El domingo 23 de agosto de 1964 estuvo la numerosa familia
Cortés Riera, de vacaciones en el andino pueblecito de Cubiro, a punto de
perder el cabeza de la familia: el maestro normalista Expedito Cortés, quien
cifraba los 41 años de edad. Sucedió ese amargo día vacacional, una inmensa tragedia
donde cuarenta educadores perdieron la vida estrepitosamente al caer a las
procelosas e inclementes aguas del gigantesco río Caroní, en la Guayana
venezolana.
¿Cómo pudo ocurrir semejante penalidad que enlutó
amargamente al magisterio venezolano ese aciago día? La fuerza incontenible de
la Naturaleza y la sempiterna imprudencia humana congeniaron para ocasionar tan
pavorosa y descomunal tragedia una mañana en paseo dominical que convoca la
Federación Venezolana de Maestros en el Parque Nacional de La Llovizna.
Los docentes,
aturdidos y embelesados, quizás ante tanta belleza, pasaron por alto las
advertencias que les hicieron carteles y guardaparques y se abalanzaron en
grupo humano que por su enorme peso rompe las columnas remendadas del angosto y
mortal puente. Solo estrechos 17 metros de largo y metro y medio de ancho con
tablas de madera desbastaron en un instante al magisterio de buena parte del país
caribeño.
La malhadada pasarela no se desploma por completo,
sino que medio colgada arroja su preciosa carga humana al Salto de La Llovizna y
los ahoga con el peso de sus gruesos tablones de madera, fatalidad ocurrida a
las 11 y 30 de la mañana. Al día siguiente un camión hala el puente semidestruido
y para enorme sorpresa salieron un grupo numeroso de cadáveres que estaban allí
atrapados.
La pregunta insistente que me hago es la de que cómo
en una de las zonas de materiales ferrosos más gigantesca del orbe y en el seno
de una colosal empresa estatal venezolana, la Siderúrgica del Orinoco (SIDOR),
pudieron colocar una estructura metálica deficiente y con evidentes e inveteradas
soldaduras.
El recién estrenado gobierno socialdemócrata del
guayanés Dr. Raúl Leoni decreta tres días de duelo nacional, puesto que la
mayoría de los fallecidos y los que se salvaron eran militantes o simpatizantes
de su partido Acción Democrática. El más eminente adeco que se salva en un tris
de caer al peligroso y bello Salto de La Llovizna es el margariteño Dr. Luis
Beltrán Prieto Figueroa, autor de las tesis educativas del partido que fundara
Rómulo Betancourt en 1941, quien saca sus pies del fatídico tablado fracciones
de segundos anteriores a su mortal colapso.
Oficialmente, dice Globovisión, fueron 50 los
muertos, entre ellos se encontraban los maestros Adolfo Navas, Ana María
Contreras, Carlos Arturo González, Carmen Teresa Rosales, Cecilia de Segura,
Ciro Maldonado, Consuelo Chacín, Consuelo Navas, Cruz, Antonio Velasco, José
Gregorio Méndez, José Luis Guzmán, Josefa Molina, Lermith Hernández, María de
los Santos Higuera, María Teresa Coronel, Napoleón Ramírez, Nélida Núñez,
Nohemí Higuera, Pascual Ignacio, Rafael Vera, Ramón Arturo Reinoso, Simón
Andrés Peña, Víctor Gómez, Irene Fernández, sobrina de la primera dama de la
República, Doña Menca de Leoni.
LA TRAGEDIA RESUENA EN CUBIRO
A 957 largos kilómetros de Guayana, en el
andino poblado de Cubiro, Estado Lara, se oye de la inmensa tragedia sufrida
por los docentes venezolanos. Nos enteramos gracias a un provecto radio Telefunken germano, aparato al cual mi
madre Claver Riera de Cortés coloca sus oídos ansiosos. Nada dicen desde la
lejanía del maestro Expedito Cortés, por entonces Director desde
1960 del Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza de la ciudad de Carora. Está como
desaparecido mi padre en aquella angustiante espera que nos hace perder el
sueño. Al día siguiente, horas de la tarde del lunes 24 de agosto de 1964, día
del cumpleaños de quien escribe, llega un luminoso telegrama que avisa en
breves palabras que mi progenitor está vivo y goza de buena salud. Alegría
suprema para la familia y para Cubiro y Carora.
Una vez en casa, sano y salvo nos cuenta nuestro
progenitor que estuvo a punto de morir en aquella tribulación magisterial.
“Alguien me dijo-dice papá- que había suculento almuerzo del otro lado del
colgante fatídico y eché adelante para ganar tiempo al grupo que venía detrás
de mí. Al sacar el pie derecho y silenciosamente el puente deja caer su
preciosa carga humana.” Y más adelante agrega para nuestros oídos sorprendidos “nos
fuimos río abajo, yo y unos colegas educadores y guardaparques a salvar a los educadores
que, golpeados por las piedras, eran arrastrados por la inmensa y fragorosa
corriente fluvial. Un llanero, gran nadador, salva a dos educadores semiinconscientes y los trae a la orilla
del inmenso afluente del Padre Orinoco.” Solo después de este shock inicial y
cansado al extremo, decide mi padre comunicarse con su familia al otro extremo
de Venezuela. Inmensa alegría del grupo familiar Cortés Riera.
Y
si….
Son recuerdos muy firmes, pues se acentúan en la
memoria por el hecho de que los alzamientos militares de Carúpano y Puerto
Cabello, el magnicidio del presidente de Estados Unidos, John Kennedy, la
extradición del general Marcos Pérez Jiménez, y el salto mortal al Tren del
Encanto, acababan de ocurrir, la insurgencia guerrillera de izquierda domina la
década.
De haber
conseguido temprana muerte Expedito Cortés en la lejanía guayanesa, hubiera
dejado viuda y ocho hijos huérfanos, el menor de todos, José Bernabé, de apenas
seis meses de nacido. Pienso que mis numerosos familiares se hubiesen hecho
cargo de tan dilatada familia.
Lo mejor de su ruta de vida quizás habría tomado otro
rumbo o no se hubiese realizado: la conducción del Grupo Escolar Ramón Pompilio
Oropeza trunca, la fundación de la Casa de la Cultura de Carora en 1965, la
Casa del Educador de Carora, el Instituto de Previsión Social del Ministerio de
Educación (Ipasme), el Cuerpo de Bomberos, el Frente Ecológico Regional y la Federación y
Organización de Juntas Ambientalistas (FORJA) que hicieron posible la creación de los Parques Nacionales
Dinira y Saroche, así como un fuerte y bien plantado movimiento ecológico en
Centroccidente de Venezuela a fines de la centuria pasada, los talentos pictóricos
y musicales de Macario Colombo y Don Pío Alvarado los descubrirían quizás otros
amantes de la cultura como mi padre. No lo podremos saber con exactitud y solo
podemos arriesgar conjeturas.
Fallece mi padre Expedito Cortés, defensor del oso
frontino y el cardenalito, de muerte natural, muchos años después de la
tragedia de La Llovizna, después de una útil y fecunda vida al servicio de la
Madre Naturaleza y del prójimo, en Barquisimeto un 28 de mayo de 2021, a solo 24
horas antes del Día del Árbol en Venezuela.
El Centenario del Natalicio de mi progenitor se
efectuará con lucimiento en diversos lugares del Estado Lara, República
Bolivariana de Venezuela, en el presente mes de julio de 2023.
Información
adicional a través de: cronistadecarora@gmail.com y el teléfono 0424-5427236.
Luis Eduardo Cortés Riera.
cronistadecarora@gmail.com