Fue gracias al afable periodista José Numa Rojas Espinoza, como conocí al eminente historiador y
literato de ficción Doctor Guillermo Ernesto Morón Montero. Lo llevó a mi casa
en el Grupo Escolar Ramón Pompilio Oropeza de Carora hace como más de medio
siglo. El profesor Expedito Cortés, mi padre y director de esa casa de
estudios, lo recibe con la afabilidad que era su característica. Era yo un
adolescente y creo que esa visita del ya entonces reconocido historiador marca
mi carrera hacia las humanidades y la historia.
En lo sucesivo tuve varios encuentros con él, en
Caracas, Barquisimeto y Carora, la ciudad de su adopción. Y digo con énfasis
adopción pues no era Guillermo Morón caroreño como suele decirse, pues nació en
Cuicas, poblado al norte de vecino Estado Trujillo. Tenía la sangre repartida,
pues su madre, Rosario Montero de Morón, era caroreña y su padre un humilde
agricultor cuiquense. Se le acusará de tener “doble nacionalidad”, según la
ocasión.
Su relación con la antigua ciudad del semiárido de
Carora comenzará cuando su tío, Alfonso Montero, lo inscribe a sus 15 años a
estudiar nuestro tradicional bachillerato con sabor decimonónico en el Colegio
Federal Carora en 1941, cuando ya el Doctor Ramon Pompilio Oropeza Álvarez había
fallecido en 1937, pero es la figura singularísima de Cecilio Zubillaga Perera,
un intermediario cultural caroreño y de raigambre goda, quien le imprime honda
y perdurable impronta. Le persuade “Chío” Zubillaga a no estudiar derecho como
era la costumbre, y le sugiere inscribirse en el recién creado Instituto
Pedagógico de Caracas para que se convierta en educador como su mamá.
A pesar de que forma su imagen del mundo en el regazo
de Chío Zubillaga, hombre cercano al marxismo de tinte soviético, Morón será
hombre de pensamiento conservador, lo que da pie a pensar que Chío no
atornillaba a sus discípulos a una determinada ideología. Cosa semejante ocurre
con el humanista de Venezuela, el Doctor Luis Beltrán Guerrero, una persona de
brillante y olvidada pluma cercano al pensamiento socialcristiano.
Viajará Morón a España, tras pasantía docente en el Liceo
Lisandro Alvarado de Barquisimeto, a continuar sus estudios en Valladolid y sus
inmensos archivos históricos, conducido por el Doctor Demetrio Ramos Pérez, un
eminente americanista al cual conocí en 1980 en Caracas. Nacen allí los cinco
tomos de su Historia de Venezuela,
inmensa obra que ha sido soslayada de nuestras universidades autónomas y sus
escuelas de historia. Es momento de revisarla con ojos ajenos a la pasión
ideológica que ciega hasta los más sabios. Una sana revisión de la obra de Morón
se la debemos al Doctor Reinaldo Rojas, quien en nuestros estudios de quinto
nivel nos enseñó a valorar tan importante bibliografía moroniana.
Mi amigo Doctor Juan Hildemar Querales Álvarez tuvo un
gran acierto al fundar en el barrio Pueblo Aparte el Ateneo de Carora Doctor
Guillermo Morón. Ha sido el Ateneo un baluarte de la cultura en esta zona
popular de Carora ubicado en la calle Camacaro con Lídice. El epónimo de la
institución hizo innúmeras visitas a esta noble institución creada con su
nombre y le imprimió un prestigio grande con su presencia.
En vísperas de cumplir el diario El Impulso su primer centenario en 2004, dirige el Dr. Morón una
muy juiciosa investigación histórica de este diario que nace en Carora de la
mano del Br. Federico Carmona y su familia en 1904, tiempos de “El Cabito”. Allí
afirma Morón que los estudios históricos en Barquisimeto son una verdadera
escuela de pensamiento de la mano de los doctores Federico Brito Figueroa y
Reinaldo Rojas, difusores de las posibilidades de objeto y método de la Escuela
de los Anales fundada en 1929 por Marc Bloch y Lucien Febvre en Francia.
Humilde muchacho de provincia, hijo de humilde maestra
de escuela primaria en tiempos de la larga dictadura gomecista, Guillermo Morón
escala hasta los más altos escenarios de la República de las Letras: Director
de la Academia Nacional de la Historia y Escritor del Año en 1980. Como
Director de la Academia Nacional de la Historia hizo posible que fueran
editados centenares de libros por espacio de varias décadas, un esfuerzo
notabilísimo en un país de pocos y contados lectores.
Tuvo el enorme privilegio de enterarse de que su
novela El gallo de las espuelas de oro
fuese enviada a la pira para ser reducida a cenizas en la plaza Bolívar de
Carora. Y digo privilegio porque son los libros conducidos a la hoguera por los
intolerantes los que llegan a mayor número de expectantes lectores. Los libros
del poeta Heinrich Heine, Segismundo Freud y Mario Bunge son ejemplos
contundentes. Los libros arden mal.
Se retira de la vida Guillermo Morón un 19 de
noviembre de 2021 a la provecta edad de 95 años, dejándonos un inmenso legado
escritural que será, a no dudar, rexaminado y visto con ojos diferentes por las
futuras generaciones.