Reinaldo Rojas.
Luis Eduardo Cortés Riera.
Doctor en Historia.
El semiárido venezolano representa una proporción minúscula del territorio de Venezuela, pero ha tenido un enorme significado histórico, social y cultural para el país desde tiempos muy remotos. Digamos que desde esa partícula del nuestra geografía nacional, un 4,5 % del territorio venezolano, se han creado particulares formas de vida para enfrentar la escasez de los recursos naturales desde tiempos precolombinos hasta la actualidad, se generó desde el siglo XVI una política expansiva de conquista y coloniaje para el occidente de Venezuela que llegó incluso a Bogotá, fue el asiento de tres ciudades de enorme irradiación de la cultura de habla castellana y de un catolicismo más de naturaleza canaria que peninsular: el triángulo colonial barroco constituido por la Ciudad Madre de El Tocuyo, Barquisimeto y Carora, en donde se conformó un tipo humano de sensibilidades y expresiones particulares. Esta realidad geo-histórica se proyecta al presente, dándole a esta parte del país unas características idiosincráticas que la definen. Empleando una expresión de Mariano Picón Salas, es una zona o área cultural de acento específico y tono particular, sobre lo cual es el propósito aportar ideas en este ensayo.
Darle contornos a este espacio geo-histórico ha sido el propósito de nuestros investigadores desde Francisco Tamayo en el pasado hasta Reinaldo Rojas en el presente. Pedro Perales dice que el Estado Lara es la cuna de la economía nacional, pues de aquí partieron rebaños a poblar Los Llanos de ganado; la industria que fabricaba papelón, cueros, tejidos, que se exportaban a lejanas provincias como Perú y Quito.
Rafael Domingo Silva Uzcátegui en su Enciclopedia Larense, editada en 1941, hace derivar el componente cultural del Estado Lara casi exclusivamente de un reducido núcleo español, que es, a su parecer, el núcleo básico de la sociedad, sin tomar en cuenta los otros dos elementos constitutivos de nuestra cultura: lo aborigen y lo africano.
El sabio larense Francisco Tamayo, en 1952, se atreve a afirmar que en Lara se reúnen y confunden todos los medios físicos y biológicos del país, y que por ello se ha estado engendrando un tipo humano que es una síntesis humana de todo lo nacional, que es el tipo venezolano por antonomasia. En Lara nace, pues, lo nacional, lo venezolano, sentencia el sabio sanareño.
Reinaldo Rojas ha creado en el presente, 1995, la categoría de comprensión histórica Región Barquisimeto en el tiempo histórico colonial, un enfoque desde la historia social de signo Annalista aplicado a un espacio geohistórico concreto: la Región Barquisimeto. Acá Rojas hace suyas las palabras de Acosta Saignes quien dice que “La historia del proceso de la formación de la cultura venezolana es, en parte, la historia de la indigenización y de la africanización del español en nuestra tierra.” Es decir que Rojas nos indica que nuestra cultura no es solo imposición de lo hispano sobre lo aborigen y africano, y que necesariamente nuestra cultura del presente hunde sus raíces en la Venezuela colonial, como en su momento lo indicaron Mariano Picón Salas y Mario Briceño Iragorry.
Fue Mariano Picón Salas quien habló de la civilización del calor, de la emoción roussoniana que ofrece la zona tórrida. La colonia venezolana en el siglo XVIII—afirma el merideño--puede llamarse una civilización del calor. Calor seco y calor húmedo son dos connotaciones fundamentales de nuestra geografía biológica. Las tierras de calor seco—desde las islas perleras de Margarita y Cubagua hasta Coro, Carora, El Tocuyo en el Occidente, fueron tempranos centros de colonización española. Caroreños y corianos, hijos de un paisaje semidesértico, tienen fama de ser los soldados venezolanos de más aguante físico y los borricos y yeguas que llevaron allí los conquistadores proliferaban y se reproducían con mayor talla y resistencia que en sus nativas dehesas andaluzas. Al fuerte asno coriano y la mula caroreña les debe mucho nuestra vieja economía rural. Casualmente en una de esas mulas de seca tierra caliente iba montado Bolívar el día en que salió a encontrar a Morillo para el armisticio de Santa Ana, en 1820. Y durante la Colonia altos prelados y oidores del Virreinato de Nueva granada se disputaban esas mulas caroreñas, pagadas en peluconas de oro.
Al referirse a Carora y a otras zonas de calor seco, dice Picón Salas: Esas familias vascas de una ciudad de firme estirpe española como Carora --Riera, Zubillagas, Pereras, Oropesas, Aguinagalde—pueden decir si el calor hace mal a la salud y si no se daban en aquellos caserones de tres patios, familias prolíficas, gentes a quienes sólo vencía la más añosa longevidad. Otras regiones de calor seco, como la isla de Margarita, tienen la más alta densidad demográfica de Venezuela, y el margariteño—buzo, marinero, hombre de muy cambiantes profesiones—ha cumplido por todo el país (…) una ingente obra colonizadora. Ese mundo de calor seco reivindica las calumnias que se esgrimieron contra el Trópico y es, por lo menos, tan habitable como el de nuestras altiplanicies andinas.
Con tales ideas arremete Picón Salas contra el determinismo de clima y raza del positivismo decimonónico impregnado de una fuerte impronta darwiniana, quien argüía que el calor tropical era un factor de atraso y de barbarie. Fatalismo de los hechos físicos y de los fenómenos de la naturaleza. Y si hay una parte de la geografía patria que desmiente tales afirmaciones, ella es el semiárido larense, tal como veremos de seguido.
II. Un poco de geohistoria.
Ahora bien, con las herramientas de las ciencias naturales y las experiencias en las ciencias sociales del siglo XXI, tratemos de establecer una conexión del medio físico seco y árido con su correspondiente expresión social y cultural.
Es el historiador de la Escuela de Annales, el francés Fernand Braudel quien nos habla de geohistoria, y nos convoca a plantear los problemas humanos tal como los vemos desplegados en el espacio y a ser posible, cartografiados. Propone el concepto de estructura, es decir una realidad que el tiempo tarda enormemente en desgastar y en transportar. Piénsese, dice, en la dificultad de romper ciertos marcos geográficos, ciertas realidades biológicas, ciertos límites de la productividad, y hasta determinadas coacciones espirituales, también los encuadramientos mentales representan prisiones de larga duración. En tal sentido plantea Braudel que los historiadores debemos ocuparnos del clima, el suelo, las plantas y los animales, los géneros de vida y las actividades obreras, si se quiere una verdadera geografía humana retrospectiva.
De esa manera nos proponemos establecer un vínculo entre las condiciones geográficas del semiárido larense en Venezuela (una estructura de larga duración) y las manifestaciones sociales y culturales que en ella se han manifestado desde la noche de los tiempos.
Recordemos que las tierras áridas y semiáridas del planeta representan un 46 % de la superficie terrestre y que han sido asiento de grandes civilizaciones: Egipto, Mesopotamia, Imperio Azteca. Las tres religiones monoteístas, judaísmo, cristianismo e Islam, nacieron precisamente acá. Nosotros avanzaremos en la comprensión de las determinaciones del medio seco, vegetación rala y escasas precipitaciones que obran sobre los modos de vida y la cultura del semiárido larense y venezolano.
El semiárido larense ocupa el 45 % del territorio de esta entidad federal y está ubicado fundamentalmente en la Depresión Barquisimeto- Carora a unos 400 y 700 metros sobre el nivel del mar, se caracteriza por ser un ecosistema frágil con escasas precipitaciones (650 mm. anuales) y altas evaporaciones altas (entre 1.600 y 1.800 mm. anuales), altas temperaturas (fluctúan entre 19 y 29 ºC), suelos areno-pedregosos y vegetación xerófita.
Este bolsón xerófilo está incrustado en la geografía del Estado Lara y es para nosotros tan identificatorio como lo es el Lago de Maracaibo para los zulianos, o los Andes para los merideños. Si bien es cierto en nuestro Estado convergen casi todos los medios físicos y tipos ecológicos: los Andes, la Cordillera de la Costa, el Sistema Coriano, los Llanos, los valles del Yaracuy y el Lago de Maracaibo, no es menos cierto que la central tierra árida le da como una cierta unidad a tan diversas geografías, las cuales hicieron hablar a Francisco Tamayo de la concurrencia larense.
En este bolsón xerófilo se ha propiciado el uso forrajero de especies nativas, se ha creado una economía campesina de forma específica basada en la captación de mano de obra familiar, unidad doméstica productiva, todo ello bajo la forma de una racionalidad ecológica de la producción campesina que refleja una particular relación naturaleza/cultura.
La ganadería caprina, como fuente principal de ingresos, se ha organizado tradicionalmente como empresa familiar. La familia de criadores es la estructura organizativa y productiva básica de la comunidad. La forma adaptativa de la comunidad es el “acoplamiento natural”, es decir el aprovechamiento de los recursos naturales por temporadas: largos veranos y temporadas breves de lluvias en abril/mayo y octubre.
Son sociedades insertas en la naturaleza, dicen Manuela B. Erazo y Rosa Garay- Flühmann ,que desarrollan un sentido integrado y no fragmentado del ecosistema De esta manera la población del semiárido larense maneja un concepto "casi sacralizado" de los fenómenos naturales. Todas estas ideas llevan a un sitio de convergencia, donde emerge la idea de que la naturaleza se encuentra por sobre la vida social, por sobre la acción humana. Las fiestas religiosas, por ejemplo, casi siempre coinciden con las estaciones lluviosas, como claramente se observa en las fiestas a la virgen de la Chiquinquirá de Aregue, Municipio Torres, en la primera semana de octubre de cada año.
Seres humanos han vivido en el semiárido larense desde hace unos 9.000 años, tal como muestran las excavaciones de La Hundición y Las Mesas. La agricultura se desarrolla durante la llamada fase Tocuyanide: 300 a.C. La vida cacical arranca en el siglo III d.C. En 1530 los alemanes observan la agricultura de riego excedentaria entre los caquetíos de Variquecemeto. Otros grupos indígenas son los ayamanes, jiraharas, gayones, ajaguas, quienes en un larguísimo proceso biológico e histórico se adaptaron de manera notable al ambiente seco.
Cuando comienza la occidentalización del territorio venezolano con la fundacion de Coro en 1527 y que continuará con la fundación de El Tocuyo en 1545, se convierte el semiárido en el laboratorio, la despensa y el vivero humano donde se planificó la conquista de Venezuela, nos dice Tamayo.
La Iglesia Católica contrarreformista comienza a crear las encomiendas de indios en el valle de Quíbor, Humocaros, Yacambú, Sanare, Cubiro en la jurisdiccion de la Ciudad Madre; en la de Carora se fundan las de San Miguel Arcángel, Siquisique, Río Tocuyo, Curarigua, Atarigua, Los Arangues, San Francisco; en la jurisdiccion de Barquisimeto las del Valle de Ababacoa, Curato de los Ajaguas en los Valles de los ríos Claro y Turbio.
En los siglos XVII y XVIII hacen entrada las ordenes religiosas de los capuchinos con la mision de evangelizar a los aborigenes. Estos religiosos fundaran a Río Tocuyo y Duaca en 1620, Bobare en 1733.
La economía de Barquisimeto se basó en la caña de azúcar, cacao, algodón, maíz, frijoles, apio, batatas, cría de vacas y chivos. Se establecen los primeros trapiches papeloneros. En El Tocuyo se produjo harina de trigo, tejidos elaborados en los pioneros telares de algodón de América; Carora fue cuna de la artesanía del cuero y tejidos vegetales, ganadería bovina, caprina y mular, se fabricaban hamacas, botas sillas de montar. La prosperidad de la economia se basaba en la explotación de la mano de obra esclava traida del Golfo de Guinea y de Angola.
Un crisol de razas se escenifica prontamente acá, un mestizaje bien acabado y que tuvo sus inicios en la tierra seca. Exhibe de manera predominante un color de la piel bastante particular y que los dermatólogos identifican como Tipo 3. Es una piel morena muy resistente a los rayos ultravioleta, resistencia de la que no gozan los Tipos 1 y 2 de extracción europea, pero en el otro extremo de la tipología es de un aguante a las inclemencias de clima que en exceso muestran los Tipos 4 y 5 de los afrodescendientes. A mi modo de ver este Tipo 3 se ha venido produciendo de forma ininterrumpida desde hace miles de años y ha tenido su magnifica resolución en el semiárido venezolano y larense en particular.
Elemento escaso, el agua ha sido factor de primer orden en la conformacion económico, social y cultural de los pueblos. Digamos que propició un sentido de cooperación humana en la obtencion, almacenamiento y uso del vital liquido con la construcción de lagunas, diques, acueductos y acequias, a los cuales debemos agregar los primitivos jagüeyes. La construccion de tales dipositivos hídricos requiere necesariamente el concurso de las comunidades cooperantes. Ese sentido de reciprocidad y correspondencia se vio reforzado por la vivencia de un catolicismo llano y elemental, igualitarista y de marcado signo mariano, que desembocó en una democrática unción religiosa, que le ha dado compactacion social a grupos humanos dispersos en tan amplia geografia del secano. Seria impensable comprender el semiárido sin sus festividades patronales, el Velorio de la Cruz en el mes de mayo, su folklore del tamunangue asociado a la devocion de San Antonio de Padua, que es producto mestizo nacido en la actividad cañera de secas tierras situadas entre Curarigua y El Tocuyo del siglo XVIII.
El Río Tocuyo ha sido nuestro fundamental recurso hídrico y sobre su cauce descansa la vida de El Tocuyo y su economia de la caña de azucar, Carora seria impensable sin el río Morere y sus afluentes, y la macrociudad de Barquisimeto espera ansiosa la culminación de la represa Yacambú. Otras obras hidráulicas son el Embalse Dos Cerritos, Atarigua, Los Quediches, El Zamuro, El Ermitaño, Papelón, Puricaure.
Esta racionalidad ecológica, no excenta de abusos graves, ha hecho un milagro en el semiárido: hizo posible que el Estado Lara produsca el 26% de la caña de azúcar del país en cuatro centrales azucareros, los que muelen tres millones de toneladas de caña cosechadas en 30.000 hectáreas, y que producen 183.000 toneladas de azúcar, 90% de las piñas, 31% de las uvas, cebollas en un 54%, 12% del tomate, 54% de pimentones, 100% del sisal, planta introducida desde México en 1913. A tales cultivos debemos agregar melón, lechoza, patilla, caraotas.
Un animal ha marcado honda impronta: la humilde cabra y el chivo, llamado por Chío Zubillaga “la vaca del pobre”. Ellos han generado cierto comunitarismo, pues las tierras de pastoreo son de propiedad colectiva, nos dice Luis Mora Santana. Las explotaciones caprinas son pequeñas y han creado una economia de autoconsumo que en la actualidad nos dan una excelente leccion de racionalidad economica.
Somos una provincia gastronomica en Venezuela, con sus contornos delimitados que se extienden al vecino Estado Falcón. Resaltan nuestros mondongos de chivo, res y marrano, longanizas, chorizos, lácteos con sus taparas de suero, crema, queso de tapara y de crineja, la oyeta de gallo, el lomo prensado, la tostada caroreña, las formidables ecemitas tocuyanas, nuestra bebida espirituosa emblemática extraida de una planta del semiárido: el cocuy.
III. El genio de los pueblos del semiárido.
Baluarte de la cultura, el semiárido brilla desde tiempos coloniales con los soberbios templos y conventos religiosos donde se intercambiaban ideas por medio del latín, se entonaba música barroca. Tierra de solidas y boyantes cofradías y hermandades de la Iglesia. Cátedras latinas las hubo. Tomás Valero, tocuyano, ha sido llamado el Platón americano. Juan Agustín de la Torre, rector de la Universidad de Caracas. Dos escuelas pictóricas florecieron, una en El Tocuyo, otra en Río Tocuyo.
Los luthieres son, a no dudarlo, los mejores del país. Los Cuatros de Antonio Navarro le hicieron ganar el apelativo de El Stradivarius venezolano. En cualquier parte se puede encontrar un fabricante de banolinas, guitarras, arpas y violines de exportación.pareciera ser que el calor hace milagros sonoros con las maderas empleadas en este arte.
Tierra musical por excelencia, ha visto nacer la manifestacion folklórica más completa del país: el tamunangue. Las escuelas de música son moneda corriente con maestros destacados: Franco Medina, Rodrigo Riera, Alirio Díaz, Enma Silveira, Gustavo Dudamel. Las orquestas de renombre son la tocuyana Banda Bolívar, Orquesta Mavare. El Conservatorio de Musica Vicente Emilio Sojo es de los más destacados del país: su epitome será Gustavo Dudamel.
La imprenta llegó tempranamente a Barquisimeto en 1833, a Carora lo hace en 1875 y a El Tocuyo en 1878. Donde hay imprenta hay escritores: Idelfonso Riera Aguinagalde, José Gil Fortoul, Lisandro Alvarado, Antonio Arráiz, Julio Garmendia, Juan Oropesa, Pío Tamayo, organizador de los primeros estudios marxistas en el país, Salvador Garmendia, Guillermo Morón, Chío Zubillaga, Luis Beltrán Guerrero, Roberto Montesinos, Pascual Venegas Filardo, Hedilio y Alcides Losada, Alí Lameda, Francisco Tamayo, Rafael Domingo Silva Uzcátegui, Pastor Oropeza, Hermano Nectario María, Carlos Felice Cardot, Lino Iribarren Celis, Héctor Mujica.
Las mujeres de la cultura han sido la animadora cultural Casta J. Riera, Taormina Guevara, Lucrecia García, Cecilia Labrador, Ana Teresa Ovalles, Milagros Gómez de Blavia, Lola y Berenice Alamo, Enma Silveira, Omaira Sequera Salas, Magdalena Seijas.
El periodismo destaca con El Eco Industrial, El Impulso, nacido en Carora en 1904, El Diario de Carora, 1919, La Quincena Literaria en El Tocuyo, 1923, Diario El Informador.
Centros educativos de primer orden: los Colegios Nacionales de Barquisimeto y El Tocuyo, Seminario Divina Pastora, Colegio de La Concordia de Egidio Montesinos en El Tocuyo, Colegio La Esperanza de Ramón Pompilio Oropeza en Carora, Colegio de La Salle en Barquisimeto. En el siglo XX: Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Universidad Exprimental Politécnica Antonio José de Sucre, Universidad Politécnica Andrés Eloy Blanco. De carácter particular resuenan las Universidades Yacambú y Fermín Toro. Es muy importante el papel en la difusion de los estudios históricos y humanísticos llevado adelante por la Fundación Buría con Federico Brito Figueroa y Reinaldo Rojas.
III. Ecumenismo del semiárido.
Escribia Francisco Tamayo en 1952 que el léxico de los larenses aparece salpicado de palabras que son verdaderos arcaismos lingüísticos. Ello revela el apego a la tradicion de la misma manera que el consumo del chimó que tiene raiz precolombina.
Pero tambien existe una vocacion universalista que se expresa ya en la Colonia. El lienzo Tocuyo se comerciaba hasta llegar al norte de Argentina, las mulas caroreñas llevaron la independencia al Alto Perú, y las cofradias de la Iglesia Católica de Carora tenían anotados hermanos del lejano Reino de Irlanda, Francia, Italia, España, Canarias, Cuba Santo Domingo y Nueva Granada. Silva Uzcátegui refiere que nuestro juego del garrote, único en Venezuela, proviene de Mauritania. La Raza Carora ha venido a fortalecer geneticamente los rebaños de bovinos de colombia y los estados venezolanos Bolívar, Anzoátegui, Monagas, Guárico, Zulia. Es la única raza lechera del trópico en el mundo.
Parece increible que un pájaro del semiárido cuente con más ejemplares en Europa que en el Estado Lara. Me refiero al cardenalito Carduelis cucullata , ave en cautiverio que se emplea para darle color a los canarios de Bélgica, Holanda o Francia. Llegará el día en que algunos ejemplares serán repatriados para reinsertarlos a su patio original.
En los días que corren nuestros músicos son aclamados en Sidney, Hamburgo, Aberdeen o Sao Paulo. Me refiero a los Maestros Alirio Díaz, al joven Gustavo Dudamel o a Rodrigo Riera. Somos la Raza Cósmica de la que habló en 1925 el filósofo mexicano José Vasconcelos al referirse a la enorme sensibilidad estética de los pueblos de Hispanoamérica.
Cuando los larenses nos reunimos en multitud para entonar una melodía, somos capaces de corearla de manera afinada, lo que no acontece en otras regiones de Venezuela. Es que el talento musical y melódico es parte constitutiva de nuestro ser larense que recorre el Universo entero.
III. Coda.
Si la virgen de Guadalupe es la identidad de México, como afirma Octavio Paz, bien podríamos decir que la Divina Pastora lo es la de los larenses. Una impresionante multitud de dos y más millones de almas acompañan a la virgen cada 14 de enero. No existe paralelo de tal manifestacion de fe en Venezuela. Los larenses nos vemos la cara unos a los otros ese extraordinario día. Es un sentimiento de comunidad afincado en lo visual y presencial: una multitud de la cual el individuo es parte constitutiva y que la tiene frente a sí. Es una comunidad espiritual que no está solo en la imaginación, es una presencia: un dato de los sentidos.
Barquisimeto le da sentido y direccion al Estado Lara. Es una macrociudad que de seguir su vertiginoso crecimiento demografico, pronto representará el 80 o el 90 % de la población de la entidad. Esto no es saludable ni desable, pues la urbe sufre de déficits del recurso agua muy graves. La solucion, la Represa de Yacambú espera ser terminada después de casi medio siglo de iniciada. Debemos reforzar entonces las otras ciudades y poblados del interior: Duaca, El Tocuyo, Carora, Siquisique, Quíbor.
El llamado Bolsón del Semiárido larense amplía indeteniblemente sus territorios, los cuales arrebata al resto de nuestra geografía. Esto no puede seguir sucediendo y en el futuro habrá que hechar adelante una agresiva y contundente tarea de detención de la zona árida. Ello pasa necesariamente con la conservación del Nilo de Centroccidente: el Río Tocuyo y sus afluentes. Nuestros nietos y bisnietos nos lo agradecerán.
Arnold Toynbee se refería a las virtudes de la adversidad, las que hicieron florecer magnificas civilizaciones en medios naturales desfavorables. Guardando las proporciones, es nuestro caso, pues es evidente que no hemos tenido sino escasez del recurso agua y abundantes suelos arenopedregosos. Hogaño ningún pozo petrolero se ha explotado en nuestro solar nativo. Pero somos una referencia cultural de primer orden en el país. Lara es un estado de pocas migraciones internas. Los larenses prefieren quedarse en su estado natal en donde cada 14 de enero y en torno a la virgen de la Divina Pastora nos encontramos cara a cara, un hecho sociológico insólito y original en Venezuela.
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