el Antiguo Régimen luchaba por comprender a una nueva y peligrosa
generación de franceses: los intelectuales independientes.
Otros ensayos permiten
observar el rostro rápidamente cambiante de las urbes francesas y observar a
Diderot y a D'Alembert tramar el reordenamiento sistemático de todo el
conocimiento humano cuando realizaron la Enciclopedia, una ciclópea obra que la
monarquía miraba con desconfianza.
Se trata de un nuevo enfoque cultural y lingüístico, dice
Georges Iggers, que suele conducir al intento de quebrar el determinismo de las
anteriores tradiciones sociocientíficas, lleven estas el sello de Marx o el de
los Anales. En este intento, la cultura es entendida como el factor decisivo en
la configuración de las formas de convivencia humana.
Robert Darnton, el
erudito que venció a Google, es periodista e historiador, de los más reconocidos especialistas de
Francia en el siglo XVIII, iniciador de una nueva especialidad de la historia y
del libro y de la lectura (con Roger Chartier), historia de la comunicación, historia
de los archivos policiales, historia de los iletrados y de los pobres, historia
de la creación de noticias falsas, investigaciones sobre el libro electrónico, autor
de los ya clásicos El mesmerismo y el fin
de la Ilustración en Francia (1986) La
gran matanza de gatos y otros episodios de la cultura francesa (1987), El
beso de Laumorette. Reflexiones sobre
historia cultural (1990), Edición y
subversión, Literatura clandestina en el Antiguo Régimen (2003), El negocio de la Ilustración. Historia
editorial de la Enciclopedia, 1775-1800 (2006) Los best sellers prohibidos en Francia antes de la revolución (2008)
Poesía y policía (2010) El diablo en el agua
bendita, o el arte de la calumnia de Luis XIV a Napoleón. (2014). Piratería y edición. El comercio de los libros en la
Ilustración (2021)
Uno de los logros más
destacados de Darnton fue su libro The
Forbidden Best-Sellers of Pre-Revolutionary France (Los
Best-sellers prohibidos de la Francia pre-revolucionaria), publicado en 1996.
Este libro, que analiza los libros clandestinos y prohibidos en la Francia del
siglo XVIII, fue aclamado por su enfoque único e innovador. El trabajo no solo
exploró la historia de los textos prohibidos, sino que también iluminó las
tensiones culturales, políticas y sociales de la época. Como resultado, The Forbidden Best-Sellers of
Pre-Revolutionary France recibió el prestigioso National Book Critics Circle Award.