Francisco “Larry” Camacho es un inteligente y afable amigo, quien cierta vez me dio una información que me resultó extraordinaria. Me dijo que cada lengua o idioma desarrolla ciertos y determinadas estructuras de nuestro aparato fonador humano en desmedro de otras. Por esta razón los lingüistas y fonólogos afirman que los japoneses no pronuncian la “ele”, en tanto que a los franceses y los gringos les cuesta hacerlo con nuestra “erre”. Pedirle a un ciudadano chino que pronuncie la palabra más larga de nuestra lengua, que tiene 24 letras: electroencefalografistas, nos dará una idea precisa de lo que queremos decir. ¡No la podrá pronunciar!.
Es la letra “eñe” una de las letras distintivas de la lengua castellana, idioma que hablamos casi 500 millones de seres humanos en el planeta. Si los chinos no se avispan, dentro de un siglo será la más hablada del mundo. Es la decimoséptima letra de nuestro abecedario. Con ella se escriben palabras tan importantes como España, Cataluña, año, cariño, montaña, uña, caña, araña, mañana, muñeca, ñapa, paño, ñángara (comunista, durante la IV República), añejo, sueño, extrañar, entrañas, cuñado, puertorriqueño, caroreño. Amén de nuestra proverbial y muy usada exclamación que todos conocemos y empleamos y que no me atrevo escribir. Es, como hemos notado, una letra firmemente ligada a las lenguas de la Península Ibérica, en especial a la lengua dominante allí: el castellano.
Nuestra lengua procede del latín que se hablaba en el Imperio Romano. Acá es donde se incuba la letra “eñe”. Veamos. En la lengua del Lacio se decía anno (por año) e Hispannia (por España). En la Edad Media española, en tiempos del rey Alfonso X, el Sabio (1221-1284), nace la letra de marras por economía de la tinta y el papel, elementos en extremo onerosos que se empleaban en las abadías y conventos para copiar a mano preciosos documentos que venían de la Antigüedad greco-latina. De tal manera y cuando aparecían la letras “nn” , los copistas y amanuenses colocaban una sola “n”, y para distinguirla y hacer notar que era una abreviatura de “nn”, le colocaban encima una rayita o tilde, llamada virgulilla, una suerte de rasguillo o apóstrofo. Había nacido de tan curiosa forma la más emblemática de las letras de la lengua de Cervantes.
Paro también es muy interesante la fonética de este signo. Dice el Alfabeto Fonético Internacional (AFI) que representa un sonido consonante, nasal y palatal, lo que significa que el aire escapa a través de la nariz y es articulada con la parte media o trasera de la lengua contra el paladar óseo.
Es una letra que ha sido adoptada por lenguas de la Península Ibérica, tales como el euskera o vasco, asturiano, catalán, extremeño, portugués, lengua hermana de la nuestra donde se escribe “nh”; en tanto que en el resto del mundo lo han hecho el aymara (Bolivia), guaraní de Paraguay, quechua (Perú y Bolivia), tetun (Marruecos), wolof (Senegal), tagalo (Filipinas), mapudungun (lengua de los mapuches de Chile), bubi (Guinea Ecuatorial) mixteco y zapoteco (México), filipino. En ciertas zonas de los Estados Unidos se emplea al pronunciar canyon (cañon), piñata, niño (al referirse al fenómeno climático). Italianos y en franceses eligieron “gn” (pignata, champagna).
En la actualidad ha sido admitida la “eñe” en el mundo de la informática e internet, así como en los celulares. Ello luego de una intensa batalla contra la hegemonía de la lengua inglesa en estos campos, la cual quiso, sin éxito, borrarla de los teclados de las computadoras. Fue en 1991 cuando se intentó vender tales artefactos en la Comunidad Económica Europea sin la letra “eñe”. Ello ha sido tipificado como una auténtica guerra cultural, ganada por el mundo de habla castellana, pues constituía, afirmó en esa ocasión la Real Academia de la Lengua: “un atentado grave contra la lengua oficial de 23 países”. Hogaño, esta grafía se ha convertido en símbolo reconocible universalmente de la hispanidad. La “eñe” resiste: la letra clave del español ya llegó a internet. Ha conquistado el ciberespacio y ahora va por más.