La historia del culto a Virgen María es sin duda uno
de los fenómenos más interesantes y extraordinarios del cristianismo, nos dicen
los mexicanos Solange Alberro, el Nobel de literatura Octavio Paz y el
ecuatoriano Bolívar Echeverría, autores y pensadores que me motivan para intentar
comprender el inmenso fervor mariano en las tierras del semiárido larense
venezolano y su mayor manifestación: la gigantesca procesión de la Virgen
Divina Pastora que ocurre todos los 14 de enero, sin apenas pausas, desde 1856.
Después de haber sido por mucho tiempo un
tema tradicional y predilecto de hagiografía, se ha convertido en objeto de
estudios de sociólogos, antropólogos e historiadores, que ven en la esfera de
lo religioso un inmenso terreno de observación aun poco reconocido y, menos
aún, explorado. La historia de América Latina - dice el historiador francés
Francois Chevalier- no se podrá comprender sin el elemento religioso católico.
Porque ¿cómo no admirarse de que una mujer de perfiles apenas esbozados
en los evangelios sea, afirma la historiadora mexicana Solange Alberro, unos
siglos después de los acontecimientos que la llevaron al escenario histórico,
entronizada como madre de Dios- Theotokos
en el Concilio de Éfeso, año 431- posición a partir de la cual emprendió una carrera
asombrosa que desembocó en pleno siglo XX en su consagración como soberana del
mundo y madre universal y, finalmente, si el Vaticano atiende al reclamo de
numerosos devotos suyos, en “co-redentora”, lo que la colocaría de hecho en el
mismo plano que su divino hijo? (El
águila y la cruz. Orígenes religiosos de la conciencia criolla. México, siglos
XVI-XVII, pág. 120).
El desaparecido filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría (Modernidad y blanquitud, Era, México,2010) se atreve anunciar una escisión del catolicismo gracias a la devoción a la mujer en América Latina: “El culto a María es una religión que no se atreve a decir su nombre.” Es posible, digo yo, que alrededor de la devoción a la mujer nazca en este lado del Atlántico una Nueva Roma. Veamos lo que dice Bolívar
Echeverría:“El cielo o panteón cristiano ha sufrido en el catolicismo mariano un recentramiento sustancial. La figura determinante, es decir, dominante, así no lo sea en términos absolutos como Dios Padre, sino sólo en términos “de excepción”, ha pasado a ser la figura de la Virgen María. Diosa central mientras dura una “coyuntura” indefinida que, de tanto serlo, resulta a fin de cuentas un estado permanente, María es la “emperatriz del cielo.”
En otra parte afirma Bolívar Echeverría: “Cuando
el papa Juan Pablo II exclamó en uno de sus tantos viajes a México: “México, semper fidelis”, no hacía otra cosa que
redundar en una verdad oficial mil veces documentable: la religión del pueblo
mexicano es la católica, apostólica y romana. Los dogmas de fe de esta
religión, su doctrina, su ceremonial, su organización eclesial, tienen una
vigencia y una vitalidad incuestionables, más allá de ciertos datos
estadísticos alarmantes que puedan mostrarlos un tanto disminuidos. Sin
embargo, y sin necesidad de acudir a constatarlo, el 12 de diciembre ante la
basílica del Tepeyac, el santuario de la virgen de Guadalupe, es suficiente
acercarse a los usos religiosos cotidianos de los creyentes católicos de México
para distinguir no sólo una discrepancia, sino una distancia muchas veces
abismal entre lo que consta formalmente como el catolicismo mexicano —ese del
que se congratulaba el papa— y el catolicismo que practican de manera informal,
pero efectiva, los creyentes mexicanos.”
En el semiárido, vasto erial larense venezolano, el
culto a la virgen María se expresa de maravillosa manera en tres escenarios
privilegiados: las poblaciones de raigambre aborigen de Quíbor, Municipio
Jiménez, con la virgen de Altagracia o La Caimana, en Aregue, Municipio Torres,
con la virgen india de la Chiquinquirá, que es anterior a la de Maracaibo y
procede del Nuevo Reino de Granada, Colombia, y, finalmente, en Santa
Rosa-Barquisimeto, Municipio Iribarren, con el inmenso y descomunal culto, que
no deja de aumentar cada año, a la virgen Divina Pastora. Tres poblaciones-
como se habrá notado- originalmente fundadas en el siglo XVII como pueblos de
indios.
Devoción a la mujer que he llamado “Culto amniótico.”,
conceptualización que aclararé en otra oportuna ocasión, que es responsable de
muchas admirables formas de sociabilidad y cultura en nuestras tierras larenses,
tal como lo he expresado en el Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña,
Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL, Instituto Pedagógico
Barquisimeto, Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, dirigido por el Dr. Jorge Pérez
Valera.
¿Se convertirá el culto y devoción a la virgen María
en nuestras tierras semiáridas larenses en Otra religión, como dice el filósofo
ecuatoriano Bolívar Echeverría? Solo el tiempo lo dirá…
Santa Rita, Carora, Estado Lara,
República
Bolivariana de Venezuela,
viernes 12 de mayo de 2023.
Luis Eduardo Cortés Riera.