Este
hecho insólito y hasta poco conocido, ocurrió en la vacilante infancia de
nuestra vida en República, es decir poco después del glorioso 19 de abril de
1810. Sucedió que el 2 de marzo de 1811 se instaló el Primer Congreso de
Venezuela que nombró un Poder Ejecutivo
plural, integrado por tres miembros que se turnarían en el ejercicio de la
presidencia cada semana. Para el Primer Triunvirato fueron elegidos el
trujillano Cristóbal Mendoza, Baltasar Padrón y el caraqueño Juan de Escalona.
Fue esto una verdadera ingenuidad que pagaríamos muy caro al caer
estrepitosamente la Primera República en 1812. La debilidad y endeblez de
nuestras instituciones permitieron aquella ordalía de sangre y pólvora que
acabó con aquella quimera republicana montada sobre una triple presidencia
rotativa semanal.
Esta
curiosa circunstancia política venezolana me vino a mi mente al releer el
interesante, y ameno sin par, libro del historiador zuliano, ya desaparecido, y
que conocí en Carora al ser invitado por el Ateneo de Carora Guillermo Morón,
Vinicio Romero Martínez: Qué celebramos
hoy. El libro de las efemérides venezolanas, editado en 2007, en una de sus
interesantes secciones: Los presidentes de Venezuela, página 8.
De
los tres presidentes uno era español o quizás isleño canario: Baltasar Padrón. Vivió en Puerto Rico
donde se casó con Teresa Vallano. Allí ejercía el cargo de Fiscal General de
Hacienda, pues era abogado. En 1778 llegó a Venezuela, donde José de Ábalos, Intendente de Venezuela, le dio nombramiento al recibir una
Real Cédula desde Madrid de fecha 9 de febrero. Se estableció en Maracaibo en
1779 a ejercer la Administración de la Renta del Tabaco y la Fiscalía de la
Real Hacienda. Permaneció en tales cargos hasta 1786, cuando fue trasladado a Guanare
para que estableciera allí la Administración General de la Renta del Tabaco.
Hecho esto se residenció en Caracas a partir de 1788 donde se desempeño como
administrador y tesorero de las Rentas Tabaco y Naipes. Ya éramos viciosos los
venezolanos, como se podrá entrever.
En
1810 abrazó la causa independentista, y en marzo de 1811 el Congreso Constituyente
lo nombró miembro de un Triunvirato Ejecutivo que gobernaría a Venezuela en
sustitución de la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII instaurada
el 19 de abril de 1810. En 1812 el isleño canario capitán de fragata Domingo de
Monteverde separó a Padrón de la Administración del Tabaco y en su lugar colocó
al médico canario, egresado de la Universidad de Caracas, Antonio Gómez.
Monteverde alegó que tal separación se debió a “la conducta escandalosa de
Padrón en el tiempo de la revolución”.
Al
año siguiente, y al finalizar victorioso la Campaña Admirable de 1813, el
Libertador Simón Bolívar lo repuso en el cargo, pero Padrón permaneció en Caracas
después de la caída de la Segunda República y realizó gestiones para demostrar
su fidelidad a la monarquía. En 1817, poco antes de morir, le fue concedida su
indemnización legal por el Rey, sentencia el historiador Héctor Bencomo Barrios
en el muy útil Diccionario de Historia
de Venezuela, segunda edición, 1997.
En
la actualidad se ha esgrimido para atacar a nuestros gobernantes aquello de su
presunta nacionalidad ajena a lo venezolano. Tal es el caso del señor Carlos
Andrés Pérez, dos veces primer magistrado nacional, de quien se decía
insidiosamente que era colombiano. Esta calumnia ha sido empleada más
recientemente contra el señor Nicolás Maduro Moros, presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, a quien se le remite a igual origen neogranadino. En
nuestro estado Lara, igual suerte corrió el gobernador, ingeniero Mariano
Navarro Mar, a quien le decían con socarronería “el españolete”. Cosas veredes, Sancho.