El Ministerio de
la Cultura ha tenido un acierto extraordinario al declarar a los Sones de Negro-Tamunangue como Bien de Interés
Cultural, un hermoso hecho social que resume nuestra formación como pueblo
mestizo. Complejo cultural de
integración o complejo cultural específico regional, según sostiene el
historiador Reinaldo Rojas, propio de las tierras del semiárido larense, y más concretamente
de las poblaciones de El Tocuyo colonial del Municipio Morán, la Ciudad Madre
de Venezuela, y de la población de Curarigua de Leal, Municipio Torres, centros
poblados ribereños del “Nilo de Centroccidente”, tal como llamara el sabio
Lisandro Alvarado al Río Tocuyo.
La decisión
ministerial que aparece en la Gaceta Oficial número 40.460 del día 23 de julio
de 2014 exhorta a la Gobernación del Estado Lara y alcaldías declarar el 13 de
junio, día de la muerte de San Antonio de Padua, patrono de esta festividad propia
del solsticio de verano, como Día del Tamunangue.
San Antonio,
santo portugués, que es la devoción más extendida en el estado Lara, muy por
encima de la de San Juan Bautista que se celebra el mismo mes de junio, es el
santo ligado íntimamente a esta expresión que parte de la danza, cuyo origen se
remonta a los bailes de los negros establecidos ya en nuestro siglo barroco y
colonial, el siglo XVIII, en las haciendas cañeras ubicadas entre El Tocuyo y
el valle de Curarigua del estado Lara.
Existe un
contrapunteo de opiniones respecto a esta danza del Tamunangue. Julio Ramos
sostiene que es un baile de negros que
vino con los esclavos provenientes de Mauritania en el siglo XVI, pero que,
dice Reinaldo Rojas, debió de esperar al siglo XVIII para el desarrollo de la
agricultura en la comarca tocuyana, que exigió el concurso masivo de mano de
obra esclava negra.
Rafael Domingo
Silva Uzcátegui lo hace derivar de danzas folklóricas de algunas regiones de
España, inclusive Canarias, cuestionando la creencia general de quienes han
señalado un origen africano, dice Rojas. Para ello revisa sus componentes,
derivando la base hispana dominante en la
salve, la batalla y su música, análoga a la de Andalucía, la bella, cuya música es una mezcla de
aires españoles e indígenas, los estilos criollos que dominan en la perrendenga, extraña mezcla de aires
criollos y exóticos, el poco a poco y
el seis figureao, cuya música y baile
ubica como de origen español. Lo negro lo encuentra Silva Uzcátegui en el chichivamo y en la juruminga.
Para Pedro
Linárez el Tamunangue es esencialmente africano, pues se trata de una tradición
sincretizada que conserva su esencia afroide, aprovechando los elementos que
bien pudieron incorporar los europeos.
Leyendo con
atención el texto de la providencia administrativa Nº 020/2014, aparecida en
Gaceta Oficial, observamos que allí domina la interpretación afroaborigen del Tamunangue,
pues se lee allí “pueblos esclavizados provenientes de África, Madre de la
Humanidad”. Dice que “su origen es la región del Río Tocuyo, estado Lara.
Tierra de Gayones, jirajaras, Cuibas, Caquetíos y Axaguas. Culturas que se
asentaron en los centros poblados de El Tocuyo, Barquisimeto y Carora, considerados
los de mayor concentración de los pueblos ancestrales a la llegada del
conquistador español”.
Resalta el
documento la imposición hispana de idioma, creencias (por ningún lado aparece
la palabra catolicismo) y formas musicales, que se convierten en expresiones
nuestras “EN UN NEGRO ANTONIO; UN CUATRO; UN CINCO; UN MEDIO CINCO O UN SEIS
FIGUREAO”.
Otro considerando habla de “la imposición de
la religión oficial de los dominantes, y que del fervor popular surge la figura
del humilde Antonio, patrono sentimental del pueblo larense”. Como se nota, el
documento no emplea la palabras san o santo para referirse al patrono de la
devoción.
Más adelante
refiere la providencia a “LA PROMESA” que se hace colectiva y solidaria, que se
hace Afrodescendiente en un altar con maíz y frutos que se hace indígena (…). Inmediatamente
hace a “la JURUMINGA centro de la fiesta o ritual pues es expresión del trabajo
productivo y soberanía alimentaria de nuestros pueblos agricultores,
manifestación de gracias al alimento en nuestros hogares”.
No podía faltar
una referencia gastronómica al “mondongo (palabra africana), sancocho, hervido
o cruzado ofrecido a todos los participantes de la fiesta, es un caldo donde
cada cultura colocó sus componentes: el sofrito africano, una arepa aborigen y
la sazón (no menciona a los bóvidos, caprinos, cerdos y aves traídos por los
españoles) de los pueblos
árabes-hispanos, dando como resultado un genuino fogón demostrativo de nuestra
pluriculturalidad”.
Sigue resaltando
la providencia la bebida agave cocuy, “néctar
de los dioses de los pueblos Ayamanes”, sin tomar en cuenta que estos pueblos
originarios desconocían la destilación de tal licor, ello por no tener a su
disposición la culebrilla o serpentina de cobre, que es una invención europea o,
mejor dicho, árabe. Se comete acá un error que los historiadores llamamos
anacronismo.
De seguido dice
de nuestra danza que es una “Resistencia Cultural y Cimarronaje”, para luego
referirse al vestido como elemento de creatividad y estética.
Luego conecta el
juego del garrote y de la BATALLA como aporte de lucha e independencia del
pueblo venezolano. De inmediato refiere a
la cultura no escrita: la oralidad de los pueblos ancestrales, los
maestros salveros y cantores de TONOS, DECIMAS, SALVES, GOZOS, RONDIAMENTES
(sic). El Rondiamante, que es la palabra correcta, lo cantan los buenos
cantores que pueden alcanzar tonos diferentes y agudos en las tonadas y décimas.
El siguiente
considerando plantea que el Tamunangue une a las distintas regiones físicas y
culturales del país: los bailes afros de la costa en el YIYIVAMOS, LA BELLA LA
JURUMINGA Y POCO A POCO, al joropo de los llanos en EL GALERON Y EL SEIS
FIGUREAO”. Esta idea nos hace evocar una apreciación del Maestro Francisco
Tamayo, quien en 1952 afirmaba que “en Lara nace lo nacional, lo venezolano.
Lara es la matriz de Venezuela, es el crisol donde se polariza el mestizaje de
lo nacional, sin fobias ni exclusivismos”.
No hace ninguna
referencia este considerando a los golpes tocuyanos y curarigüeños.
Como colofón
asume la providencia al Tamunangue como “manifestación colectiva, hecho social
irreverente ante el sistema de dominación. Resalta “la participación comunal a
través del CONVITE, LA CAYAPA MUSICAL, LAS BANDAS DE NEGROS y LAS AGRUPACIONES,
expresión genuina de los colectivos, y organizaciones populares de lucha y de
resistencia cultural en los barrios y comunidades de la región larense como
articulador del poder popular”.
La providencia
resuelve fomentar la difusión investigación educación, y protección,
salvaguarda de la manifestación cultural, acuerda notificar, a los ministerios
con competencia cultural, educación superior (no menciona a la educación
básica), Mujer, Comunas, y Comunicación e Información.
Este documento,
que esperábamos con fervor todos los larenses y venezolanos, aparece firmado
por Omar Vielma Osuna, Presidente (E) del Instituto del Patrimonio Cultural,
del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Resolución Nº 039 del 12 de
agosto de 2013.