Sucedió
en El Eneal, municipio Crespo del estado Lara. Allí nos convocó
Reinaldo Rojas, hombre que abre puertas, según le gusta llamarse a
sí mismo. Cuando me tocó hablar dije a los presentes que yo tenía
el privilegio de ser el único de los reunidos en la Biblioteca en
haber sido su alumno en la universidad de Los Andes, Mérida, hace
unos 40 años. No era exactamente tal alumno, sino que yo me salía
de las aburridas clases de la Escuela de Historia, tomada por aquel
entonces por el marxismo soviético y otras vulgaridades, y me iba a
escuchar con fascinación a este sabio hombre de hablar pausado que
ponía una atención muy grande a nuestras preguntas e
intervenciones.
Recuerdo
que una vez nos habló de Hegel, pero no de la dialéctica hegeliana,
sino de los distintos aparatos categoriales con los que distribuimos
y organizamos las cosas del mundo. Yo le pregunté que si aquello
podría encontrarse en el Ulises
de James Joyce. No me respondió como yo pensé que lo haría, sino
que me contestó con otra pregunta. Desde ese momento no he dejado de
admirar su sencillez y su manera tan cordial de hacernos perder el
miedo a la filosofía.
Su
esposa Jacqueline Clarac era nuestra docente en antropología, y
quien me encomendó cierta vez hacerle una investigación a un ánima
protectora de los estudiantes, cuyo cuerpo está sepultado en el
cementerio El Espejo de la capital emeritense. Le gustó la
objetividad de mis observaciones, y me propuso formar parte de su
equipo de investigación.
El
maestro Briceño Guerrero está muy ligado al estado Lara, pues hizo
sus estudios de bachillerato en el Liceo Lisandro Alvarado de
Barquisimeto. Hace algunos meses un amigo común, Cécil Álvarez, me
lo puso al teléfono, pues quería información sobre el tamunangue,
nuestra folklórica suite
dancística sobre la cual escribió un libro El
garrote y la máscara.
Luego, en noviembre pasado bautizamos en la Posada Los Granados de
los licenciados Yuyita y Cécil un libro contentivo de sus recuerdos
barquisimetanos y su contacto con los caroreños titulado 3X1=4.
El
cronista Bernardo Yépez me dijo que el Maestro Jonuel Brigue (su
pseudónimo) estuvo en el poblado de Curarigua tras la pista y la
comprensión de esta hermosa y acabada manifestación del folklore
larense, el tamunangue, se emocionó de tal manera que hasta se zampó
varios palos de cocuy. Fue una vivencia memorable para el Maestro.
En
El Eneal se reunió con el equipo de investigadores nucleados como
comunidad discursiva alrededor de la Escuela
de los Anales
francesa, cursantes del primer Doctorado en Cultura Latinoamericana y
del Caribe que ofrece la UPEL-Barquisimeto. Expuso que la palabra
Tesis significa exponer; que una Tesis Doctoral es plantear algo
nuevo o desde otra manera; que hay que tener disciplina, o sea
hacerle caso al maestro y no ser un irreverente, tener enjundia,
seriedad. Agregó que una tesis no es una suma de información. La
obra de Darwin tiene mucha información, pero tiene un centro, dijo a
modo de ejemplo.
Luego
pasó a escucharnos. En primer lugar habló Juan Carlos Araque, quien
dijo que trabajaría hermenéuticamente a nuestros humoristas del
siglo XIX, y las caricaturas orales. Es Tesis, le dijo el filósofo.
Trabaje el doble sentido entre los venezolanos, le agregó. A la
profesora Elsy Briceño le dijo que era altamente interesante su
indagación sobre Rufino Blanco Fombona. Comentó que el escritor
tenía un carácter endemoniado, pues acabó a tiros y hasta hizo
disparos a los actores en un teatro parisino.
Continuó
escuchando a Isabel Hernández Lameda quien le manifestó su deseo de
trabajar al maestro caroreño Chío Zubillaga como intermediario
cultural,
como lo entiende Michel Vovelle. A lo que dijo que era un hombre
extravagante y contradictorio, era comunista y cristiano, formó una
generación entera de músicos y escritores sin tener mucha academia.
Lisandro Alvarado no dejó escuela, ni Gil Fortoul tampoco. ¿Qué
hacía Chío para sentirse guiador? Los muchachos no respetan y a
Chío sí, averigüe por qué, le indicó a la joven filósofa, al
tiempo que repetía que acumular información no es tesis.
Luego
le tocó el turno al Dr. Francisco “Larry” Camacho, quien habló
de su estudio comparativo de los clubes larenses y la forma como
asumieron la modernidad desde los modelos europeos y norteamericanos,
la forma en que tales asociaciones han perdido de manera lamentable
la figura del bibliotecario, que por lo general eran hombres cultos.
Le respondió diciéndole que la entrevista que le hizo para El
Impulso
era de lo mejor. Que ni en Francia le habían hecho algo tan bueno. Y
las fotografías que adicionó Larry al reportaje me enseñaron,
dijo, que la fotografía es arte. Le comentó que su escritura es
impecable y llena de sugerencias muy interesantes. Es un escritor,
pensé para mis adentros.
Fue,
pues, una magnifica experiencia en esta fiesta del pensamiento que
tiene lugar los sábados en El Eneal.