domingo, 27 de febrero de 2022

Ciencia y tecnología en Venezuela y Carora a principios del siglo XX


La ciencia y la tecnología de principios de la centuria que quedó atrás, estuvo dominada firmemente por una filosofía del progreso que se creyó definitiva: el positivismo comteano. Todos creyeron con un optimismo exagerado que era la culminación del pensamiento humano. Lo real, perceptible sensorialmente y verificable por la experimentación, era el criterio único para elaborar conocimientos genuinos o positivos. El positivismo invadió a las ciencias naturales y también las ciencias sociales. Es la filosofía de la burguesía en ascenso.

  Gracias a este enfoque empirista y práctico, ha logrado con éxito un país americano del Norte, decía con desconfianza al materialismo el uruguayo Rodó, colocarse a la cabeza de las naciones en el desarrollo científico e industrial ya en 1900: Estados Unidos.

Antes de convertirse en un país petroleroVenezuela fue durante todo el siglo XIX y principios del siglo XX un país netamente agropecuario. El eje de la economía venezolana se basaba principalmente en la producción del café (del que llegó a ser segundo productor a nivel mundial, después de Brasil). Los principales productos que Venezuela exportaba en esa época eran el café, el cacao, el ganado vacuno, el azúcar, papelóntabaco, balatá, oro, cuerosplumas de garza, y caucho.

 La industrialización comenzó tardíamente en el país a finales del siglo XIX, en el área textil fundamentalmente. Pero es en la década de 1920 cuando comienza de hecho la industrialización en Venezuela con los inicios de la explotación petrolera.

Veamos cómo se introducen la ciencia y la técnica moderna en la Venezuela y la ciudad de Carora de principios del siglo XX con 8.000 habitantes, una sociedad dominada por los godos o patricios caroreños, una economía preindustrial, fundamentalmente agropecuaria, artesanal y comercial, valiéndonos de los valiosos datos que nos suministra la prensa de la época, fundamentalmente el Semanario Labor, órgano periodístico dirigido por el Br. José Herrera Oropeza. La imprenta había sido introducida en la ciudad del Portillo en 1875 durante el septenio guzmancista. Después de un siglo de seguidas contiendas militares, se respiraba, manu militari, un aire de paz y estabilidad. 

Carreteras y automóviles.

Un enorme cambio tecnológico a escala planetaria significó la aparición del automóvil y la necesidad de carreteras y consecuencialmente de cemento y asfalto para pavimentarlas. En el estado Lara comienza una campaña periodística y de opinión para reclamar la construcción de carreteras que enlacen la “Comercial Metrópoli del Estado Lara y el industrioso Distrito Torres” en los años 1914 y siguientes. El Semanario Labor de Carora se hace eco de la campaña al dedicarle tres editoriales. Se quejan allí de que la prensa de Barquisimeto guarde silencio ante tan importante asunto. Informa que existe una Junta para la construcción de tan anhelada carretera, y que un excelente ingeniero como el Dr. Ruiz acometerá la obra para que llegue a oídos del Supremo Magistrado Nacional (el general Gómez) que ya se están haciendo palpables las aspiraciones de su Decreto.

 Fue en el año 1914, cuando se iniciaba la suicida Primera Guerra Mundial, es cuando llega a Carora el primer automóvil. Su marca de fábrica era el estadounidense Ford modelo T, primer automóvil ensamblado en montaje en cadena, lanzado al mundo el 1° de octubre de 1908 a un precio de 825 dólares la unidad.

 Dice el concesionario Alvarado, agente del caraqueño William H. Phelps en Barquisimeto, en las páginas del Semanario Labor, del Br. José Herrera Oropeza, que en este año ya lejano “existen unos 20 carros entre los estados Lara y Yaracuy”. Cosa curiosa, Alvarado nos dice que la travesía de 20 leguas de Barquisimeto a San Felipe “se realiza en 4 horas y media por un camino que pudiéramos llamar regular.” El resto de nuestras “carreteras” estaban casi como intransitables, dice Labor.

Los precios de los automóviles que hogaño nos sorprenden, eran anunciados en primer lugar en el diario El Universal, de Caracas: el Turing Car de cinco pasajeros bolívares 3.600, Torpedo dos pasajeros 3.200 bs, limousine siete pasajeros 5.000 bs., entregados en Puerto Cabello, Estado Carabobo, libres de derechos arancelarios. Alvarado dice que los vende por cuotas mediante contrato y que cuenta con los repuestos de este automóvil para entregas inmediatas a precios módicos.

Ofrece también este comerciante barquisimetano Cajas Registradoras “que le dicen con exactitud la buena o mala marcha de sus transacciones. Para ellas no hay misterios, no hay Balances difíciles. En un instante la persona sabrá las operaciones que se han realizado en su establecimiento durante su ausencia”.

“Tengo, además, dice Francisco Alvarado D., La pianola, pianos ingleses Stroud, cajas de hierro Herring Hall-Marvin, modelos Vigilante, Seguridad y Guardián de combinación secreta y llave. Contra incendio y robo. Máquinas de escribir Underwood y Sun. Gramófonos RCA Víctor, vitriolos y discos de todos los tamaños.”

El nuevo acueducto de Carora.

En octubre de 1913 esta obra sanitaria estaba paralizada, cuando ya estaba construida la caja y se esperaba la maquinaria para instalarla, según refiere el Semanario Labor de José Herrera Oropeza. Venía este nuevo acueducto a sustituir a la vieja Cisterna Guzmán Blanco, obra construida en el llamado Septenio (1870-1877). La obra costó al Gobierno unos 60,000 bolívares, dinero con el cual se cubre el importe del edificio, la construcción de la caja o depósito, de la maquinaria y el transporte de ésta. Faltan, agrega Labor, unos 12.000 bolívares para comprar los tubos galvanizados para garantizar su permanencia. Esta cantidad, que hogaño nos parece insignificante, era poco menos que una fortuna entonces, y por ello fue “reunida por los hijos de Carora, nunca zagueros (últimos) en ofrecer sus esfuerzos para toda obra que se emprenda para el progreso de su tierra”.

Los primeros teléfonos en Carora.

Ya existía la red telegráfica cuando, en 1913, comienzan a llegar desde Maracaibo los materiales para instalar la red telefónica en la ciudad del Portillo y sus poblados aledaños. Veinte bultos de alambre y otros materiales han llegado desde el Zulia, dice Julio Mármol Herrera, para la empresa telefónica que unirá a los poblados de Muñoz, San Francisco, Altagracia, Aregue, Riotocuyo, Curarigua, situados, como se habrá notado, en el hemisferio semiárido del extenso Distrito Torres. Fue la telefónica empresa particular y no del endeble Estado venezolano de esos años anteriores a la aparición del petróleo, “excremento del diablo.”

La fotografía o “Escritura de luces.”

 La fotografía nace en un momento de tránsito de la sociedad preindustrial a la sociedad industrial, favorecida por las innovaciones técnicas de la época. También influye en su nacimiento la filosofía positivista de Auguste Comte, que establece que cada elemento de la Naturaleza debe ser probado empíricamente. La burguesía es la clase social dominante del momento en Europa, que utiliza el retrato como instrumento de autorrepresentación y afirmación de su ascenso social.

Tirso Álvarez Silva, primogénito de Andrés Tiberio Álvarez, primera riqueza entonces del Distrito, dueño del acreditado taller fotográfico La Americana participa que “saldrá en gira profesional a fines del mes de agosto de 1913 y que las personas que deseen retratarse deben hacerlo cuanto antes posible, a fin de que aprovechen los elementos modernos y sustancias completamente frescas (nitrato y cloruro de plata, hiposulfito de sodio) con las cuales puede ofrecer sin vana jactancia, trabajos de mucho gusto!”   Carora, calle Bruzual, diagonal con el Colegio Federal. Es muy posible que sus cámaras fotográficas hayan sido las Kodak de George Eastman con carretes de películas fotográficas, toda una novedad. Desde 1907 ya se conocía la fotografía a color, que ofrecía la Fábrica Lumiere de Francia.

Avances técnicos en agricultura.

Para el ramo de la agricultura ofrece Alvarado maquinarias para la agricultura importadas de los Estados Unidos. “Puedo vender máquinas a vapor con trapiche”, y anuncia en tono profético: ¡Fuera los bueyes, señores hacendados!

       Más adelante ofrece “Trilladoras de café con su correspondiente máquina a vapor que funciona con el pergamino del fruto. Ya es tiempo de alejar las trillas de ruedas tiradas por fuerza animal. Al progreso los llama el suscrito”. En otro lugar de su extenso anuncio en el periódico Labor de Carora dice: “A trillar de 24 a 150 sacos diarios, dejando en el mismo día listo el fruto para aprovechar las mejores cotizaciones. El tiempo es oro, amigos míos. ¿Cuántas veces dejáis de aprovechar un buen precio por continuar con las rutinas de trillas operadas por la fuerza animal? Sabido es que las casas compradoras de café pagan mejor el grano cuando ha sido trillado en máquinas. ¿Queréis convenceros? Preguntad a la Casa Blohm y Compañía o la conocida Casa Calderón e Hijos. Y remata Alvarado así: “El café beneficiado en máquinas obtiene siempre un bolívar más que el beneficiado en trillas de Rueda o de pilón.”

 Ciencia y técnica en la educación secundaria.

En el Colegio Federal Carora, dirigido por los doctores Ramón Pompilio Oropeza y Lucio Antonio Zubillaga, se realiza una prueba de conocimientos con una Tesis que desarrolla el joven aspirante a bachiller Juan Zubillaga sobre El origen de las especies de Charles Darwin. Sorprende que en una ciudad tan católica y temerosa de Dios se enseñe tal teoría que desmiente que el mundo fue creado en siete días. El jurado examinador estaba compuesto por el Doctor en Agronomía con estudios en New York Rafael Tobías Marquís Oropeza, Dr. Ignacio Zubillaga, el furibundo ultra católico Pbro. Br. Pedro Felipe Montesdeoca, quien seguramente arrugó la cara durante esta prueba, Br. Porfirio Álvarez, Br. Fortunato Franco.

El plan de estudios de ese Colegio caroreño, recién reabierto por el presidente Juan Vicente Gómez y su Ministro de Instrucción Dr. José Gil Fortoul en 1911, estaba conformado así: Segundo Año de Curso Preparatorio: Gramática castellana, latinidad, francés, e inglés, Aritmética, Nociones de Historia Natural y de Química, Historia Universal, Historia Patria, Geografía de Venezuela y Taquigrafía. En Segundo Año del Curso Filosófico las asignaturas o “clases” eran: Literatura y Raíces Griegas, Física, Química Mineral y Orgánica. Como se podrá observar, la fuerza de la tradición educativa hispánica se sentía con gran fuerza con las asignaturas humanísticas, y que las asignaturas científicas y experimentales no lograron desplazar con facilidad aquél pesado legado de cultura que venía de la Venezuela colonial, es decir “una educación de palabras y no de cosas”, como dijo Mariano Picón Salas.

Las ciencias médicas en Carora.

Escribe en el Semanario Labor el Doctor en Agronomía Rafael Tobías Marquís Oropeza que en 1856 ataca a Venezuela la epidemia del cólera asiático (bacteria Vibrio cholerae). Cuando ella hace su nefasta entrada a Carora, el médico graduado en la Universidad de Caracas, Dr. Ezequiel Contreras, “prescribía entre otras medidas profilácticas, el uso exclusivo del agua hervida como bebida ordinaria. Y la mayoría de las personas que siguió las indicaciones del Dr.  Contreras, escapó del flagelo azotador de la epidemia. Él se adelantó a su época y viendo más allá de lo que decían viejos libracos empolvados, comprendió que el agua era frecuente vehículo de la vírgula terrible, y que muy bien podía ser esterilizada por medio de la ebullición.”  Son como unas resonancias en Carora de las recomendaciones de hervir el agua que Luis Pasteur, fundador de la bacteriología moderna, hizo en esos años, salvando la vida a millones de personas en todo el planeta.

Consideraciones finales.

Como hemos podido observar, ciencia y técnica en Venezuela son productos de importación venideros de Europa y Estados Unidos. Entre nosotros no hubo Revolución Científica como la de Europa en el siglo XVII. En la tradición de habla española no tuvimos un Galileo o un Newton. El método experimental, base de la ciencia moderna, entra con dificultad a la Real y Pontificia Universidad de Caracas a finales del siglo XVVIII con el Dr. Baltazar de los Reyes Marrero. Nuestros científicos, desde José María Vargas a Humberto Fernández Morán, se han formado en centros de estudios y de investigación anglosajones o franceses. Poca ciencia criolla hemos tenido en Venezuela.

Sin embargo, toda regla tiene su excepción. En Venezuela tuvimos ciencia en la época colonial de la mano del señor Carlos del Pozo, un inventor de artilugios eléctricos que maravilla al sabio alemán Alejandro de Humboldt cuando le visita en Calabozo, Estado Guárico en 1800. Veamos brevemente lo que nos dice el sabio germano de este inventor criollo: “Encontramos en Calabozo, en el corazón de los llanos, una máquina eléctrica de grandes discos, electróforos, baterías, electrómeros, un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa. No habían sido comprados en los Estados Unidos todos estos objetos; eran la obra de un hombre que nunca había visto instrumento alguno, que a nadie podía consultar, que no conocía los fenómenos de la electricidad más que por la lectura del Tratado de Joseph Aignan Sigaud de Lafond y de las Memorias de Benjamín Franklin).

Considero que otro científico tocado por la esquiva originalidad, fue el Br. Rafael Rangel, quien sin haber cursado estudios universitarios completos ni haber viajado a Francia, faro luminoso de las ciencias médicas en esos años, hizo notables aportes a la parasitología y bacteriología en tiempos del presidente Cipriano Castro.

 En el semiárido larense venezolano, en la remota ciudad de Carora, tenemos dos aportes magníficos a la ciencia sin pedirla prestada a Europa o Estados Unidos:  el primero lo realiza el Doctor en Agronomía Rafael Tobías Marquís Oropeza, cuando hace un estudio de la palma industrial del istmo de Panamá sin auxilio de la ciencia anglosajona, editado en 1908 en lengua castellana su libro hasta ahora casi desconocido. Un raro caso de independencia epistémica en la cultura hispanohablante, salido del genio de los pueblos del semiárido venezolano.

Más recientemente, en la década de 1930, se produce otro portento de la ciencia más o menos empírico, cuando el señor Br. Teodoro Herrera Zubillaga y sus ayudantes semi analfabetas, logran crear la bovina Raza Tipo Carora, haciendo cruces genéticos de la raza europea Pardo Suizo con el “ganado amarillo de Quebrada Arriba”, traído por los españoles en el siglo XVI y adaptado al clima tropical. Es un ganado único en el mundo.

Y en los días que corren, debo anunciar con enorme orgullo que unos brillantes exalumnos nuestros en el Liceo Egidio Montesinos, de Carora, como el Dr. Juan Carlos Piña Crespo que ha hecho aportes muy importantes a la neurociencia en los Institutos Sanford-Burnham y Salk de California, Estados Unidos, al desarrollar un nuevo medicamento para la enfermedad de Alzheimer. El Dr. Carlos Leal ha descubierto un nuevo asteroide a quien bautiza con el nombre de Carora, y se acaba de doctorar en Rayos Laser en el Laboratorio de Óptica Aplicada del IVIC, Caracas. Y cerramos con la llorada Dra. Emilia Barrios, quien en la Universidad de Carabobo, ofrenda su vida, cual Madame Curie venezolana, en el Instituto de Biología Molecular de Parásitos, tras realizar brillantes trabajos de investigación.

De tal modo que podemos afirmar que sí existe la posibilidad de desarrollar una ciencia independiente entre nosotros. A pesar de las enormes dificultades a vencer, creo en la posibilidad de establecer una independencia epistémica en el mundo de la cultura de habla castellana. Genio de sobra tenemos. A ello estamos convocados desde ahora, más aún en tiempos de terribles pandemias y sanciones económicas.

Luis Eduardo Cortes Riera. 

cronistadecarora@gmail.com

 

 

 

 

martes, 22 de febrero de 2022

EL AMIGO DE LOS POBRES- CARORA, 1909

 


Con ese emblemático nombre, todo un programa de acción, funda el curarigüeño Pbro. Br. Lisímaco Arturo Gutiérrez Meléndez un pequeño periódico que verá la luz el primer número el 26 de octubre de 1900, Imprenta Sucre, en la ciudad de Carora, Estado Lara, Venezuela. Se inspira este extraordinario levita en San Antonio de Padua, el santo de los pobres y de los negros esclavos, en la inmortal Encíclica Rerum Novarum (1891) del papa León XIII para llevar adelante una auténtica iglesia social comprometida con los humildes, que se ha tomado (Luis Beltrán Guerrero dixit) como antecedente de la Teología de la Liberación latinoamericana de la década de 1960. Eran los tiempos del gobierno del general Cipriano Castro, quien había pasado por Carora en agosto de 1899 en fulgurante campaña militar que lo conduciría al poder.

El Amigo de los Pobres del 19 de agosto de 1909, su penúltimo año de vida, reseña que el Hospital San Antonio “fundado hace siete años y tres meses, 980 enfermos han sido amparados por las Hermanas y sostenidos con las limosnas de los fieles.”  En la actualidad esta noble institución eclesial ha sido reabierta con éxito, después de un absurdo cierre que propició la “Venezuela saudita” de fines de siglo pasado. Volvieron de manera rutilante las religiosas a hacer el bien entre las clases necesitadas de Carora.

Todo indica que el padre Gutiérrez era un enamorado de las estadísticas numéricas, pues más adelante refiere que 3.591 Acciones de Gracias por distintos favores concedidos por el Glorioso Taumaturgo San Antonio de Padua se han encontrado en el cepo provenientes de Carora, El Tocuyo, Barquisimeto, Duaca, Carache, Cuicas, Trujillo, Quíbor, Curarigua, Arenales, Aregue, Burere, San Francisco, San Felipe, Baragua, Siquisique, Pedregal, Barbacoas, San Pedro, Rio Tocuyo, Altagracia, Muñoz. Estas Acciones de Gracias venían acompañadas la mayor parte con dinero en bolívares, limosnas que tenían como destino invertirlos en el sostenimiento del Hospital San Antonio de Carora, fundado en 1902 con la colaboración entusiasta y decidida del Pbro. Dr. Carlos Zubillaga Perera, quien habrá de fallecer trágicamente, muy joven, en la población de Duaca en 1911, víctima de una cruel execración que lo aparta de su amada ciudad de Carora y de la Iglesia Social que fue de su coautoría.

.  Esta magnífica obra de caridad contaba con el apoyo decidido y entusiasta de las clases acomodadas de Carora. Eran tiempos en que la atención médica de los enfermos era tanto un asunto de la religión que de ciencia médica. No existían los ministerios del ramo médico asistencial. La ayuda en medicamentos provenía del “caritativo cuando generoso y decente señor Jacobo J. Curiel Bravo”, elemento de origen judío sefardita, dueño de la afamada Botica La Americana. Los servicios médicos provenían de los “filantrópicos doctores” Lucio Antonio Zubillaga Zubillaga e Ignacio Jasé Zubillaga Perera, médicos egresados de la Universidad de Caracas.

El Pbro. Br. Lisímaco Arturo Gutiérrez Meléndez funda para la atención de los enfermos y menesterosos, que eran muchísimos, una orden religiosa femenina, las Hijas de San Antonio, “quienes viven haciendo diariamente prodigios de abnegación y sacrificios, lo que no satisface esa gran necesidad debido a la exigüidad y mil más deficiencias del local donde funciona el Hospital San Antonio, que ni siquiera es propio (subrayado nuestro).

 “La Sociedad de San Dionisio Areopagita, sigue diciendo El Amigo de los Pobres, ha acordado la construcción o adquisición de un edificio apropiado para tal fin, a tal efecto ha nombrado una Junta Benéfico Patriota, presidida por el Pbro. Br. Lisímaco Gutiérrez, Primer Vicepresidente General A. Montañez, Segundo Vicepresidente Jacobo J. Curiel, Tesorero Br. Rafael Lozada, Secretario Br. José Herrera Oropeza (quien fundaría el impreso Diario de Carora en 1919), Sub Secretario Antonio Lameda, Vocales: Pbro. José María Nieles, Lisímaco Oropeza, Br. Federico Carmona (fundador del diario El Impulso en 1904), Pedro R. Espinoza, Br. Ramón Riera Álvarez, General F. Bracho Pérez, el poeta Marco Aurelio Rojas, Dr. Ignacio Zubillaga”.

 El Pbro. Carlos Zubillaga Perera, hermano mayor del futuro defensor de los pobres, Cecilio “Chío” Zubillaga Perera, funda una obra piadosa llamada Pan de los Pobres, el 22 de julio de 1900, en la santa iglesia del Calvario. Distribuyó este levita “desde el atrio pan á los pobres y pan bendito a los fieles”. Con el producto de esta piadosa institución “se han sostenido durante siete años la cantidad de 980 enfermos en el Hospicio de San Antonio de Padua y los muchos heridos que quedaron después de la Batalla de El Cascajo (Carora, 25 de octubre de 1901), y que recogidos por el capellán del Hospicio (Pbro. Lisímaco Gutiérrez) fueron socorridos y curados allí.”

El fraile Ramón García Muñoz, Comisario de la Tierra Santa, erigió en la iglesia o capilla del Calvario de Carora una piadosa institución llamada Pía Unión de San Antonio de Padua, ocurrida el 13 de junio de 1906. “Ella se enriquece con innumerables indulgencias otorgadas por los Sumos Pontífices romanos. Se inscribieron en esta obra pía 262 personas de Carora y se deben agregar otras de Aregue, Arenales, Atarigua, Quíbor. Se comisionó a la señora Albina de Jesús Martínez para recoger las limosnas que ella solicita por los lugares de la Otra Banda”, inmenso territorio del semiárido larense, al oeste del río Morere.

Eran los años del Primer Centenario de la Independencia de Venezuela y estaba vivo aún el recuerdo del bloqueo de las costas del país por naves de guerra alemanas, italianas e inglesas entre los años 1902-1903, así como la derrota que sufriera la Revolución Libertadora en Ciudad Bolívar en 1903 de mano de las tropas del general Juan Vicente Gómez. Para ese año venidero de 1910 se anuncia, dice el periódico de los Pbros. Lisímaco Gutiérrez y Carlos Zubillaga, “agenciar los medios para dar a los pobres una casa propia, un Hospital”.

En ese mismo año de 1910 se celebrarán las bodas de plata sacerdotales del Pbro. Br. Lisímaco Gutiérrez Meléndez, quien había estudiado bachillerato en el Colegio particular de La Concordia, instituto dirigido por el Br. Egidio Montesinos en El Tocuyo, que luego toma el hábito sacerdotal de las manos del padre Juan Pablo Wohnsielder (1846-1897) en el semiclandestino Seminario San Agustín de Barquisimeto en los duros años del gobierno del general Antonio Guzmán Blanco, quien inspirado en la filosofía positivista y la masonería  cerró seminarios y expulsó jerarcas sacerdotales del país. Un luminoso y esclarecido hacer eclesiástico que merece nuestra honra y afectos.

Cabe destacar que esta breve e inmensa obra de redención social de los reverendos Lisímaco Gutiérrez y Carlos Zubillaga, llevada a cabo con frenesí e intensidad entre los años 1900 y 1911, se realiza en tiempos sumamente difíciles para el país y para nuestra ciudad. En esos años iniciales del siglo XX la antigua ciudad de Carora cuenta con una población cercana a los 9.000 habitantes y es la capital del extenso Distrito Torres. Es una ciudad con un fuerte movimiento comercial y una intensa actividad artesanal. Los godos o patricios de Carora, clase social minoritaria con rasgos de casta, ocupan el vértice de la pirámide social. Y a ella pertenecen, oh paradoja, estos dos esclarecidos sacerdotes que protagonizan esta experiencia de Iglesia Social entre nosotros.

La pobreza y las enfermedades campean en la ciudad del Portillo de Carora, el analfabetismo supera el 80% de la población y casi no hay dinero circulante, horroroso saldo de las guerras fratricidas que asolaron a Venezuela entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. “Sin alumbrado público, noches oscuras, muchos guapos, muchos descontentos, muchos revólveres, muchos garrotes y mucha mala intención. Los cuadrúpedos, marranos y perros, abundan en las calles de Carora y hasta se les han encontrado dentro de la Iglesia de San Juan. Las armas de fuego y revólveres se llevan al cinto y en las faltriqueras, se hace alarde de ellos como si fueran prendas de lujo. Viejos, jóvenes y adultos los llevan a las visitas, paseos y hasta en la Santa Casa de Dios”, se lamenta amargamente El Amigo de los Pobres, en su número inaugural de 1900. A todo este saldo dramático habría que agregar la terrible y lamentable clausura que sufrió el Colegio La Esperanza o Federal Carora, institución dirigida por el Dr. Ramón Pompilio Oropeza, desde 1900 hasta 1911, sumiendo a la ciudad en la la ignorancia y la oscuridad por inaudita y cruel decisión del presidente Cipriano Castro y su Ministro de Instrucción Dr. Félix F. Quintero.

De tal modo pues que podemos afirmar que estos dos eminentes levitas caroreños fueron unos titanes del hacer y el compromiso social de una Iglesia que se distancia de la ampulosidad y afectación de las ceremonias y protocolos eclesiásticos, que salieron a la búsqueda de Dios entre los más pobres y menesterosos,   que enfrentaron una de las realidades sociales más terribles sufridas por Venezuela en su historia reciente, valiéndose para ello de la inmortal palabra de la fe católica, cuerpo de creencias que, como dice Francoise Chevalier, sin ellas no se puede entender la América hispana. 

 

Luis Eduardo Cortés Riera.

cronistadecarora@gmail.com

  Santa Rita de Carora, Venezuela,

 22 de febrero de 2022.

miércoles, 16 de febrero de 2022

Bicentenario del Fallecimiento del General de División Pedro León Torres Arriechi


“Con la muerte de Pedro León Torres hemos perdido un compañero digno de nuestro amor; el Ejército un soldado de gran mérito y la República, uno de sus hijos de esperanzas para el día de la paz”

Simón Bolívar, 1822

 

       El día jueves,  22 de agosto de 1822 murió en un hospital de campaña español, en Yacuanquer, Nuevo Reino de Granada, Colombia, el Héroe de la Independencia de Suramérica, General de División Pedro León Torres Arriechi, tras recibir heridas mortales en la Batalla de Bomboná, campaña liderada por el Libertador Simón Bolívar. Apenas tenía 34 años de edad este prócer, de los Siete Macabeos de la Independencia.  Desde ese entonces sus restos mortales reposan en la iglesia de esta localidad del Sur de Nueva Granada, Colombia.

En este presente año de 2022, Venezuela toda tiene el compromiso histórico, patriótico y justiciero de repatriar la osamenta de tan ilustre connacional, para que reposen a la brevedad en el sitio que le ha sido hasta ahora esquivo: El Panteón Nacional de Venezuela.

Para tales efectos, se ha constituido una Comisión Binacional para la Conmemoración del Fallecimiento del General de División Pedro León Torres, en la que figuran la Vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela Delcy Eloina Rodríguez Gómez, Jorge Jesús Rodríguez Gómez, presidente de la Asamblea Nacional, General, Adolfo Pereira, Gobernador del Estado Lara,  Francisco Javier Oropeza Álvarez, Alcalde del Municipio General de División Pedro León Torres, Francisco Daniel Santacruz Pantoja, Alcalde de Yacuanquer, Colombia, Reinaldo Rojas, de la Academia Nacional de la Historia, Luis Eduardo Cortés Riera, Cronista Oficial del Municipio General de División Pedro León Torres, quienes ha mostrado vivo y decidido interés patriótico en lograr la repatriación a la brevedad de la osamenta de tan ilustre venezolano para que repose en el lugar que por justicia  le corresponde: El Panteón Nacional de Venezuela.

A tales efectos, invitamos a incorporarse a este memorable Bicentenario al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, ciudadano Nicolás Maduro Moros, Embajada del Reino de España, Ministerio del Poder Popular para la Educación Básica, Ministerio del Poder Popular de Educación Universitaria, Sociedad Bolivariana de Venezuela, Fundación Centro Nacional de Historia, Centro de Historia Larense, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC, Colegio Nacional de Periodistas, Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Venezuela, Fundación Polar, diarios El Impulso, El Informador, La Prensa de Lara, El Caroreño, El Informante, Promar Televisión, Sociedad Civil Cantón Carora, así como al valeroso pueblo de Venezuela, heredero de las glorias de los hombres y mujeres que forjaron con enormes sacrificios la Emancipación de Venezuela y Suramérica.

Las reuniones preparatorias del Bicentenario del Fallecimiento del General de División Pedro León Torres Arriechi, se realizan todos los viernes a las 9 de la mañana en la sede de Librería del Sur, avenida Francisco de Miranda, al lado del Banco de Venezuela, Carora Estado Lara, República Bolivariana de Venezuela. Su carácter plural y democrático es nuestra mayor fortaleza. Están todos los patriotas invitados a esta magnífica conmemoración.

Luis Eduardo Cortés Riera,

cronistadecarora@gmail.com

Santa Rita de Carora,

17 de febrero de 2022.

El juicio del mono (1925)

Pareciera mentira que en Estados Unidos, el país más próspero del  mundo, que había salido fortalecido y casi indemne de la terrible e inúti...