Fue GT una idea extraordinaria en la cual se examinaban los temas más diversos y variados de las ciencias naturales y de las humanidades, en un lenguaje para la divulgación, pero que ello no suponía que los temas y problemas se simplificaran o sufrieran banalización. Desde los átomos a las utopías, el psicoanálisis y el mundo vegetal, el sistema solar y el origen del hombre, el teatro y la explosión demográfica, viajes espaciales y cine, las matemáticas y la protesta juvenil, todo el conocimiento humano parecía caber allí en 100 títulos aparecidos que deslumbrarían al mismo sabio barroco Atanasio Kircher, bellamente ilustrados y presentados.
Su éxito fue inmediato entre docentes, estudiantes, personal administrativo ¡y obrero! de la Facultad de Humanidades y Educación en la ciudad de Mérida. Los profesores Dr. Juan Astorga y Ernesto Pérez Baptista hicieron elogiosos y refrescantes comentarios de Grandes Temas en las aulas de aquella Facultad que parecía secuestrada por el simplismo mecanicista del marxismo soviético o del libro Los conceptos fundamentales del materialismo histórico.
Era GT una nueva óptica que venía -¡oh paradoja!- de un país que vivía los últimos momentos de la larga dictadura del franquismo, en tanto que nosotros, en un país democrático, éramos incapaces de asumir ideas planteamientos tan audaces y renovadores. Pero aquello cambió, necesario es decirlo, cuando al año siguiente,1974, nacería un concepto editorial venezolano inmenso y ambicioso: Biblioteca Ayacucho, de la mano de Ángel Rama y José Ramón Medina.
Grandes Temas aparecía quincenalmente en hermosa y cuidada presentación de tapa dura y 15,5 X 29,5 centímetros. En su país de origen, España franquista, se la califica de antienciclopedia pop en tiempos de transición, pues eran los años de la gran rebelión juvenil y se asomaba la culminación de la larga dictadura peninsular.
Sus promotores eran gente de pensamiento de izquierda y asumían la realidad de la Patria Catalana, un viejo anhelo, según sostiene el hispanista francés Pierre Vilar. Participaron autores –muchos aún en la veintena de años– como el filósofo Eugenio Trías, el novelista Manuel Vázquez Montalbán, el historiador Josep Fontana, el escritor y político Francesc Vicens, el médico obstetra Santiago Dexeus, el político Raimon Obiols, el dramaturgo Alberto Miralles, el filósofo José María Carandell, el físico Amadeo Montoto o la crítica de teatro María José Ragué, entre otros.
En su consejo de redacción figuraban dos paisanos: el sabio profesor germano venezolano Ignacio Burk, docente del Instituto Pedagógico Caracas, y el filósofo fenomenólogo zuliano Ernesto Mayz Vallenilla, quien en muchos aspectos completa la filosofía de Edmund Husserl. Al profesor Burk le debo mi formación en psicología y filosofía, áreas del conocimiento que me acercaron a la historia de las mentalidades cultivada por los franceses maestros Marc Bloch y Lucien Fevbre y la Escuela de los Anales por ellos fundada. Con Mayz Vallenilla me acerqué a la fenomenología, corriente filosófica germana que me ayudó a comprender el fenómeno religioso.
Otras estrellas del pensamiento del consejo de redacción de Grandes Temas en 1973 eran: el guionista de tiras de colores mexicano Álvaro Gálvez y Fuentes, el médico, historiador falangista Pedro Laín Estralgo, el poeta Jacques Masui, Antonio Prevosti (genetista), el abogado y periodista Emilio Teixidot, Joaquín Marco, crítico literario y filólogo, como director editorial.
Cada uno de los 100 números de GT contenía una minuciosa entrevista a eminentes figuras del pensamiento en diversas áreas del saber, algunos de los cuales aún viven, de entre las cuales recuerdo al historiador británico, especialista en la Rusia Soviética Edward H. Carr, al filósofo de la Escuela de Frankfurt Jurgen Habermas, que es entrevistado por Emilio Lledó, el estudioso de los cómics Claude Moliterni, Jacques Lacan, Burrhuos Skinner quien se refiere a las utopías, Roman Jacobson, Karlheim Stockhausen, el antropólogo estructuralista Claude Levi Strauss, el sociólogo de la pobreza Richard Meier.