Después que examiné con mucho interés la
portentosa y original obra del antropólogo inglés Jack Goody (1919-2015), sobre
todo su maravilloso libro El robo de la
historia (Akal,2006), largo
trabajo polémico sobre cómo Europa impuso el relato del pasado al resto del
mundo, no volví a pensar de la misma manera sobre la inmensa y valiosa tradición
cultural que Europa derramó sobre el planeta.
Los
cuatro inventos con los que Europa se adueña casi del planeta entero desde el
siglo XV hasta el presente, ¡son invenciones chinas!: brújula, papel, imprenta
y pólvora. Sin brújula de los chinos Cristóbal Colón no hubiese llegado hasta
la ignota América jamás; los turcos sin pólvora no hubiesen asaltado
Constantinopla y de tal manera remecido la historia que se hizo global desde
entonces; sin imprenta el monje dominico Martín Lutero, el reformador religioso,
habría pasado casi desapercibido; sin papel el viajero veneciano Marco Polo del
siglo XII no habría escrito El millón, primer
manifiesto humanista europeo. Griegos y romanos no conocieron el cero,
noción matemática que introdujeron los árabes al viejo continente europeo en la
Edad Media; togas y birretes universitarios, “mugre medieval”, fueron invención
islámica; el amor romántico no es exclusivo de Europa, pues en 1022 en lengua árabe
se había escrito El collar de la paloma. Se trata de un libro de reflexiones
sobre la verdadera esencia del amor intentando descubrir lo que tiene de común
e inmutable a través de los siglos y las civilizaciones. Hollywood no lo
reconoce como tal portento que es.
El primer
libro impreso no salió del taller de Gutenberg en Alemania. No, el primer libro
impreso vio la luz muy lejos de Maguncia, en la lejana China y se llamó El Sutra de diamante. ¿Su fecha de
impresión?: 11 de mayo
de 868 después de Cristo, noveno año de la era Xiantong de la dinastía Tang. Lo
que quiere decir que El Sutra fue
impreso casi 600 años antes que la Biblia
de Gutenberg, es decir que tiene El Sutra 1.153 años de
haber sido impreso.
La
llamada “alta cocina” no es sólo francesa o italiana, su patrimonio exclusivo. India
y China también disfrutaron de su “alta cocina”, tan sofisticada y refinada
como la de París, valora el británico Jack Goody. El único ideal de belleza no
es la Venus de Milo, belleza sublime existe también en el arte budista de
Tailandia o Japón. La democracia no fue forma de gobierno exclusiva de los
griegos de la Antigüedad, pues democracia hubo en Cartago antiguo y en las
actuales tribus de Gana africana. Y lo más extraordinario que argumenta Goody:
el pensamiento racional no es exclusivo de la Grecia clásica, pues pensamiento
escéptico sin dios ni dioses los hubo en India y China. De modo pues que el
logo de UNESCO (United
Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) u Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la ciencia y la Cultura, está visiblemente y totalmente equivocado.
Un templo griego nunca será epitome de cultura del planeta todo, de los 195
estados y ocho miembros asociados de UNESCO. La cultura y la ciencia no derivan
en su totalidad de la Grecia clásica.
Audrey Azoulay, directora general de esta institución que nació cuando
se apagaron los cañones de la guerra en 1945, es muestra evidente de la
diversidad cultural extra europea, pues ella es de origen judío marroquí y
habla francés, inglés, árabe y yiddish. UNESCO es dirigida desde 2017 por una
dama de origen africano casada con un francés, que ha combatido el racismo de
Jean Marie Le Pen y admira a la sobreviviente del holocausto Simone Veil, y de
Jean Zay, político judío y ministro de educación asesinado por los
colaboracionistas nazis en Francia.
No pido que se elimine el Partenón griego como
su logo, no. Lo que pido desde esta minúscula partícula del orbe que es la
ciudad de Carora, Venezuela, es que el nuevo logo de UNESCO sea creación
colectiva de la humanidad. Sería muy
motivante para los niños y escolares del planeta todo, desde Filipinas, Escocia,
Zaire y Guatemala, concursar para que el nuevo logo del tercer milenio sea
escogido para que simbolice el anhelo universal de paz y de conocimientos. “El trabajo de la UNESCO es clave para reforzar
los lazos de la herencia común de la humanidad ante las fuerzas del odio y la
división”, afirmó Irina Bokova, directora saliente de la institución.